Antonio Parra


Poemas Éditos e Inéditos



1. RECORDANDO VENECIA DESDE EL SUR


Los miércoles
Almuerzo con amigos poetas y entre azulados
Martinis, pienso en las nieblas de Octubre
Imaginando como eligieron los ángeles
Brumas tan desconcertantes para su real morada.
Busco la ceniza en los ojos de algunos,
Cuando empuñaban flameantes espadas,
Enhiestos sobre doradas cúpulas o tendidos
Sobre un alféizar, junto a un león alado
De mirada inquietante.
Prefiguro aquel del  Caravaggio,
Vestido más a la manera de un joven gentilhombre,
Sin desplegar soberbia su iridiscente belleza
O hablando de dulces gemas imaginarias
En manera tan cruel, que dejando de ser ángel
Se coloca a mi lado y me habla de un libro
Donde arden los pájaros.
Los miércoles son días parecidos a lápices
Que dibujan sin tregua abatidas
Figuras de cuerpos sin memoria. Y recuerdo
Las imágines ciegas de un marmóreo transepto
Con altares sembrados de miradas
De arcángeles caídos y grandes procesiones
Que celebran el final de la peste.
Debajo de helados soportales resuenan las palabras
Rindiéndose a las aguas, tan distintas
De las que ahora suenan muy cerca de nosotros,
Mientras sonriendo evoco el herido poema
Fugitivo, colgado como guirnalda sobre un arco
Románico o el libro con la letra
Tan menuda y cuidada igual que los mosaicos bizantinos;
Y el papel alabastro como las vestiduras
De amables querubines, joyas del tríptico Portinari.
Los miércoles,
Son días irremediablemente huérfanos
De codiciosas luces, proyectando figuras de tetrarcas
En ciudades donde se queman los sueños
Desolados, como en una caracola de muerte,
Y el recuerdo acaricia naranjos petrificados,
Mientras la recobrada luz
Ilumina el verso y el pálido dibujo
Que algún día pondremos al puesto de las rosas.


Premio Villa de Aoiz (Navarra: 1993)


2. EVOCACIÓN

Esa sombra de tierra que estimas propiedad
Durable, amurallada está. Mal trazadas sus líneas
De confín, secas sus dehesas, depurada de flores
Y de aliento. Todo su contorno luce ajados restos,
Arrugas de impiedad, imágenes a semejanza
Del barro que fuiste y al que con voz medida
Volverás. Echemos grandes cargas de miedo
Para cubrir sus grietas, para tapar sus sillares.
Depositemos paja de mentiras en la herida
De su bardas y abonemos de olvido su barbecho
Hasta que pertinaz aprenda a decir algo.


3. ENGAÑO

Jamás aclararás lo que estimas durable y veraz.
Nunca impedirás que el condescendiente eco
Engañoso,  cuente a los secadores vientos tu credulidad.
Un día, cuando el brillo del fuego alumbre tus rastrojos,
Y se deposite el ungüento sobre tus llagas, y la puerta
Del arrabio ceda sus goznes y se derrame el trigo
Y el tráfago de las labores vano esfuerzo sea; incluso
Cuando insistas en entender la charanga de los cantos
Ajenos a tu historia y te afanes en labrar los campos
Que el esfuerzo hizo feraces, desmintiendo tu acidia,
Seguirás jugando a engañarte con perdidas ganancias.


4. RELIQUIAS

¿Será la incertidumbre del postrero abrazo la que una
Este mal amasado lodo que somos, buscando su acomodo
Entre tus guijas, levantando terrones tras terrones
Con voluble insistencia, predicando los secretos que nunca
Desvelarás? Jamás guardarás fidelidad a los cuerpos
Que custodias en tu vientre, nunca las oscuras fosas
Revelarán tu forma inalterable, nunca tus reliquias
Serán presagio de la humareda de los años. No hay resina
Que una los despegados restos, las carcomidas cepas
Donde se asientan la paz de la mentira, la verdad de la muerte.


5. SIN CEREMONIA

Acabada está la llama que sostenía el aventado
Hilo de tu existencia. Algún lugar de los sueños
Cobijará los instantes de tu independiente vida,
Un reducido espacio al reparo del infortunio de la tierra,
Al abrigo de toda sospecha. Donde quiera que esté
El iluminado fervor que esgrimías, alimentará fáciles
Palabras incapaces de evocarte, y no te amoldarás
Al estrecho espacio donde no llegan los apagados rezos
Que intentarán construir epitafios, elocuentes evocaciones,
Restos de aromas, afectos deshojados movidos por un soplo
Interior. Todo se recompone un mal día en insospechadas
Cenizas que no necesitan de ceremonia alguna.
Y la dispuesta voz se acomoda hoy a la interminable
Materia de las sombras. Nada de cuanto acontezca
Ornará la prestada ocasión por la que hoy te nombro.


6. VISITACIÓN DEL PARAÍSO

¿Qué construyes?¿Para qué espectadores? Con qué fin?
Busca en los posos de esa arcilla que eres, el nombre
Que te dieron, mide las oscuras fosas que abriste, ajena
A las raíces que te sostienen, desmiente sin piedad
A los que te pretenden dócil y fértil. En nada creas,
Ni en cristales ni espejos que te nombren, ni en las hebras
Del engañoso almizcle con que te ungieron, ni en catedrales
Inacabadas que sueñan con ascender. No hay paraísos
Construidos a tu imagen y semejanza, y nunca
Te sientas responsable de ese montón de cenizas.


7. EL DOMADOR

Cuántas palabras en los anaqueles cubiertos
Por el polvo del desamor, vuelta al mar
Su textura, expuestas al abismo del abandono,
Al desahucio de rozados logros. ¿Para qué,
Para quienes fueron acuñadas en incomparables
Caracteres? ¿A qué frío delirio de protagonismo
Sirven? Obeliscos, informes, desdibujados
Héroes en posavasos de papel, ingenuamente
Fían que el domador les salve del naufragio.


8. DESALIENTO

Culpable eres si en la empinada cuesta de la noche
Las polvorientas huestes de quienes acechan tu desaliento
Prosperan y gritan su propósito; si la larga huella
De los que fabrican el desencanto y siembran la duda
Y la desesperanza te cubre amenazante; si las almácigas
Desarrugan sus pliegues y crecen las hierbas del abandono;
Si los grajos ennegrecen tus cumbres y los alcores, secos
Y estériles, no dibujan los flancos de tu imagen.
Culpable eres de que la fibra del arraigo, deshilachada
Esté y cuanto engendraste se pierda en el silencio


9. ESTATUA DEL GATAMELATA

Hasta cuando los ennegrecidos pórfidos
Circunden poco a poco su despoblado espacio,
Hasta que abatido por el peso del yelmo
El bronce de sus piernas flaquee y se derrumbe,
Hasta que la enguantada mano no sostenga las espada
Y se ciña de pánico el desencajado rostro,
Cuando vuelta tras vuelta, rendida la confianza,
Lo abandones las aves e indeciso resbale
Por el metal bruñido el oro coronario,
Cuando el arrogante torso agriete la coraza
Y en el abismo adentre su perfil masculino,
Sabrá de la voluble hermosura malgastada.


10. RUINAS

Y cuando ese insoportable futuro te amenace,
Ten en cuenta que la voluble, inmisericorde suerte,
Te habrá ya condenado al desorden, que la arenisca
Del pasado corroerá tus ordenadas columnas, que el empeño
De los pájaros urdirá la ruina de tus taraceas,
Que la apacible eternidad de tus muros, pasto
Será de la acidia, de la ceguera de todos
Cuantos te habitan. Ninguna milagrosa mixtura,
Ningún alentador ungüento mitigará la tristeza
De tu derrota, el agrio sabor de la avinagrada
Bebida enmascarada en venencias de vidrio.
Hoy disimula el espejo del agua las horas
Perecidas, los racimos de desmedrados frescos,
Las deshabitadas estancias donde solo las ratas
Acogen como desperdicios, la fugaz maravilla
De tu crepúsculo.


De: El nombre de la tierra (Sevilla: 2011)


11. CONFESIÓN

Lo admito, soy culpable,
Reo de no haber sido consecuente
Con los esquemas del ayer,
De no haber cultivado la nostalgia
Con denodado afán, de no dolerme
Del mudable desorden del corazón,
De querer desentrañar los secretos
De tantas augustas llagas, de intentar
Administrar solo mi espontaneidad.
Por todo ello, condenadme al tumulto.


12. AUGUSTA CASA

¿No he nacido acaso bajo el sol
De otro continente más propicio al desarraigo?
¿No he visto ya otros puertos
Y otras iguales casas donde tantas traiciones,
Tantos naufragios han sido consumados?
¿No son las mismas horas de un distinto reloj
Las que me ha ido desviviendo?
Me estoy buscando fuera de mi,
Dentro del barro del cual estoy hecho,
Y me pregunto si en verdad dejé alguna vez
La augusta, nativa morada.


13. VIGILIA

Vuelve sin tregua ese olor que fue mío
Y abandoné en ajados almohadones,
Vencido por la fatiga del insistir, escapando
Siempre de gestos probadamente fracasados,
Construyendo deshabitadas ocasiones,
Devastándome en fáciles disimulos
Por engañarme, en rigurosa costumbre,
De lo que puede ser por un instante
La vigilia del deseo, el áspero
Sabor a súplicas malogradas, el latir
De la sangre antes de la helada respuesta.
Y acabaré colocando cada vida en su sitio
Con el decoro que me es congenial,
Para no dar ocasión a los depredadores.


14. CONFESIÓN

Desde el parterre, en la alta columna
Del amor, cambio muecas de afectos
Por ruinas de deseo. No alcancé nunca
Los labios saturados de equívocos
Encuentros. Me reconozco hacedor de pocos
Gestos seguro para colmar la ausencia
De la prestada alegría. Ni lo besos
Aseguran cuanto se presume cosechable.
Cansado estoy de la propuesta de un final
Infeliz. Abro un corazón y me responde la nada.


15. RETRATO

Y aquel retrato que con desmedido furor
Heriste con el artificio de los celos, yace
Aún guardado en un desván. Hora tras hora,
Acumula manchas y envenenados colores.
Inmóvil se alimenta del desamor
En la incumplida promesa, en la esperanza
Inútil del recuerdo. Un día alguien rasgará
Su arrugado papel, y serás como siempre
Un oscuro y olvidado fracaso.



16. POESÍA

                                         Sandro Penna

Dime en cuantas perdidas ocasiones
Recogiste, como los rotos pedazos
De un búcaro, los restos del amor.
Pretendías alardear de propiciatoria víctima
Ensañándote tenaz en la trasgresión.
Prosperabas en la tersura de un cuerpo
Joven, festejando el deseo en lugares
Poco gratos a los comunes dictados del pudor,
Y extraño fuiste a la presupuesta felicidad.
En el blanco papel que desnudaste con lívidas
Palabras, solo la aurora de la demolición,
El azogue de la soledad permanecen

De: Inventario de la felicidad (Córdoba: 2014)


17. DE LO EFÍMERO

¿Con qué melancolía brilla la luz que pugna
Por poseer los días, y deja, como un revuelo
De pájaros, la incerteza de lo que nos separa,
Antes de marchitar su efímera hermosura?

¿Con qué estremecimiento de destello y ceniza
Se asoma a las umbrías aguas, en un delgado hilo
De fugitiva aspiración, como un palimpsesto ilegible:
Polen denso, infructuoso y vano en el gris de sombra?

¿Con qué desquebrajada salmodia en el vestuario
Escaso de la mañana, se extiende desfigurada
En los quicios sin huecos del mármol, y nos dona
El sencillo artilugio del amor, dádiva intransferible

En palabra ninguna, en el presagio inútil del decir?
¿Qué claridad es esa, y cuál es su ensimismamiento,
El incógnito resplandor  de su lenguaje que nos une
En ese breve instante concedido a la desmemoria?

Qué incierto todo en esa luz que acabará en aras
De lo que perdimos, en el quebranto de los días,
Entre la dura calma del inseguro azar, grado a grado
En el transitorio e inestable sueño del conocimiento.


18. ALGÚN DÍA

Ese día en el que ya no vuelva a la jubilosa luz
Que se palpa crecer en los bordes del agua,
Un signo, como señal  brevísima, acuñará tu olvido
Cual abierta cicatriz del canal derramándose.

Aunque veas la vestimenta rota de las estaciones
Sobre el estilete del mármol del desbaratado puente,
El hábil artificio de las ramas del decir, envolverán
Con su engaño el incendio de mi voz deshabitada.

Y en la noche decayendo, cuando la alondra duerma,
Un acogedor silencio señalará mi paso como huella
Indeleble, y en el agónico hilo de tu desolada forma,
Vagará mi sombra en los días perdidos y acabados.


19. MIRAR

No hay palabra ninguna
Si muda de sitio el afán de mirar.
Destejiendo en el tiempo
Un cansado traspunte del aire,
Hará tentar los ojos
Que abrirán su luminosidad
Más allá de las sombras,
Donde un vaho inmaculado de niebla
Venteará el inesperado don de la memoria.
En las sucesivas horas, una honda,
Indecible palabra
Ajustará su tarea de inventar
Un nombre casi inaudible.
El oscuro imaginar del acotado
Espacio, rayado por insoslayables
Notas, engañará el vacío imposible
Que impide el contemplar.
Mas remueve el aire
Un recobrado olor cristalino
Que aliento ofrece,
Materia suficiente de luz
Tan íntima y frágil.
Y aislado en ese extraño rincón,
El ansiado desvelo, que ensaya
Los brillos del mañana
En la mirada no herida por la aurora.


20. CUANDO SEPAS

Acechando las puertas por si abren sus pétalos,
Van tus ojos buscando la tenue luz de los sueños,
Y su ahogada presencia que pugna por dejarte
Yace entre la porcelana rota a los pies de la mesa.

Y está la casa oscura e hinchada la madera
Del óxido de los años y la sequedad del tiempo,
Y ese inhabitable otoño con su flor de la lluvia,
Irremediablemente va despacio ovillándose.

Ahora que ya conoces que está tu vida hecha
De fragmentos del tiempo y harapos de los días,
El ácido feroz e invisible que derrama el olvido,
Corroerá la banal humareda inútil de tu espera.


De: Elogio del olvido (Inédito: 2013 -2014 )




ANTONIO PARRA nació en Melilla (Málaga) en Julio de 1946. Periodista, redactor del diario Sol de España desde los inicios de 1970 hasta finales de 1972. Crea las páginas de crítica de arte y de letras en colaboración con José Infante. Su primer poemario, Primera ausencia , aparece en 1972, estampado parcialmente en la  Colección A quién conmigo va, de la imprenta Dardo, al cuidado de Bernabé Fernandez-Canivell. El libro nunca se acabó de imprimir en su totalidad. Estudios de historia del arte en París.  A finales de 1973 en Verona, comienza  a ocuparse de la organización y el montaje de las exposiciones del escultor Miguel Berrocal. A mediados de 1980 colabora con la Bienal de Venecia montando dos exposiciones, en Le Corderie dell’Arsenale  y en el Palazzo delle Prigioni. Escribe numerosos textos para los catálogos de artistas italianos y españoles.  Colabora asiduamente con los periódicos  L’Adige de Verona y Il Gazzettino de Venecia.  Se establece en la ciudad lagunar donde dirige dos galerías de arte y crea la suya propia, especializándola en la obra sobre papel de artistas contemporáneos. Ha sido responsable  y comisario de varias exposiciones antológicas en Italia y España. A su vuelta a España se hace cargo de la página de crítica de arte del periódico Diario16, hasta su desaparición.  Ha colaborado con las revistas  literarias  Artesa, Gazeta del  Arte, Cuadernos Hispano americanos, Bilaketa, El toro celeste, etc. Premio de artículos sobre el libro (1972), premio de la Fundación Querini Stampaglia, Venecia (1985), Premio de poesía Villa de Aoiz  (1993), premio Salvador Rueda de poesía (2009). Ha publicado Nemico Intimo, colección, Il diamante, dirigida por Michelarcangelo Gilli  Rebellato Editori  (Venecia 1983), Bestiario de amor, con introducción de José Infante (Málaga 1991), Las maravillas del agua (Málaga 1993). El nombre de la tierra (Sevilla 2011). Inventario de la felicidad (Córdoba 2014) Desde 2009 vive en Málaga (España)