Gianni Siccardi


Poemas 1961-2001




De: Poesía junta (1961)



FERIA D'APRILE

a Tununa, Diana, Roberto


Entre los pinos azules del domingo
la tarde se volvía tarde de otoño
y aletargaba los caminos de polvo alegre
que en procesión marchaban hacia el pueblo recortado
más allá derramado entre los cerros,
y desde la lentitud de la tarde
el cielo pendía
a punto de abrirse sobre nuestras cabezas
a enroscarse en los pinos
a esa hora ya alejados de la tierra.

Era un domingo de otoño
y los cuatro nos mirábamos absortos
sentados, con los pies dibujando ociosas fantasías
en el patio de cemento.
Entre el vino que florecía pausadamente
recordábamos historias inocuas
tratando de olvidar la vida
que -en algún lugar,
en alguna calle que no conocíamos
y tal vez ya nunca podríamos conocer-
hombres y mujeres como nosotros
empecinadamente vivían
o creían vivir



De: Conversaciones (1962)



PROBLEMAS DE LENGUAJE


Si quieres gozar
si lo haces minuciosamente;
si convaleces a pesar tuyo
de tus antiguas tristezas.
Si eras tú quien reía
en los hermosos días de mayo,
si hablaste o creíste hablar entonces
con pájaros y árboles
de misterios que ni ellos ni tú comprenden
pero con tanta unción o esperanza.
Si la ferocidad de los amigos
es fresca como tu misma inhabilidad;
si sólo te arrepientes de lo que no has hecho:
si aun puedes culpar al corazón o a la memoria
por tu tenaz indolencia.
Si sabes sobretodo
que no es esto lo que quieres decir.
Si pudiera decirlo de otra manera,
si los que me aman fuesen sordos o locos
le diría simplemente: el amor es todo.




ARTE POÉTICA 


a Roberto Broullon
  Juan Gelman
  Martín Micharvegas
  José Peroni
  Néstor Sánchez


No tengo un mensaje secreto
ni gestos ni salmos ni verdad ni certeza
pero cuando el olvido va hacia el sur
mis pies van hacia el norte.

Mi vida no es ejemplo ni regla ni armonía
mi pasado cabe en una caja de fósforos
pero mi futuro flota en la eternidad
y si no puedo probar lo que ha sucedido
es porque no tengo la cabeza construída
con el pan cotidiano.

Mis días no corren por el espléndido rostro del presente
y nunca acierto a poner mi mano sobre la tierra
justo cuando caen las primeras gotas
de modo que mi cuerpo sigue sus costumbres
sin esfuerzo ni audacia ni plan ni sensatez.

Camino bajo una mirada protectora
mezclando lo verdadero con lo falso
lo falso con lo verdadero
embriagado por el perfume inasible del ocio
errando aquí y allá
persiguiendo la droga de la palabra
la luz de la palabra
la alegría de la palabra.

Pero no para todos
no para los que tienen la frente
apoyada en el hombro del mundo
no para los que sueñan sus sueños
no para ellos
hombres de buen sentido
sino sólo para los oídos indelebles de los amigos
en los que cabe toda la verdad
las manos de los amigos
que tejen y destejen las hierbas del paraíso
la boca generosa de los amigos
que siempre acude a la cita
la cabeza íntima de los amigos
que retumba en nuestro pasado
la mirada secreta de los amigos
que repara los mecanismos del tiempo
el silencio de los amigos
que late en la oscuridad.


LA BUENA POESÍA

Hemos descubierto la manera
de hacer buena poesía.

Viene el invierno y cerramos las ventanas
termina el año y miramos a los viejos
como si fuera la última vez
pasa el tranvía y le gritamos: tram, tram, tram...
Pero si llega ella
cargamos la lapicera
le hacemos un lugar en nuestro block.

Qué decis?
Qué decís a todo esto?

En realidad a veces
desesperamos de encontrarla
y es cuando estamos más cerca de ella.

Nuestra vida es así
dos pasos adelante
uno atrás.


LAS BELLAS ARTES


Andaba adormecido en la flora de los días
y de pronto llegó el buen tiempo.

El buen tiempo ha llegado
y le he dicho:
¿qué has hecho de tu vida?
he estado solo, he estado acompañado
te he esperado con un poco de impaciencia
he salido a buscarte cuando ya no podía
he creido reconocerte algunas veces
pero no eras
(No eras
y la mujer que amaba
me ha declarado su amistad
- vasos del vino que bebemos
la olvidan la recuerdan
tal vez otros conozcan
una sonrisa suya que sólo yo conozco
tal vez no)
Ha llegado y le he dicho:
buenos días buen tiempo
buenos días tiempo feliz
qué has hecho de tu vida?

¿Dónde estarán los que me amaban?
Si supieran que sólo me inquieto por el tiempo.
El buen tiempo ha llegado de repente.
El buen tiempo, las bellas artes.



ENVÍO


A Juan L.Ortiz

Perdón querido Ortiz
estamos acá oyéndolo
sumergidos por así decir en su conversación
atentos al menor instante
y sin poder abandonarlo como quisiéramos
sin rodar fuera del círculo de su tinta
—sin hierba casi—
tallados o encadenados en ese círculo
apenas convencidos que lo mejor sea salir o quedarse
pero conmovidos, ferozmente
o tiernamente conmovidos
como si realmente estuviésemos oyéndolo a usted
y usted no fuese más que un amigo entrañable
un espíritu entrañable
riendo o llorando o hablando quizá
pero detenido
detenido sobre su alma
para inventar otro lugar en nuestra alma.



QUE LOS AMORES PRIMEROS SON MUY MALOS DE OLVIDAR

De estas duras veredas conservaremos
aquel paso burlón
tu risa entre los árboles.

En el calendario de tu imaginación
dos cigarrillos se encienden
y se apagan.



SOBREVIVIENTES

Aquella nube que al partir
midió el naufragio de tu cuerpo y el mío
¿habrá alcanzado la hebra celeste del verano?


LA TORMENTA


Se dice: la tormenta es buena.
Se dice: la tormenta es mala.
Y quiere decirse muchas cosas.
Cuando yo digo: la tormenta es buena,
quiero decir: la lluvia es necesaria
y es hermoso mirarla desde una ventana.
Y quiero decir también cosas indefinidas
nombrar una alegría o un júbilo inasibles
pero quiero decir solamente:
la conocí un día lluvioso.
Cuando yo digo: la tormenta es mala
quiero decir: arruina los sembrados
los semblantes, los días
y borra y anega y entristece.
Y quiero decir también cosas indefinidas
prevenciones, sospechas
pero quiero decir solamente:
la conocí un día lluvioso.



De: Travesía (1967)

TRAVESÍA

Antes de conocer su tristeza yo le decía
estás en el libro que leo
tu carne borra las letras de todo libro
intento que tu cuerpo sea más hermoso que cualquier
abrazo que haya podido dar
que cualquier ruido que haya podido asustarme en el
pantano de la noche
que cualquier partida de dados
que cualquier sueño por el que haya apostado
trato de mirar el libro como lo miraría tu cuerpo.
Antes de conocer su tristeza
yo le hablaba de sus costumbres lujosas asestadas en
pleno día
sus costumbres inagotables de hermosa parturienta
su boca más despierta que todos los lenguajes.
Cuerpo vivo
entreabierto
todo te llega como una vieja dolencia.

Paso mi vida en tu vida
así como los condenados pasan sobre los rostros
queridos
lo que no hicieron
lo que no pudieron conocer
así como tu cuerpo está escrito en todos los libros.

Paso mi vida en tu vida
así como los condenados pasan sobre los rostros
queridos
lo que no hicieron
lo que no pudieron conocer
así como tu cuerpo está escrito en todos los libros.

Estoy bajo la noche
bajo el olor profundo del barco
puedo morir o sobrevivir
sin recuerdos ni excusas
en la miseria de esta gente
entre gritos y ropas desgarradas
abandonarme en la tormenta
Estoy en su cuerpo como en una travesía
como en una tela de araña
como en el plumaje de las drogas sagradas
sin más destino que crecer entre sus dientes
entreabiertos.

Viajo por su cuerpo como por una sonrisa
abro sus ojos como en un río
encuentro sus ojos de marea en marea
alejo lo que no me pertenece.
Estamos solos en casas desconocidas
en otras ciudades
son otras las caras que olvidamos
cuando toco su cuerpo
otros los olores que nos enloquecen.
Mi cuerpo está en el suyo como en un naufragio
como en un puente sobre mis sentidos
podemos morir o sobrevivir
y veo mi vida sin mirarla
sin recordar lo que me aterra.

Puedo morir o sobrevivir
en el furor que se despierta
en el agua en la noche en su cuerpo.
Miro dentro suyo y no veo sino mi vida
otros viajes lentos como en una siesta
como otros países
como otras costumbres y lenguajes.
Estoy bajo cubierta
un loco se arrastra por el piso y canta
quisiera tener miedo ahora
la cara helada por el viento y el agua
y golpear y caer en la cubierta húmeda.
Estoy junto a su cuerpo salado
lo encuentro de marea en marea
toco sus ojos como un loco
toco sus ojos como un asesino.

Esos son los ojos que amas
ella está a tu lado
hace tanto que no se abandona
las plazas las calles los rincones
aquella habitación
la niebla y las mañanas
algunos días o momentos giran alrededor de tu vida
palabras absolutas que se escucharon o dijeron
giran alrededor de tu vida
son las cosas que tocas sin saberlo
lo que ves sin saberlo
lo que encuentras en cada gesto son sus ojos
y ves por sus ojos sin saberlo
sin recordar lo que te aterra.

Los que miran y están a su lado como lenguas
ardientes
sin ser ella misma ni parte de ella ni de su vida
terrestre
pero giran alrededor de su vida y sus vestiduras
y costumbres
llevan sus ademanes
ah, su cabeza vuela.

Ahora ahora
si se enciende el camino
si nada nos es negado
si estas gotas de incienso son la luz
los ojos de los amantes que no se matarían por amor
ojos ligeramente explosivos
que no morirían sino por distracción.
Tanta simiente tanta luz
puede venir el verano y devorar todo esto.
De pronto soy otro
nada de lo que he vivido
ningún recuerdo me convierte en otro
pero soy otro
soy el lenguaje entre tu cuerpo y la noche
soy el lenguaje
entre lo que se va hacia otras habitaciones y
aventuras
y lo que permanece
para durar en su cuerpo
y ella conoce lo que permanece
es parte de su cuerpo
lo lleva en cada movimiento
cuando camina cuando mira
cuando camina en el verano bajo el sol
y lleva ese lenguaje
donde se dieron la dicha los olores
los descubrimientos los abrazos
las repentinas simpatías
y ella lleva su cuerpo
como una alcoba donde se han dicho los secretos
las cosas graves que llenan el mundo
o lo vacían de pronto.

Soy otro
otro junto a su cuerpo
mis manos son las mismas
y mi boca
pero tocan su cuerpo como un loco
tocan su cuerpo como un asesino.



De: Ella - Poemas 1962-1988 (1989)


ELLA SIN

A raíz de sus ojos
es que las cosas
En realidad
ella sólo se ausenta de sus

Cuando llega atiborrada
de vacilantes
Cuando anda por el día
como por una
Cuando atraviesa la noche
con sus enormes
no hay silencio
que no la
no hay olvido que no se

Y sin embargo
nada hay más cercano
que su
nada es más resplandeciente
que su
Hasta su nombre está hecho
para la

Aunque a veces
no sé si todo esto
no es más que una
que el viento puede

Y yo que tanto
y yo que tanto


LA RED


Ella está en mí
yo estoy en ella
y una red secreta nos rodea.
Una red que no es red
un aire, apenas,
una nada.

Sabemos algunas cosas de nosotros
sabemos todo de la red.
Conocemos el norte
conocemos el sud
conocemos el este
y el oeste de la red.

Vivir es fácil
hablar
reír es fácil en la red.
El sol es tibio
el fuego es tibio
los ojos
los encuentros.

No somos uno
pero yo estoy en ella
ella está en mí
y no hay ninguna red
entre nosotros.
Ni un aire, apenas,
ni una nada.


MI VIDA, SU SUEÑO


Ella es hermosa todo el tiempo
su cabeza es hermosa en las cuatro estaciones
amo la ciudad donde duerme
la ciudad que despierta en su sueño.

En su sueño hay un hombre
que le entrega un mensaje
siempre el mismo hombre
siempre el mismo mensaje
un mensaje
que ella nunca ha podido leer.

Ella nunca muere
ella nunca mata
ella es feliz
es hermosa en el sueño
pero esas palabras que aún no conoce
son las únicas que desea leer.
Y las únicas que deseo escribir.



RETRATO


Ella es tan frágil
que el agua se deshace
entre sus manos.

Ella es tan libre
que el tiempo la espera
con impaciencia.

Su sombra es tan rápida
que el sol pierde
su consistencia.

Sus ojos son tan profundos
que se unen
en el porvenir.

Sus gestos son tan verdaderos
que pertenecen
a todos.

Su pensamiento es tan silencioso
que las palabras
entregan su fragancia.

Sus sueños son tan exactos
que la noche despierta
a su alrededor.

Su destino es tan inexplicable
que nunca es
demasiado tarde.

Ella es tan hermosa
que la vida la estrecha
entre sus brazos.

Es tan hermosa
que la tierra llora
de gratitud.


TAREAS


He dibujado su rostro
he regado sus pensamientos
he subido y bajado por su mirada
he adoptado el color de sus ojos
he gritado con su boca
y caminado con sus pies
he ocupado el vacío que dejaba al irse

Le ha hablado a su sombra
la he llevado entre mis dientes
en el panal de los labios
en la punta de la lengua
la he olvidado cuando no quería
la he recordado cuando no quería
he vaciado un río en su memoria

Le he dado a beber mis manos
le he dado a comer mis gestos
le he dado mis sueños para los días hábiles
le he dado cada mañana una cabeza diferente
le he dado mis pensamientos
desnudos como la primera vez
le he dado mis días
para que escuchara su sonido
le he dado mi desierto
para que encontrara agua

Finalmente
le he dado mi vida
para que la viviera
una y otra vez.


LA BELLA DEL LÍBANO 


Ella es más hermosa
que los recuerdos
que entornan deliciosamente los párpados
de las mujeres del Líbano
que el aire que azotan levemente las palabras
de las mujeres del Líbano
que el desatino y la furia
que derrama por el día
la gracia de las mujeres del Líbano.

Ella es más hermosa
que el espectáculo de las calles
abarrotadas de espaldas
por la máquina de la oración en el Líbano
que los saltos aterciopelados de los gatos
en las noches lujosas del Líbano
que las rutas sacrílegas
que atraviesan los ojos
de los impasibles rufianes del Líbano.

Ella es más hermosa
que la mirada solitaria
de los que dan de comer a los pájaros
en los parques del Líbano
que la unción de los vagabundos
encargados de escuchar la noche en el Líbano
que los pensamientos últimos de los suicidas
en los puentes que cabalgan
sobre el Litani en el Líbano.
Ella es más hermosa
que las miríadas de soles que se encienden
en las medallas cuidadosamente lustradas
en el pecho de los generales del Líbano
que el lento estiércol
de los sonoros caballos militares
en la insolación de los días de desfile del Líbano
que los límpidos bombardeos
y las turbias conferencias de paz en el Líbano.

Ella es más hermosa
que la luminosa fantasía de los falsos adivinos
y los verdaderos profetas del Líbano
que la borra del café
que dibuja los caminos del futuro en el Líbano
que la ciencia del porvenir
que corre por los oscuros canales del tiempo
tan vertiginosamente en el Líbano.
Ella es más hermosa
que los lazos de sangre que unen
la humedad, la tortura y los sueños
en las corruptas, hediondas prisiones del Líbano
que el viento que bate
el árbol de los recuerdos indelebles
de los condenados a muerte del Líbano
que el llanto de Dios
que humedece los cabellos
de las victimas inocentes del Líbano.

Ella es más hermosa
que la alegría eterna
y las penas violentas
de los jóvenes enamorados del Líbano
que la luz de plata y seda
que sube hacia el cielo
cuando el amante entierra el cuchillo
en el pecho del amante
en los pobres hoteles del Líbano
que la emoción desnuda de los encuentros furtivos
los besos en la garganta
las citas secretas
las cartas inesperadas
los viajes de regreso
que galvanizan los destinos
de los hombres y las mujeres del Líbano.


NADA MÁS


No son necesarios
nada más que un hombre y una mujer
para jugar al destino
nada más que unos ojos paralelos
para cruzar el puente de la soledad

No es necesario
nada más que quebrar
los límites de la naturaleza
para rozar las alas de la eternidad
nada más que aceptar el aroma
impasible de la indolencia
para abrir los brazos a la belleza

No es necesario
nada más que el relámpago del deseo
para beber la ebriedad de la vida
nada más que una mirada inocente
para comprender la vida
nada más que una mirada arbitraria
para recuperar el valor de la vida




De: Fragmentos (1995)


AMOR SOBRE LA TIERRA


Que nuestros días
jamás sean azotados por los gestos inútiles
o arropados y mecidos
por la música fácil de la vida.

Que nunca más se desplomen
con su piel ciega y sus ritos polvorientos
en el eterno surco vacío donde caben
la amortiguada niebla del tedio
la veleta de las minúsculas costumbres
el enjambre del sueño.

Que nuestros días no agonicen ni se ahoguen
en los rincones de la indiferencia.
Que dejen de girar lentamente
en la noria del trabajo y el ocio
rodeados por la impaciencia y el delirio
y las lujosas noticias matinales
y los aullidos que llenan nuestros oídos
de furias y cenizas.

Que nunca más veamos
cómo se hunde el sol
entre los golpes bajos de la muerte.
Que el sol
no sea nunca más reemplazado
por la lámpara de la miseria.

Luz para la piedra errante de la aventura
para el oleaje fosforescente de la memoria
para el aliento mágico que nos sostiene.

Luz para nosotros
luz para nuestros ojos perpetuos
para nuestros brazos traslúcidos
para nuestras gargantas desnudas.
Luz para nosotros
el rebaño de los inocentes.

Luz
luz de vida
para el amor terrestre y su plegaria.
Luz para el canto incierto de los jóvenes
para el rocío de sus bocas fértiles
y sus lenguas de fuego que tatúan el porvenir.

Luz para los días ebrios
luz para los días prodigiosos
luz para los días insaciables.
Luz para las ceremonias del amor
sobre la tierra.



BUSCO LA LIBERTAD


Busco la libertad
mi amor
busco una libertad que te contiene
mi amor
que te revela.

Busco la libertad que existe
la que me ha sido dada
la blanca libertad despierta.

Entre escombros y ruinas
equívocos y llantos
entre sueños absurdos
manotazos de ahogado
excusas y proyectos.
Con armas desafiladas
con una voz debilitada por el tiempo
busco la libertad.

Cuando tiemblo en la noche
cuando con manos torpes
acaricio aterrado
el rostro de la nada
con amor
con dolor
empecinadamente
cerca de mis cincuenta años
antes de que la muerte venga
y me lleve al olvido
busco la libertad.

La poca cosa
la delicada
la pequeña
la que a veces
sin anunciarse me visita
mi amor
la libertad.





NIEVE


La ciudad es una pradera ardiente. El sol extrae espuma de las veredas y va dejando un reguero en el vapor de la tarde.

La madre camina con el cuerpo fulminado por el incendio y la cabeza embalsamada por el oleaje de la vida diaria y sus complicaciones y naufragios.

Tomado de su mano, el chico se desliza por la tarde como si fuera la primera vez.

Mira al sol con los ojos abiertos como un inca o un egipcio que pusieran el pie en la ciencia futura.

- Nieva -dice el chico-. Pero los oídos de su madre sólo son objetos repletos de códigos de antiguos errores y tristezas casuales, vanas demoliciones conyugales, minúsculos tentáculos del veneno 

semanal.

— Nieva —dice el chico—. Pero los ojos de su madre están esterilizados por el fermento de los pequeños odios inútiles y el agua contaminada de los remordimientos fugaces.

Y mientras en los ojos del chico nieva con la majestuosidad de los mantos reales, ella —con sus párpados de hierro— está ciega para la delicadeza de los copos que terminan de construir los pinos y 

las cabañas en esa mañana de invierno.

El chico resbala blandamente por la pendiente nevada. Y mientras la madre taconea con el peso de las miserias del día y abofetea las baldosas con sus zapatos llenos de verduras lavadas y sopas y 

camisas y sus mensajes de enojo y desaliento, el chico mira al sol directamente a los ojos.

Y hace nevar.



AQUÍ


Hacia el sur
hay exilios y pequeños arbustos
ladrones de caballos
mujeres acribilladas por la sequía y la pobreza del sol
hacia el norte
posadas y siestas y andenes lentos y frenéticos
yugulares enardecidas por el polen
bocas que esperan un golpe de placer.
Unos viajes perdidos ya
con rocas solitarias
una mujer desconocida que lloraba en cuclillas
sobre la arena helada
y almejas deshechas a picotazos
y gaviotas puramente asesinas y absortas
y anzuelos rotos
y pisadas que obligan al mar
que le dan una forma enloquecida
y el mar que accede
la mujer que accede
y borra las pisadas mientras sigue llorando.
Una mosca se ahoga en un vaso
la canilla gotea
el agua corre fuera del vaso liberada
abandonamos todo
las cáscaras que aleja la corriente
y se pierden
en un curva bajo un árbol
los labios dulces de los peces
besarán esas cosas inútiles
diarios envejecidos
anzuelos rotos
ruinas
cosas del río que nos debe otro día
otro día que abandonamos.
O en la ciudad
frente al reloj detenido
dentro del ascensor que nos condena
en el automóvil que crepita y aguanta esta tormenta
con el gin luminoso lleno de compasión
cosas inútiles
nocturnas
como un poema como una carta como diarios
o citas
o mensajes secretos.

Escucho lo que está cerca mío
veo mi vida y otras vidas
complicadas con las cosas de la noche
con lo que va quedando
pero qué haremos cuando se acabe todo esto
cuando vayamos cayendo o eligiendo
cuando digamos una calle olvidada una mujer extraña.

Aquí
en esta encrucijada de palabras y errores
golpes desconocidos
intenciones fugaces
aquí
cerca de todo recuerdo
de lo que se calla y atormenta
aquí
en esta región abandonada por los otros
donde parece no haber nada salvo habladurías y perfume
aquí vivimos
aquí encontramos un clima
una paciencia.
Hemos pasado hambre
conocemos lo que es posible conocer
carecemos de lo que es posible carecer
tenemos lo que reencontramos
tenemos lo que perdimos y abrazamos
tenemos la confusión
hemos abierto los brazos
hemos abierto las manos
dejamos mucho mundo para los otros
el puerto y los hoteles de paso
la noche que no era para mí
algunos pueblos de polvo y de traiciones
los caminos
lo que nos llena de terror.

Aquí no arden incendios ni fogatas
éste no es el corazón del bosque
no estoy en un restorán en medio de gritos y rencores
no llevo el timón no estamos naufragando
el gato que roza mis tobillos es suave y voluptuoso
esto no es un abismo
esto no es una lámpara que absorbe la noche
aquí no hay crímenes famosos
aquí estamos solos y temblamos
anzuelos rotos
ruinas.
No hace falta conocer el futuro
yo sé dónde está mi alegría
aquí
en este cuerpo habitado por hábitos y muecas
en la vehemencia arrasada disuelta en el candor

aquí
en esta cacería
en esta encrucijada
en esta región abandonada por los otros
donde parece no haber nada sino habladurías y perfume.



De: Ella y otros poemas (1999)


ESTAS SON LAS PALABRAS QUE AMO 


Si tuviéramos un oficio donde reconocernos
y ganas de envejecer
si no conociéramos tanto lugar de ocio
tanta calle desordenada y abierta
tantos bares y hoteles
pozos de perdición o de violencia
donde se usan palabras extraviadas
recursos rápidos
encuentros sin destino
vidas distintas
y hubiéramos abandonado el deseo de volver
a partir
de conocer gente desorbitada
alimentos extraños
músicas fáciles
islas distantes

si no tuviéramos amigos muertos
y enemigos
amores olvidados
si no estuviéramos cansados de los diarios de la mañana
de los deportes y de las ejecuciones
de las estrellas fugaces
de la ferocidad de la calle
de los ruidos de esta ciudad
a los que dentro de poco agregaremos otros ruidos
dejando que el reloj de la cocina
que el sol
recorran estas piezas
tus cosas y mis cosas
que entren aquí el calor y los gritos
que nuestras pobres cosas
sean azotadas por el sol y los malentendidos
que entre aquí la violencia
y se vaya sin saber que aquí un día
entraron la desesperación y el amor
o algo que desesperaba por darse con el amor

si no tuviéramos las palabras
palabras de amistad, de hastío, de indiferencia
palabras complicadas con el amor
palabras que recuerdan el amor
aunque no le pertenezan
si no tuviéramos los ruidos de las palabras
si no tuviéramos cansados de tanta estupidez
y tanto olvido

has pasado a mí
tu soledad que no comprendo
ha pasado a mí tu soledad que no comprendo

aunque siempre estas entre los ruidos
de mis palabras
he encendido este fuego para reconocerte.



DE ESTAS DURAS VEREDAS


De estas duras veredas alcanzaremos
aquel paso burlón
tu risa entre los árboles.

En el calendario de tu imaginación
dos cigarrillos se encienden
y se apagan.


NADA MÁS


No son necesarios
nada más que un hombre y una mujer
para jugar al destino
nada más que unos ojos paralelos
para cruzar el puente de la soledad
No es necesario
nada más que quebrar
los límites de la naturaleza
para rozar las alas de la eternidad
nada más que aceptar el aroma
impasible de la indolencia
para abrir los brazos a la belleza

No es necesario
nada más que el relámpago del deseo
para beber la ebriedad de la vida
nada más que una mirada inocente
para comprender la vida
nada más que una mirada arbitraria
para recuperar el valor de la vida


PRÓXIMOS 

Nuestros ojos están tan próximos
que se miran así mismos

Nuestras sombras están tan próximas
que no se oye el ruido de sus pasos

Nuestros sueños están tan próximos
que sellan los labios de la noche

Nuestros pensamientos están tan próximos
que el fin del mundo
pasa junto a nosotros sin tocarnos



EL AMOR NO ES CASI NADA


De sus ojos partía un hilo
que terminaba en mis ojos.

De modo que nuestras miradas
recorrían simultáneamente
el pasado, el presente y el porvenir.

El amor no es más que una pequeña cosa:
el tiempo
un hilo
una mirada.


ENTRA EL SOL

Por la ventana entra el sol.
Por la ventana entran el sol
y los saludos.
Por la ventana entran el sol
las madrugadas
las caras conocidas
y entra la sed
y el viento de los árboles
la vida tumultuosa.

Pero si entrara ella
por la ventana
por la puerta
atravesando las paredes
la madrugada
los saludos
la sed, el viento
la vida tumultuosa.
Si entrara ella.


SE VA NOVIEMBRE


Desaparecen noviembre y tantas cosas.
He bebido en tu boca
el llanto y el tormento.
Me he perdido
en el enjambre de tu nombre.
He tambaleado
en el relámpago de tu mirada.
He despertado
junto al abismo de nuestra juventud.
         
Pero se van noviembre y tantas cosas.
Se va el jardín, el viento, las palabras,
se van tus ojos y tu nombre.
Y para siempre se va el mundo.
         
Llegan las sombras
la distancia
llega la ausencia
llega el torrente del silencio
mientras se va noviembre.


PREGUNTAS

Sentado en su silla envejecida
el anciano interroga
a la noche.
         
Afuera
el árbol triste
cubierto de pájaros
sostiene el horizonte.
Las cenizas adormecen
los muelles de la noche,
El cielo sangra.
         
Dónde están los caminos
que dibujaba el sol?
Dónde están los días
en que el amor cantaba?
         
Esta es la hora nupcial.
Las sombras se detienen
al borde de la casa
pero entran rumores
voces impetuosas
siluetas de otro tiempo.
         
Cuando el anciano cierra los párpados
empieza la boda
entre el crepúsculo y la noche.
Cuando abre la boca
unas pocas palabras secretas
atraviesan su vida.
Una dicha intransferible
lo mira desde su juventud.
Con los ojos cerrados
entrega confiadamente su pasado
a la noche que comienza.




OBRA PÓSTUMA


De: El Mirlo (2004)


EL MIRLO, 1


El poema
es una blasfemia
El hijo
es una plegaria
La esposa
es una canción
Pero el mirlo
el mirlo
no es más que la vida
el sueño
la vida que pasa


El mirlo flamea
en la bandera de la lluvia
El mirlo nada
en el naufragio de la lluvia
El mirlo se aferra
a la rama de la lluvia


La lluvia es ciega
Bandera
naufragio
rama
el mirlo
abre los ojos de la lluvia


El tiempo es blanco
el mirlo es negro
sin embargo
no es necesario un mirlo
para que llegue la noche


EL MIRLO, 2


Cuando el mirlo se oculta
aparece el águila


El mirlo bebe
Del mismo arroyo
que el águila


Hay un ley para el bosque
Hay una ley para el árbol
Hay una ley para el mirlo


Cada uno cumple su ley
sin conocerla


Mirando el suelo
desde el árbol
el mirlo cree
que las semillas existen
para que él se alimente


Algunas sobreviven
y se convierten en árbol


EL MIRLO, 3


El mirlo sabe que su sombra
lo acompaña en el día


De pronto comprende
que su sombra existe
porque existe la luz


En su rama
inquieto
el mirlo espera
sin saber qué espera
A veces
inmóvil
espera
sin saber qué espera
A veces
inmóvil
espera
sin saber que espera


Inmóvil en la rama
el mirlo
mira en el agua del río
su imagen ondulante
que devoran los peces


¿Qué importa
que cada vez que el mirlo
mira el río
sea otro río?
Lo que importa
es que cada vez que el mirlo
mira el río
es otro mirlo


EL MIRLO, 4


Para ver
el mirlo cierra los ojos


Es que ha aprendido
a no abusar
de la complicidad del infinito


Cuando sonríe
el mirlo
sostiene el día con su mirada


Con su cuerpo múltiple
y su cabeza atareada
Apoyado en la cabellera del viento
o crucificado por el relámpago
Mientras muerde la lengua del sol
o canta los harapos del invierno
Mientras se emborracha
con la marea vegetal
o averigua el perfume del cielo
¿sabrá el mirlo adónde va?
¿de dónde viene?


El mirlo existe como el viento
que sopla donde quiere
y se oye el ruido de su presencia
pero no se sabe de dónde viene
ni adónde va


El mirlo
nunca olvidará el día
en que se vio en el río
y descubrió
que era mirlo.



De: La Soledad Habitada (2011)


TARDE DE VERANO

I

La fina tarde de verano
se mueve delicadamente.
Su oficio es pasar inadvertida
entre la niebla
y dispensa la lentitud de su sopor
a manos llenas.

La ciudad es una pradera ardiente
el sol extrae espuma de las veredas
y va dejando un reguero de vapor en la tarde.
Cada uno va caminando
con oídos ciegos
con ojos sordos
sin hacer caso siquiera
de su sombra
que a veces lo persigue
y a veces se adelanta.

Y ninguno camina
sabiendo que camina
en esta tarde de verano
ni advierte las macetas coquetas del balcón
ni aquella cortina que apenas se mueve
y oculta unas risas desafiantes
que chocan entre sí.
¿Y ese muchacho de andar despreocupado
que dentro de cincuenta años será viejo
y medido y titubeante?

La multitud va en manada
moviéndose
en una calle desierta para cada uno
sin tocarse
sin mirarse
sin hacer caso de los otros
en la implacable tarde de verano.

No se sabe por qué.


II

No se sabe por qué
hay el perro cabizbajo
que busca su comida
entre las botellas vacías
de la noche pasada
y aparta con paciencia
la hoja de diario
y no hace caso
de la fotografía del ministro.

Hay el sereno olor
a muerte inmaculada
de la carnicería.

Hay el llanto
del bebé
en el umbral abandonado.

Hay peones de la mudanza
que cargan la heladera
amorosamente abrigada con una frazada.
Hay los que esperan
el salto del suicida
que amenaza desde la cornisa.

Hay la mezcla improbable
del olor de los restoranes
el aullido histérico de las disquerías
y todas esas caras que sonríen desde los afiches
sin hacer caso
de su oreja arrancada
o de los bigotes pintados.

Y hay también
el guitarrista trabajoso
sentado contra la pared
que jamás traiciona ni amenaza
en el fuego tibio
de sus ojos confiados
de un día más
un día más
una última tonada
y que sabe que
él también ha de morir
para contribuir al orden de la naturaleza.

Y hay la pregunta nunca contestada
de no se sabe por qué.


III

No se sabe por qué
nadie hace caso
de las agujas del reloj
de la pizzería de la calle Talcahuano
que marchan en sentido contrario
a las agujas del reloj.

Ni por qué
la tarde se distrae
y el verano descuida su trabajo
cuando la mendiga
sentada en la escalinata
como en el cuarto silencioso
de aquella casa en que vivió
descifra las líneas de su mano
y con la otra
alisa su pollera rasgada
mientras todos pasan a su lado
con la entera convicción
de tener el futuro en sus manos.

No se sabe por qué
nadie hace caso
del llanto de esos jóvenes
aislados en la celda de su amor
a la sombra del umbral
que no se esconden de los otros
ni se interesan por el futuro
que camina por las líneas de sus manos
como si el tiempo se negara
a continuar su danza incontrolable
para escuchar hipnotizado
ese sollozo.

No se sabe por qué.
No se sabe por qué.


IV

Finalmente
mientras la tarde
muele su sopor
el colectivo ha decidido
cumplir con su tarea.
Atraviesa el escenario
con un gruñido de certeza en los neumáticos
quiebra su línea en el momento justo
alcanza al muchacho
que corre con su moto
lo alza con gracia definida
y el joven cuerpo elástico
describe su último vuelo
y cae en cámara lenta
con la belleza de sus brazos abiertos
después de ese único encuentro previsto

mientras el colectivo
justifica su actuación

con su gran final
contra un árbol inmutable
y dos destinos unen sus travesías
inmovilizando el mundo.
Los automóviles bruscos
que tartamudean
su canción de ninguna parte
el tic-tac irrefutable del semáforo
que siempre tiene razón
el grito amarillo de las naranjas
y el ronroneo de la vencida gente lenta
con rápidas vestiduras
y mirada insolada

no hacen caso
de aquella pequeña
y alta nube solitaria
ni de la osada hoja de pasto
que canta entre los adoquines.

No se sabe por qué.


V

La moneda que rueda
las dos señoras
que se agachan y chocan
entre las mesas de la vereda
y no logran alcanzarla.

La muleta apoyada en el árbol
la música de la radio del florista
el parsimonioso cortejo fúnebre
y el rápido muchacho del correo
nadie hace caso
del hombre y la mujer ancianos
que salen de la casa
caminan gravemente tomados de la mano
dentro de su silenciosa burbuja impenetrable
se detienen en mitad de la cuadra
y detienen todo a su alrededor
y el aire se detiene
y hasta la tarde se detiene
cuando los dos ancianos
se miran por un tiempo inmóvil
tan largo que no es el de la calle
como si cada uno se mirara a sí mismo
y con tranquila desesperación
se dan uno al otro
una vez más
los años que les quedan por vivir
como si fueran a morir
el mismo día
en idéntico instante.

Y no se sabe por qué
a su alrededor sigue resonando
ajena
la incesante marea de
“no puedo seguir viviendo así”
“no puede ser que digas eso”
“éramos tan felices”
“¿por quién me toma?”
“es egoísta hasta para sufrir”
“se lo dije en la cara”
“estoy temblando”
“lo único que puedo hacer es ...”

Y esta tarde morirá
esta tarde morirá
y será menos que ceniza
entre sus manos.

No se sabe por qué.


VI

No se sabe por qué
para algunos
unos pocos
tiembla el aire
tiemblan las hojas de los árboles
tiemblan las monedas de sol
en las veredas.

Ni por qué
alguien se detiene
y consulta su reloj
gira la cabeza
está a punto de entrar
al edificio de departamentos
enciende un cigarrillo
pero enseguida
se acerca al cordón de la vereda
y lo arroja con exactitud
en la delgada línea de agua de la calle
mira hacia el edificio
pasa la lengua por sus labios.

No se sabe tampoco por qué
la mano resignada y firme
que sostiene el maletín
es la misma
que ayer abrió vacilante
las puertas temblorosas de la noche.

Ni por qué
en la redonda tarde de verano
los gritos de los vendedores
el rugido de los automóviles
el imperioso anuncio de las ambulancias
no hacen caso
pero no apagan
el susurro humilde de los árboles.

No se sabe por qué.


VII

La mujer que cruza la calle
sin participar del mundo
ya que se trata del mundo y de ella
no hace caso del calor
que revienta la calzada
y deja una fina espuma
en la pradera de la tarde
ni del sopor del viento
que apenas toca su cabello.

¿Los movimientos de su andar
serán parte del bálsamo
de la nada inmóvil
que la contiene sin tocarla?
Cualquiera podría darse cuenta
de que lleva a su hombre adentro
cuando anda.
Sus pies no sueñan
de modo que no es la calle
la que pasa.
Cuando camina es ella
sólo la calle y ella.
¿Y el mundo?
¿La multitud?
¿La colmena incesante?
Nada.

La tarde de verano
sólo tiene los ojos fijos
en la mujer que atraviesa la calle.
La saluda respetuosamente
y se detiene para cederle el paso.
Quizás se encuentren
algún día las palabras
que la desnuden sin tocarla.

Quizás no.
No se sabe por qué.


VIII

La delicada tarde
se mueve finamente en el verano
dispensa su oficio
sin que la niebla de su sopor se advierta.
¿Se sabe por qué, hay una mayoría que atraviesa esta
/calle
esta calle y tantas calles
en esta tarde calurosa
sólo siguiendo sus zapatos
que improvisan pasos caprichosos
por su cuenta?
¿Nunca son ahora en la calle numerosa?
¿Está fuera de sus cuerpos?

Llevan sus ojos fijos en sus pantallas
en la arbitrariedad de sus fantásticos guiones
con los millones de impresiones y diálogos
y cálculos y planes instantáneos
y viajes misteriosos
hacia países y siglos inexistentes
y ráfagas de miedo
de vergüenza y orgullo
y las iluminaciones repentinas
y los desasosiegos
y las miradas de horas perdidas y olvidadas
y el golpe exacto en el mentón del adversario
y los minúsculos tentáculos
del veneno semanal
con los ojos esterilizados
por el fermento de los pequeños odios inútiles
y la veloz respuesta precisa
y el agua contaminada de los remordirnientos
y los naufragios imperceptibles
y las excusas y los malentendidos
arrojados al viento.

¿Serán menos que nada en este instante?
¿Más que error?
¿Se sabe por qué ninguno se agacha para recoger las
migajas de esta tarde
esta tarde de verano como otras
que transcurre majestuosamente?

No.
No se sabe.
No se sabe por qué.


IX

Y nadie hace caso
ni queda perplejo o admirado
por el ciego con sus anteojos negros
para ver de cerca
(¿y si fueran azules o blancos?)
que jamás pisa los charcos
ni vacila
ni tropieza por las baldosas rotas
sino que avanza siempre
concentrado en su trabajo
dirigiendo con su infalible bastón blanco
(¿y si fuera rojo o verde o arnarillo?)
la sinfonía de la calle
y se sobresalta y detiene la orquesta
a la más pequeña desafinación o desajuste.

No se sabe por qué
nadie queda sorprendido o pensativo
por la asamblea de esos rostros
que parecen perfectamente serios
seguros de la importancia de sus asuntos
que jamás se detendrán
a mirar sus propias miradas
a escuchar los gritos de sus cuerpos
o los ruidos sospechosos
en la casa de su imaginación
ni sus goteras ni sus grietas
definitivamente alejados de ellos mismos
y que van sin hacer caso
del milagro que son
sin saber que son mejores que sus vidas
ni recordar siquiera
que nadie puede pasar dos veces
por la misma calle
ni comprender
que sólo están soñando sus asuntos

y que no sólo ellos
sino el mismo planeta
al que esta calle pertenece
carecen de importancia.

No se sabe por qué.



VISITA


El hombre abre la ventana de su cuarto
y se sienta.
Desde su pequeño mundo
está dispuesto a escuchar
lo que tenga que decirle el mundo.

Llegan tardes antiguas
errores arbitrarios
secretos temblorosos
rostros irremediables
voces perdidas
en el aire tranquilo de noviembre.

Pero el hombre espera sin saberlo
una visita que a veces tarda
pero siempre llega.
No la llama.
No la invoca.
No la imagina.
No la apura.
Espera sin saber que espera
esa mirada desnuda
esa voz íntima
esos gestos pensativos.
Para oirla deja de escuchar.
Cuando cierra los ojos
es cuando mejor la ve.

El sabía su nombre
antes de conocerla.


CIGARRAS


Buenas noches.
Mis padres dormían
reparaban.
Silencio.

Algo palpitaba allí en la oscuridad.
Todos dormían en la casa
y en las casas vecinas.
Sólo estaban despiertas unas cigarras
y el chico que yo era.

¿Y esos pequeños sonidos regulares?
Uno fuerte
y dos débiles.
¿Es una danza nocturna
o es un tejado que gotea sus lamentos?
El mugido distante del tren
se apodera de la oscuridad.
La almohada apenas sostenía mi cabeza.

Sí, una vez más
lo más mío del día era la noche.
Abandonaba la mortaja de las sábanas
y sigiloso
llevaba mi cuerpo hasta el patio
para escuchar la parra
las plantas
que respiraban a sus anchas.
Las estrellas al alcance de mi mano
la cruz del sur
las tres marías
los siete cabritos
nos mirábamos largamente
Ellas eran ellas
yo era yo.
Cortábamos la noche.

El mundo ha hecho su trabajo
mi astronomía es un poco más complicada
y ahora sé que no eran cigarras, no
apenas eran grillos
sólo uno o dos grillos.

Y ya no hay quien duerma en la casa
no hay danzas
ni tejados
ni trenes.
No hay lamentos.
No hay casa.

Pero aún
lo más mío del día está en la noche
y la almohada
apenas sostiene mi cabeza.

Hay que dar al mundo
lo que es del mundo
y al ser lo que es del ser.

Abro la ventana de este piso doce
las estrellas siguen allí
nos miramos largamente
siento que cortamos la noche.

Algo palpita en la oscuridad.
Eran cigarras, sí
eran cigarras.



GIANNI SICCARDI, Poeta, Ensayista y Traductor argentino. Nació en Banfield, Provincia de  Buenos Aires, el 27 de septiembre de 1933. Publicó: Poesía Junta (1961);  Conversaciones (1962), Travesía  (1967), Ella (1989), Fragmentos (1995), 2do. Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, bienio 1994/95; Ella y otros poemas (1999); El Mirlo (2004), edición póstuma; La Soledad Habitada (2011), edición  póstuma. Fue fundador de las Revistas de poesía: Juego Rabioso (1960) y Sunda (1967), entre otras, y Jurado de poesía del Fondo Nacional de las Artes. Realizó traducciones de Eugenio Montale  (1987) y Salvatore Quasimodo (1988). Tradujo, además, poemas de Cesare Pavese, Petrarca, Cátulo, Robert Desnos y realizó versiones de Esenin, E.E. Cummings  y Dylan Thomas. Fue Jurado de Poesía  para el Fondo Nacional de las Artes. Falleció en 2002.