Jorge Luis Borges

Borges y Beppo

Borges y la teoría*
de la imagen ontológica


Francisco García Bazán
Universidad Argentina J.F. Kennedy-CONICET


Hace dos décadas Jorge Luis Borges nos entregaba en el Suplemento Literario de La Nación, cuando era dirigido por Jorge E. Gallardo, bajo el título de 'Beppo' este claro poema en versos sueltos: 'El gato blanco y célibe se mira / en la lúcida luna del espejo / y no puede saber que esa blancura / y esos ojos de oro, que no ha visto / nunca en la casa, son su propia imagen / ¿Quién le dirá que el otro que lo observa / es apenas un sueño del espejo? / Me digo que esos gatos armoniosos, / el del cristal y el de caliente sangre, / son simulacros que concede al tiempo / un arquetipo eterno. Así lo afirma, / sombra también, Plotino en las Ennéadas. / ¿De qué Adán anterior al paraíso, / de qué divinidad indescifrable / somos los hombres un espejo roto?'.

La musicalidad y la belleza de las imágenes literarias que encierran las estrofas y los endecasílabos transcriptos hacen honor a la fácil maestría formal del vate argentino, pero más allá de la perfección material de estos versos lo que llama vivamente la atención es la profundidad de las intuiciones poéticas que en ellos se despliegan así como el testimonio que también en ellos se revela de la experiencia personal de una armonía cósmica velada y universal. Se quisiera mostrar, aunque sea fugazmente, de qué manera la presentación de semejantes temas en una composición quintaesenciada y de las hondas inquietudes que presuponen instalan espontáneamente a nuestro poeta en el seno de la familia de los grandes creadores de siempre (bien sean talentos artísticos o filosóficos) y en el cauce luminoso de determinadas corrientes de sabiduría tradicional, medios en los que viven y se repiten en forma ecuménica y permanente.

I Una ontología poética.

El motivo insondable del arquetipo eterno, de su imagen o reflejo y de la relación indisociable entre ambos términos, es el que gobierna la estructura de sentido de la corta obra borgiana. Una humilde y sencilla escena doméstica ha desencadenado la inspiración: Beppo, el gato familiar, y su imagen en el espejo, y a partir de esa recortada circunstancia el poeta, desvaneciendo las características de la cotidianidad superficial, ha entrado en la contemplación de su realidad profunda y a la simple mirada oculta. He aquí que la toma de conciencia de la individualidad es un acto de excentricidad, de desdoblamiento y de salida de uno mismo. En su imagen se conoce Beppo. En una imagen que lo refleja y que por esa misma razón es mucho menos que su entidad viviente, puesto que la figura perfilada en el espejo se subordina a la existencia del ente que se refleja o mira en él y de ella depende íntimamente, pues bastaría con que el ser que está frente al espejo se transformara o ausentase para que la imagen especular cambiara o se esfumase. Más todavía. La imagen es real, pero es de tal grado su dependencia del ser que se refleja que, bien juzgado, su verdadera realidad no está en sí misma, sino en aquello de lo que es reflejo. Es, estrictamente considerada, real e irreal, según se la justiprecie desde el punto de partida o de llegada. Las modificaciones de la entidad que se refleja, además, permiten que su imagen sufra mudanzas, pero si cualquier accidente exterior oscurece o esconde a la imagen especular no por ello sufre daño el ser que se refleja. Finalmente, tampoco se altera, debilita o daña la realidad que se refleja por producir una imagen de sí ni podría afirmarse con rigor que la imagen como tal imagen forme parte intrínsecamente del existente que se refleja, aunque sin que él la produzca y la sostenga no puede existir. La relación ente que se refleja/ente reflejado descripta es, por consiguiente asimétrica en cuanto a la jerarquía de sus términos, necesaria en cuanto par modelo/imagen e indisoluble en cuanto relación de subordinación. Dicho con otras palabras, la imagen es inferior o más imperfecta que el modelo, está por necesidad vinculada a él y de él depende por entero. Filosóficamente este modo de relación causa/efecto (puesto que el modelo es causa eficiente, formal y mediatamente material de la imagen, pero también final) se conoce como 'causalidad esencial'. Este tipo de causalidad productiva en Occidente, se revela como inveteradamente griega, pitagórica y platónica (bastaría con recordar la República o el Timeo) y da sabiamente cuenta del viejo problema de la relación real que existe entre 'la unidad y la multiplicidad'. Si se quiere más apretadamente por incluir toda su complejidad, ilustra un modo de la participación o méthesis de nuestro mundo de la pluralidad y el cambio en el eterno e inmutable de las ideas. Plotino, como con sensible erudición lo trae a la memoria Borges, ha seguido, en éste como en otros aspectos, por la luminosa senda abierta por su viejo antepasado, y lo ha subrayado ampliando su exposición en muchas de las lecciones de sus cursos romanos. Para ser concisos y facilitar la comprensión intelectual de los versos de Borges citaremos sólo dos textos típicos. En Enéada III, 6, 7 refiriéndose Plotino a la impasibilidad de la materia, dice de los seres sensibles: 'Las cosas que parecen existir en ella son juegos; simplemente reflejos en un reflejo, como sucede con un espejo que lo que está instalado en una parte se refleja en otra: en apariencia el espejo parece estar repleto y aunque nada tiene, sin embargo, parece tenerlo todo'. Y un tiempo más adelante, en otro pasaje ilustrativo, cuyo contexto histórico-doctrinal se ha debido estudiar en otro lugar, aclara el ilustre neoplatónico que 'el retrato pintado no es propiamente la generación del reflejo y de la imagen, como sucede en aguas, espejos y sombras' (En. VI, 4, 10, 11-13).1 Pasando por alto, empero, cómo a través de Plotino y neoplatónicos y eruditos posteriores, como su discípulo Porfirio, Proclo o Mario Victorino, estas ideas hayan podido fecundar las doctrinas sobre la creación y el hombre de los teólogos cristianos de la Alta y Baja Edad Media,2 hemos de hacer presente en este momento que si volvemos nuestra mirada al Oriente,en las obras del más notable y sólido de los maestros del Vedânta, en las especulaciones del venerable advaitano Shánkara, hallamos testimonios como los siguientes: 'El espíritu individual debe considerarse como una simple apariencia del Sí-Mismo supremo, como el reflejo del sol en el agua. Él no es ni directamente Aquel ni algo diferente. Por esto del mismo modo que cuando una imagen reflejada del sol tiembla, otra imagen reflejada no tiene por qué también temblar, así, cuando un espíritu está relacionado con acciones y efectos de acciones, otro no tiene por qué estar igualmente relacionado'.3 Y en el Himno a Dakshinamurti I, el mismo autor nos atestigua que el mundo aparece en el Sí-Mismo como una ciudad verdadera se refleja en un espejo.4 Borges, Plotino y Shánkarabhagavad han visto, por cierto que con el 'ojo del alma', y cada uno lo ha expresado según su temple, que la intransferible precariedad del ser finito hundido en las más amplias limitaciones cósmicas, la de la causalidad empírica y racional, el espacio y el tiempo, no es más que la manifestación efímera propia de toda imagen o entidad simbólica que reclama y exige el sustentáculo de su modelo o paradigma (de paradéiknymi: poner ante la vista o en paralelo), que se patentiza, sí, como firme, eterno y transmundano, es decir, como realidad inteligible o espiritual5.

II Una metafísica poética

Pero los versos de Borges no concluyen con la mostración de los seres finitos como reflejos de entidades espirituales y con la atmósfera de sutil melancolía que suavemente envuelve su desarrollo (en el fondo es el tema recurrente y clásicamente familiar del 'exilio' o alejamiento de 'la patria querida' trenzado en una composición de textura lírica), sino que se siguen remontando hasta querer en los últimos tres versos respirar en las alturas de la mística especulativa. Los seres finitos tienen inscripta en su intimidad constitutiva a sus arquetipos (tal es la ley ontológica de las conformaciones imaginarias o imitativas en el nivel sensible), pero el hombre, el que según la tradición religiosa hebrea y cristiana es imago Dei, siendo, como lo es, realmente imagen, ¿de qué realidad misteriosa lo es? ¿En este punto el Borges cabalista, de esa tradición de la Cábala medieval que tan liberal y beneficiosamente ha acogido las incitaciones e influencias de sus hermanos de sangre, el neoplatonismo y la Gnosis valentiniana6 y el (¿por qué no?) lector del gnóstico alejandrino Basílides y de los epígonos de Valentín, ha sido capaz de avizorar la Nada radical, la realidad de lo divino transpersonal, la plenitud metafísica del por esencia 'Dios desconocido', 'Preprincipio, Prepadre y Abismo', al que el Silencio cela. Ha percibido poéticamente también que en el itinerario místico de que 'sólo lo semejante conoce a lo semejante' o del 'vuelo del Único hacia el Único', la llamada/respuesta de la relación modelo/imagen relativa al hombre, en su elevación purificatoria sostenida, solamente puede reposar en Aquello que más entrañablemente se aspira a alcanzar y que nunca puede ser imagen, ni en estado de desarrollo (es decir cósmica), ni completa (o sea arquetípica o esencial), sino Posibilidad Pura o Universal, Raíz, pero siempre Raíz, de lo que es realmente y de cuanto es y no es; definitivamente, Nada plena y sin segundo7.

III Perfil de un creador

Llegados a este momento nos estará inquietando la pregunta ¿Qué sucede, entonces, con el Borges presumiblemente agnóstico e incluso con el observador escéptico de la realidad histórica? Bien, parece ser que todo hombre que como el mítico Linceo sabe ver existencialmente más allá de la película de lo perecedero está curado en salud de los desvaríos de la idolatría de la historia, cuyo curso podrá ser indefinido, pero cuya sustancia no es eterna y cuya atracción seductora y profunda, pero fatalmente individualizante, es la peor de las servidumbres para el hombre. Sabemos también, por el otro costado, que el ámbito de lo Sacro no se confunde con el de Dios, y que los caminos del conocimiento esencial y de la intuición artística que impele al creador son, como la senda de los santos, las tres vías que les han sido propuestas al hombre para que recorriéndolas alcance su perfección y siempre mirando su más alta cima. No hay duda de que es dentro de los límites de la propia disposición humana que arraiga en lo Eterno y teniendo en cuenta las obras peculiares que corresponden a tal actitud como habría que descubrir la noble fisonomía de cada ser humano, aunque también es cierto, como con tristeza escribiera Platón, que en oportunidades son los mismos protagonistas quienes ocultan su misma naturaleza, al opinar sobre los poetas: 'Algo así me pareció bien a las claras que les ocurría, y advertí al propio tiempo que a causa de sus dotes poéticas creían ser también los más sabios de los hombres en todo lo demás, sin serlo'8. Creemos, por otra parte, que con los elementos ofrecidos sobre la producción inspirada de un poeta como Borges y las correspondencias allegadas de dos grandes metafísicos, uno de Oriente y el otro de Occidente, es posible ilustrar el sugestivo párrafo que un filósofo de nuestro siglo, Martín Heidegger, ha dejado estampado en su provocadora obra ¿Qué es eso de filosofía?: 'Entre ambos, pensar y poetizar, reina un oculto parentesco porque ambos se usan y derrochan en el servicio del lenguaje para el lenguaje. Pero entre ambos existe a la vez un abismo, pues 'habitan sobre las montañas más separadas' '9.



Notas

(*) Según su arcaica etimología, la contemplación o visión respetuosa. La versión al italiano de este artículo apareció originalmente en Conoscenza Religiosa, 1 (1983), pgs. 83-90, traducido por G. Marchianò. Publicamos la primitiva redacción en castellano que fue originalmente publicado en la revista Idea viva Gaceta de cultura N° 3 agosto de 1999, Buenos Aires, dirigida por Jorge Emilio Gallardo.

1 Véase F. García Bazán, 'Sobre una aparente contradicción en los textos de Plotino', en Genethliakon Isidorianum, Universidad Pontificia de Salamanca, 1975, pgs. 177ss. Otros textos pueden cotejarse en nuestro artículo, 'Plotino y el lenguaje de la metafísica', Cuadernos de Filosofía 19 (1973), pgs. 91-110.

2 R. T. Wallis, Neoplatonism, Londres, 1972, Cap. VI, y posteriormente J. Trouillard, 'Procession néoplatonicienne et création judéo-chrétienne', en Néoplatonisme. Mélanges offerts à Jean Trouillard, Les Cahiers de Fontenay, 1981, pgs. 1-30. Se debe agregar que el motivo ha preocupado a Borges desde antiguo, ver, por ejemplo, 'El ruiseñor de Keats', en Otras inquisiciones, Madrid, Alianza Ed., 1976.

3 Ver Brahmasûtrabhâsya II, 3, 50.

4 The Voice of Sânkara (Madrás), 1/2 (1976), pgs. 142-143. Otros textos referidos al tema del âbhâsa, pratibimba, châyâ, etcétera, en el Upadesasâhasrî, Comentario a la Bhagavad Gîtâ, Brihadâranyaka Up., y las restantes obras de Shánkara, en F. García Bazán, Neoplatonismo y Vedânta. La doctrina de la materia en Plotino y Shankara, Ed. Depalma, Buenos Aires, 1982, pgs. 158-169.

5 F. García Bazán, 'La estructura de la conciencia mítica', en Escritos de Filosofía 3 (1979), pgs. 53-60.

6 Cf. 'De quelques vestiges du Néoplatonisme dans la Kabbale archaïque et la mystique Juive Franco-Germanique', por G. Vajda, en Le Néoplatonisme, París, 1971, pgs. 331-337 y G. Scholem, Ursprung und Anfänge der Kabbala, Berlín, 1962, Cap. II.

7 Sobre el tema ver ahora F. García Bazán, Aspectos inusuales de lo sagrado, Madrid, Ed. Trotta, 1999, Cap. II.

8 Ver Apología 22C.

9 Según la versión española de A. P. Carpio, Buenos Aires, 1960, pg. 60.





FRANCISCO GARCÍA BAZÁN, Escritor, Filósofo, Educador e Investigador Científico. Nació en Málaga (España) en 1940, es argentino naturalizado. Es uno de los pensadores católicos contemporáneos más importantes y uno de los principales investigadores en el mundo en los estudios sobre Cristianismo Primitivo, Hermetismo, Gnosticismo y Neoplatonismo. Traductor de los textos de la Biblioeca Gnóstica de Nag Hammadi y de Los Oráculos Caldeos, y autor de numerosísimos estudios. Es Licenciado en Filosofía (UBA), Doctor en Filosofía (Universidad del Salvador) y tuvo becas de postgraduación en Roma bajo la dirección de Antonio Orbe, S. J. Investigador Superior del CONICET y Director del Centro de Investigaciones en Filosofía e Historia de las Religiones (CIFHIRE) de la Universidad Argentina J.F. Kennedy. Decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Kennedy, desde 1989; Profesor Titular de la Escuela de Graduados de la Universidad de Kennedy, desde 1987; Profesor Titular de la Universidad del Salvador, 1974-1985; Director de Epimelia, Revista de Estudios sobre la Tradición y Profesor Adjunto de la Universidad de Buenos Aires, 1968-1973. Miembro de número de la Academia Provincial de Ciencias y Artes de San Isidro. Miembro de número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. Especialista en las relaciones entre el Cristianismo Primitivo y la Filosofía Antigua, campo en el que: “il s’est acquis un renom international” (Dict. des Philosophes, P.U.F., París, 1984 y 1996) y en fenomenología e historia de las religiones. Obtuvo los siguientes premios: Joven Sobresaliente otorgado por la Cámara Junior de Buenos Aires en 1976, Segunda Distinción en Ensayo otorgada por la Fundación Dupuytrén en 1980, Premio Consagración de Ciencias Sociales y Educación de la Pcia. de Buenos Aires en 1990, Tercer Premio Nacional de Filosofía en 1989 y en 1992. Aportes a la investigación científica comprobables por centenares de registros en ediciones críticas, tratados, tesis, enciclopedias, diccionarios, artículos y bibliografías especializadas y generales: cf. A. Caturelli, Historia de la filosofía en la Argentina. Del 1600 al 2000, Buenos Aires, 2001, 783-784 y 1246-1255 y F. Leocata, Los caminos de la filosofía en la Argentina, Buenos Aires, 2004, 504-505. Obras recientes: Textos gnósticos. Biblioteca de Nag-Hammadi, 3 vols., 1997-2000, coeditor con A. Piñero y J. Montserrat, Aspectos inusuales de lo sagrado, 2000, El estudio de la religión con F. Diez de Velasco, 2002, La gnosis eterna I-II, 2003-2007 y El evangelio de Judas, 2006, todas ellas publicadas por Editorial Trotta de Madrid; Presencia y ausencia de lo sagrado en Oriente y Occidente, Editorial Nueva, Madrid, 2001, La concepción pitagórica del número y sus proyecciones, Biblos, Buenos Aires, 2005 y Jesús el Nazareno y los primeros cristianos, Lumen, Buenos Aires, 2006; Judas. Evangelio y biografía, Sigamos Enamoradas, Buenos Aires, 2007. Ha sido galardonado entre otras distinciones, con el Konex de Metafísica de 1996 y el Premio Bernardo Houssay a la Investigación Científica de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva del año 2003.