Leopoldo María Panero


Obra Poética
[Selección]




De: Así se fundó Carnaby Street [1970]


BLANCANIEVES SE DESPIDE DE LOS SIETE ENANOS


Prometo escribiros, pañuelos que se pierden en el horizonte, risas que
palidecen, rostros que caen sin peso
sobre la hierba húmeda, donde las arañas tejen ahora sus azules telas. En la
casa del bosque crujen, de noche,
las viejas maderas, el viento agita raídos cortinajes, entra sólo la luna a
través de las grietas. Los espejos silenciosos,
ahora, qué grotescos, envenenados peines, manzanas, maleficios, qué olor
a cerrado, ahora, qué grotescos.
Os echaré de menos, nunca os olvidaré. Pañuelos que se pierden en el
horizonte. A lo lejos se oyen golpes secos,
uno tras otro los árboles se derrumban. Está en venta el jardín de los
cerezos.


20.000 LEGUAS DE VIAJE SUBMARINO

Como un hilo o aguja que casi no se siente
como un débil cristal herido por el fuego
como un lago en que ahora es dulce sumergirse
oh esta paz que de pronto cruza mis dientes
este abrazo de las profundidades
luz lejana que me llega a través de la inmensa lonja de
      la catedral desierta
quién pudiera quebrar estos barrotes como espigas
dejad me descansar en este silencioso rostro que nada
      exige
dejadme esperar el iceberg que cruza callado el mar sin
      luna
dejad que mi beso resbale sobre su cuerpo helado
cuando alcance la orilla en que sólo la espera es posible
oh dejadme besar este humo que se deshace
este mundo que me acoge sin preguntarme nada este
mundo de titíes disecados
morir en brazos de la niebla
morir sí, aquí, donde todo es nieve o silencio
que mi pecho ardiente expire tras de un beso a lo que
      es sólo aire
más allá el viento es una guitarra poderosa pero él no
      nos llama
dejadme entonces besar este astro apagado traspasar el
      espejo y llegar así adonde ni siquiera el suspiro es
      posible
donde sólo unos labios inmóviles
                                       ya no dicen o sueñan
y recorrer así este inmenso Museo de Cera deteniéndome
      por ejemplo en las plumas recién nacidas
o en el instante en que la luz deslumbra a la crisálida
y algo más tarde la luna y los susurros
y examinar después los labios que fulgen
cuando dos cuerpos se unen formando una estrella
y cerrar por fin los ojos cuando la mariposa próxima a
      caer sobre la
tierra sorda quiere en vano volver sus alas hacia lo verde
que ahora la desconoce



De: Teoría [1973]

GLOSA A UN EPITAFIO
        (carta al padre)


And fish to catch regeneration.
Samuel Butler, Pescador de muertos.

Solos tú y yo, e irremediablemente
unidos por la muerte: torturados aún por
fantasmas que dejamos con torpeza
arañarnos el cuerpo y luchar por los despojos
del sudario, pero ambos muertos, y seguros
de nuestra muerte; dejando al espectro proseguir en vano
con el turbio negocio de los datos: mudo,
el cuerpo, ese impostor en el retrato, y los dos siguiendo
ese otro juego del alma que ya a nada responde,
que lucha con su sombra en el espejo-solos,
caídos frente a él y viendo
detrás del cristal la vida como lluvia, tras del cristal asombrados
por los demás, por aquellos Vous etes combien? que nos sobreviven
y dicen conocernos, y nos llaman
por nuestro nombre grotesco, ¡ah el sórdido, el
viscoso templo de lo humano!
                                                        Y sin embargo
solos los dos, y unidos por el frío
que apenas roza brillante envoltura
solos los dos en esta pausa
eterna del tiempo que nada sabe ni quiere, pero dura
como la piedra, solos los dos, y amándonos
sobre el lecho de la pausa, como se aman
                                                                            los muertos
«amó», dijiste, autorizado por la muerte
porque sabías de ti como de una tercera persona
bebió dijiste, porque Dios estaba (Pound dixit)
en tu vaso de whiski
amo bebió, dijiste, pero ahora espera
¿espera? y en efecto la resurrección
desde un cristal inválido te avisa
que con armas nuestra muerte florece
                                                                      para ti que sólo
sabías de la muerte. Aquí
¿debajo o por encima?
                                          de esta piedra
tú que doraste la sobrenatural dureza y el
dolor sobrenatural de los edificios desnudos
                                                                                  ¿en qué perspectiva
—dime— acoger la muerte?
                                                  en la mesa de disección
tú que danzaste
                              enloquecido en la plaza desierta
                                                                                          tropezando
hiriéndote las manos en el trapecio del silencio
en pie contra las hojas muertas que
se adherían a tu cuerpo, y contra la hiedra que tapaba
obsesivamente tu boca hinchada de borracho,
                                                                                    danzas, danzaste
sin espacio, caído, pero
no quiero errar en la mitología
de ese nombre del padre que a todos nos falta,
porque somos tan sólo hermanos de una invasión de lo imposible
y tus pasos repiten el eco de los míos en un largo
corredor donde
                              retrocedo infatigable, sin
jamás moverme
                                ¡ah los hermanos, los hermanos invisibles que florecen,
en el Terror! ¡Ah los hermanos, los hermanos que se defienden
inútilmente de la luz del mundo con las manos,
que se guardan del mundo por el Miedo, y cultivan en la sombra
de su huerto nefasto la amenaza de lo eterno, en
el ruin mundo de los vivos! ¡Ah los hermanos,
                                                                                  Y el ave,
el ave que vuela sobre el mundo en llamas, diciendo solo
a los mortales que se agitan debajo, diciendo
solo: ABISMO, ABISMO!
                                            Abismo, sí, tibia guarida
de nuestro amor de hermanos, padre.
                                                                  ¡Pero tan solos!
¡Tan solos! Fantasmas que hace visible la hiedra
—como hiedramerlín como niñadecabezacortada como
mujermurciélago la niña que ya es árbol—
                                                                          crecen hojas
en la foto, y un florecer te arranca
de los labios caníbales de nuestra madre Muerte, madre
de nuestro rezo
florecen los muertos florecen
unidos acaso por el sudor helado
muerto de muchas cabezas hambrientas de los vivos
te esperamos ave, ave nacida
de la cabeza que explotó al crepúsculo
ave dibujada en la piedra y llena
de lo posible de la dulzura, de su sabor
ajeno que es más que la vida, de su crueldad
que es más que la vida
                                        ¡ira
de la piedra, ira que a la realidad insulta,
                                                                      que apalea
a la cabaña torpe de la mentira con verbos
que no son, resplandecen, ira
suprema de lo mudo!
                                    (te esperamos
en la delgada orilla de lo que cae, en el prado
nocturno que atraviesan lentos
los elefantes
                      percibís el frío
                                              la
                                              conspiración de las algas,
                                              gelatina, escamas, mano
que sobresale de la tumba
manos que surgen de la tierra como tallos
surcos arados por la muerte,
cabezas de ahorcados que echan flor:
                                                                decapitados que dialogan
a la luz decreciente de las velas,
                                                        ¡oh quién nos traerá la rima
la música, el sonido que rompa la campana
de la asfixia, y el cristal borroso
de lo posible, la música del beso!
                                    De ese beso, final, padre, en que desaparezcan
de un soplo nuestras sombras, para
asidos de ese metro imposible y feroz, quedarnos
a salvo de los hombres para siempre,
solos yo y tú, mi amada,
aquí, bajo esta piedra.


De: Narciso en el acorde último de las flautas [1979]


PAVANE POUR UN ENFANT DÉFUNT


A mi tía Margot

Se diría que está aún en la balaustra del balcón
mirando a nadie, llorando,
Se diría que eres aún visto como siempre
que eres aún en la tierra un niño difunto.
Se diría, se arriesga
el poema por alguien
como un disparo de pistola,
en la noche, en la noche sembrada
de ojos desiertos, los ojos solos
de monstruos. Todos nosotros somos
niños muertos, clavados en la balaustra como por encanto,
como sólo saben esperar los muertos.
Se diría que has muerto y eres alguien por fin,
un retrato en la pared de los muertos,
un retrato de cumpleaños con velas para los muertos.
Pero a nadie le importan los niños, los muertos,
a nadie los niños que viajan solos por el país de los muertos,
y para qué, te dices, abrir los ojos al país de los ciegos,
                                                                          abrir los ojos hoy,
mañana, para siempre. Era mejor Oeste, tierras vírgenes,
                                                                              héroes en los ojos
de un cine desesperado, y los dioses que matan a los
                                                                            hombres feroces,
los dioses más feroces que los hombres
los dioses crueles de la infancia, los dioses
de la inocente crueldad, pensabas que se alimentan de ciegos
y de quienes mendigan su ser en una picaresca sórdida,
si hombres hay, homicida. Pero aventura no hay, lo sabes,
más que por alguien, para alguien, como un poema,
como el riesgo de un vuelo en el aire sin tránsito. Y es por ello
por lo que no hay infancia en el país desierto. Por ello también
por lo que nadie podría jamás sospechar que conservas esa
belleza demente de la infancia, ese furor contra lo útil de tu cuerpo,
y esa mudez en los ojos, esa belleza
sólo vendible al cielo del suicidio, sólo a esos ojos: esa existencia.
Pero la vida sigue como el puente de Eliot,
como un puente de muertos o un flujo
de sombras que se cogen
de la mano ciega en el lodo para saber que están muertos y viven.
                                                                        Esa vida de la que hablan
en el infierno, entre sí los muertos, los alucinados, los absurdos,
los orgullosos sonámbulos disputando con sangre
una certeza alucinante; es un fuerte dios pardo.
Una basta tragedia que hacen
por navidades, los viejecitos, los difuntos,
con personas de olvido, con máscaras y ritos de otros tiempos,
rótulos de neón y fuegos fatuos: así obra desde entonces,
desde entonces, esa raza
misteriosa que pasa a tu lado sin mirarte o mirarse,
desde entonces, desde el día primero
en que te asomaste con pánico a su delirio. Desde que viven, quizá,
desde que no hay tiempo sino destino y trazo
de vida invulnerable a la decisión de una mirada fuerte.
Quien es visto o quien cae en ese río sordo
es lo mismo, es un muerto
que se levanta día tras día para
mendigar la mirada.
Porque todos llevamos dentro un niño muerto, llorando,
que espera también esta mañana, esta tarde como siempre
festejar con los Otros, los invisibles, los lejanos
algún día por fin su cumpleaños.



EL CIRCO


Dos atletas saltan de un lado a otro de mi alma
lanzando gritos y bromeando acerca de la vida:
y no sé sus nombres. Y en mi alma vacía escucho siempre
cómo se balancean los trapecios. Dos
atletas saltan de un lado a otro de mi alma
contentos de que esté tan vacía.
                                                  Y oigo
oigo en el espacio sonidos
una y otra vez el chirriar de los trapecios
una y otra vez.
Una mujer sin rostro canta de pie sobre mi alma,
una mujer sin rostro sobre mi alma en el suelo,
mi alma, mi alma: y repito esa palabra
no sé si como un niño llamando a su madre a la luz,
en confusos sonidos y con llantos, o bien simplemente
para hacer ver que no tiene sentido.
Mi alma. Mi alma
es como tierra dura que pisotean sin verla
caballos y carrozas y pies, y seres
que no existen y de cuyos ojos
mana mi sangre hoy, ayer, mañana. Seres
sin cabeza cantarán sobre mi tumba
una canción incomprensible.
Y se repartirán los huesos de mi alma.
Mi alma. Mi
                  hermano muerto fuma un cigarrillo junto a mí.




LA MALDAD NACE DE LA SUPRESIÓN HIPÓCRITA DEL GOZO



«Jois e Jovens n'es trichaire
e malvestatz es d'aqui»
MARCABRÚ

Una cucaracha recorre el jardín húmedo
de mi chambre y circula por entre las botellas vacías:
la miro a los ojos y veo tus dos ojos
azules, madre mía.
Y canta, cantas por las noches parecida a la locura,
                                  velas
con tu maldición para que no me caiga dormido, para que no me olvide
y esté despierto para siempre frente a tus dos ojos,
madre mía.


De: Poesía 1970 - 1985


CANCIÓN PARA UNA DISCOTECA

No tenemos fe
al otro lado de esta vida
sólo espera el rock and roll
lo dice la calavera que hay entre mis manos
baila, baila el rock and roll
para el rock el tiempo y la vida son una miseria
el alcohol y el haschisch no dicen nada de la vida
sexo, drogas y rock and roll
el sol no brilla por el hombre,
lo mismo que el sexo y las drogas;
la muerte es la cuna del rock and roll.
Baila hasta que la muerte te llame
y diga suavemente entra
entra en el reino del rock and roll.


De: Last River Together [1980]


DEDICATORIA

Más allá de donde
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda cultivar
como un rey su agonía,
hacer florecer como un reino
la sucia flor de la agonía:
yo que todo lo prostituí, aún puedo
prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema.


EL BACCARRÁ DE LA NOCHE

¿Quién me engaña en la noche, y aúlla
pidiéndome que salga, que salga a la calle y camine,
y corra, y atraviese las calles como perro rabioso
las calles desiertas en que es siempre de noche,
buscando locamente el baccarrá en la noche?
¿Quién despierta, qué hembra mortal o pájaro para decirme
que aún vivo, que aún deseo, que tengo
todavía que imprimir una última dirección a mis ojos
para buscar el baccarrá en la noche?
¿Qué uñas escarban mi vejez, y qué mano que no perdona
tortura mi muñeca, conduciéndome
como a un lugar seguro, al baccarrá en la noche?
¿Qué mano de madre, qué oración susurran
luna tras luna los labios de la luna
gritando en medio de la calle a solas
descubriéndome en la acera, denunciando a todos
mi testamento secreto, mi pavor y mi miedo
sin descanso de encontrarme, no sé si hoy quizás,
tal vez mañana, jugando
ya para siempre al baccarrá en la noche?



LA CANCIÓN DEL CROUPIER DEL MISSISSIPPI



«Fifteen men on the Dead Man's Chest.
Yahoo! And a bottle of rum!»
Canción pirata

Fumo mucho. Demasiado.
Fumo para frotar el tiempo y a veces oigo la radio,
y oigo pasar la vida como quien pone la radio.
Fumo mucho. En el cenicero hay
ideas y poemas y voces
de amigos que no tengo. Y tengo
la boca llena de sangre,
y sangre que sale de las grietas de mi cráneo
y toda mi alma sabe a sangre,
sangre fresca no sé si de cerdo o de hombre que soy,
en toda mi alma acuchillada por mujeres y niños
que se mueven ingenuos, torpes, en
esta vida que ya sé.
Me palpo el pecho de pronto, nervioso,
y no siento un corazón. No hay,
no existe en nadie esa cosa que llaman corazón
sino quizá en el alcohol, en esa
sangre que yo bebo y que es la sangre de Cristo,
la única sangre en este mundo que no existe
que es como el mal programado, o
como fábrica de vida o un sastre
que ha olvidado quién es y sigue viviendo, o
quizá el reloj y las horas pasan.
Me palpo, nervioso, los ojos y los pies y el dedo gordo
de la mano lo meto en el ojo, y estoy sucio
y mi vida oliendo.
Y sueño que he vivido y que me llamo de algún modo
y que este cuento es cierto, este
absurdo que delatan mis ojos,
este delirio en Veracruz, y que este
país es cierto este lugar parecido al Infierno,
que llaman España, he oído
a los muertos que el Infierno
es mejor que esto y se parece más.
Me digo que soy Pessoa, como Pessoa era Álvaro de Campos,
me digo que estar borracho es no estarlo
toda la vida, es
estar borracho de vida y no de muerte,
es una sangre distinta de esa otra
espesa que se cuela por los tejados y por las paredes
y los agujeros de la vida.
Y es que no hay otra comunión
ni otro espasmo que este del vino
y ningún otro sexo ni mujer
que el vaso de alcohol besándome los labios
que este vaso de alcohol que llevo en el
cerebro, en los pies, en la sangre.
Que este vaso de vino oscuro o blanco,
de ginebra o de ron o lo que sea
—ginebra y cerveza, por ejemplo—
que es como la infancia, y no es
huida, ni evasión, ni sueño
sino la única vida real y todo lo posible
y agarro de nuevo la copa como el cuello de la vida y cuento
a algún ser que es probable que esté
ahí la vida de los dioses
y unos días soy Caín, y otros
un jugador de poker que bebe whisky perfectamente y otros
un cazador de dotes que por otra parte he sido
pero lo mío es como en «Dulce pájaro de juventud»
un cazador de dotes hermoso y alcohólico, y otros días,
un asesino tímido y psicótico, y otros
alguien que ha muerto quién sabe hace cuánto,
en qué ciudad, entre marineros ebrios. Algunos me
recuerdan, dicen
con la copa en la mano, hablando mucho,
hablando para poder existir de que
no hay nada mejor que decirse
a sí mismo una proposición de Wittgenstein mientras sube
la marea del vino en la sangre y el alma.
O bien alguien perdido en las galerías del espejo
buscando a su Novia. Y otras veces
soy Abel que tiene un plan perfecto
para rescatar la vida y restaurar a los hombres
y también a veces lloro por no ser un esclavo
negro en el sur, llorando
entre las plantaciones!
Es tan bella la ruina, tan profunda
sé todos sus colores y es
como una sinfonía la música del acabamiento,
como música que tocan en el más allá,
y ya no tengo sangre en las venas, sino alcohol,
tengo sangre en los ojos de borracho
y el alma invadida de sangre como de una vomitona,
y vomito el alma por las mañanas,
después de pasar toda la noche jurando
frente a una muñeca de goma que existe Dios.
Escribir en España no es llorar, es beber,
es beber la rabia del que no se resigna
a morir en las esquinas, es beber y mal
decir, blasfemar contra España
contra este país sin dioses pero con
estatuas de dioses, es
beber en la iglesia con música de órgano
es caerse borracho en los recitales y manchas de vino
tinto y sangre «Le livre des masques» de Rémy de Gourmont
caerse húmedo babeante y tonto y
derrumbarse como un árbol ante los farolillos
de esta verbena cultural. Escribir en España es tener
hasta el borde en la sangre este alcohol de locura que ya
no justifica nada ni nadie, ninguna sombra
de las que allí había al principio.
Y decir al morir, cuando tenga
ya en la boca y cabeza la baba del suicidio
gritarle a las sombras, a las tantas que hay y fantasmas
en este paraíso para espectros
y también a los ciervos que he visto en el bosque,
y a los pájaros y a los lobos en la calle y
acechando en las esquinas
«Fifteen men on the Dead Man's Chest
Fifteen men on the Dead Man's Chest
Yahoo! And a bottle of rum!»


EL LOCO

He vivido entre los arrabales, pareciendo
un mono, he vivido en la alcantarilla
transportando las heces,
he vivido dos años en el Pueblo de las Moscas
y aprendido a nutrirme de lo que suelto.
Fui una culebra deslizándose
por la ruina del hombre, gritando
aforismos en pie sobre los muertos,
atravesando mares de carne desconocida
con mis logaritmos.
Y sólo pude pensar que de niño me secuestraron para una alucinante batalla
y que  mis padres me sedujeron para
ejecutar el sacrilegio, entre ancianos y muertos.
He enseñado a moverse a las larvas
sobre los cuerpos, y a las mujeres a oír
cómo cantan los árboles al crepúsculo, y lloran.
Y los hombres manchaban mi cara con cieno, al hablar,
y decían con los ojos «fuera de la vida», o bien «no hay nada que pueda
ser menos todavía que tu alma», o bien «cómo te llamas»
y «qué oscuro es tu nombre».
He vivido los blancos de la vida,
sus equivocaciones, sus olvidos, su
torpeza incesante y recuerdo su
misterio brutal, y el tentáculo
suyo acariciarme el vientre y las nalgas y los pies
frenéticos de huida.
He vivido su tentación, y he vivido el pecado
del que nadie cabe nunca nos absuelva.


De: El que no ve [1980]


DIARIO DE UN SEDUCTOR

No es tu sexo lo que en tu sexo busco
sino ensuciar tu alma:
                                      desflorar
con todo el barro de la vida
lo que aún no ha vivido.


LA CANCIÓN DEL INDIO CROW

Qué larga es la ribera de la noche,
qué larga es.
No hay animales ya ni estrellas
y el matorral de los recuerdos
     la vida es una línea recta,
          qué larga es la ribera de la noche
          qué larga es.
El mar, al lado, tan oscuro
ya ni la luna quiere verme
y allá en el pozo sepultada
la miel aquella de esos labios
     que de algo como amor me hablaron,
     luego en silencio se quedaron:
          qué larga es la ribera de la noche,
          qué larga es.
Flotan cabellos en el agua
de una mujer que no existió
     y en la cabeza hay unas letras
          la A, la V más dos Os:
     qué larga es la ribera de la noche
          qué larga es.
                  Tal vez sea un oso lo que anda
      con una pierna y luego otra,
las huellas son como de oso,
no de yo.
          Qué larga es la ribera de la noche,
           qué larga es.
     No se terminará nunca la playa
con esa sombra que recorre
ese desierto tal un péndulo:
     qué larga es la ribera de la noche,
           qué larga es.
Cómo saber si ya estoy muerto
     o si aún vivo como dicen
si allá en la playa sólo hay playa
     atrás, delante sólo hay playa
cómo saber si yo soy indio
     si yo soy Crow o yo soy Cuervo,
     si ni la Luna quiere verme
y Padre Sol nunca aparece:
qué larga es la ribera de la noche,
     qué larga es.
No es que esté solo, es que no existo
es que no hay nadie en esta playa
y ya ni yo aun me acompaño
     son estos ojos cual dos cuevas
y en mi cabeza sopla el viento:
será la muerte como un vino?
          habrá mujeres en la tumba?
     Qué larga es la ribera de la noche,
      qué larga es.



VASO

Wakefield, quien por una broma
se perdió a si mismo.


Hablamos para nada, con palabras que caen
y son viejas ya hoy, en la boca que sabe
que no hay nada en los ojos sino algo que cae
flores que se deshacen y pudren en la tumba
y canciones que avanzan por la sombra, tambaleantes
mejor que un borracho
y caen en las aceras con el cráneo partido
y quizá entonces cante y diga algo el cerebro
ni grito ni silencio sino algún canto cierto
y estar aquí los dos, al amparo del Verbo
sin hablar nada ya, con las bocas cosidas
las dos al grito de aquel muerto
mientras caen las estatuas y de aquellas iglesias
el revoque es la lluvia fina pero segura
sobre ese suelo inmenso que bendicen cenizas
y caen también las cruces, y los nombres se borran
de amores que decían, y de hombres que no hubo
y de pronto, en el bar, tan solos, sí tan solos,
me asomo al pozo y veo, en la copa un rostro
grotesco de algún monstruo
que ni morir ya quiere, que es una cosa sólo
que se mira y no ve, como un hombre perdido
para siempre al fondo de los hombres
extranjero en el mundo, un extraño en su cuerpo
una interrogación tan sólo que se mira sin duda
con certeza, perdida al fondo de ese vaso.


De: El último hombre [1982]

PROYECTO DE UN BESO

Te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra
te mataré mañana poco antes del alba
cuando estés en el lecho, perdida entre los sueños
y será como cópula o semen en los labios
como beso o abrazo, o como acción de gracias
te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra
y en el pico me traiga la orden de tu muerte
que será como beso o como acción de gracias
o como una oración porque el día no salga
te mataré mañana cuando la luna salga
y ladre el tercer perro en la hora novena
en el décimo árbol sin hojas ya ni savia
que nadie sabe ya por qué está en pie en la tierra
te mataré mañana cuando caiga la hoja
decimotercera al suelo de miseria
y serás tú una hoja o algún tordo pálido
que vuelve en el secreto remoto de la tarde
te mataré mañana, y pedirás perdón
por esa carne obscena, por ese sexo oscuro
que va a tener por falo el brillo de este hierro
que va a tener por beso el sepulcro, el olvido
te mataré mañana cuando la luna salga
y verás cómo eres de bella cuando muerta
toda llena de flores, y los brazos cruzados
y los labios cerrados como cuando rezabas
o cuando me implorabas otra vez la palabra
te mataré mañana cuando la luna salga,
y así desde aquel cielo que dicen las leyendas
pedirás ya mañana por mí y mi salvación
te mataré mañana cuando la luna salga
cuando veas a un ángel armado de una daga
desnudo y en silencio frente a tu cama pálida
te mataré mañana y verás que eyaculas
cuando pase aquel frío por entre tus dos piernas
te mataré mañana cuando la luna salga
te mataré mañana y amaré tu fantasma
y correré a tu tumba las noches en que ardan
de nuevo en ese falo tembloroso que tengo
los ensueños del sexo, los misterios del semen
y será así tu lápida para mí el primer lecho
para soñar con dioses, y árboles, y madres
para jugar también con los dados de noche
te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra.


De: Dioscuro [1982]


CUANDO CANSADO DESDE EL LECHO...

Cuando cansado desde el lecho, me
levanto a mirarte,
Juvencio, y otra vez
el cansancio reencuentro
de nuevo pienso en Cieno que los ojos de semen
sin cansarse cegaba; y cuando una vez solo
miro vacía la cama
como siempre lo estuvo
recuerdo
el látigo aun, con la última fuerza.


De: Poemas del Manicomio de Mondragón [1987]

EL LAMENTO DE JOSÉ DE ARIMATEA

No soporto la voz humana,
mujer, tapa los gritos del
mercado y que no vuelva
a nosotros la memoria del
hijo que nació de tu vientre.

No hay más corona de
espinas que los recuerdos
que se clavan en la carne
y hacen aullar como
aullaban
en el Gólgota los dos ladrones.
Mujer,
no te arrodilles más ante
tu hijo muerto.
                                Bésame en los labios
como nunca hiciste
y olvida el nombre
maldito de
Jesucristo.

      Así arderá tu cuerpo
y del Sabbath quedará
tan sólo una lágrima
y tu aullido.

ACERCA DEL CASO DREYFUSS SIN ZOLA O LA CAUSALIDAD DIABÓLICA EL FIN DE LA PSIQUIATRÍA

LA LOCURA se puede definir, muy brevemente, como una regresión al abismo de
la visión o, en otras palabras, al cuerpo humano que ésta gobierna. En efecto, la
zona occipital, que regula el desarrollo del a visión, controla, según mi hipótesis,
el cerebro, y el cerebro controla todo el cuerpo. De ahí que sea tan importante lo que
Lacan minimizaba como “inconsciente escópico”, y esa mirada a la que el dicho
psicoanalista apodaba “objeto a minúscula”. Por el contrario, la mirada es un infinito.
Contiene imágenes en forma de alucinaciones que no lo que Jung llamara “arquetipos”
y Rascowski “visión prenatal”. Ferenczi habó del inconsciente biológico: por muy
increíble que parezca, éste está contenido en la mirada en forma de alucionaciones. La
magia, el inconsciente antes de Freud, lo sabía: “fons oculus fulgur”. Freud también
decía que el inconsciente se crea a los cuatro o cinco años; en efecto, los niños padecen
dichas alucinaciones de una forma natural: de ahí el retorno infantil al totemismo, del
que hablara también el fundador del psicoanálisis.
Pero el cuerpo humano, que, salvo para los niños, es un secreto, contiene
igualmente alucinaciones olfativas o junguiniano alguno, es decir, a inconsciente alguno
de la especie o, en otras palabras, a su pasado, en el que los dioses están bajo la figura
de tótems, pues no en vano la palabra “zodiaco” significa en griego animales. Dioses
esto, pues, corporales, hijos del Sol y de la Tierra.
He aquí, por consiguiente, que le cuerpo contiene la locura y, como el único
cuerpo entero que existe es el cuerpo infantil, es por tal motivo que la esquizofrenia
tuvo por primer nombre “demencia praecox” o demencia traviesa. Respecto a la
paranoia, su problemática es triple o, en otras palabras, quiero decir que existen tres
pidos de paranoia, pues ya nos dijo Edwin Lemert que no existe la paranoia pura; uno
de los tipos de paranoia cuyo síndrome es el delirio de autorreferencia, nos reenvía al
problema de que el psiquismo animal es colectivo, y ese es el magma alquímico, en
cuyo seno se hunde al género del paranoico. El otro género de paranoico es el que
proyecta su agresividad, con frecuencia, sobre su mujer en el delirio de los celos. El
tercer género del paranoico es el que, según ya dijo Edwin Lemert, tiene realmente
perseguidores. Ese es el caso al que yo llamo el caso Jacobo Petrovich Goliardkin (el
protagonista de El doble de F.N.Dostoyewski). Es un sujeto con frecuencia deforme,
enano o simplemente raro, o tan oscuro como Dreyfuss, que es víctima de agresiones,
humillaciones y vejaciones por parte de sus amigos o compañeros de oficina, -o, a
veces, de un portero, o sencillamente de un camarero-, y que para dar sentido estético a
su vivencia se inventa a los masones, o a la C.I.A., metáforas que reflejan a tan
sombríos compañeros.
Las otras locuras son frecuentemente producto de la psiquiatría: tal es el caso de
las alucinaciones auditivas, que no existen en estado natural alguno y que son producto
de la persecución social o psiquiátrica que cuelga, como vulgarmente se dice, en lugar
de explicar o aclarar. Pues cada ser humano puede ser en potencia un psiquiatra, con
sólo prestarnos la ayuda de su espejo. Pasemos ahora al caso de Dreyfuss; el caso
Dreyfuss, en verdad, fue, como el mío, un caso muy extraño. Ni yo ni él entendíamos el
origen de la persecución; su naturaleza, sin embargo, o su mecanismo puede definirse
como el efecto “bola de nieve”: se empieza por una pequeña injusticia y se sigue por
otra y por otra más aún hasta llegar a la injusticia mayor, la muerte. O bien como en el
lynch empieza uno y continúan todos. Así, yo he sido la diversión de España durante
mucho tiempo y, a la menor tentativa de defenderme, encontraba la muerte, primero en
Palma de Mallorca en forma de una navaja y, luego, en el manicomio del Alonso Vega
(Madrid) en forma de una jeringa de estricnina; pero todo por un motivo muy oscuro, no
sé si por mi obsesión por el proletariado, nacida en la cuna de la muerte, o bien, por
miedo a que desvelara los secretos de un golpe de Estado en que fui utilizado como un
muñeco, y en el que los militares tuvieron, primero, la cortesía de apodarme
“Cervantes”, para llamarme después, en el juicio, “el escritorzuelo”. Pero no son sólo
los militares los que me usaron; en España me ha usado hasta el portero para ganarse
una lotería que de todos depende, porque el psiquismo animal es colectivo, y éste es el
motivo de que el chivo expiatorio regale gratuitamente la suerte, en un sacrificio ritual
en pleno siglo XX, en nombre de un dios que ya no brilla, sino que cae al suelo herido
por las flechas de todos. Ese dios al que todos odian por una castidad que ha convertido
al español en un mulo y en una mala bestia. Al parecer toda España ha rodeado
amorosamente a la muerte entre sus brazos, y la prefieren la sexo y a la vida.
Que ella les dé al fin su último beso en la pradera célebre del uno de mayo.

HIMNO A SATÁN

Tú que eres tan sólo
una herida en la pared
y un rasguño en la frente
que induce suavemente
a la muerte.
Tú ayudas a los débiles
mejor que los cristianos
tú vienes de las estrellas
y odias esta tierra
donde moribundos descalzos
se dan la mano día tras día
buscando entre la mierda
la razón de su vida;
ya que nací del excremento
te amo
y amo posar sobre tus
manos delicadas mis heces
Tu símbolo era el ciervo
y el mío la luna
que la lluvia caiga sobre
nuestras fauces
uniéndonos en un abrazo
silencioso y cruel en que
como el suicido, sueño
sin ángeles ni mujeres
desnudo de todo
salvo de tu nombre
de tus besos en mi ano
y tus caricias en mi cabeza calva
rociaremos con vino, orina y
sangre las iglesias
regalo de los magos
y debajo del crucifijo
aullaremos.

De: Piedra Negra o del Temblor [1992]

[YO FRANÇOIS VILLON]

Yo François Villon, a los cincuenta y un años
gordo y corpulento, de labios color ceniza
y mejillas que el vino amoratara,
a una cuerda ahorcado
lo sé todo acerca del pecado.
Yo, François Villon,
a una cuerda pendido
me balanceo lento, habiendo sido
peor que Judas, quien también murió ahorcado.
Las viejas se estremecen al oír mis hazañas
pues no tuve respeto para la vida humana.
Que el viento me mueva, ya oigo cerca las voces
de aquellos que mandé a freír monas.
Me esperan en el infierno
y alargan las manos
porque se ha corrido allí, del Leteo al Cocyto
¡que al fin Villon había muerto ahorcado!
Ya la luna aparece, e ilumina la horca
dando a mi rostro el color de la sangre
yo, que hice mal sabedor de que lo hacía
hasta que por fin he muerto ahorcado.
Ya los lobos ladran en torno al patíbulo
y los niños gritan, parecidos a ratas:
¡Villon ha muerto ahorcado!
Viejas que me insultabais en la carretera oscura:
¡sabed que el semen moja mis caderas
y es fresco y sabroso el semen del ahorcado!
Que mis dientes sirvan
de jugo en tu caldera
bruja de los límites, tú a quien admiro
sabedora de embrujos, de filtros y de hechizos
más poderosos que la fe y que los apóstoles
de quienes se burló el Mago, más apta que ellos
para conocer el dolor
¡de este que un sepulcro merece!
Y que el viento diga, al amanecer, mañana
vanamente a ranas y a gusanos
Villon se ha hecho al fin célebre
pues al fin una horca dibuja su figura
¡Villon ha muerto ahorcado!
Y que de mi mano ajada caiga la rosa
que mis dientes estrujaron
pues ella supo mis crímenes
y fue mi confidente
y dígalo ella al mundo, cayendo sobre el suelo
¡Villon ha muerto ahorcado!
Pronto vendrá la canalla
a hozar en mi tumba
y orinarán encima, y los amantes
harán seguro el amor sobre mis huesos
y será la nada mi más escueto premio
para que ella lo diga,
no sé si nada o rosa:
¡Villon ha muerto ahorcado!
Sabrán de mí los niños
de edades venideras
como de un gran pecador
y asustados correrán a esconderse
bajo las sábanas cuando sus madres
les digan: «Cuidado ahí viene».
Y esa será la fama de Villon, el Ahorcado.
Y será tal mi fama que prefiero el olvido
porque un día, mañana
de ese futuro que el hedor hace
parecerse al recuerdo, una mano
dejará caer, al oír mi nombre
el fruto del culo, el excremento
y mi vida, y mi carne, y todos mis escritos
¡promesa serán sólo para las moscas!

De: Orfebre [1995]

LA CUÁDRUPLE FORMA DE LA NADA

Yo he sabido ver el misterio del verso
que es el misterio de lo que a sí mismo nombra
el anzuelo hecho de la nada
prometido al pez del tiempo
cuya boca sin dientes muestra  el origen del poema
en la nada que flota antes de la palabra
y que es distinta a la nada que el poema canta
y también a esa nada en que expira el poema:
tres son pues las formas de la nada
parecidas a cerdos bailando en torno del poema
junto a la casa que el viento ha derrumbado
y ay del que dijo una es la nada
frente a la casa que el viento ha derrumbado:
porque los lobos persiguen el amanecer de las formas
ese amanecer que recuerda a la nada;
triple es la nada y triple es el poema
imaginación escrita y lectura
y páginas que caen alabando a la nada
la nada que no es vacío sino amplitud de palabras
peces shakespearianos que boquean en la playa
esperando allí entre las ruinas del mundo
al señor con yelmo y con espada
al señor sin fruto de la nada.
Testigo es su cadáver aquí donde boquea el poema
de que nada se ha escrito ni se escribió nunca
y ésta es la cuádruple forma de la nada.



LEOPOLDO MARÍA PANERO BLANC, poeta,  narrador y ensayista español, encuadrado en la poesía española contemporánea dentro del grupo de los novísimos. Nació en Madrid, el 16 de junio de 1948. Hijo del poeta Leopoldo Panero (1909–1962) y Felicidad Blanc (1913–1990), hermano del también poeta Juan Luis Panero (1942) y Michi Panero (1951–2004), sobrino del poeta Juan Panero (1908–1937) y primo del periodista, crítico de cine y actor teatral madrileño José Luis Panero González-Barosa (1975-). Estudia Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid y Filología Francesa en la Universidad Central de Barcelona. En los años 70 es ingresado por primera vez en un psiquiátrico. Sin embargo, sus constantes reclusiones no le impiden desarrollar una copiosa bibliografía no sólo como poeta, sino también como traductor, ensayista e incluso narrador. A finales de la década de los 80, cuando por fin su obra alcanza el aplauso de la crítica entendida, se decide que ingrese de manera permanente en el psiquiátrico de Mondragón. Sin embargo, casi diez años después se establece en la Unidad Psiquiátrica Juan Carlos I de Las Palmas de Gran Canaria dónde vivía en régimen abierto por voluntad propia y fallece el 5 de marzo del 2014, a los 65 años.


Obra Publicada:

Poesía

Por el camino de Swan (1968)
Así se fundó Carnaby Street (1970).
Teoría (1973)
Narciso en el acorde último de las flautas (1979)
Last River Together (1980)
El que no ve (1980)
Dioscuros (1982)
El último hombre (1984)
Antología (1985)
Poesía 1970–1985 (1986)
Contra España y otros poema de no amor (1990)
Agujero llamado Nevermore (Selección poética, 1968–1992) (1992)
Heroína y otros poemas (1992)
Piedra negra o del temblar (1992)
Orfebre (1994)
Tensó (1996).
El tarot del inconsciente anónimo (1997)
Guarida de un animal que no existe (1998)
Abismo (1999)
Teoría lautreamontiana del plagio (1999)
Poemas del manicomio de Mondragón (1987)
Suplicio en la cruz de la boca (2000)
Teoría del miedo (2000)
Poesía completa (1970–2000) (2001)
Águila contra el hombre: poemas para un suicidamiento (2001)
Me amarás cuando esté muerto (2001).
¿Quién soy yo?: apuntes para una poesía sin autor (2002).
Buena nueva del desastre (2002)
Poemas del manicomio del Dr. Rafael Inglot (2002)
Conversación (2003).
Esquizofrénicas o la balada de la lámpara azul (2004)
Erección del labio sobre la página (2004)
Danza de la muerte (2004)
CD-Libro Moviedisco (2004)
Poemas de la locura seguido por El hombre elefante (2005)
Presentación del superhombre (2005).
Outsider, un arte interior (Versos esquizofrénicos, Poemas sugeridos por los dibujos de esquizofrénicos) (2007).
Páginas de excremento o dolor sin dolor (2008). Edición manuscrita con dibujos del propio autor
Sombra (2008)
Escribir como escupir (2008)
Conjuros contra la vida (2008)
Voces en el desierto (2008).
Esphera (2009)
Tango (2009)
La tempesta di mare (2009)
Reflexión (2010)
Locos de altar (2010)
La flor en llamas (2011)
Traducciones / Perversiones (2011)
Territorio del miedo / Territoire de la peur (Anthologie poétique, traduction Stéphane Chaumet) (2011)
Cantos del frío (2011).

Narrativa:

El lugar del hijo (1976), libro de relatos fantásticos
Dos relatos y una perversión (1984)
Y la luz no es nuestra (1993)
Palabras de un asesino (1999)
Los héroes inútiles [epistolario con el joven escritor Diego Medrano] (2005)
Papá, dame la mano que tengo miedo (2007)
Cuentos completos (2007)

Ensayo:

Mi cerebro es una rosa, (1998)
Prueba de vida. Autobiografía de la muerte, (2002).