Nota Biobibliográfica y Selección de Textos de Luis Alberto Vittor
ALAÍDE FOPPA FALLA, Poeta, escritora, feminista, crítica de arte, profesora y traductora, nacida en Barcelona, España, el 3 de diciembre de 1914. De madre guatemalteca y padre argentino, vivió algunos años en Argentina y pasó la adolescencia en Italia. Casada con un ciudadano guatemalteco, Alfonso Solorzano, adoptó la ciudadanía guatemalteca. Ocupó la cátedra de literaçtura italiana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de México y fue fundadora en ella de la cátedra de Sociología. También impartió cátedras en la facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Escribió sus primeros poemas en italiano y su primer libro, “Poesías”, fue publicado en España. A principios de la década de 1940 volvió a Guatemala, donde se encontró con la realidad latinoamericana: «Llegué en vísperas de la Revolución democrática de 1944; viví en pocos meses ese estado de angustia y opresión que ahora se ha renovado y está cada vez peor. Fue la primera vez que sentí a la gente, el miedo, la angustia, la enorme injusticia social, la pobreza, la explotación del indio. Para mí fue impactante. Comprendí que de alguna manera yo tenía que participar en todo aquello.» (Entrevista a Carmen Lugo, publicada en 1981, en Excélsior, México, después de su desaparición). Conoció a Alfonso Solórzano, con quien se casó y tuvo cinco hijos. Durante los gobiernos de Jacobo Árbenz y Juan José Arévalo, trabajaron en el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social. Al terminar la época revolucionaria, se exiliaron en México, donde los visitaban escritores como Miguel Ángel Asturias, Mario Monteforte Toledo, Luis Cardoza y Aragón, Carlos Illescas, Otto Raúl González. Como crítica de arte, durante su estancia en México, promovió la actividad de nuemrosas artistas plásticas que luchaban por avanzar en su medio profesional y lo hizo tanto por conducto del Instituto Nacional de Bellas Artes. En 1975 fundó la revista fem., publicación feminista que se editó en México hasta 2005. Condujo el Foro de la Mujer en Radio Universidad y asistía a reuniones de la Agrupación Internacional de Mujeres contra la Represión. En la década de 1970, tres de sus hijos se involucraron en la guerrilla guatemalteca, militando en el Ejército de los Pobres. Dos de sus hijos, el menor, Juan Pablo y Mario, murieron en combate en junio de 1980 y 1981 luchando contra el ejército guatemalteco. La muerte de su esposo ocurrió también en esa época. La tristeza que tales eventos provocaron en Alaíde Foppa, la hicieron escribir algunas de sus poesías más sentidas.Los textos y programas de radio de Alaíde Foppa se volvieron más críticos de la situación en Guatemala, y se reunió en Nicaragua con los dirigentes guerrilleros de su país. Más tarde, en 1980 volvió a viajar a Guatemala para aclarar la muerte de sus hijos. En 1980, El 19 de diciembre fue secuestrada por la G2 -sección de inteligencia del ejército de Guatemala- a plena luz del sol en la 9ª avenida de la Ciudad de Guatemala, y desaparecida sin dejar rastros por el gobierno del dictador Romeo Lucas García. Organismos internacionales y grupos de intelectuales de Francia, Estados Unidos y México exigieron que fuera regresada con vida, sin tener éxito en sus demandas. Muchos años después, su hijo mayor, Julio, quien vive en México, condujo una campaña, también de corte internacional, para tratar de encontrar sus restos y a los culpables de su muerte. Estuvo largamente desaparecida. Recientemente se ha dicho que los restos de Alaíde Foppa habían finalmente aparecido en el cementerio de La Verbena, cerca de Ciudad de Guatemala. Publicó seis libros de poesía: Poesías (1945); La Sin Ventura (1955); Los dedos de mi mano (1958); Aunque es de noche (1959); Guirnalda de Primavera (1965); Elogio de mi cuerpo (1970) y Las palabras y el tiempo (1979); póstumamente fueron publicados: Antología Poética (2000) y Viento de primavera: antología poética, 1945-1979 (2006).
PESADILLA
Asoma el día lívido y frío,
y tu vienes, tembloroso,
a buscar el calor de mi lecho.
Quién sabe qué crueles fantasmas
turbaron tu plácido sueño.
Sigue durmiendo, niño mío,
escondido contra mi pecho.
Siento bajo la mano
tu corazón asustado.
Pero aún puedo defenderte
de las sombras ocultas
que te acechan.
No tengas miedo.
Sigue durmiendo:
No es hora
de abrir los ojos.
Apenas alumbra
la pálida aurora.
MIS HIJOS
Cinco hijos tengo: cinco,
como los dedos de mi mano,
como mis cinco sentidos,
como las cinco llagas.
Son míos:
cada día
soy más de ellos,
y ellos,
menos míos.
Por la secreta vía de la sangre,
algo de mi apariencia se llevaron.
Mis ojos castaños me miran hoy
con renovado brillo; ríe mi boca
alegre y limpia, con dientes de niño.
Y misteriosamente reaparecen
semblantes de mi infancia,
que nueva vida ocultos esperaron.
Hondo caudal irremplazable, el tiempo
también les di, más mío que mi sangre:
el hilo ininterrumpido de los sueños
y el curso roto de los pensamientos;
la larga espera, las noches despiertas,
el reposo no repuesto, las fiestas...
Y el tiempo se acortó
de mi frágil belleza pasajera.
Intacto brotó el amor cada vez,
como si diera la misma semilla
el fruto que de mí se desprendía
y en mi fértil corazón, nueva flor.
Oh, amor, estremecimiento sombrío,
esperanza y temor,
y el manto de piedad que los abriga.
Sangre, amor y tiempo,
de mi vida les di.
Mas no me dejó desnuda
la inagotable entrega
por si misma nutrida:
entera me daría,
cada día,
por cada uno de ellos,
y entera y florecida
quedaría.
Cinco hijos tengo,
cinco caminos abiertos,
cinco juventudes,
cinco florecimientos.
Y aunque lleve el dolor
de cinco heridas
y la amenaza
de cinco muertes,
crece mi vida
todos los días.
ADIÓS
Con los ojos de la despedida
os ví aquel día,
cosas de nuestra vida.
Con los ojos de la despedida
la vida parecía,
una cosa perdida.
La casa estaba vacía
en la hora de la despedida,
y sin embargo quedaban
las cosas de nuestra vida.
ELLA SE SIENTE A VECES...
Ella se siente a veces
como cosa olvidada
en el rincón oscuro de la casa
como fruto devorado adentro
por pájaros rapaces,
como sombra sin rostro y sin peso.
Su presencia es apenas
vibración leve
en el aire inmóvil.
Siente que la traspasan las miradas
y que se vuelve niebla
entre los torpes brazos
que intentan circularla.
Quisiera ser siquiera
una naranja jugosa
en la mano de un niño
-no corteza vacía una
imagen que brilla en el espejo
-no sombra que se esfuma y
una voz clara
—no pesado silencio— alguna
vez escuchada.
ELOGIO DE MI CUERPO
1. LOS OJOS
Mínimos lagos tranquilos
donde tiembla la chispa
de mis pupilas
y cabe todo
el esplendor del día.
Límpidos espejos
que enciende la alegría
de los colores.
Ventanas abiertas
ante el lento paisaje
del tiempo.
Lagos de lágrimas nutridos
y de remotos naufragios.
Nocturnos lagos dormidos
habitados por los sueños,
aún fulgurantes
bajo los párpados cerrados.
2. LAS CEJAS
Las breves alas
tendidas sobre mis párpados
sólo abrigan
el espacio escaso
en el que flota
una interrogación latente,
al que asoma
un permanente asombro.
3. LA NARIZ
Casi un apéndice
en la serena geometría
de mi rostro,
única recta
en la gama de curvas suaves,
el sutil instrumento
que me une al aire.
Cándidos olores
acres aromas
densas fragancias
de flores y de especias
-desde el anís hasta el jazmín-
aspira trepidante
mi nariz.
4. LA BOCA
Entre labio y labio
cuánta dulzura guarda
mi boca abierta al beso,
estuche en que los dientes
muerden vívidos frutos,
cuenca que se llena
de jugos intensos
de ágiles vinos
de agua fresca,
donde la lengua
leve serpiente de delicias
blandamente ondula,
y se anida el milagro
de la palabra.
5. LAS OREJAS
Como dos hojas
de un árbol ajeno
nacen a los lados
de mi cabeza.
Por el tallo escondido
se desliza
la opulencia
de los sonidos,
me alcanzan
las vivas voces
que me llaman.
6. EL PELO
Dulce enredadera serpentina,
única vegetación
en la tierra tierna de mi cuerpo,
hierba fina
que sigue creciendo
sensible a la primavera,
ala de sombra
contra mi sien,
leve abrigo sobre la nuca.
Para mi nostalgia de ave
mi penacho de plumas.
7. LAS MANOS
Las manos
débiles, inciertas,
parecen
vanos objetos
para el brillo de los anillos,
sólo las llena
lo perdido,
se tienden al árbol
que no alcanzan,
pero me dan el agua
de la mañana,
y hasta el rosado
retoño de mis uñas
llega el latido.
8. LOS PIES
Ya que no tengo alas,
me bastan
mis pies que danzan
y que no acaban
de recorrer el mundo.
Por praderas en flor
corrió mi pie ligero,
dejó su huella
en la húmeda arena,
buscó perdidos senderos,
holló las duras aceras
de las ciudades
y sube por escaleras
que no sabe a donde llegan.
9. LOS SENOS
Son dos plácidas colinas
que apenas mece mi aliento,
son dos frutos delicados
de pálidas venaduras,
fueron dos copas llenas
próvidas y nutricias
en la plena estación
y siguen alimentando
dos flores en botón.
10. LA CINTURA
Es el puente cimbreante
que reune
dos mitades diferentes,
es el tallo flexible
que mantiene
el torso erguido,
inclina mi pecho
rendido
y gobierna el muelle
oscilar de la cadera.
Agradecida
adorno mi cintura
con un lazo de seda.
11. EL SEXO
Oculta rosa palpitante
en el oscuro surco,
pozo de estremecida alegría
que incendia en un instante
el turbio curso de mi vida,
secreto siempre inviolado,
fecunda herida.
12. LA PIEL
Es tan frágil la trama
que la rasga una espina,
tan vulnerable
que la quema el sol,
tan susceptible
que la eriza el frío.
Pero también percibe
mi piel delgada
la dulce gama
de las caricias,
y mi cuerpo si ella
sería una llaga desnuda.
13. LOS HUESOS
Alabo
el tibio ropaje
la apariencia
el fugitivo semblante.
Y casi olvido
la obediente armazón
que me sostiene,
el maniquí ingenioso,
el ágil esqueleto
que me lleva.
14. EL CORAZÓN
Dicen que es del tamaño
de mi puño cerrado.
Pequeño, entonces,
pero basta
para poner en marcha
todo esto.
Es un obrero
que trabaja bien,
aunque anhele el descanso,
y es un prisionero
que espera vagamente
escaparse.
15. LAS VENAS
La floración azulada
de las venas
dibuja laberintos
misteriosos
bajo la cera de mi piel.
Tenue hidrografía
apenas aparente,
ágiles cauces que conducen
deseos y venenos
y entrañable alimento.
16. LA SANGRE
Secreto corre el torrente
de mi sangre rápida.
Inmenso es el río
que en subterráneos meandros
madura
y nutre el ámbito
de mi vida profunda.
La cálida corriente
que me inunda
en la flor de la herida
se derrama.
17. EL SUEÑO
En tan blando nido
mi corazón descansa,
ni lo asombran
los perdidos fantasmas
que se asoman.
Pasa por mi sueño
la ola calma
de mi respiro.
En tanto olvido
el tiempo de mañana
se prepara,
mientras estoy viviendo
efímera muerte.
18. EL ALIENTO
No se de donde viene
el viento que me lleva,
el suspiro que me consuela,
el aire que acompasadamente
mueve mi pecho
y alienta
mi invisible vuelo.
Yo soy apenas
la planta que se estremece
por la brisa,
el sumiso instrumento,
la grácil flauta
que resuena
por un soplo de viento.
ORACIÓN
Dame, señor
un silencio profundo
y un denso velo
sobre la mirada.
Así seré un mundo
cerrado:
una isla oscura;
cavaré en mí misma dolorosamente
como en tierra dura
Y cuando me haya desangrado
ágil y clara será mi vida
Entonces, como río sonoro y transparente,
fluirá libremente
el canto encarcelado.
DESTIERRO
Mi vida
es un destierro sin retorno.
No tuvo casa
mi errante infancia perdida,
no tiene tierra
mi destierro.
Mi vida navegó
en nave de nostalgia.
Viví a orillas del mar
mirando el horizonte:
hacia mi casa ignorada
pensaba zarpar un día,
y el presentido viaje
me dejó en otro puerto de partida.
¿Es el amor, acaso,
mi última rada?
Oh brazos que me hicieron prisionera,
sin darme abrigo…
También del cruel abrazo
quise escaparme.
Oh huyentes brazos,
que en vano buscaron mis manos…
Incesante fuga
y anhelo incesante
el amor no es puerto seguro.
Ya no hay tierra prometida
para mi esperanza.
UN DÍA
Este cielo nublado
de tempestad oculta
y lluvia presentida
me pesa;
este aire denso y quieto,
que ni siquiera mueve
la hoja leve
del jazmín florecido,
me ahoga;
esta espera
de algo que no llega
me cansa.
Quisiera estar lejos,
donde nadie
me conociera:
nueva
como la yerba fresca,
ligera,
sin el peso
de los días muertos
y libre
ir por caminos ignorados
hacia un cielo abierto.
OSCURO CANTO
Oscuro canto
que brota
de la honda esperanza
rota,
y del retorno
al círculo cerrado.
Peso escondido
como hijo sin nacer
en el vientre profundo,
apretado nudo
en el lugar del corazón.
Ay, tampoco suena
ni sube
el nocturno canto
hacia el cielo lejano.
Es una voz sorda
que se ahoga en la garganta,
es un grito callado.
Y si sube,
no es un vuelo
en la noche muda,
es sólo una nube de humo
que se pierde en la sombra.
MUJER
Un ser que aún no
Acaba de ser,
No la remota rosa
angelical,
que los poetas cantaron.
No la maldita bruja que
los inquisidores quemaron.
No la temida y deseada
prostituta.
No la madre bendita
no la marchita y burlada
solterona.
No la obligada a ser buena
no la obligada a ser mala.
No la que vive
porque la dejan vivir
no la que debe siempre
decir que si.
Un ser que trata
de saber quién es
y que empieza a existir.