Claudia Schvartz

Claudia Schvartz
Poemas 


                                                      para Sandra, río Carapachay 2005


Quisiera volver, entrar otra vez
en esa casa, ver si se ha guardado el orden
y si acaso algo olvidado hay aún suyo allí
Allí donde antes decidía y hacía
allí donde ya nada suyo hay y todo es suyo todavía




Hubo un umbral cada día usado

como las páginas de un libro
que al darse vuelta recuperan el fascinante interés
al que, lector, te abandonas
Sólo buscas eso, ciertamente,
abandonarte al conocido abrazo reiterado
porque entre el libro y vos
la proximidad es tal, que te conoce
y conmoción no es poca la renovada siempre






...y su infancia viera disciplinar
                            -día a día
                            apenas uno
                            aquel presente-
por un viejo artesano del jardín





La casa llena de zonas de descarte
mudos rincones que acumulan
necesidad y desaliento o simplemente
    lo inclasificable
que es la propia existencia
y los objetos menudos
    capaces de tanta maldad
          -como por ejemplo las horquillas,
            que atraviesan alados pechos
              ensartadas
            en almohadones sobre alféizares
o abrochan un rostro miserablemente oculto:
el del rico que empavorece a los justos
ingenuos demandantes por auxilio y justicia




Detenerme
  detenerse. Ver y otra vez
hasta el cogollo
 de la cosa
  ver

volver y otra vez
   fúlgidamente
    y en el reojo
en el atisbo de todos los pasados
el mirar de los otros
y no verme




Ahí, en la comisura,
se ha plegado la sonrisa
arrastrando tras de sí
del rostro la vivacidad
y del cuerpo, la gracia

Increíble que esto me pasara
justamente a mí
que hacia mi juventud
no miro como fuente dorada
sino de vasallaje y penuria

Ser sin ser
ceguera



y seguirás preguntando
sino humano la continua interrogación
renovada, idéntica, perentoria
cuerpo y alma día a día
fricción y construcción inevitable
que la historia cree capturar
   o la poesía devela un único instante


Sí, sí… la historia hecha pasión
trino de la veracidad
y apenas luego se hunde en el acertijo
de la necesidad extrema, el dolor abismado
de generaciones sin esperanza


¿Pero dónde uno y una? … ¿Cuerpo y alma?
¿Dónde los fastidiosos estoques de los grandes farsantes?



CLAUDIA SCHVARTZ nació en Buenos Aires en 1952. Poeta, Traductora, Editora, Coordinadora de colecciones de poesía y de revistas literarias, Periodista especializada y Actriz. Su primera publicación fue un cuento para niños: Xímbala (1984). En 1991 pu­blicó su primer libro de poemas, Pampa Argentino, que por la con­cisión, la cuidada elaboración y la violencia de su lenguaje marcan claramente el camino que habrían de recorrer La vida misma (1992) y Ávido don (1999), libros, sin embargo, cada vez más despojados. En 1991 publicó la novela Nimia, una historia de amor en el marco más o menos hostil de París y Nueva York: aunque la sencillez apa­rente recuerde a Chéjov, el desgarro interior de la novela evoca tam­bién los episodios internacionales de Henry James y las atmósferas de Anita Brookner. Schvartz ha escrito también monólogos teatrales, que ella misma protagonizó, y varias piezas inéditas, de intenso lirismo. En 1999 editó en Venezuela su traducción de las ele­gías y sonetos de Louise Labbé.