Carlos Pérez Carignano
6 Poemas Inéditos
Selección de Textos y Nota Biobibliográfica
Ana María Rodríguez Francia
Universidad Nacional de Córdoba
6 Poemas Inéditos
Selección de Textos y Nota Biobibliográfica
Ana María Rodríguez Francia
Universidad Nacional de Córdoba
CARLOS PÉREZ CARIGNANO, poeta y sacerdote argentino. Posiblemente expreso primero Poeta, porque es lo que precede a toda elección de vida. Enraizado en la Fuente, el sitio primigenio dador de todo lo dicente: Palabra por excelencia.
Nació en Pergamino, Provincia de Buenos Aires, un día 13 de agosto de 1938 y vivió en el campo. Este detalle no es baladí, ya que el contacto con la naturaleza determinó, en su interioridad, una impronta de alto nivel contemplativo, que luego se tradujo a través de diversas vertientes: el retiro, el sitio apartado del mundo donde beber, siempre regresando, a aquella Fuente a la que nos remiten célebres textos de San Juan de la Cruz. También se tradujo en un modo de mirar el mundo y los seres que lo pueblan. Sobre todo, saber mirar a los ojos de las personas y leer en lo más recóndito de su profundidad. Y se traduce ahora, fundamentalmente, en la Poesía.
Creo que la elección de vida, más allá del sentimiento interno de un llamado, tuvo su cala en aquellos atardeceres cuando de niño miraba el crepúsculo; la escucha de las tormentas; el ruido del viento entre los árboles; el sentir los olores de la tierra. Toda una relación con la intemperie, que fue forjando, quizá sin él mismo comprenderlo, el sentimiento de una libertad de tal manera, que sólo pudiera entenderse en el servicio total, en donación también total de su persona completa.
Poeta. Sacerdote. Dádiva de la divinidad para los otros.
Huelgan detalles biográficos. Largos caminos no siempre fáciles, alegrías, desgarramientos, para el sostenimiento de una fe sin claudicaciones, con firmeza de roca. Con exactitud de alta dignidad, dejándose inserir por lo supremo, dejándose atravesar por aquella idea por la que, "el más hermoso de los hombres", Jesús de Nazareth, abandonó su vida sobre una madera.
Y un sentimiento incomparable por la Madre de Dios.
A los diecisiete años, el primer soneto, corregido por un profesor. Y luego... silencio de décadas. Creo que a veces, la Poesía lo rozaba como un hálito... pero pasaba. Muchos segundos, minutos, horas, días, lustros debían extenderse en el tiempo de su vida, hasta comenzar a escribir... por una inspiración, seguramente por una palabra que le llegó desde lejos, conduciéndolo hacia el otro decir, el primero, el primordial.
Entonces, una especie de río caudaloso cayendo, como desencadenándose , desde lo alto de una vertiente instaurada en un vértice muy alto de la montaña. Decenas y decenas de sonetos, después de haber escrito en endecasílabos la historia de la salvación. Liras bellísimas, sonando a fiesta, a arroyos entre piedras, a estrellas, a árboles contemplativos.
Carlos Pérez Carignano. Un Sacerdote. Un Poeta o viceversa, ya esto es sólo un detalle. Detalle para exhibir una figura así, de extraños visos contradictorios, pero de unicidad total, de fidelidad total para con la Palabra, para con la propia palabra, empeñada por los otros.
No me sentiría cómoda, si escribiera sobre él y su poesía, desde un discurso académico. Prefiero compartir con los lectores que, para mí, leer sus versos conformó la apertura de una mirada distinta acerca de la fe, la oración, la contemplación, el poema e, incluso, mi convivencia en el mundo.
Decirles a ustedes, lectores, del encanto de su escritura a veces sumamente adusta, otras de una ternura infinita, otras con sencillez de canto de pájaros al clarear el día, otras plasmadas en el dolor, la pesadumbre por el destino que nos hermana a todos en el valle; otras, de ensimismamiento y sonrisa un tanto triste. Todo ello en esos versos endecasilábicos o alejandrinos, en el juego del romance octosilábico, o de la fresca lira que apela por la música.
Poesía de recursos secretos, donde el sentido juega entre sujetos y objetos que se entrelazan, se iluminan o se ocultan, como en mágico palimpsesto, o como traducción de lo que Benedetti expresa cuando canta "para saber que el mundo / es como un laberinto". Figuras fuertes, de poeta genuino. Figuras suaves, de poeta que comprende que, a veces, sólo podemos hablar desde el pétalo.
No quiero hacer una presentación formal, como ya el lector, ustedes, lectores y a estas alturas, han podido y pueden apreciar.
Sólo decirles que he descubierto un Poeta. Con mayúscula. Aparte de su labor pastoral extendida en varias áreas de trabajo, y de publicaciones inherentes a dicha labor, ha editado libros de poesía como Sembrando la Palabra y La Palabra se hizo carne; de ellos ha surgido un CD, con musica de Julián Sisterna. En la actualidad tiene en prensa una obra, que comprende cien sonetos endecasilábicos, titulada Soy la luz, con Prólogo y Portadas de su presentadora.
1. EL ECO DE TU VOZ
Es eco de tu voz, divina fuente
el aire de los pájaros que vuelan
el sol en cuyos rayos se revelan
los pasos de tu amor resplandeciente
es eco de tu voz esa vertiente
que inunda con sus gotas que revelan
la intención de saciar la sed que anhelan
los hombres apagar, gozo elocuente,
tu vida entre los hombres se encamina
a enseñar el misterio que escondido
desentraña en su ser el que adivina
tu regalo de dar al que has querido
las bondades que el hombre no imagina
y sacian con tu paz al que ha sufrido
2. EL SOL DIVINO
Oh sol amanecido que brillas en tu fuego
y das calor de vida al pobre en su gemido
alumbra a quien camina feliz o malherido
y enciende en viva llama las voces de su ruego
reflejas tu grandeza, son rayos de tu juego
que invitan a encontrarse plasmados en el nido
y de ferviente anhelo en tiempo que ha surgido
con destellos prodigas verdades al que es lego
la vida iluminada por haces que has gestado
es vida que proyecta en tímido sendero
cosecha que procura dar pan al que ignoraba
el gozo de este suelo, capullo jardinero
nacido en tus entrañas de sol que se ha mostrado
y entona entre sus luces el canto verdadero.
3. EL VELERO
Mi velero en la vida navegando
se acerca hasta ese puerto amor destino
anochece y nos muestran el camino
las luces que cual voces van cantando
es aquella ciudad que voy mirando
al poder acercarme, peregrino
que confirma el final que yo imagino
en gloriosa belleza transitando
mientras marcho contemplo aquella cima
descubro que es muy corto este sendero
que me falta correr mientras me anima
la luz que hay en el puerto verdadero
invitando a gozar a quien se arrima
en la noche del mar y su sendero.
4. EL VIENTO
El viento nos conmueve con su canto
su fuerza es poderosa cuando avanza
anuncia las tormentas con que danza
y cubre el horizonte con su manto
el espíritu sopla donde hay llanto
esgrime su poder y no se cansa
cual fibra huracanada que se lanza
y doblega aquel mar que duele tanto
el espíritu clama en suave brisa
como el viento al final de la tormenta
animando a vivir una sonrisa
porque pudo aliviar en un momento
como fuego que al soplo el hombre atiza
el dolor del camino y su lamento.
5. NO SERÁ EL VENDAVAL...
No será el vendaval el bien buscado
ni serán las tinieblas compañía
tampoco tendrá luz el arduo día
que me impida mirar lo que he soñado
la noche que sombría ha relegado
el brillo que me ofrece todavía
la jornada de sol que tanto ardía
por brindar esplendor al rezagado
la noche, con sus ricas aprensiones
es posada también en hora ciega
de posibles y vanas ilusiones
pero sitio es que ofrece al que navega
contemplar al que nutre sus canciones
respondiendo en amor mientras le ruega.
6. EL JARDINERO
Extraño jardinero que cuidas de tus flores
fugaces en el tiempo preciosas en esencia
aprenda yo paciente brindar en mi existencia
aromas de tus rosas de múltiples colores
la vida en un instante, también como esas flores
expande su belleza que añora la inocencia
cantando en alabanza magnífica elocuencia
e inmana el amor vivo y advierte esos colores
es símbolo preciado que al mísero procura
fluir que se desliza cual eco amanecido
del hombre en alabanza, pequeña creatura
y ofrece a los viandantes el gesto redimido
donde tú jardinero, al hijo la flor pura
eternamente elevas en gloria revestido.
Desciende con la noche un verso desvelado
que a la noche retorna su lírica plegaria.