París, jueves 31 (de Enero de 1924)
Mi querido Pablo:
Me hallo sin un céntimo, completamente pobre. Le ruego que, si le es posible, me proporcione algo mañana viernes 1° Febrero, lo más temprano que usted pueda. Algo siquiera, Pablo. Puede usted enviármelo en un neumático* al «hotel des Ecoles», a nuestro amigo Fernando Ibáñez que vive ahí. Que diga en el sobre «Para Vallejo». Rue Delambre. arr. 14. Número del hotel 15. Usted lo conoce.
Perdone, Pablo. Usted con su gentileza de siempre, disculpe lo moleste.
Suyo con todo cariño
César
(manuscrito, * Pneumático)
Mi querido Pablo:
Parece que la mala suerte sigue empecinada en herirme. Esta carta la escribo desde el hospital de la Charité, Sala Boyer, cama 22, donde acabo de ser operado de una hemorragia intestinal. He sufrido, mi querido amigo, veinte días horribles de dolores físicos y abatimientos espirituales increíbles. Hay, Pablo, en la vida horas de una negrura negra y cerrada a todo consuelo. Hay horas más, acaso, mucho más siniestras y tremendas que la propia tumba. Yo no las he conocido antes. Este hospital me las ha presentado, y no las olvidaré. Ahora, en la convalecencia, lloro a menudo por no importa qué causa cualquiera. Una facilidad infantil para las lágrimas me tiene saturado de una inmensa piedad por todas las cosas. A menudo me acuerdo de mi casa, de mis padres y cariños perdidos. Algún día podré morirme, en el transcurso de la azarosa vida que me ha tocado llevar, y entonces, como ahora, me veré solo, huérfano de todo aliento familiar y hasta de todo amor. Pero mi suerte está echada. Estaba escrito. Soy fatalista. Creo que todo está escrito.
Dentro de seis y ocho días más creo que saldré del hospital, según dice el médico. En la calle me aguarda la vida, lista, sin duda, a golpearme a su antojo. Adelante. Son cosas que deben seguir su curso natural, y no se puede detenerlas.
He leído la bondadosa respuesta del Sr. Leguía, sobre la beca. Ojalá no me la quiten de las manos. Ya, cuando esté mejor, le escribiré al Sr. Leguía, agradeciéndole. De todas maneras, le ruego, mi querido Pablo, no descuidarse de asegurar la beca.
Desde mi lecho de infortunio, le envío mi abrazo fraternal y agradecido.
(manuscrita)
París, 5 Noviembre. 1924
Mi querido Pablo:
Mi enfermedad se ha alargado más y más. Ayer hizo un mes que estoy en cama. Después de la operación, me vino de nuevo una hemorragia, que por poco carga conmigo. La noche del domingo 27, pudo haber sido fatal. ¡Horrible! Pero hoy estoy otra vez mejor. Ya estoy, desde el martes, en mi cuarto, pero siempre en cama. El médico me ha dicho que guarde cama todavía y que me cuide.
¡Pablo! Hay gente dura y cruel en el mundo. Hay dolores que espantan, y la muerte es un hecho evidente, pavoroso. Hay gente dura de corazón, y uno puede morirse de miseria. Bueno. Pero qué se va hacer. Vuelvo a creer en Nuestro Señor Jesucristo. Vuelvo a ser religioso, pero tomando la religión como el supremo consuelo de esta vida. Sí. Sí. Debe haber otro mundo de refugio para los muchos que sufren en la tierra. De otra manera, no se concibe la existencia, Pablo.
Cornejo, viendo mi situación desesperada, por fin me ha pedido un pasaje de regreso al Perú. Con fecha 30 de octubre marchó la gestión por correo. Yo le he mandado decir que sí, que volveré al Perú. Pero yo le ruego, Pablo querido, me haga usted el favor de recomendar a Lima se me de el pasaje a la mayor brevedad, y recomendar también a Londres se me dé en efectivo el valor de ese pasaje. Con ese dinero podré vivir hasta que se me conceda la beca de España, que esperamos para Enero. En todo caso, usted vea si puede haber incompatibilidad entre el pasaje y la beca, y si la hay, yo prefiero, naturalmente la beca, que no se me dé el pasaje. No le parece a usted, Pablo? Pero me parece que en Lima se puede arreglar las dos cosas, porque el pasaje se dará en el día, mientras que la beca en Enero. Creo que asi no son incompatibles. De todos modos, usted verá lomejor y su gran corazón hará por mi lo que siempre ha hecho: el bien.
Si el pasaje viene, ojalá fuese pronto, que usted ya supondrá mi angustiosa situación económica.
Adiós, Pablo inolvidable. Dios lo proteja y disfrute del mejor bienestar.
Le abraza su amigo
César.
Al señor Leguía le contestaré en estos días. Le ruego hacerle presente mi enfermedad.
Una rúbrica.
(manuscrita)
París, 8 de Febrero de 1926
Mi querido Pablo:
Emilio le habrá escrito ya sobre mi enfermedad. La tal blenorragia se ha complicado y hace 15 días que estoy en cama, sin poder levantarme. Qué le parece, Pablo. Me tiene usted anulado, para toda actividad. Ni al bureau puedo ir. Entre tanto, el médico dice que debo seguir en reposo absoluto, pues de lo contrario la enfermedad puede agravarse aún más. Con qué facilidad se coge una infección de esta clase y con qué trabajo se la hace salir. Créame usted que a veces tengo una rabia contra las mujeres... y, sobre todo, contra los médicos, que son unos estúpidos.
Es casi seguro que no pueda ir a Madrid a cobrar la beca este mes. El médico dice que en veinte días no podré moverme. Qué situación.
Larrea llegó hace tres días. Me dice que si no voy, toda gestión para el pago es inútil. Así, pus, me quedaré hasta Marzo. Qué voy a hacer.
Emilio vino a verme ayer y me dice que, según le ha escrito usted, su viaje a París sigue postergado sin saber hasta cuándo. Lamento mucho este largo contratiempo. Su viaje en estos días habría sido magnífico, pues hace un tiempo hermoso, casi primaveral. Con todo, mejor le vendrá el viaje para la primavera, que anda ya tan próxima.
Un fuerte abrazo para usted y otro efusivo para Vallecito.
Suyo fraternalmente.
César.
Mi dirección: el bureau siempre.
(manuscrita)
París, le 29 octubre 1927
Les Grands Journaux
Etc.
Mi querido Pablo:
Le agradezco de todo corazón cuanto ha hecho por mí para cobrar la beca de setiembre. Esos dineros han llegado a su hora y esto es doble motivo para agradecérselo, querido Pablo.
Ha hecho usted bien en tomar algunas pesetas de allí. Por qué no tomó más? Me mortifica que así no lo haya hecho, desde que sabe usted cuánto fraternizo con sus angustias y dificultades de todo orden. Además, hemos podido compartir por amistad esos dineros, puesto que, según veo, usted lo necesitaba. Por lo demás, no se preocupe del envío de esa pequeñez lo que me da pena es que mi situación no me permita serle útil en alguna cosa. Ya le he dicho cómo vivo ahora. Esto de la “Razón” me devora todo mi tiempo para ganar 500 francos, que sólo sirven para pagar mi cuarto. Creo que voy a dejarla, para lanzarme no sé adónde.
Xavier ha decidido volver a Madrid el miércoles 9 de Noviembre. En vista de las reflexiones que usted le hace. Espera solamente su pensión de Stbre., para pagar sus deudas y para su pasaje a Madrid. Me dice que así le escribe ahora a usted, largamente. Yo cumplo siempre con sus instrucciones sobre la necesidad de encaminarlo por los caminos reales y vitales del mundo. De ello le hablo siempre, con todo cariño.
Guillermo me dice que le ha enviado los libros hace un mes o más. Qué se puede hacer con este hombre? Demandarle ante la justicia? Es, a lo que vemos, un buen bribón. Pero, naturalmente, no sé qué podemos hacer de él. Podría usted escribirle, amenazándole de enjuiciarlo, para ver si así cumple.
Espero sus líneas cuanto antes y le reitero mi cariñoso abrazo por el día 28.
Fraternalmente suyo.
César.
(manuscrita)
París, le 30 Mayo 1928
Les Grand Journaux
etc.
Mi querido Pablo:
Le escribo en un estado de espíritu horrible. Hace un mes que estoy enfermo de una enfermedad de lo más complicada: estómago, corazón y pulmones. Estoy hecho un cadáver. No puedo ya ni pensar. Sufro también al cerebro. Un mes que no duermo. Una debilidad horrible. Mi temperatura no sube más allá de 35.8, en todo momento. Dispénseme que no le dé más detalles, porque el médico me ha prohido escribir y leer absolutamente.
Como usted comprenderá, mis nervios vuelan y estoy con una desesperación galopante.
Le ruego decirme, lo más pronto posible, si se reclamó mi pasaje a Lima y si cree usted que vendrá. Estoy en la miseria absoluta y perezco de debilidad. Si me sucediese algo, no sería inesperado. Me apena solamente que termine yo tan pronto.
Me dan ganas de llorar y le abrazo fraternalmente
César.
(manuscrita)
Las cartas de César Vallejo se tomaron de la compilación de José Manuel Castañón, 114 cartas de César Vallejo a Pablo Abril de Vivero, Editorial Juan Mejía Baca [Lima: 1975]
CÉSAR ABRAHAM VALLEJO MENDOZA nació el 16 de marzo de 1892 en la ciudad andina de Santiago de Chuco del norte del Perú. Completó su escuela secundaria en la ciudad de Huamachuco en 1908 y obtuvo su bachillerato de letras en la universidad de Trujillo en 1916. En 1918 publica su primer libro de poemas: Los heraldos negros. En 1920 es acusado injustamente y encarcelado durante 112 días. En 1922, Vallejo escribió otro libro títulado Trilce; un año después, publica algunas prosas y vivió enseñando en Lima hasta su destitución en 1923. Fué en ese entonces que él decidió partir a Francia y viaja a París. Sus primeros años en Francia no fueron muy felices. En 1923 y 1924, Vallejo vivió entre la miseria llegando a padecer de hambre. Estas cartas dirigidas al entonces embajador peruano Pablo Abril de Vivero testimonia con fidelidad las penurias sufridas por el poeta durante este período. Felizmente, él pudo encontrar su primer trabajo estable el siguiente año con una nueva agencia de prensa llamada "Les Grands Journaux Ibéro-Américains" contribuyendo con sus artículos a los semanales "Mundial" y "Variedades". En ese mismo año Vallejo obtuvo una beca menor en la universidad de Madrid en España donde continuó brevemente sus estudios de leyes que fueron una vez interrumpidos. A su regreso de España en 1926, Vallejo se alojó en el Hotél Richelieu de París. En 1928 viaja a la Unión Soviética y a su regreso a París rompe con el APRA. En 1929 regresa a la Unión Soviética y un año después viaja a España. Regresa a París pero es expulsado por razones políticas; se translada entonces a España de nuevo. Vallejo conoció a una joven llamada Georgette con la que casó en enero de 1929. En 1931 publica su novela Tugsteno. Viaja de nuevo a la Unión Soviética y se inscribe en el Partido Comunista de España. En 1932 regresa a París y vive en la ilegalidad. En 1937 asiste al Congreso de Escritores Antifascistas en Madrid. Sus últimos tres libros se realizaron durante su permanencia en Europa. El primero de ellos títulado Nómina de Huesos contiene 41 poémas y prosas los cuales fueron escritos durante los años 1923 y 1936. Durante los años siguientes Vallejo escribió un libro de 51 poemas títulado Sermón de la Barbarie para finalizar en 1938 con su colección de 15 poemas reunidos bajo el título de España aparta de mí este Cáliz. Murió en Paris el 15 de abril, un día del cual tenía ya el recuerdo, en 1938. En 1939 se editan, de manera póstuma, los Poemas humanos.
PABLO ABRIL DE VIVERO, poeta, escritor y diplomático peruano, nacido en Lima, el 28 de octubre de 1894. Hermano del poeta Xavier Abril y padre del pintor Francisco Abril de Vivero, fue además un entusiasta promotor de la literatura y el arte; se le recuerda mayormente por su gran amistad con el poeta César Vallejo, con quien mantuvo una rica correspondencia durante las estancias de ambos en Europa. Perteneció esporádicamente al grupo Colónida que encabezó el escritor Abraham Valdelomar y colaboró en la revista del mismo nombre, así como publicó algunos poemas en Suramérica, la publicación semanal a nivel nacional dirigida por el periodista y también agente diplomático consular Carlos Pérez-Cánepa. Algunos poemas suyos aparecieron en la antología que los «colónidos» publicaron bajo el título de Las voces múltiples (1916). Ese mismo año obtuvo también el primer premio en un concurso de madrigales realizado en Lima, que le fue entregado el 29 de abril de 1916. En 1919 inició su carrera diplomática, que lo llevó sucesivamente a Buenos Aires Quito y Roma. Con su gran amigo, el escritor y poeta peruano César Vallejo, fundó en París una publicación literaria, La semana parisién, que tuvo efímera vida. En 1929 fue apartado temporalmente del servicio diplomático. Se estableció en Madrid, donde editó la revista Bolívar (1930-1931), quincenario cultural hispanoamericano en el cual colaboró Vallejo, entre otros notables escritores. De vuelta al Perú, fue bibliotecario del Ministerio de Relaciones Exteriores (1935-1937). Sucesivamente fue primer secretario de la legación acreditada en Colombia (1938-1941); consejero en la de Cuba (1941-1945); ministro plenipotenciario en Honduras (1945); y embajador en Uruguay (1945-1946), México (1946-1948), Bélgica (1957-1958), Venezuela (1959-1961) y finalmente, Dinamarca y Suecia (1961-1962). Publicó dos poemarios: Las alas rotas (1917) y Ausencia (París, 1927). Hay que mencionar también el volumen de Cartas (1975), compilado por José Manuel Castañón, que incluye 114 cartas que Vallejo dirigiera a su benefactor y amigo y las 37 cartas con las respuestas de Pablo Abril al autor de Trilce y Poemas Humanos. La importancia de este epistolario reside en que da acceso a una época clave de la vida de César Vallejo a través de sus opiniones, estados de ánimo, proyectos y datos sobre su propia escritura. Falleció en Montecarlo, el 11 de abril de 1987.