«Yo seria un gran muerto.
[...]
Tal vez alguien diría que fui leal y fui bueno.
Pero solamente tu recordarías
mi manera de mirar a los ojos.»
Roque Dalton, El Vanidoso
«Te han llevado a enterrar casi a empujones
bajo un cielo de planta manchado de palomas.
Todo el mundo contento: en adelante
ibas a ser problema de la tierra,
larga semilla, sótano de la grama.»
Roque Dalton, Difunto Solo
A propósito de una nota en homenaje al poeta salvadoreño-nicaraguense Juan Felipe Toruño, Danica M. Novotnik puso de relieve la importancia que el veterano escritor y periodista nicaragüense tuvo como mentor y forjador de nuevas generaciones literarias salvadoreñas, entre ellas, la llamada «Generación Comprometida» integrada por jóvenes estudiantes universitarios, entre quienes se encontraba Roque Dalton considerado como una de sus figuras más rutilantes y descollantes. El poeta y novelista salvadoreño, amigo y antiguo camarada universitario de Dalton, Manlio Argueta, testimonia el apoyo de Toruño a la «Generación Comprometida»: «Algunos de estos grupos jóvenes que surgieron a lo largo de varias generaciones a partir de los años 30, contaron con el espacio que propiciaba “Sábados de Diario Latino”. Poetas, narradores y periodistas que con el tiempo se constituyeron en representativos que hicieron trascender ese tiempo, no obstante que el mismo Toruño tuviera desacuerdos momentáneos con ellos, lo cual es un mérito mayor para él porque, aun sin compartir las posiciones de los jóvenes, tuvo la visión de apoyarlos en una actitud que arrancaba de propiciar esos espacios a ideas de vanguardia.
En esto, el escritor y periodista estaba claro. Así, al referirse a la situación de las letras del país afirma que “ha estado ausente la mesura despojada de pasión y de preferencias, como ha faltado la lógica para el inventario de ideas. Se abrió a los jóvenes que no contaban con medios para expresarse, ya fuese porque representaban nuevas opciones, o porque no tenían una consagración, o porque el marco social no entendía el significado del planteamiento intuitivo y humanístico a través de la novedad de ideas, de las propuestas alternativas desde la sociedad civil. O bien provenía el bloqueo de un prejuicio conservador propio de su tiempo de tempestades. Era difícil así, entender a quienes intuían un futuro diferente. Precisamente la vanguardia tiene entre otras cualidades distintivas adelantarse a su época, romper con aquellos parámetros que fenecen con el tiempo [...] Uno de los grupos más favorecidos por los “Sábados de Diario Latino” y que fueron los que plantearon una ruptura que los acercaba más a una vanguardia literaria: el Círculo Literario Universitario, fundado por Roque Dalton y por el poeta guatemalteco Otto René Castillo. En una primera declaración de principios se definen con un tono propio de lo que son: un grupo de estudiantes de primeros años de la Universidad; el planteamiento no tiene nada de novedoso:
En esto, el escritor y periodista estaba claro. Así, al referirse a la situación de las letras del país afirma que “ha estado ausente la mesura despojada de pasión y de preferencias, como ha faltado la lógica para el inventario de ideas. Se abrió a los jóvenes que no contaban con medios para expresarse, ya fuese porque representaban nuevas opciones, o porque no tenían una consagración, o porque el marco social no entendía el significado del planteamiento intuitivo y humanístico a través de la novedad de ideas, de las propuestas alternativas desde la sociedad civil. O bien provenía el bloqueo de un prejuicio conservador propio de su tiempo de tempestades. Era difícil así, entender a quienes intuían un futuro diferente. Precisamente la vanguardia tiene entre otras cualidades distintivas adelantarse a su época, romper con aquellos parámetros que fenecen con el tiempo [...] Uno de los grupos más favorecidos por los “Sábados de Diario Latino” y que fueron los que plantearon una ruptura que los acercaba más a una vanguardia literaria: el Círculo Literario Universitario, fundado por Roque Dalton y por el poeta guatemalteco Otto René Castillo. En una primera declaración de principios se definen con un tono propio de lo que son: un grupo de estudiantes de primeros años de la Universidad; el planteamiento no tiene nada de novedoso:
«Queremos ser los mejores... Por ahora somos jóvenes inquietos por las letras, la música, la pintura... sabemos hasta lo más hondo de nuestros afectos que el intelectual de ahora es un hombre esencialmente telúrico en comunión continua con sus pueblos, con sus alegrías y tristezas” (Primer Sábado dedicado al Círculo Literario Universitario, el día 28 de enero de 1956).»1
La poesía de Dalton es inseparable de su vida, y su modo de vida no se entiende al margen de sus elecciones políticas. Sin duda, la imagen política de Dalton ha predominado sobre su figura literaria. Esto es resultado de una «invención editorial», como ya lo señaló Rafael Lara Martínez, que privilegia la imagen del «poeta guerrillero». Cabe preguntarnos por la sinceridad con que han actuado los constructores de su imagen de guerrillero. Cuando lo mataron sus propios compañeros del Ejército Revolucionario del Pueblo tenía cuarenta años de edad. Es cierto que sus declaraciones de apoyo a la lucha armada comenzaron a conocerse a finales de los años 60, pero Dalton no tomó las armas ni pasó a la clandestinidad en aquella época de juventud, sino recién a una edad madura durante los últimos años de su vida.
En varios momentos recibió instrucción militar, como muchos de los escritores de su generación, cuando en la década de los sesenta el Partido Comunista Salvadoreño concibió la idea de organizar un frente armado. Y Dalton solía bromear ante una idea que entonces le parecía inverosímil o descabellada. Pero de los testimonios surgidos, luego de su muerte, es poco probable que haya participado activamente en la lucha armada. Del 5 al 14 de marzo de 1980, Manlio Tirado publicó en Excelsior una serie de entrevistas, testimonios y documentos sobre la situación salvadoreña. Este material fue recogido en La crisis política en El Salvador. Reportaje documental y testimonial, (Ediciones Quinto Sol 1980). Hay allí una autocrítica hecha por elementos del Ejército Revolucionario del Pueblo donde insólitamente acusan a Roque Dalton de haber sido «víctima» y «hechor» de su propia muerte. Y, entre otras cosas, se le reprocha no haber sido, como siempre se ha dicho, uno de los cuadros fundadores u organizadores del ERP ni uno de sus jefes militares y hasta se deja en claro que no fue un combatiente regular, ya que solamente participó en una única operación militar, la toma de la Radioemisora YSR en marzo de 1974.2
En varios momentos recibió instrucción militar, como muchos de los escritores de su generación, cuando en la década de los sesenta el Partido Comunista Salvadoreño concibió la idea de organizar un frente armado. Y Dalton solía bromear ante una idea que entonces le parecía inverosímil o descabellada. Pero de los testimonios surgidos, luego de su muerte, es poco probable que haya participado activamente en la lucha armada. Del 5 al 14 de marzo de 1980, Manlio Tirado publicó en Excelsior una serie de entrevistas, testimonios y documentos sobre la situación salvadoreña. Este material fue recogido en La crisis política en El Salvador. Reportaje documental y testimonial, (Ediciones Quinto Sol 1980). Hay allí una autocrítica hecha por elementos del Ejército Revolucionario del Pueblo donde insólitamente acusan a Roque Dalton de haber sido «víctima» y «hechor» de su propia muerte. Y, entre otras cosas, se le reprocha no haber sido, como siempre se ha dicho, uno de los cuadros fundadores u organizadores del ERP ni uno de sus jefes militares y hasta se deja en claro que no fue un combatiente regular, ya que solamente participó en una única operación militar, la toma de la Radioemisora YSR en marzo de 1974.2
Roque Antonio Dalton García fue hijo de un empresario estadounidense, Winall Dalton, y de la modesta enfermera María García Medrano. Era también conocido por su nombre de batalla, Julio Delfos Marín, pero sus amigos íntimos preferían llamarlo por el apodo de «Vache». Periodista, ensayista, novelista, poeta y revolucionario, nació el 14 de mayo de 1935, en el barrio de San Miguelito, en San Salvador, ciudad capital del El Salvador. Su formación inicial la recibió con los jesuitas del Colegio Externado de San José. Más tarde estudiaría jurisprudencia, ciencias sociales y antropología en universidades de El Salvador, Chile y México. Con otros escritores de izquierda conformó el Círculo Literario Universitario en 1956, una agrupación que se caracterizó por su fuerte e incuestionable compromiso con la lucha social. Su compromiso social lo impulsa a participar desde muy joven en los movimientos revolucionarios clandestinos y pronto se convierte en un perseguido político de los distintos regímenes militares de su país. Es encarcelado varias veces e incluso sobrevivió a un par de sentencias a muerte. Eduardo Galeano, recordando a Dalton escribe: «Roque Dalton, alumno de Miguel Mármol en las artes de la resurrección, se salvó dos veces de morir fusilado. Una vez se salvó porque cayó el Gobierno y otra vez se salvó porque cayó la pared, gracias a un oportuno terremoto. También se salvó de los torturadores, que lo dejaron maltrecho pero vivo, y de los policías que lo corrieron a balazos. Y se salvó de los hinchas de fútbol que lo corrieron a pedradas, y se salvó de las furias de una chancha recién parida y de numerosos maridos sedientos de venganza. Poeta hondo y jodón, Roque prefería tomarse el pelo a tomarse en serio, y así se salvó de la grandilocuencia y de la solemnidad y de otras enfermedades que gravemente aquejan a la poesía política latinoamericana. No se salva de sus compañeros. Son sus propios compañeros quienes condenan a Roque por delito de discrepancia. De al lado tenía que venir esta bala, la única capaz de encontrarlo.»3
Como recuerda Galeano, en 1961 logra escapar de una de sus prisiones gracias a un terremoto y se exilia y vive temporalmente en Guatemala, México, Checoslovaquia y Cuba. En 1969, por su libro Taberna y otros lugares, recibe el Premio Casa de las Américas, en el género de poesía. En 1973, después de una cirugía reconstructiva, regresa clandestinamente a su país para enrolarse en el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), del que una de sus facciones sería responsable de su asesinato. Miembros del Ejército Revolucionario del Pueblo, organización guerrillera a la que pertenecía Roque Dalton, condujeron al poeta a una cárcel improvisada, la denominada «casa de seguridad», donde funcionó un «Consejo de Guerra» integrado por Joaquín Villalobos, Jorge Meléndez, Vladimir Rogel y Alejandro Rivas Mira, autor intelectual del asesinato y jefe político de dicha organización. Este «Consejo de Guerra» lo acusa falsamente de ser un agente infiltrado de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) y el 10 de mayo de 1975 es condenado a muerte y finalmente ejecutado por un militante revolucionario. No se sabe a ciencia cierta quien fue su verdugo. Algunos sostienen que fue Joaquín Villalobos, entre ellos, el escritor mexicano Gabriel Zaid quien, su ensayo «Colegas enemigos. Una lectura de la tragedia salvadoreña», publicado en su obra De los libros al Poder (Océano, México 1998), sostiene:
«Joaquín Villalobos, también conocido por su nombre clandestino "René Cruz", es nada menos que el asesino de Roque Dalton.»4
Jorge Dalton (hijo de Roque Dalton) también señala a Villalobos como el autor material del asesinato de su padre. Y describe los momentos previos a la ejecución de su padre con estas palabras: «El poeta fue golpeado salvajemente durante los días previos a su asesinato. Sus verdugos entre ellos Villalobos sabían de antemano a quien asesinarían. Se jactaban diciéndole en cada golpiza que pronto acabarían con la vida de un "intelectual de mierda y pequeño burgués", que "en las filas de los revolucionarios no había cabida para semejantes traidores". A altas horas de la noche, Dalton fue colocado de espaldas frente a una pared, un disciplinado militante revolucionario entró a la habitación convertida en prisión y ejecutó la orden, volándole la tapa de los sesos el día 10 de mayo de 1975. La sangre del poeta se esparció por todo el cuarto, la que hubo que limpiar por varios días seguidos, según me contó un testigo de los hechos.» Y sobre Joaquín Villalobos, declara Jorge Dalton en una entrevista concedida a la revista Cultura de El Salvador:
«El ex comandante guerrillero, que en sus épocas de gloria fue recibido en Cuba con todos lo honores habidos y por haber, ahora vive tranquilamente, como lo hacen los ex militares genocidas salvadoreños que ordenaron el asesinato de las monjas norteamericanas en los años ochenta. Fue en el pasado, miembro de la dirección de una organización marxista leninista de corte extremista y militarista, que enlutó muchos hogares salvadoreños con crímenes que han quedado impunes de la misma forma que ha sucedido con Monseñor Romero y los curas jesuitas asesinados por el gobierno militar, al cual Villalobos, combatía con tanta heroicidad.»5
Sin embargo, en dos libros publicados en el 2003, el primero Crónicas entre los espejos de Eduardo Sancho, uno de los integrantes de aquel «Consejo de Guerra» que juzgó y condenó a Dalton, y el segundo de Carlos Rico Mira, En silencio tenía que ser, se ofrece otra lectura de los hechos y explican las circunstancias en que halló la muerte de Roque Dalton, así como dan el nombre del asesino material (Vladimir Rogel Umaña, alias El Vaquerito) y el del asesino intelectual, Alejandro Rivas Mira, alias Sebastián Urquilla. Sancho y Rico Mira coinciden en que la decisión de ejecutar a Dalton fue tomada por los cuatro miembros de la Comisión Militar del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), tres votaron a favor, Alejandro Rivas Mira, Joaquín Villalobos y Vladimir Rogel Umaña, sólo Eduardo Sancho votó en contra. La leyenda dice que sus ejecutores, sin valor para mirarlo a los ojos, le administraron un somnífero antes de dispararle. También se dice que lo mataron de sorpresa: pasaron a su lado y de súbito le dispararon a quemarropa. Aquella fue la última de las celadas que le tendió la vida y de la que no pudo escapar porque, como dice Galeano, la única bala capaz de encontrarlo tenía que provenir del lado de sus compañeros de armas. La «muerte horrenda de Dalton», como la llamó Julio Cortázar, levantó una exclamación de repudio en todo el mundo y le dio paso a su leyenda. Una leyenda que se acrecienta día a día con nuevos enigmas. Uno de estos misterios es el paradero final del cuerpo de Dalton.
Sobre el modo que sus verdugos dispusieron el cuerpo de Roque Dalton existen versiones contradictorias. Algunas señalan que su cuerpo fue abandonado en un reconocido matadero del gobierno, en El Playón, donde los escuadrones de la muerte se deshacían de los cuerpos de sus víctimas para que sean devorados por los perros. La Misión de Observadores de las Naciones Unidas para El Salvador concluyó que el cuerpo de Roque Dalton fue enterrado, muy superficialmente, en El Playón, por lo que no se descarta que sus restos hayan sido devorados por los perros. Una versión inverosímil, pero legendaria, dice que el cadáver de Roque Dalton, asesinado el Día de la Madre en El Salvador, fue llevado a casa de su progenitora doña María García Medrano a quien supuestamente los asesinos le habrían dicho: «Hey madre, felicidades! Aquí le dejamos el cadáver de su hijo.» La verdad es que no se sabe, a ciencia cierta, el paradero del cuerpo de Roque Dalton. Los esfuerzos de la familia por recuperar el cuerpo del poeta revolucionario han sido persistentes, pero improductivos. Nunca se encontró el cuerpo de Roque Dalton. Es el primer caso, en El Salvador, de una desaparición forzada ocurrida dentro de las filas de una organización guerrillera. Como dice Gabriel Zaid, Roque Dalton fue «víctima del militarismo guerrillero». Durante muchos años, Eduardo Sancho le aseguró a Juan José Dalton que el cuerpo de su padre estaba resguardado. Durante muchos años la familia esperó poder hallar sus restos, guiados por la creencia de que el poeta había sido ejecutado y luego enterrado en un lugar específico e identificable. Con dolor, su hijo Juan José descubrió que no había un cadáver resguardado. Era una mentira. Hasta el día de hoy Roque Dalton continúa desaparecido desde mayo de 1975.
NOTAS:
1. Cfr. ARGUETA, Manlio, «Juan Felipe Toruño, historia literaria y “Sábados de Diario Latino”» en TORUÑO-HAENSLY, Rhina y NELSON, Ardis L. (Editoras), Juan Felipe Toruño en dos mundos. Análisis crítico de sus obras, CBH Books, (Boston, MA:, Cambridge Brickhouse, 2006), IV, 275-276.
2. Cfr. ZAID, Gabriel, De los Libros al Poder, Editorial Océano, (México 1998), 241-245.
3. Cfr. GALEANO, Eduardo, texto extraído del sitio Traficantes de Sueños: http://www.traficantes.net/index.php/trafis/libreria/textos/b_roque_dalton_b_poeta_y_revolucionario_salvadoreno
4. Cfr. ZAID, Gabriel, O. C., 225.
5. Cfr. GEREDA, Marcela, «Si, pero usted Sr. Villalobos mató a Roque Dalton», en http://trillas.org _PDF
LIBROS PUBLICADOS
POESÍA
Dos puños por la tierra (1955 co-autor Otto René Castillo)
Vengo desde la URSS amaneciendo (1957)
Mía junto a los pájaros (San Salvador, 1957)
La Ventana en el rostro (México, 1961)
El Mar (La Habana, 1962)
El turno del ofendido (La Habana, 1962)
Los Testimonios (La Habana 1964)
Poemas (Antología, San Salvador, 1968)
Taberna y otros lugares, Premio Casa de las Américas (La Habana, Cuba, 1969)
Los pequeños Infiernos (Barcelona 1970)
El amor me cae más mal que la primavera (1973)
ENSAYOS Y NARRATIVA:
El Salvador (monografía, 1963)
César Vallejo (La Habana 1963); México (1964)
El intelectual y la sociedad (La Habana, 1969)
¿Revolución en la revolución? y la crítica de la derecha (La Habana 1970)
Miguel Mármol y los sucesos de 1932 en El Salvador (1972)
Las historias prohibidas del Pulgarcito (México, 1974)
OBRAS PÓSTUMAS:
Poemas clandestinos (1980)
Pobrecito Poeta que era yo (narrativa, 1981)
Un libro rojo para Lenín (1986)
Un libro levemente odioso (poesía, 1988)
Los Hongos (poesía, 1989)
POESÍA ESCOGIDA
1. Y SIN EMBARGO, AMOR
Y sin embargo, amor, a través de las lágrimas,
yo sabía que al fin iba a quedarme
desnudo en la ribera de la risa.
Aquí,
hoy,
digo:
siempre recordaré tu desnudez en mis manos,
tu olor a disfrutada madera de sándalo
clavada junto al sol de la mañana;
tu risa de muchacha,
o de arroyo,
o de pájaro;
tus manos largas y amantes
como un lirio traidor a sus antiguos colores;
tu voz,
tus ojos,
lo de abarcable en ti que entre mis pasos
pensaba sostener con las palabras.
Pero ya no habrá tiempo de llorar.
Ha terminado
la hora de la ceniza para mi corazón.
Hace frío sin ti,
pero se vive.
2. BORRACHO DE TIJUANA
Yo soy el mismo de ayer el que no gime
Entre los dientes del coyote
El que descuartizado se sonríe
Pero que exige su cortejo y su fecha
Cuando le toca la ternura
Yo estuve ahí la luna lo diría las luciérnagas
Cada uno de mis poros
Fue un ojo herido por el humo del copal
Nada me arrebataron sin matarme
Y fui el ciego ambulante
Tocando el mapa de las hojas
El General Villa me despidió era el polvo aplastado
Después de darme unas monedas
Me vio partir moqueando sin decirme nada
Y por si alguno se inquietó con mi silencio
Diré que mi alma está en cuclillas
Desde entonces no mato bien
La niebla de repente me atonta
Toda la vieja niebla
Se quita el gran sombrero se acomoda
Entonces no sé si me vanaglorio
O si es cierto el flechazo que soporto
A pura sangre y dientes apretados
A puro chínguese alguien olvidando el escudo
Sólo el avance contra el golpe queda
Yo soy el mismo siempre el macheteado
A la orilla del potro el muchachito
Feroz a quien le hiede el nombre y qué me importa
El que conserva la guitarra
Abofeteando a la hembra la guitarra
Y a la sangre arruinada
Que es una mancha que me corre adentro
Tengo otras cosas que contar
El fango enseña mucho
Numerosas infamias nos regala para adornar el estandarte
El disminuido espejo que te escupe la cara
Amo creo a mi patria hasta matar
Hueso perfecto espero desnudar por gracia de los cuervos
La única ceremonia es el silencio
La única
3. EL VANIDOSO
Yo seria un gran muerto.
Mis vicios entonces lucirían como joyas antiguas
con esos deliciosos colores del veneno.
Habría flores de todos los aromas en mi tumba
e imitarían los adolescentes mis gestos de jubilo,
mis ocultas palabras de congoja.
Tal vez alguien diría que fui leal y fui bueno.
Pero solamente tu recordarías
mi manera de mirar a los ojos.
4. DESNUDA
Amo tu desnudez
porque desnuda me bebes con los poros,
como hace el agua cuando entre sus paredes me sumerjo.
Tu desnudez derriba con su calor los límites,
me abre todas las puertas para que te adivine,
me toma de la mano como un niño perdido
que en ti dejara quietas su edad y sus preguntas.
Tu piel dulce y salobre que respiro y que sorbo
pasa a ser mi universo, el credo que me nutre;
la aromática lámpara que alzo estando ciego
cuando junto a las sombras los deseos me ladran.
Cuando te me desnudas con los ojos cerrados
cabes en una copa vecina de mi lengua,
cabes entre mis manos como el pan necesario,
cabes bajo mi cuerpo más cabal que su sombra.
El día en que te mueras te enterraré desnuda
para que limpio sea tu reparto en la tierra,
para poder besarte la piel en los caminos,
trenzarte en cada río los cabellos dispersos.
El día en que te mueras te enterraré desnuda,
como cuando nacistes de nuevo entre mis piernas.
5. PARA SECAR TUS LÁGRIMAS
Como el duro asesino vuelve al lugar del crimen
Para percatarse del último panorama de su muerto.
Como la primavera vuelve desde las fauces del invierno
Con la vida en las manos de una flor inconclusa.
Como el perro del ciego vuelve después del golpe
Con los huesos abiertos a la luz del mendrugo.
Como la noche vuelve con sus negruras nuevas
Dejando al día roto con sus lanzas de hielo.
Como el peor hijo pródigo vuelve desde las calles
A la tranquila mesa y a los viejos aromas.
Herido con la herida más amplia y navegable.
Sediento con la sed más hija de la arena.
Así vuelvo a ti.
6. HOJAS
Hojas caídas
filos mudos de una delicada agresión
no es el otoño quien os vence.
Vosotras devoráis la tierra
hacéis de vuestra carne dorada a los pájaros
quemáis la boca de la nieve
que luego morirá ahumada y babeante.
Creemos que os pisamos
y en realidad sois quienes soportáis
nuestra pobre estatura.
Por eso os odiamos tanto como a nuestros héroes:
año con año os hacemos quemar.
Pero, !qué gran insulto nos significa la primavera!
7. EL DESCANSO DEL GUERRERO
Los muertos están cada día más indóciles.
Antes era fácil con ellos:
les dábamos un cuello duro una flor
loábamos sus nombres en una larga lista:
que los recintos de la patria
que las sombras notables
que el mármol monstruoso.
El cadáver firmaba en pos de la memoria
iba de nuevo a filas
y marchaba al compás de nuestra vieja música.
Pero qué va
los muertos
son otros desde entonces.
Hoy se ponen irónicos
preguntan.
¡Me parece que caen en la cuenta
de ser cada vez más la mayoría!
8. PRIMOGÉNITO
Yo en cambio lloro por mi alma:
mi alma es vaporosa cuando bebo solo:
los escombros de mi alma son traicionados por su dueño
para los testimonios de esta máquina implacable.
Y eso,
mientras sobre mis hombros cae -con infinita lentitud-
la ceniza amarilla de mis antepasados.
No sabemos lo que hemos perdido, oh correligionarios
en esto de la marca de Caín; pero
tiene que ser la ley o la plegaria, con toda seguridad.
Debería mejor hablar de la niebla en tono undívago,
hacer un recuento leve de las cosas de nuestra vida interior
Por encima muy lejos de los hombres que engullen
embutidos demasiado grasosos
y que son tan torpes para el asesinato
o para el primer acto en la noche amorosa).
Ah mínima, intrusa ciudad que cuelga de mi ventana
como un ahorcado!
9. EPITAFIO
Apareció un día de tantos
se supone.
Al principio solía beber vino a tragos lentos
en el último bar de aquella playa oscura
pronunciando los nombres de los mariscos
de una manera que llamaba a risa
y cantando confusas baladas que ninguno de los pobres borrachos
entendía.
Después se fue quedando aquí simplemente
sudoroso y rojísimo bajo el sol obstinado
casó con una puta oscura -santa mujer de lástima-
inaugurando una larga vecindad de silencio.
Phillips O’Mannion los ojos y el recuerdo llenos de su Irlanda natal
murió ayer en la calle las manos crispadas junto al pecho
sin pronunciar una palabra
sin alarmar a nadie
como quien paga por la vida poco precio.
Al estarle enterrando se rompieron las cuerdas
y el féretro cayó de golpe saltándose la tosca tapa de pino.
Su compañera -los labios despintados-
le echó el primer puñado de tierra
directamente en el rostro.
10. DIFUNTO SÓLO
Te han llevado a enterrar casi a empujones
bajo un cielo de planta manchado de palomas.
Todo el mundo contento: en adelante
ibas a ser problema de la tierra,
larga semilla, sótano de la grama.
Con el apuro no alcanzó para la cruz, pues este duro
leño con cuernos no remeda cruz.
Y el girasol salvaje
-regado con pipí del hijo del guarda-
apenas haga frío morirá.
Pobrecitos los muertos —se diría al mirarte—
¡Qué cosa más jodida es descansar en paz!
11. CORTAZARIANA
Oliendo a leche como una sala-cuna de Baltimore
Con el ritmo de una prostituta balinesa
O el de un gol de Pelé pintado por Chagall
Camina a la orilla del mar
Mi poetisa joven 1969
¿Qué esplendor el de sus equivocaciones
al citar a Michaux!
Su luz
Que hizo a Vallejo autor de Residencia en la Tierra
Es el vientre en que ahora descanso
Y al que los diccionarios geográficos
Llaman tan duramente “trópico”.
Dejando aparte toda hipocresía cultural
Confieso mis intenciones únicas a su respecto:
Verla desnuda
Y retilar su murta.
12. EL ÁNGEL Y LA SED
Ven, ven ven como el carbón
Extinto oscuro
Que encierra una muerte.
Vicente Aleixandre.
I
Tus pasos y otra ruta.
Mi corazón estático.
Mis detenidos pasos
Sobre mi corazón estático.
¿Qué más para el dolor corporizado
acompañando la profunda sal
de mis impulsos?
No somos ya el hermoso ayer
Ni la total entrega...
II
He llorado por hombre
Y por la lejana pureza de tus labios.
Dulce la tarde nueva de amanecer sin ti,
Mas con tu luz y tu temblor
Entre la algarabía silenciosa de mis manos,
Dulce la soledad en que te invoca mi alma
Dulce la clara fiebre que deshojo, dulce, amada, la lágrima,
Han constituido para mis tormentas
La piedra soportal y el agua fresca,
Y el desnudo puñal
Y el ciego tigre hambriento
Destruyendo la flor
Que no renace en mi pecho.
Viña del Mar,
¿recuerdas?
El mar helado y negro,
El viento y sus caballos asesinando el alba
Y el pequeño silencio de la vida
En esa arena pura
Y los dos besos últimos
¿Por qué no he de llorarte,
segadora de mi ansia,
ola total del insurrecto mar que desperdicio,
desde el árbol de sangre
con que ahora camino?