Daniel Chirom


Daniel Chirom
(1955-2008)


Luis Alberto Vittor
Universidad Argentina John F. Kennedy


Dice el comunicado de la SEA que nos reenviara un poeta amigo el 1 de diciembre y que recibí el mismo día con dolor y estupefacción:
«Con dolor informamos que falleció en Buenos Aires, a los 55 años, nuestro compañero y amigo Daniel Chirom, socio fundador de la SEA. Sus restos serán velados este lunes 1 de diciembre en O’Higgins 2800 (esq. Congreso), barrio de Belgrano, a partir de las 15. Invitamos a las escritoras y escritores a darle el último adiós.»
El comunicado decía que había muerto Daniel Chirom, el sensible poeta argentino de origen judío que supo expresar como pocos los dolores y los sueños de su pueblo. Daniel Chirom falleció en Buenos Aires, luego de una larga y penosa enfermedad, despertando la viva consternación en la comunidad literaria argentina y latinoamericana. Tenía en realidad 53 años, no 55 como figura en el comunicado de la SEA. Había nacido el 13 de mayo de 1955. Fue un activo promotor cultural. Editó durante 13 años la revista de poesía El Jabalí y conducía el programa radial del mismo nombre, sobre poesía, música, artes y espectáculos, que se emitió por años en Radio Nacional y que actualmente salía al aire en la FM Palermo.

No repetiremos los datos biobibliográficos que se han publicado aquí mismo en la edición del 29 de septiembre del 2008 cuando Analecta Literaria le realizó un modesto homenaje al poeta. Remitimos al lector interesado al post fechado en ese mismo día donde puede consultar otros datos biobibliográficos y hallar una selección de sus poemas.

Por amigos comunes, estaba enterado de su enfermedad y preferí publicar lo que teníamos disponible para no importunarlo pidiéndole un nuevo material. Daniel estaba contento con la reseña que Analecta Literaria hizo de su trayectoria y su obra literaria. Por su esposa, Liz, supe lo importante que ha sido para él, en estos últimos meses tan difíciles, la publicación de su poesía y la reedición digital de su poemario Candelabros.

Y es que Daniel disfrutaba de las cosas simples porque era un hombre de gustos y hábitos sobrios, de un hablar llano y directo, sin estridencias ni afectaciones. Poseía un espíritu místico y un carácter ascético que se mostraba al trasluz de su palabra poética. Una palabra poética que intenta recobrar el poder nominador de la palabra original.

No era difícil querer a Daniel Chirom. Era bastante sencillo. Daniel lo hacía fácil porque siempre fue una persona que quiso bien a sus amigos. Pero también era un altruista que sabía ponerse en lugar del otro porque buscaba comprenderlo. Daniel era una persona empática que sabía "ponerse en los zapatos" de otros porque demostraba interés por las personas.

Por esta razón, las reacciones de los escritores, periodistas y amigos, tras la llorada muerte del poeta, además de expresar una gran consternación por su desaparición, han servido para resaltar la pérdida de un intelectual comprometido con la cultura y la defensa de los derechos del escritor. Fue uno de los impulsores del Proyecto de Ley Pensión del Escritor. Esto es algo que él hizo por los demás, ya que él no necesitaba de esa pensión.

Muy pocos saben que Daniel Chirom, además de abogado, periodista y poeta, fue un profesional de la comunicación institucional empresaria y un relacionista público en el sector financiero muy respetado por su capacidad, conocimiento y experiencia. La carrera periodística la inició en Clarín, donde coordinó la primera versión de la revista dominical. Enseguida dio el paso definitivo a las Relaciones Públicas como jefe de prensa del Banco Ciudad. Desde entonces nunca dejó la comunicación para el sector financiero: de Argencard pasó a VISA a mediados de los 90. Era el gerente de Relaciones Públicas de Visa Argentina.

Daniel interrumpió su trabajo para la tarjeta cuando fue convocado por el ministro de Economía de la Alianza, José Luis Machinea. Este paso por la función pública fue bastante difícil y traumático para Daniel a causa de la polémica gestión del entonces ministro de economía, José Luis Machinea.

Daniel era también titular de la cátedra de Planificación de la Comunicación en el Master de Comunicación Institucional de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES), que ya lleva su nombre en meritísimo homenaje. Lo cierto es que a Daniel Chirom nunca le faltó el reconocimiento íntimo y cariñoso de los poetas, los periodistas y sus compañeros de trabajo.

Daniel Chirom ha sido uno de los grandes poetas argentinos de la promoción del '70, un poeta que ha sabido alcanzar una visión propia del mundo y un lenguaje poético muy personal. No cabe desconocer el ascendiente de Raúl Gustavo Aguirre sobre esta poesía, influencia reivindicada por el propio poeta, pero su música es propia, personal, definida como está por un sentido ritual, incantatorio, mágico, kabbalístico, sí, que permuta las palabras y los significados para cifrar y descifrar los arcanos de la escritura.

Su voz se apropia lo mismo de las tradiciones bíblicas que de los egipcias, de los mitos griegos y de los arquetipos. Resuena esta voz con acentos argentinos y judaicos, pero sabe incorporar también los timbres de la cultura universal. Dialoga con los Profetas Hebreos del Antiguo Testamento, Abraham, Moisés, Job, Daniel, Elías y Jeremías, y con los pintores del Renacimiento, Miguel Ángel Buonarroti, Leonardo de Vinci, con los fantasmas familiares, su madre Perla, su abuelo Mauricio, su abuela o Baba, con aquellos personajes literarios entrañables y los autores leídos durante su infancia y adolescencia, como Emilio Salgari. Reúne en el espacio del poema a músicos, actores y poetas, John Lennon, Laurel y Hardy, Groucho Marx, Ezra Pound, a las madres primordiales, madres míticas y ctónicas, Eva, Lilith, María, figuraciones arquetípicas todas de la única madre: Perla.

Perla Chirom era escritora y promotora cultural como su hijo. También conducía un exitoso programa radial Buenas tardes, buenos libros, donde me hizo una entrevista a raíz de mi libro, Simbolismo e iniciación en la poesía de Alberto Girri, Editorial Fraterna, (Buenos Aires 1990), el mismo año de su publicación. Perla Chirom, también murió de la misma enfermedad terminal, y esa muerte lo marcó a Daniel. La muerte de su madre aun lo conmovía y lo estremecía en lo más profundo de su ser. Le costaba mucho cerrar esa herida ontológica que la muerte de su madre abrió en el fondo de su ser.

La muerte de Perla será el motivo principal de su libro Candelabros, Ediciones Agora - El Jabalí (Buenos Aires 2000), del que Analecta Literaria ha publicado su segunda edición digital. En Candelabros, la meditación sobre la muerte de la madre es un largo recorrido por toda su infancia y será un pretexto poético para meditar sobre su propia muerte. Curiosamente, la muerte del progenitor es también excusa para que otro poeta, el suarense Miguel Ángel Morelli medite sobre su propia muerte, en Humanos casi humanos, Editorial Tiempo Sur (Buenos Aires 2007). En uno de los poemas de Candelabros, Border line, dice Daniel Chirom:

«Un relámpago asedia,/mi madre espera/ llamándome en la sombra./ Fronteras, fronteras/ y fronteras y/ mi madre esperándome/ en el corazón que huye/ piedra por piedra./ Muerte inmortal,/ vorágine inmóvil:/ transforma a mi madre en una mueca,/ un sueño blanco,/ la espada extraviada de la claridad.»

La muerte de Perla dejó un hueco en su alma, como el que produce el arrancamiento de raíz de algo que está profundamente prendido en el fondo. La muerte de Perla desarraigó la vida e implantó la muerte en el ser de su hijo. Creo que Daniel comenzó a morir lentamente a partir del mismo día en que murió su madre. La tristeza que siempre enmarcó a su mirada se hizo más profunda. Quienes lo conocieron no olvidarán nunca la mirada de Daniel Chirom: sus ojos azules profundos y sus cejas enarcadas daban la sensación de una cierta tristeza a su mirada. Daniel nunca pudo superar por completo el dolor por la muerte de su madre. En el poema Perla dice Daniel:

«Miras en el espejo la sombra vana de una máscara,/ esa que fue tu rostro y ahora es sólo un ojo despierto./ El viento cantó,/ las campanas anochecieron/ y hoy tiendes la mano hacia un fantasma/ que fue tu madre, Perla,/ un nombre perdido entre otros nombres./ No fue tuya, no fue de nadie,/ las palabras que te dijo no existieron/ pero sí sus voces, los atardeceres/ y esa manía que aún posees/ de mirar el vacío y ver un cielo./ Siempre estuviste solo,/ nunca besaste sus labios,/ nadie te abandonó en la tierra.»

La poesía le ayudó a Daniel a sobrellevar el duelo ante la muerte de su madre. El duelo es tan singular como la persona que lo sufre. El duelo es una vivencia intermitente: va y viene. El duelo no es algo que "superamos". Es algo con lo cual aprendemos a vivir a diario.

Con Daniel Chirom se fue un exquisito y fino poeta. Partió un alma noble, una buena persona, un gran ser humano. Nos dejó un querido amigo. Mi único consuelo es que ahora descansa en paz junto a Perla, su madre, a la que amó entrañablemente. Mi recuerdo de Daniel es indisociable del recuerdo de Perla de quien también fui su amigo. Por esta razón, no quise escribir una nota necrológica, sino dar un testimonio que, a su vez, es recuerdo de dos amigos que fueron escritores, promotores culturales, madre e hijo: Perla y Daniel Chirom.