Celia Gourinski



Poemas
Nota Biobibliográfica y Selección de Textos de Jorge Ariel Madrazo 



CELIA GOURINSKI  nació en Buenos Aires, en 1938. Cursó estudios de filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la U.B.A. y Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Córdoba. Ayudante de Cátedra en Filosofía Antigua, Prof. Dr. Jaime Rest. Estudió música desde los cinco años. Formó parte del Grupo Surrealista Argentino. Ha publicado en Poesía: Nervadura de Silencio (1958); Tanaterótica (1981) con prólogo de Francisco Madariaga; Instantes Suicidas (1982) e Inocencia Feroz (1999) con prólogo de Miguel Espejo y dibujos inéditos de Enrique Molina;  Narración poética: El Regreso de Jonás (1971) prologado por Aldo Pellegrini. Ha publicado desde 1955 en diarios, revistas literarias del interior, de la capital y del exterior del país. Su obra ha sido traducida al inglés, francés e hindi. Falleció en Buenos Aires el 2 de mayo de 2008.


de: Instantes suicidas (1982)


POEMA

Late tu estadía en el espacio.
Late tu estadía en el espacio.
Portador del pensamiento.
Y el amor el odio el espacio.
Late tu estadía.
Si aquietas accidentes tu alma avanza.
Que late. Que late tu estadía en el espacio.
Espacio de paredes y puertas y tabiques y tranqueras.
Espacio abrir y cerrar, estar cerrado.
Cierra una puerta, allá otra puerta.
Si aquietas accidentes tu alma avanza.
Cuánto es un pobre espacio qué poco es inmenso.
Late late.
Y el amor y el odio.
Portador del pensamiento.
Lo otro piensa. Tu llevas la carga, Yoel.
Late Yoel tu estadía en el espacio.


de: Inocencia feroz (1999)


PRIMER DOLOR

En aquel tiempo, cuando era pájaro, solía empinarme
hacia el sol, que como bondadosa madre me insinuaba caer a pique en el mar

Recuerdos de niño demente
Lucidez que reina en el momento de morir.


VISIONES


No me quites la memoria no me quites la visión de
todos los lugares donde mis tripas donde mis alas
pactaron contigo, ángel oscuro
Ángel ávido y vengador de la noche elegida para
amar con todos los elementos del mundo
No me quites ni un mendrugo de memoria soy tan
ociosa para morir
No me quites la memoria del pequeñísimo instante
en el que parpadean los ojos y es una brecha letal
que espanta a quien se animó a pactar la unión de
tu negrura de ángel enjaulado y el fulgor de los
esponsales de los hermanos
juntos alguna vez en la
Gran Obra

Llegó el momento
Benditas las lluvias que nos anunciaron nuestro beso
tan largo, nuestra estadía en la intemperie, con
plegarias sin destino, amado, las tantas que fui en
el filo de la tierra, ángel oscuro, quién será quién
a quién me entrego

El ángel es un resto de dios y no perdona
El que yo amo olvida el hambre en el momento de la
cena

Y no me quites la memoria, ni la más pequeña
memoria desgarrada, por si reviviera la bellísima
caricia en un ahora, ven aquí, no hay daño si nos
une la carne y el cielo
memoria de carne de cielo


CARTA MUERTA

Mi señor
alguna vez te he obedecido desde las sombras
fantasmas en los anónimos que hayan besado mis
tierras
Te guardo el castigo de un amor en las veredas de tu
cuerpo mientras sueñas mientras hueles mientras
trepas ese sol de madrugada, el que mora entre tu
aliento y mi aliento
Señor no pidamos permiso para empaparnos en el
único delirio de las bestias celestiales, late un bello
gemido en las caricias de la niña perversa que se
entrega a siestas prohibidas entre tu aliento y mi
aliento, perversa niña gratitud en todas las pasturas
delicadas y salvajes, señor alguna vez te he obedeci-
do fuera del pacto con las aves que se pierden, niña
perversa heme aquí
yo, señor, que te advengo en los horizontes
del deseo
yo, señor, con los colores sagrados del que ama
yo, señor, desde el precipicio qie siempre está
en lo alto
yo, señor, que no creo
que creo, señor, en el alcohol que tu boca
derrama en mi vida
Señor de los barcos que parten, hacia dónde... señor
de las moradas habitadas por labios tan tristes,
señor de mis labios tristes tan cerca de la tierra, mi
tierra, la de los fugitivos que te obedecieron alguna
vez
Toco tu enjambre de estrellas en el bello gemido de
niña perversa y sabia al revés
Señor tírame la tabla que flota en todas las aguas,
señor que te vas, señor mi señor pero nada me
salva ni tu tabla ni los pájaros
Adoratriz de tu sol niña perversa

Y quiero y me uno a ti, señor,
en la deriva


POETA INCIERTO

Quieran los barcos no desesperar en las brújulas locas
Sea así por los náufragos, quiera el mar no aliviarlos
Sucio lujo del odio, el invento de probables salvatajes:
¿a quién? ¿de qué curioso lugar en la ignorancia?
Señor Dios, no permitas que mi señor me otorgue
piedad
En los naufragios hubo una vez en que amarse no
tuvo culpa ni castigo. Quieran los mares ser impíos
en nombre de la Piedad
Dónde estamos, amor mío, cuando nuestro triunfo
nos premia con lo inalcanzable, cuando nuestra
extrema cercanía no deja lugar a lo cercano,
                ese árbol, ese aletear en la cornisa
                ese escalar en cualquier calle
Que hubo un terreno que dejó de ser baldío, que
hubo un temblor de besos de demonios…
Quieran los barcos ser brújulas locas, enamoradas
brújulas locas


PLENA SED

Sólo me recibe la intemperie
Cuando me despiden las odas familiares, cuando vago
sola en la espuma de los sementales de Dios, la
intemperie me cubre con su manto ávido de destruir
fronteras
Ábreme, amado, ábreme en el dominio del aire y del
sueño. Iremos juntos a velar a nuestros hermanos
del sol
Sólo quiero que la intemperie nos una en la alborada
de los que buscamos oro en la ciénaga iluminada
por la palabra libre
Intemperie, sálvame del sofisma de los sabios
impuros, de las canciones laudatorias en la boca del
Domesticador


INOCENCIA DESPUÉS

Inocencia, no desesperes en la culpa de los cuerpos
marchitos
Ellos nunca fueron elegantes, nunca un fulgor echó
sobre ellos su hechizo
Inocencia de bellas crueldades, acompáñame a
recorrer lugares reservados a los dioses burlones,
que juegan a devorar toda ley inventada por sus
vástagos
mira mis rodillas poco sumisas en el reino del verano
Mira mi escondrijo lleno de cofres que guardan
ropajes saturados de hastío en las maravillosas
familias
Mira la sombra de despedidas apresuradas, erróneas,
que se convirtieran en reflejos extremos del amor,
oh tembladeral de vidas
Te invito a pasear conmigo en los bosques, matas de
pelo en el lomo de la loba, en las axilas con olor a
cielo, en el duelo de los romances perdidos
Porque contigo he de cruzar leyendas majestuosas,
despojos feéricos, insignificantes cuartos perdidos
en la hondura de tu estigma, resurrecta orden de
no obedecer al amo más que cuando se acerca el
mediodía del espanto en el recinto vecino allí,
donde el muerto querido alza una copa de alcohol y
aúlla concediendo una visita al infierno
Tu ríspido imperio me eriza, me vuela, me estremece,
me hace desear padecer partir sin consuelo. Tu
sombra anega, pasionaria de los viajes trazados en
el vértigo del soñador

Puta mágica sagrada