Daniel Freidemberg

Reticencia y resistencia:
Los poemas de
Daniel Freidemberg

Prólogo y Selección de Textos
Susana Cella
Universidad de Buenos Aires
Exclusivo para Analecta Literaria



Un decir en menos, un sustraerse a la exuberancia y la proliferación para en cambio, mostrar una especie de ascetismo que, como rasgo común, se ve, aun en la variación que muestran sus libros, y no menos en las versiones como variaciones sobre un motivo, en los poemas de Daniel Freidemberg. Pero no se trata sencillamente de optar por ciertos procedimientos, sino de constituir, asumiendo la dificultad y el trabajo en proceso que implica, una poética que halla su razón de ser en el modo en que el poeta se ubica en el mundo, si entendemos tal no como una mera abstracción o generalidad, sino el mundo concreto, y ahondando más, un lugar preciso y un tiempo específico donde se imbrican en un orden de necesariedad el acto de enunciar y el enunciado.

Ese espacio-tiempo es simultáneamente constatación e interrogante. Naturaleza definitivamente perdida, pasado irrecuperable como inocencia, magnitud de lo ausente, conmociones y cimbronazos semejantes a grietas, instantes raros de la emoción, rastros. Y una certeza, o varias: la imposibilidad de la plenitud, la distancia de la contemplación, el definitivo abandono de una suerte de confianza en la probabilidad de encontrar lo que aplaque o maraville en su magnificencia. De ahí que el poeta escriba desde el temible resplandor de una lucidez implacable acerca de su propia condición: extrañado ante lo que sucede, lo que capta, lo que siente, en cierto modo un creyente que sabe perdida la fe y sin embargo, continúa la plegaria.

Las esquivas palabras tientan siempre el encuentro con las cosas. ¿Qué cosas? Aquello que merodea alrededor, que se advierte de pronto casi epifánicamente y se intenta apresar. El horror vacui no se trata de conjurar en estos poemas mediante la abudancia o proliferación, al contrario, es la tensión de la desnudez, el otro extremo de la tensión barroca, semejante a un cuadro de Zurbarán. El vacío es el lugar primordial, la carencia es lo inherente, pero es desde allí -en una suma conciencia- que se produce el encuentro, si fugaz o ríspido, con las cosas, y podríamos decir, con aquello material, carnal, que es referencia fuerte, objeto puro, reacio a la palabra, la cosa inefable que desata la inclinación -amorosa, fría, turbia, desencantada- aunque siempre pertinaz, hacia los elementos, los entes, los cuerpos animados e inanimados. Poesía materialista, entonces. No casualmente la palabra "cosa" se reitera, en un plural interrogativo que no puede decir su nombre, o, cuando sí, emergen trastocadas en la especie, en los componentes de ese conjunto mayor, totalizador: palomas, calle, paredes, perros.

La reticencia, como figura retórica que "consiste en dejar incompleta una frase o no acabar de aclarar una especie, dando, sin embargo, a entender el sentido de lo que no se dice, y a veces más de lo que se calla"(DRAE), bien puede pensarse aquella capaz de definir los rasgos de esta poética en donde la incompletud se hace evidente en los versos magros, alusivos, en los escarceos narrativos, en lo que queda como en suspenso en algunos casos, se adelgaza en otros, o remata en una frase discreta, porque nada exclamativo o estentóreo puebla estos poemas que ostentan el dificultoso arte de escribir la inminencia. El ascetismo verbal lleva inscripto el silencio, un silencio que no solo está diciendo el límite de la palabra, sino que también parece erigirse en amenaza, acecho, enemigo a enfrentar y vencer. No sólo se hace evidente en los blancos que separan versos sino también en el nombrar apenas, en disponer las palabras de modo que resuene -aun asordinado- en y entre ellas lo que arrastran, su espesor. No es casual entonces que dos de los poemarios lleven por título Lo espeso real y En la resaca.

Es ese mundo entre páramo y continuo desfile de objetos y memoria que surge el estilo del poeta, su marca particular trazada en lo que efectivamente hace, no otra cosa que póiesis. Al indagar aquello que, reacio a la palabra, no cesa sin embargo de manifestarse, de mostrarse, de incitar, lo real, en suma, Freidemberg trata de circunscribirlo de algún modo, de encontrar su significancia -o algún vector, señal, indicio- de responder a su llamado, de predicarlo. Así pudo ver Nicolás Rosa que "la predicación de lo real en esta poesía es su energía mayor". La energía se halla no en el torrentoso desencadenamiento de palabras, sino en la que reclama ese asentarse en un permanente estado de atención, con los sentidos alerta, porque las cosas tienen sus propios modos de presentarse, leyes ajenas que hacen que desde otros parámetros podamos pensar en una fortuita aparición. La energía puesta en mensurar y refrenar es máxima, gasto que hace semblante de ahorro, y sin embargo, en su contrafaz está induciendo a ver tal envés de la trama.

La relación entre eso que atrae, y que, por otra parte puede ser cualquier nimio elemento -de ahí la mención a lo epifánico-, cualquier cosa cotidiana, un rictus o ademán, el impensado roce que hace pensar en una presencia angélica (hay muchos ángeles en los poemas, casi sinédoques de ángeles manifiestos en algún leve gesto, en alas truncas y caras jamás redondas), es decir, entre el objeto y el sujeto percipente que sólo podría nombrarse yo poético si se desliga esta idea de una poesía en la que la función expresiva, la efusión sentimental, la magnificación de tal instancia textual, consecuentemente con la propuesta poética quedara en entredicho. En cambio la relación sujeto/ objeto es algo así como un nexo desvinculado (oxímoron que nuevamente nos devuelve a la tensión insíta), no sólo no es armónica confluencia o simbiosis, sino también, disimetría fundamental entre el poeta que apunta (en el doble sentido del término) y lo que es tocado por ese movimiento sin que por ello se altere ni siquiera metafóricamente. "Un halcón, a veces puede ser un halcón", dijo Ezra Pound, y aquí eso es justamente lo que se nos presenta. Tal vez las formas de metaforización que hallamos en estos versos, no sean aquellas que remiten a la ecuación basada en las semejanzas. Más bien, habría un sistema de desplazamientos que remite a formas metonímicas, sin embargo, a la vez convoca al sentido etimológico de traslado (gr. metaforein) que opera la metáfora, y asimismo a la metáfora en tanto condensación, nítidas condensaciones que invocan peso, volumen y sustancia, materia.

Los poemas muestran así la resistencia de la materia (en sentido físico la fuerza que se opone a la potencia), lo que nos permite iluminar algo más sobre esta escritura, los objetos resisten, el poeta, custodio de un potens (al decir de José Lezama Lima), insiste, trabaja con y contra esa resistencia, en la irrenunciable pasión por escrutarla. ¿Develar, tal vez? ¿Qué secreto portan los objetos? ¿Qué tienen para darnos, desenlazados de cualquier concepción utilitarista? Quizá aquello que suscitan nos diga algo sobre nosotros mismos. Su resistencia es la del enigma, que permanece enigma y sin embargo siempre se pretende resolver. Presunción imaginaria de transparencia que en estos poemas queda completamente negada ante la marcada opacidad de las palabras distribuidas de tal modo que la percepción habitual, para acudir a la postulación jakobsiana, se desautomatiza, en tanto después de leer estos poemas, ya no vemos del mismo modo una paloma, un auto, una ventana o una silla. Y esto porque no se trata de un mero registro de lo que llega a los sentidos. La pura descripción desentendida de la sustancia carnal del mundo, de las tempestades de la historia, de aquello que hiere o enardece, poco se condeciría con ese hacer que la poesía reclama, de nuevo, porque vale la pena insistir, poiesis.

El decir reticente, en sus modulaciones de alusión/elisión, se sostiene en un no declinante interés por la vida y sus corsi y recorsi, en su límite ineludible, en lo que nos preocupa y nos empuja, en lo que sentimos y amamos u odiamos. O sea, no es la fría operación de alguien desligado, sino por el contrario, de quien busca la religación y sostiene en esta utopía, como horizonte, su palabra poética que no es otra cosa que su modo de humanamente habitar el espacio-tiempo propio, su lugar.

Constituir el lugar (desde donde se vive y se escribe) es diseñar la casa propia, en la que, la disposición de lo que está en ella, el modo de recorrerla, la salida y la vuelta, mientan al sujeto en su singularidad. Un lugar contado y descontado, un mundo cuya luz y oscuridad se contrasta en versos que en ocasiones parecen esbozos, "hilachas", restos pero también huellas, camino andado, en definitiva, experiencia si por tal entendemos aquello en lo cual el sujeto está involucrado raigalmente, aquello a lo que nunca se sustrae.






Poemas Seleccionados

De: Diario en la crisis (Libros de Tierra Firme, 1986, 2ª ed. 1990)


Escena con ángel


El ángel parado en la baranda
bajo la túnica le asomaba un pie
miraba un poco atontado a
la gente, iba a volar
Hubo un infinitesimal instante
de suspenso. El ángel
tosió un poco y se disolvió
Llovieron durante aquel año las
hilachas
de una pereza inexplicable
Los perros a la tarde aullaban
como seres humanos



Moraleja


Tema del loco en la ciudad
bajo el cielo nublado
esquivando los taxis, las miradas
Cosas idas de sitio farfullaba, "trozos
de lo que hubo aquí uníos" o
"pongan más aire el cielo se viene abajo",
eso era un espectáculo según
los testigos presenciales
y él iba saludándolos, les
invitaba a comer,
cosa que todos aceptaron
y ái fue que se extendió la peste

Diario en la crisis

Este cansado tipo en su país
de amor desarreglado
pide permiso, pide
por un minuto la palabra;
dice que es tarde, que
sería bueno dormir,
afuera hay ruidos intranquilos, dice
tanta cosa que hacer.
Viene el otoño, dice
que aún no le dieron la noticia.
Quiere ir a ver si quedan hojas secas.
Quiere ir a ver.


El mago

Por la memoria van caballos

La luz entra en la pieza
a hacer reales, por un rato, las cosas

Algo se mueve en un rincón
(duendes? ratones?
restos sueltos por ahí
de algo así como un corazón?
telas de araña rotas
por un aire imprevisto?)
reclama un lugar
donde caballos vienen a beber

Eso es -ahora- lo importante:
un ruido de cascos
sobre la memoria


Sitio

Como el rayado fotograma
de un viejo film de amor:
un hombre
de pie en un malecón
donde no pasa nadie
y todos los barcos han partido y él
vio su estela en el agua
"Eran tan grandes", dice, y en su tono
no hay amargura ni rencor
Sólo que a veces la
música se corta
y
no son ya gaviotas las que rondan
las que gritan no son gaviotas.


Mestiere di vivere

Tras la tormenta raíces
arrancadas, charcos
que van pudriéndose de a poco
sale a mirar la tierra que
calienta el sol.
Más que confiado, tozudo, el
cultivador de su parcela
oye
dentro de sí
el crecimiento de la hierba.



Versión

No por miedo a caer
sino a volar
cerró ahora la ventana
que aún refleja la
cara soleada de las cosas
"Todo era real", suspira o
lo inventa,
en el aire su voz
se hace pequeña
cae
como una piedra en la penumbra
Espera, a ver si
toca fondo

Otra versión

Tras de los bordes, pude ver
desde otro punto
cada cosa y
debo decirlo: aquel lugar
tiene sus ecos, no es fácil dejarlo
Uno, si
vuelve, vuelve y las
trompetas cantan
(como en sordina) pero
no necesariamente sabe más:
mira ahora lo que pisa, prefiere
lo que resiste al tacto. "Mi
propia sombra -dice- sólo prueba que hay luz
y un cuerpo opaco la intercepta"



Arte dificultosa

La época ya no da muchas imágenes. He aquí
pocas palabras, las que tengo a mano.
¿Servirán, digo, estas palabras para
algo como rescoldo apenas percibido o relumbrón
visto repentinamente al trasluz
(y desaparecido) o conjunción
de, por ejemplo, la llovizna y pasos
de un hombre solo en la penumbra
de una esquina remota? Blues del que vuelve solo a las
viejas queridas palabras: a
un perro que le ladre, una luna falsa, su
propia sombra, un charco
que lo refleje todo;
absorto y aturdido blues del que
en medio de la niebla, oye a alguien silbar:
anda, no sabe bien qué va a encontrar,
como quien (piensa) vuelve de la guerra.

Tela de araña

Algo deshilachadas, las
redes de lo real
dejan filtrar algo de polvo, intención,
como estaciones rápidamente atravesadas
donde uno tal vez pudo
bajarse por un rato y mirar
-y el visitante permitíase
deslumbrarse (piedrecitas, plumas caídas de ave urbana, el venirse encima de la tarde, encima)-
Araña de lo encierro, la
memoria en la luz
camina, es, por cierto, realidad,
hace caso a sus leyes
por cierto sacudidas, por cierto, vueltas
de súbito a ordenar
en otras redes por el viento
que entra por la ventana
rota.


De: Lo espeso real (Libros de Tierra Firme, 1996)


Mirada de perro

Urdía el rumor de una mujer la calma
una mujer
que contaba los ángeles del cielo
como si condensara el mundo en sí
y yo era como un perro a la siesta, mirando
el sucederse de las cosas
que ah sí estallaban sí y también
sabían recomponerse
como diciendo "a ver qué pasa"

y eran los días y las noches, y era
la nitidez de una naranja al sol
como diciendo "una naranja"
"¿Sí?" dice la mujer pregunta "¿naranja?"
"Sí" dice el coro
¿Sí?
Ni ella ni yo lo comentamos, ni ella ni yo
sabríamos alcanzar
ciertas palabras
tal cual los ángeles del cielo que ah estallaban
al roce de un cambio de luz
y eran caídas plumas de ángel que
los dos juntábamos
como diciendo "algo a juntar"

Y esa es la historia ¿esa es la historia? un hombre
a su manera ordena el caos
que resplandece ante sus ojos
y la mujer cuenta los ángeles, los hace danzar
al ritmo de sus lentos modos
como reflejos de oro lento en las nubes
que anuncian tormenta
Y ella sospecha
que entre ángeles y perros
hay un secreto que debe descifrar
"todo ángel es terrible" dice,
quién sape si al perro o a mí.


Agua finísima

Días de rosas en declinación
y agua finísima,
antigua música en las habitaciones
donde el amor se viene a ser.
Aquí algo pasa que se nombra en vos.
Y lo que huía se detuvo: aquí
todas las cosas son el alma
como eran de alma las palabras
que el aire da lento a caer:
"vienen palabras" oigo
que decís. Palabras
bajando lentas al fondo de todo:
soy en las cosas que en el aire ordenabas,
soy,
ahí entre todas las palabras,
el que se entrega al tacto
de la materia impredecible
vuelta a nacer en cada movimiento:
lo que baja en vos.


Lo espeso real

Ahora que fuimos expulsados,
gracias a Dios, del Paraíso,
se largó a llover
un agua débil que se alarga
en redes de grisura y música.
"Esto" dijiste "no debía ser así"
pero es así. Más que
maneras de filtrar la luz, más que
armarle al alma un orden suave
de lo que se presenta ¿pasos?
¿algo así como pasos? ¿un
lento acercarse
del fondo de la materia a los ojos?
¿a algo que mira detrás de los ojos? "Ya
no vamos a volver", te dije, pensaba "esta es mi casa",
"lo que se mueve -pensé- afuera y adentro es lo mismo".
"Estás pensando demasiado", dijiste, y mirabas
esa otra agua, la de mis palabras,
también cayendo, quebrándose también
contra la piedra de todas las cosas,
ni transparente agua ni opaca, agua de aire confuso.


No ángel, no héroe volador, no albatros...

No ángel, no héroe
volador, no albatros:
hoja de diario arrastrada
como pañuelos de
la civilización
devueltos al orden de las cosas.
Tienda de todo lo que no es,
trazo del alma de lo real
sobre el paisaje neblinoso
del primer día del año
desierto ya y recomenzado
en la ciudad que es como el mar.

Si algo quiere decir ese breve manchón (la mosca)...

Si algo quiere decir ese
breve manchón (la mosca
posada junto al plato)
yo no lo sé:
antes creía saber, pero las cosas
pasaron de otro modo.
Ahora digo "mosca" y es bastante:
ni ella responderá, ni la palabra
se acercará a tocarla
ni yo sabré algo más.
Y aunque esa forma ajena
se vaya volando,
la palabra está acá
llena de pelos, oscura, intratable.

Eso que trata de cruzar la calle...

Eso que trata
de cruzar la calle es
una cucaracha
literalmente.
No hay odio ni hay
desprecio
bajo el sol:
cosas que brillan
y otras no,
convexidades, ángulos.
No el amor fue hecho aquí,
tampoco la guerra,
sí modos de nombrar
alrededores de la guerra o el amor
como quien tienta
la consistencia de las cosas.
Y aquellos seis
puntos negros en
el muro, son
marcas de balazos
aunque parezcan aves
volando sobre un cielo gris.


Como resacas de la mar...

Como resacas de la mar.
Ojos en todas todas las cosas.
Cosas dejadas por el mundo.
Como es dispersa la verdad.

Cosa insistente la verdad,
mira como agua ahí en las cosas
que la resaca nos dejó
cuando se fue a contar otra historia:

necesidades de la historia,
que no acostumbra a preguntar,
y ahí quedaron a su paso
cosas que miran no sé a quién.


Agradecido por el modo en que llega la luz...

Agradecido por el modo en
que llega la luz
sobre el espejo y sobre el cromo
de las canillas, ordeno la mente.
Yo estaba en un sueño donde iba a morir,
pero eso fue hace tiempo.
Ahora, despierto, en un planeta
que a ratos conozco
igual que piedra en agua espesa, caigo,
a este lugar y esta hora exactos,
o que hoja desprendida de árbol
en día de calma
(o que hoja
despren-
dida
de árbol
en día de calma). Atrás,
en la ventana, el mundo
a esta hora suena igual que el mar,
pero el mar está lejos, el mar no hace falta.


Oración

Madera maderita
caída
maderita pisada
madera que no es más
Angel de la madera
que hace sombra en el suelo
ya no preguntes:

lo que te venga
Madera a su manera en pie
sobre la tierra que se va del todo
Parte del mundo que resiste


Mesa y dos sillas, color marrón claro

La nitidez de la luz
y los volúmenes
Yo quiero habitar esa escena
¿Y si
todo se deshace
y si
la intromisión
me devuelve a mí mismo?

Señor de todo
lo creado: créame
¿Y si interrumpo el
soliloquio de las cosas?
¿Sí?

Haré algún día las valijas
o fluiré detrás/debajo de
las toneladas de la mente
"Hey" diré
"Haz, Señor
de mí uno más
de tus objetos"
Yo quiero habitar esa escena


Nómina de huesos

Y si mi sombra
sólo prueba que hay luz
y que algo opaco la intercepta
que se lo coman todo y acabemos Innovar, luego, el tropo, la metáfora, si
uno no vino más que a oir
sus propios pasos
haciendo paso a paso el eco
de una esquina remota?

yo sé escuchar
los ecos
de la sombra en la sombra
de la sombra en la luz

y en la
palabra "lluvia"
sé rozar
el alma

pero si el aire
fuera más espeso,
si el viento soplara

y cada lluvia
que cayera fuera
lluvia en la lluvia
de llover nomás

agua de arriba en
el instante
: materia que cae

Acá se mecen
restos de otras almas
que el alma en
tal o cual encrucijada
fue

¿con qué hace sombra un alma?
¿con qué se mojaba o despeina?

¿es para eso que morimos tanto? ¿con qué ser pobre, con qué voz callar?

Es decir, ¿Padre, por qué me abandonaste?

¿Cómo hago para estar acá?

Sean, cuando abro los ojos...


Sean, cuando abro los ojos, tus ojos,
sea un perfil que sea el tuyo,
sean,
todas las veces que la distancia llame
como sirena a los desesperados,
los movimientos que te dan a ser
cual si vinieras o si te alejaras,
impronunciable, al estilo del mar
y sea,
como la mar entonces,
tu roce en las cosas,
venga a mí el tu dolor
para que me hable, para que descanse y
sea en nos la palabra
como lo que en la niebla se acercaba
y es de la niebla que su
forma arranca: materia de fondo.


De tus costados no nació el amor, mi amor...

De tus costados no nació el
amor, mi amor,
sino ahí fui a dar
como quien nombra en la noche su casa,

y no empezaba nada, en realidad, ni yo a
decir verdad, llegaba
sino algo en mí que en tu estar se juntó,
ahí duros en la guerra de vivir, y a los pedazos
por donde todavía te andaré a buscar
como en la noche con la lámpara

y estás
igual que la noche y la lámpara
hecha de todo lo callado
y todo lo que no aprendo a nombrar
y lo que, al hacer amor, hago

para que como el agua sea el amor
que en su venir se vaya
ahora y cuando entera te extendés
como el presente entre las sábanas
y es el presente que celebro, no lo puedo creer.



Después de haber sido arrojados...

Después de haber sido arrojados
gracias a Dios, del paraíso,
miro pasar autos.
No sé a dónde van, no sé
qué amar
de esa materia que se fuga
ni en dónde poner los recuerdos
ni en qué lengua hablar.
No he visto la
tierra arrasada
pero sé cómo es:
en vidrios rotos, reflejos de sol.
Por esas calles donde anduve, los crepúsculos
fueron escritos hace mucho
¿qué iba a hacer?
Igual que cuervos en un cuadro de Van Gogh,
o que las moscas sobre una fruta vieja,
los pensamientos hacen sombra en el mundo
pero entretanto el mundo hace su juego, se alarga,
cambia de tonos, empieza a hacer calor,
nacen las lilas otra vez de la tierra,
cantan las aves, se viene la muerte.


De: Cantos en la mañana vil (Ediciones Paradiso, 2001)

1. Cosas / Oír / Rodar


i

No hay nada, sólo cosas.

No hay nada, las cosas tampoco.

Oír afuera un rodar de las cosas
a la hora en que va a amanecer,
oír un gasto que avanza.

Algo se ha roto o nunca estuvo, ¿era el alma?
Cosas que ruedan, ahí afuera, no hay nada.
iv

Viene el verano, viene con
dolor de huesos,

viene con su estopa.

Sentado, en el recuerdo, frente a un mar
siempre recomenzado, escribo

no con palabras
sino con sombra de palabras, filtraciones
de un turbio noviembre.
vi

Entre el crujido urbano, entre el
venirse atrás del alma

Escribo contra lo mejor de mí

Para decirle que se cuide, que
no se vaya aún,
que lo que llega ante los ojos
es grande y crece como pasto en las ruinas
de lo que se llamaba el corazón

xiv

¿Y esa otra duración, el sol
irrealizando la pared, el ruido urbano?

"Irrealizando" escribo "la pared", escribo "el ruido",
escribo "el ruido, la pared ¿y qué?"

"Ahora" escribo, "y en la hora
en que lo niegue una vez más",
escribo como quien
salió a perder: "no hay nada" escribo "que perder.
No hay nada más que cosas, no hay nada".


2. Como si a flote / El fondo oscuro i

Como quien cae
al agua de la mañana, como
haciendo círculos, saliendo a flote,

como sabido lo que hacer,

como sabido mucho
más, como sabido mucho a
flote, lo que hacer,

como caído sin
retorno a la
mañana en
círculos

a lo sabido ya que hacer

en medio del agua o
de la mañana, lo pensé
(pensaba en círculos)

como caído ya en el agua o
yo era el agua o
la que pensaba era el agua de la mañana o lo
sacaba a flote.
iv

Como si a flote, o en el fondo o
dado a durar en un agua que pasa,
o si en la luz de la mañana,
como incrustado todo en
el calor
¿a flote?
Como cediendo todo desde la superficie a todo,
o no cediendo: todo es cada cosa.


v

si papelitos, si raída, si hollín
¿a flote?
¿o bien murmullos que traer
del fondo seco de las cosas?
no para guardar
sino como quien oye música
de afuera del alma
en medio de la mañana, entre noticias
vii

Lo que no sabe (el
alma) qué es

-pluma caída, cás-
cara, papel -
no sabe,

qué cosa es
no sabe,
pero es,
o está,
y hay como un
escuchar música
de lo que está:
olas del mar
de las cosas sin alma,
llegadas
desde el reseco fondo en
que sólo son cosas
a esta, no a otra mañana.

x

Como si la materia no estuviera,
por sólo ser materia, a oscuras

como si hubiera algún amor afuera
de la materia o de
su oscuridad

lo oscuro en que se hunde el amor
fuerza gravitatoria


xi

Como quien oye el silencio, no el canto
de la materia: eso que es.

xiv

Troci
to de al
ma o
no sé qué,
cómo
se
llamará
lo que ha
ce un
hue
co o
no sé qué en
todo el aire
recalentado
de la mañana
¿se llama "el amor"?

3. "No entres" / Dijo ella turbia / Y entré i

Perfil de la
paloma a
plena luz
urbana

ave dudosa o aplas-
tada en
la luz
(urbana):

sólo un perfil entre las cosas
que la luz aplasta:
paloma nomás.


vi

No era esa el ave, eran
otras
las aves, eran
pura literatura,
son
pura literatura
como quien dice "el alma"
o "el amor".

vii

Pura literatura, soy
el que da un paso
en la mañana, y otro.
Como quien sale de su casa
(la literatura)
y es
letra que dura entre los ruidos.


viii

Pura literatura: nombres
que se dan las cosas
para ser.
La vieja que
sale con un perro: literatura
costumbrista, el ave:
literatura arcaica.
Los ruidos del mundo: el terror.
x

Si nombro la, si le
doy nombre a
la nada,
hago literatura.
Poesía épica: salir a
la calle, atravesar
la tierra arrasada.
Poesía social: temblar
cuando en la música
del rodar de las cosas
algo se enciende
(¿la palabra "amor"?).
Poesía mís-
tica: una chica
recién levantada,
dando unos pasos en el aire
de la mañana de diciembre
o, ahí en diciembre,
toda esa pared
irrealizada por el sol
que por ser sol sigue, así y todo, su
marcha,
cambiando la sombra
de lugar,
o de repente
la palabra "sol"
ahora rodando
suavemente en
las sílabas,
como si la es-
cribiera en la pared
(que es más pared,
que es
ahora mismo todo).
"La condición humana", etcétera,
etcét "el pájaro", etcéter la
"demasiada realidad",
etcétera y hacer literatura. como si la es-
cribiera en la pared
(que es más pared,
que es
ahora mismo todo).
"La condición humana", etcétera,
etcét "el pájaro", etcéter la
"demasiada realidad",
etcétera y hacer literatura.
como si la es-
cribiera en la pared
(que es más pared,
que es
ahora mismo todo).
"La condición humana", etcétera,
etcét "el pájaro", etcéter la
"demasiada realidad",
etcétera y hacer literatura.

xv

Como quien sale a flote entré,
como quien
nada entre restos de palabras,
hago literatura
con lo que yo llamaba "las palabras",
envases de abollada cosa:
"amor" escribo para que haya "amor",
"lo que se pone", escribo, "ante los ojos
es grande y crece
como pasto en las ruinas
de lo que se llamaba el corazón".

xvi

"Ruinas", una palabra.
Otra palabra "corazón"
¿y qué?
hago literatura
como quien cae al agua, acá,
aún aturdido por la luz
que manda la pared de enfrente.


De: En la resaca (Ediciones Paradiso, 2007)

Mayo (II)


Detrás de la ventana, lluvia,
y detrás de la lluvia, música nocturna
de bajos eléctricos
como si fuera el fin del mundo.
Como si fuera el fin de un mundo:
sonidos de una fiesta ajena,
entre el caer, continuo, del agua,
allá, al fondo de todo, en lo negro.
Nubes blancuzcas a la mañana en
el charco, un papel
como crucificado, también blanco, en el gris, viento,
y algo en el viento, o detrás de él, o en la mente
(ruidos al fondo
de la oscuridad, el caer de un agua), y la luz:
el lento hacerse otra vez del mundo en la luz;
un lento hacerse, otra vez, y el mundo, en la luz.

Julio (II)

Igual que pétalos que la corriente arrastra, el siglo,
como los ríos que dan a la mar, me aparta
de lo que fui y seré.
Hacia su fin, el tiempo, en
cubículos iluminados, pasa. Rostros también,

igual que pétalos en la corriente, o almas
rumbo a la mar, que es el morir.
Noviembre

Lluvia lenta y charcosa, hoy.
Dos autos rojos sobre el gris
y, por supuesto, taxis.
Hace un año, mi padre, su
gran cuerpo indefenso en una clínica de extramuros,
me daba algo a saber. Soy
ese que pasa ante vidrio iluminado, ante
plástico blando, hierro pintado y mármol
como quien oye otra agua atrás, ¿palabras?
("Oro", una palabra: tres letras en papel fluorescente).
Ahora, arribado a esta planicie del cosmos, puedo ver
algunas cosas: charcos,
hojas de paraíso en la luneta de un dodge,
dos "o" y una "r" fluorescentes, mármol, plástico y
cielo entre el agua, etcétera,
como quien dice "esto era todo".
¿Esto era todo? Uno: ni azar ni error,
ni el cumplimiento del mandado de nadie. Dos:
saliva agolpada en la boca, tensión muscular.
Tres: manchas, rostros (¿igual que pétalos
en una rama húmeda?). Cuatro: esta ciudad
vulgar en la que vivo
es la misma en que amé y no creí ser amado. Cinco:
de la violenta madrugada, estas paredes
tienen fosforescencias como de mar, una
palabra me inquietaba, o dos. Seis:
lo que llamaba "el corazón". Siete: la carne,
eso que está, no el alma, eso que al final
se retira y se aplana, territorio de nadie.

Noviembre (IV)

"Y no se siente más". Dicen que a Faulkner
le rebanaron la memoria del dolor
y que no pudo, dicen, ya escribir. Eso que
miro estar, su gran cuerpo, es mi padre.
No hay nada de esto que escribir: papel
con letras que el tiempo vació, el asfalto
duro y resquebrajado, el sol siempre.

Octubre

De un lado, la pampa,
ya casi negra, del otro árboles,
y atrás de los árboles el mar,
y después viene el río.
"¿Un río detrás del mar?" No:
si caminás siguiendo la costa, hay un punto
en que el mar ya no es mar, es el río
"¿Cómo sabés?", me dice, y lo sabe,
ella sabe cómo lo sé,
lo dice para dejarme pensando.

Octubre (III)

Le gusta dejarme pensando, le gusta
sacarme de mí - por un instante:
pequeños triunfos, pequeñas derrotas,
como en las tientas del amor
donde no está cuando voy a buscarla,
ni estoy cuando la encuentro. Me gusta
decir lo que ya sabe - que voy a decir,
como quien prueba hasta dónde llegar
o entra a ser parte de una danza.
Como los cuerpos en el aire, las palabras
se van rondando, se tocan, se apartan, son
nada más, entre los ruidos
de este atardecer, palabras;
nuestras palabras: las vemos
hacerse y girar, nos gusta
quedarnos de pronto callados, mirarlas
posarse lentas en torno de todo.


Septiembre (III)

Pescados abiertos bajo la luz dicroica, un cartel,
barro en los sitios donde las baldosas faltan,
un barro como de piel de gliptodonte, un agua
lanzada al fin a devolver todo a algún orden
que hace ya tiempo el universo olvidó.
Muda oración a todo, a nada, ¿el poema?
Recién nacidas las hojas de los plátanos.

Octubre (IV)

Ya negros árboles pasando y
más acá el vidrio de la ventanilla
y, en el vidrio, vos.
La luz del vagón, cruda, el traqueteo:
atardecer, en esta escena, con vos.
La noche lateral, detrás del vidrio, avanza
como agua de otro tiempo en este, hasta apretar
contra esta luz en que te miro, todo.
Contra esta luz en que te miro, todo avanza.
Con rumbo a casa, en la luz cruda del vagón, yo soy
el que tu rostro mira reflejado
contra oscuras masas.
Por una negra llanura sudamericana avanzamos,
nos dejamos llevar:
allá, atrás de los árboles, debe estar el río,
negro él también ahora, y su barro, todo de un solo color.


Junio

Clavado en
la cruz
entre lo que tira
para arriba (o abajo) y
lo que aplasta horizontal,
llagado, de clavos
sostenido, nomás,
en el centro de todo.
Junio (II)

en el centro
de todo, en
la cruz
de todo,
su cruz


Septiembre (VI)

Como de piel de gliptodonte, barro,
de olor a caballo sudoroso, de orín de guanaco,
de chorro de sangre después de la lanza, de fusilazo,
de pólvora y teros que alzan vuelo, de cangrejal,
de talón desollado y humo al atardecer,
de inundación, de hebras mascadas de tabaco,
de postillones, refucilo y zanjas
cubiertas con estampida de vacas, de silencio también,
de matadero, sí, y venganza, de hacerlo bailar,
de vaho que sale de la bosta, de toda la Vía Láctea
de un punto al otro del horizonte, de silencio, sí,
y a ratos el rumor de los grillos: barro.


Mayo (X)

Nubes blancuzcas a la mañana en el charco, un papel
como crucificado, también blanco, en el gris,
viento limpiando restos de oscuridad: formas, ritmos
que el mar del tiempo, en su retirada, dejó
a la intemperie, es decir en la luz.


Agosto (V)

Humana carne tumefacta
en la pantalla, carne
puesta a la vista, inerme
carne de otros.


Septiembre (XI)

Como el subsuelo de,
lo que se levanta, la Patria,
lo que sale igual
ni bien se rompe una
costra (depositada), el fango,
sin nombre, sin nada.


Septiembre (XII)

Sin nombre, el fango
de la Patria: la Patria.

Diciembre (III)

Como sobrevolado por aves dudosas
en la selva entré.
¿Oscura? No: espesa.
En selva espesa entré, de cosas
como aves dudosas, de lo real.

Diciembre (IV)

Pero además la ce que se dobla sobre la ele
como para abrazarla o ser herida (de qué)
y el acento en la i escapando hacia el cielo
insoportablemente azul. Ya libradas
de lo que fueron, las que fueron palabras,
devueltas al mundo, al mirarlas, sus formas,
como animales sin culpa de estar.


Abril (II)

El que escribió en lo alto una estrella, y ve
alta en la noche una estrella, ¿la misma?,
el que pronuncia estrella, el que pregunta
a qué escribir cuando todo está dicho, sabe
que no es verdad o se lo dice para
no enmudecer. Es-tre-lla, esa voz va tocando,
como quien da un paso y otro, las sílabas
¿para que no se apaguen? ¿para que
no se termine un mundo al que cantar?
¿Para tocar,
nada más, algo que, al ser tocado, cante?
Eslletra escribe estrull escribe esoquesigueahí.


Abril (III)

No ser amado: la desdicha
dignificando el amanecer,
eco de pasos, de los propios pasos
al volver a casa (un absorto blues):
ese que,
desdibujado al fondo del tiempo, hablaba
de guerra y amor, el que
entre palabras en la noche entraba
-y eran palabras las que hacían la noche
y era en la noche que crecía el mundo-,
ese que ya no puede, con palabras, abrir
algún espacio en la noche o el mundo,
se ve volviendo ahora en la noche, y es
de nuevo la noche, y es otra.
Como si preguntara
por esta noche otra noche, volvés,
como quien vuelve de una noche ya escrita,
ya sin palabras en esta noche, volvés
como quien sabe que no vuelve más.
Como si escrito por lo que escribió, el
que ahora vuelve
vuelve y repite "nadie vuelve más"
en otra noche y
volviendo a otra casa:
viejas, perdidas, queridas, palabras.


Enero (IV)

Como arrojado por el
mar del mundo, un cuerpo,
respira, encallado
contra una puerta
de vidrio y metal.
Dilema del que
quiere entrar
(o quiere salir)
en lo político y
en lo moral.
Árida, la mañana
de verano
se demora
sin solución
(ni en lo político
ni en lo moral).
Sin solución, la
luz, entera,
de la mañana,
sobre todo.
Oscuro, enorme, un
cuerpo, arrojado
como resaca
de una mar, acá.
Abril (IX)

De la violenta, leía, madrugada,
y leía que un hombre
llegaba a casa y algo, una palabra, faltaba,
aún no la hicimos. ¿Rosa? No era la
rosa, esa ante la que hacer polvo los ojos,
era la rosa que cuidar, que empuñar:
aun no la hicimos, en la violenta madrugada,
entumecidos de no-amor, también,
pensaba una palabra falta.
¿No la hicimos? No.


Abril (X)

¿Poesía para conmover? Sí, como quien abre
la puerta del ascensor, la de la calle, y sale.
¿Como a las sombras sale
de casa la amada? Como quien
salió, sí, y
no tiene ya a dónde.
¿Como el que arrojar, dijo, el
cuerpo en la lucha? Como quien
tiene un cuerpo para perder, y
lo sabe, o un alma.
Poesía de un alma que sale a perderse, acá.


Septiembre (XIV)

Piedra parece, ¿no? Hueso es,
o trozo de piel coriácea, antes fue
minúscula materia gelatinosa
que se alguna vez partió en dos, y volvió a duplicarse
miles de veces, no sé, osificándose fue, y
se puso a andar
con movimientos grandes y pesados
y el viento encima y los refucilos y el agua:
desde una punta a la otra re de la fucilos pampa,
que no era pampa todavía, otra materia sin nombre.


Enero (VII)

Como resaca
de la mar del
mundo, el mundo.


Diciembre (VIII)

Como quien sale de una historia
para entrar en otra,
como quien pone el pie,

como quien hace sombra en otros muros
(y es la misma sombra), entré.


Abril (XIX)

Sobre las ruinas
de las co-
rrespondencias, las
correspondencias
de las ruinas, escribo.

Mayo (XXII)

¿Como resacas que dejó el mar del tiempo las cosas?
Como resacas que dejó el tiempo, en la luz, las cosas.