Consuelo Suncín: Mujer del mundo recupera derechos por Manlio Argueta


Artículo Inédito Exclusivo para Analecta Literaria


I. Resumen biográfico de una mujer invisible


Desde el Japón me llegó una linda iniciativa de escribir sobre el escritor francés Antoine de Saint Exupery y de su esposa salvadoreña Consuelo Suncín de Saint Exupery, la mujer inspiradora, el personaje "la rosa", de la gigante y pequeña obra maestra de la literatura mundial, El Principito, traducida a más de cien idiomas. Inicio este trabajo esbozando algunas líneas biográficas sobre la salvadoreña y centroamericana Consuelo Suncín (1901-1979).

Lo que quiero destacar de ella es a la mujer distinta, la centroamericana diferente, la más (y el más) universal de los salvadoreños, que proyecta nuestra identidad emigrante, calidad muy vinculada al respeto de derechos humanos y universales. Entre otras cosas, era una artista, aunque se le critica que siempre quisiera reivindicar su titulo de Condesa. Quiero pensar que es algo más, es la reina de la diáspora salvadoreña y centroamericana.

Consuelo Suncín viaja sola, primer proeza migratoria, a los Estados Unidos en 1920, dado este antecedente es posible afirmar que se constituyó en una estrella errante, en una avanzada de la cultura emigrante que prevalece desde principios del siglo pasado en América Central. Casa con un militar mexicano pero enviuda a los dos años. Viaja desde California a México con la idea de buscar trabajo, ahí, a los veintidós años, se presenta al filósofo y político José Vasconcelos, padre del sistema educativo de ese país, creador del lema "Por mi raza hablará el espíritu", de la Universidad Nacional de México. Ministro de Educación, ensayista y figura controversial de la revolución mexicana. La joven logra cita con él y le presenta una carta a la que el ministro no le da importancia. "Una joven tan encantadora como usted no necesita trabajar", confiesa Vasconcelos que le dijo; después, ella le reprochó su actitud misógina, dicho por el mismo Vasconcelos. Pasado un tiempo vuelve a buscar al famoso educador, llamado el Pitágoras de México. Se establece una relación amorosa que Vasconcelos relata en sus Memorias, (volumen El Desastre) obra de casi 1500 paginas, y que pinta a través de su vida personal al México de su época, por ello, una obra de gran trascendencia.

En ese marco de romance inusitado, y por razones de destierro político, Vasconcelos debe viajar a Francia y hasta allá lo sigue la joven Consuelo Suncín, pero la pareja dispareja se separa entre amor y discordias. Cuando la salvadoreña se cansa de la relación infiel del Pitágoras mexicano, aparece en escena uno de los prosistas más famosos de habla hispana en su época, Enrique Gomez Carrillo, "el mago de la prosa española", o "el príncipe de la crónica en lengua española", escritor que llegó concertar a lo mejor de la intelectualidad europea, incluyendo la francesa. Como amante de Mata Hari y esposo de la actriz española Raquel Meller, se volvió un gran referente, escritor renombrado y enriquecido por sus derechos de autor. Con todo respeto puedo decir que fue una especie de García Márquez de la época, aunque la obra de Gómez Carrillo no soportó las decisiones del tiempo. Este de enamora de Consuelo Suncín, casa con ella, pero muere al año dejándole a su viuda como heredera universal de sus bienes cuantiosos, incluyendo castillos y las relaciones con la intelectualidad, desde Oscar Wilde, Verlaine, Maeterlinck, Breton y los artistas aun en búsqueda como Dali, Picasso, Miró, Diego Rivera.

En Buenos Aires, la viuda salvadoreña, invitada por el Presidente Hipólito Irigoyen de Argentina, se encuentra, como por acto de magia, con la figura de Antoine Saint-Exupery, procedente de la más alta aristocracia francesa, famoso aviador, y forjador de las primeras rutas aéreas desde Europa al Cono Sur, o desde Norteamérica hasta América del Sur. Hablamos de la década de los 20 del siglo veinte. Para imaginar mejor el significado de su oficio heroico, en ese tiempo no existían cabinas presurizadas, los aviones eran de dos plazas y los aviadores tenían que escoger entre el peso de la gasolina y los termos de café para no dormirse en sus largos viajes de hasta dieciséis horas cruzando el Atlántico o todo el continente americano o asiático. Según relatos de los artistas franceses que acompañaban a la Suncín, en su viaje a Argentina, el escritor francés, se enamoró de inmediato de la centroamericana.

¿Por qué mencioné al principio al Japón vinculándola con la salvadoreña Consuelo Suncín? ¿Qué tiene que ver esta con los derechos de mujer y humana, ella que comienza a vivir en aquellos años cuando apenas se les concedía a las mujeres su calidad de tener alma?

Explico las razones: la idea es crear un Museo El Principito y de los Saint- Exupery, en América Central. Pese a que se trata de una obra francesa, la inspiradora del libro nació en El Salvador. Y en Japón existe el único museo en el mundo sobre Antoine Saint-Exupery, a su esposa Consuelo a quien se le ha dedicado un jardín de rosas.

Consuelo Suncín nos hace recordar a Frida Kahlo, quien vivió a la sombra de su esposo Diego Rivera, mujer a la que se le conoció por ser amante de varios amantes, incluido Leon Troski; pero poco a poco se fue liberando de los estereotipos patriarcales hasta lograr dimensiones como real mujer y artista, al emerger su obra por mucho tiempo marginada. Igual con la Suncín, que llega a otros territorios geográficos y culturales como "una extranjera tropical", una foránea mujer donde convergían los artistas e intelectuales del mundo: París.

Además, la familia Saint Exupery, aristocrática, ultraconservadora y provinciana del sur de Francia, no iba a aceptar a una mujer de orígenes desconocidos, viuda dos veces, y proveniente de países desconocidos y volcánicos, una aborigen. Desde esa posición se origina el silencio sobre ella, no obstante que había heredado el título de Condesa después de trece años casada con el escritor y héroe, Conde Saint-Exupery.

Al morir este, pleno de gloria, derribado su avión en 1944, en defensa de Francia, la salvadoreña quedó en manos de quienes manejaban las ideas y la palabra. André Gide la consideraba una foránea que no se merecía al héroe y escritor. Igual la biografía oficial del escritor solo le dedicaba a la salvadoreña dos o tres líneas. Dicha biografía, firmada con seudónimo masculino, había sido escrita por una intelectual y aristócrata francesa, la eterna enamorada del héroe, además de protegerlo económicamente. Así, en la vida del escritor la Suncín quedaba como la huella fantasmal y negativa de su marido. Refugiada por razones de guerra en una ciudad abandonada, Oppede, comenzó a pintar y a esculpir. Luego emigró a Nueva Cork, donde se encontraba Saint-Exupery. Muerto es, regresa a París en 1946, a recuperar su nombre y bienes como heredera universal. Vivirá en Francia hasta morir a los ochenta años, en 1979, sepultada en Pere Lachaise, junto a Enrique Gómez Carrillo.


II. Una personalidad recuperada ante los prejuicios

Sin embargo, muchos años después de su muerte, su heredero universal, el español José Martínez Fructuoso, quien había sido su mayordomo y jardinero, entregó al escritor francés Alain Vircondelet, 1999, los baúles de viaje en barco, que usaba la Suncín. Se encontró en los baúles con cartas, documentos y sus memorias, el manuscrito titulado "Memorias de la rosa" (publicado también en ingles y japonés, año 2000). Y con este libro y a partir de esta fecha, se le conoce como el de la resurrección de la salvadoreña, quien humaniza el mito del héroe y escritor Saint-Exupery. En sus memorias se confiesa sobre su vida matrimonial y se aclara que fue la "rosa", de "El Principito". Las cartas de su marido también reconocen este papel. Inclusive los famosos volcanes mencionados en esta obra, tienen relación con el pueblecito de El Salvador, Armenia, donde nació la viuda. Aquí, casi a "un tiro de ballesta" se encuentran muy cercanos dos volcanes activos y uno apagado, como lo menciona la obra.

Afirma la escritora francesa Anne Merie Mergier: "Consuelo era una catarata: excéntrica, alegre, imprevisible, caprichosa, fuerte, indefensa, misteriosa, chispeante, excesiva, atenta, egocéntrica, generosa, seductora, inteligente, vanidosa, intuitiva, instintiva, contradictoria, volcánica... y salvadoreña. Hablaba un francés exótico, con un fuerte acento español". Por igual la hermana mayor de Antoine, Simone, se había adelantado en describirla en su libro "Antoine, mi hermano menor" (1969) habla de la Suncín como "dotada de una vitalidad infinita, esta mujer sumamente atractiva y llena de imaginación fue una constante fuente de inspiración para él...". igual se había expresado la madre del escritor, que defendía a Consuelo, "por ser la persona amada de su hijo querido".

El espectacular retorno y resurrección se debe a haberse publicado tres libros póstumos de ella, uno de los cuales, Memorias de la rosa comenzó a apagar los prejuicios de "esposa infiel", la "ligera de faldas", "diabólica", "la serpiente seductora". El libro llegó a alborotar las conmemoraciones del centenario del nacimiento del escritor francés (1900-2000).

Las memorias, en pocas semanas, vendió en Francia, más de 80 mil ejemplares. Se trata de una autobiografía redactada en 1946 pero olvidada entre papeles viejos durante 54 años. En este libro la salvadoreña da vuelco a los estereotipos y prejuicios en su contra, explica sus 13 años casada con el escritor, la vida caótica y conflictiva de pareja, pese a que en sus últimos días de vida, el escritor le escribió cartas reconociendo el gran significado de su vida que tuvo Consuelo. El héroe se convierte en ser de carne y hueso.

Lo que confundió a la época es que Consuelo Suncín no respondía al "comportamiento esperado de una mujer", en el sentido de ser recatada, de mirada virgen, sumisa, ama de casa, cocina y lavaderos incluidos, y madre mártir. Desde ese punto de vista, la centroamericana se adelantó a su tiempo para romper con conceptos de doble moral en relación a lo femenino masculino. Pero salió adelante a quienes la concibieron una mujer objeto.

III. No siempre fuimos feos

Arriba hablé del "príncipe de los cronistas en prosa española", el guatemalteco Enrique Gómez Carrillo; pero tampoco debemos olvidar que al mismo tiempo y espacio de las ideas filosóficas y artísticas del centro intelectual de París, también residía otro centroamericano, denominado "Príncipe de la poesía española", el poeta Rubén Darío.

Hemos hablado de dos príncipes de las letras contemporáneas españolas, pero eso pasó antes de los años 30 del siglo pasado, un aporte centroamericano para enriquecer el idioma español, como decir a la cultura universal. Gómez Carrillo olvidado; Darío, vigente siempre.

¿Qué no ocurrió después para convertirnos en proveedores de materias primas y no de ideas y palabras como elemento de comunicación e información? A partir de entonces, con dictaduras y autoritarismos, nos convertimos en las republics bananas. Calidad de la que apenas estamos queriendo salir en el nuevo siglo, superadas en parte las siete décadas sombrías incluyendo guerras que nos tocó vivir. Comenzamos a distinguirnos como proveedores de postres (cacao, café, azúcar, hierbas, bananos, etc.).

Tuvimos dos príncipes y una Condesa, cuya distancia entre los dos primeros podría parecen astral; pero no lo es tanto, si vemos que ella es la inspiradora de uno de los libros más leídos y traducidos en el mundo, ella misma escritora, pintora y escultora. Más que Condesa, es "madre de El Principito" -como dice el escritor japonés Yukitaka Hirao, estudioso de los Saint-Exupery, quien en entrevista publicada para un periódico digital de El Salvador, septiembre 2008, comprueba y analiza El Principito desde ese enfoque.

Mi boutade sobre lo feo es válida para afirmar, con esa frase del poeta centroamericano, Roque Dalton, uno de los más reconocidos más allá del puente de paso que se ha considerado a América Central. Dalton tiene un poema irónico, "Nunca fui feo", que me sirve para retomarlo como idea central para reflexionar sobre nuestro papel cultural en el mundo.

La vida de Consuelo está relacionada con los derechos humanos, pues por prejuicios y estereotipos de su tiempo en contra de la mujer, fue aislada, injuriada, violentada. Se le reconocía solo como amante del filósofo José Vasconcelos, de Denis de Rougemont (de quien se dijo le había escrito las "Memorias de la rosa", aunque se comprueba lo contrario por los datos específicos de la región centroamericana que no podía conocer el escritor belga); como amante del Premio Nobel Maurice Maeterlinck (aunque fue el amigo que le aconsejó a pedido de ella, que debería casarse con Saint Exupery); amante de Gabriel D´Annunzio y otros más, según prejuicios patriarcales, por ser "ligera de faldas conquistaba a los hombres". Papel semejante atribuido a Frida Khalo, cuya personalidad fue de amante hasta que el tiempo descubrió sus cualidades como artista y mujer-mujer.

Debo decir que en la década de los 80 y 90 visité una docena de veces París, y yo mismo, pese a encontrarme con escritores centroamericanos y latinoamericanos, nunca escuché una palabra sobre la salvadoreña. La confabulación de hacerla invisible había dado en el clavo.

Al comenzar a neutralizarse (año 2000) la leyenda "negra" contra esta centroamericana de excepción, debemos apropiarnos con medidas concretas de sus elementos de identidad centroamericana que nos ofrece:

1. Establecer contacto en París con el heredero universal de Consuelo, el español José Martínez Fructuoso, y solicitarle copias de las cartas microfilmadas memorias, fotos y documentos recién descubiertos y analizados por Alain Vircondelet, materiales que podrían ser parte del Museo Consuelo y Antoine Saint-Exupery, ubicado en El Salvador.

2. El Museo en el Japón, podría apoyar esta iniciativa. Igual podrían estar interesadas las instituciones culturales francesas que han reconocido el papel jugado por la salvadoreña en la vida del escritor francés.

3. Crear la ruta turística El Principito: Japón-Francia-El Salvador-España. En esto juegan papel preponderante los volcanes, el Cerro Verde, que se alude en dicha obra como el "volcán apagado"; y el Izalco y el de Santa Ana, los dos volcanes activos mencionados por El Principito. Hay un hotel de montaña construido sobre el volcán apagado, un poco abandonado pero vivo, apto para su recuperación turística.

4. Adquirir la casa donde vivió la familia en Armenia, Sonsonate, El Salvador, y reconstruirla. Familiares directos de Consuelo Suncín, que hace poco han escrito dos libros sobre ella, tienen interés en recuperar culturalmente a su familiar excepcional.

Es necesario traducir las obras de la salvadoreña, en especial sus cartas, escritas todos los domingos a Exupery, aunque no se las enviase, mientras estuvieron separados, debido a la ocupación de Francia en la Segunda Guerra Mundial, el héroe en Nueva York, y ella en el Sur de Francia (en Oppede). Traducir las obras escritas en francés para rescatar la memoria de Consuelo Suncín. Reeditar sus Memorias de Oppede y Memorias de la rosa, y sus Cartas de los Domingos. Darle mayor divulgación a El Principito. Libro más que para niños, está dirigido a quienes quieran incursionar en una filosofía de elevado humanismo. "Lo valioso es invisible a los ojos y visible al corazón", dice Saint-Exupery en boca del principito.


(*) Véanse los datos biobibliográficos del autor en el post anterior