Orlando Florencio Calgaro


Poemas 1968-1979



De: Punto de Partida [1968]


POESIA

La poesía no sobrepasa al hombre,
lo prueba”                  
René Menard

Se trata del asentimiento
de la tentativa desesperada
lúcida
por comprometerse
a favor de la más grande presencia
en la tierra:
la del hombre frente a su verdad.
La renuncia a conducir el mundo
comienza a inquietarse
cuando las sustituciones
no consuelan de nada. Entonces
nuestra tarea
(por la amistad de los poetas
sin misterios impenetrables
y con todas las pruebas rechazadas)
es este estado emparentado con la palabra
alimentándonos de su fermento
como la libertad del aire
o esas regiones del hombre
que aún le pertenecen
pese a las ópticas del hambre y tanto frío
como un amanecer que ya nos ilumina.

TEXTO DEL SÁBADO
 ¿Qué es el hombre? Aquél que tiene que atestiguar
lo que es”.
                    Heidegger

Cuando llegué en agosto
estaba puesto el sentido de todo lo real
sobre las cosas
entre los seres que a mi lado se amaban
sin que yo lo supiera. Definitivamente
los años fueron descubriendo
las reglas del juego.
Aquí
entre estos papeles
y las calles de todas las mañanas
libro batallas cruentas con los días
-a veces hasta por los cigarrillos-
duras derrotas o considerables alegrías
de un pájaro en el aire
o la hora de los besos
o la amistad de los hombres.
Mis agostos hicieron posible el entendimiento
ahora es la presencia y soy un diálogo
el proyecto que soy
la mismidad
la libertad, la historia
accedieron por primera y última vez
dos posibilidades:
dejar una carta explicando algunas situaciones
en las que por coherencia había dejado de creer
con todo lo real en viaje siempre
como una remisión al silencio absoluto. O elegir
seguir eligiendo
esto que hago
prometerme a los hombres
sobrecogido por todos sus dolores
en lo que estamos en juego
con la guardia estremecida.
Agosto me presta sus recuerdos
y en su nombre yo no bajo la guardia
no la bajo, no,
por humillación, por ganas de gritar
por necesidad de amar y amarnos.
Precipitado a las tinieblas o la luz
de acuerdo a las mezquinas, interminables deliberaciones
traspaso las peculiaridades de que me han provisto
y sigo tomando las cosas con las manos
ocupado, muchas veces
-para tranquilidad de ustedes-
en la más inofensivas de las ocupaciones.



ESCRITO EN ENTRE RÍOS


 “Este paisaje es mi alma…
Juan L. Ortiz


Sé encontrarte
en las despedidas de los años. Moviéndote
entre límites precisos. Cayendo
como otra hora que cae, sí,
hacia la arena de este río Paraná
bajo el sol de la mediatarde.
Nada podría sin estos yuyos amarillos
irrevocables a la hora de la infancia
o esa canoa que deriva
al ritmo de guitarras
o las avenidas de las islas
eco de las siestas prohibidas.
Nada sino por estas agua
que mágicamente ciñen
tu nombre. Y esos amigos
de una vez. Las tardes
de este pueblo
en que la vida se alcanza
o se pierde
sin golpes evidentes.

 La Paz, 1966

De: Los Métodos [1970]


LOS MÉTODOS


Había dejado de fumar. Y la literatura
ya no era más su oficio.
Gran conversador apurado también
gastando tragedia
era verlo
          vernos como hoy
tomar mates hablar.
Claro, las cosas cambiaron
por supuesto a mí entre otros aunque nunca
se sabe cuándo pero ocurre
uno está sobre un colectivo
o en el baño
o andando por ahí
y la comprobación cae: Ya no es lo mismo viejo.
Amigo
que me hablás despidiéndote de las trincheras
abandonás a las cosas hay que hacerlas
antes que el corazón baje la guardia
repitiendo a veces: Las mujeres de la bur
guesía son fungibles
además que querés en este país no pasa nada
escombros acumulados
en los nuevos años infames.
Quien desiste es el poeta augural de las traiciones
su triste recuento
después viene el olvido
raramente aman un parque
abocados a esta antesala de la tierra
la ciudad con fenicios
le ilumina los rincones
lo asalta con recuerdos
y nunca nos será concedido un emblema
que nos reconcilie con lo eterno.
Viste? Viste?
Ahora resulta que no sabemos para qué vivimos.
Ahora es una pálida envoltura.
En mi país no se hacen preguntas a un hombre conmovido
Las “Historias” dicen
que nunca hubo vencidos ni vencedores
sólo fueron cuestiones del momento.
En mi país se dan las gracias.
La poesía ya soplaba donde quería
cuando hubo una puesta de sol en España
el despotismo ilustrado.
Pero antes todavía
aún en ocasión de la hegemonía española
hacia fines del siglo quince después de nuestro Señor
ya por aquí habíanse dado en vivir
los comechingones y sanabirones
diaguitas, huarpes, atacamas, tonocotes y lules
con los tehuelches, matacos, pampas
los patriotas guaraníes
y los primeros invasores imperialistas racistas araucanos
después ladrones de caballos.
Aunque desconocido en estas playas
el método no provocó grandes discusiones
no tenían casi a quién traicionar.

 El plural de Rafael probablemente
fue uno de nuestros primeros habitantes
pero nadie le procuró un pincel
ni su genio siquiera
y lo más triste pobre tipo
no existían poderosos ideales
cuya glorificación se le encomendara.

 El gran Forzador del estado
que solía gustar de la “dulzura de la libertad”
al tiempo denostaba el libre cambio
y cayó al mar ahogado por las penas del porvenir.
Sin proponérselo arrojó el tema
a nuestras interminables mesas redondas
bautizó impecables profesores
profesadores de la tal libertad
encuadernó gruesos volúmenes
diríase: nos dio cuerda para rato.
En esta turbulencia nos hemos mezclado
a estas centurias estamos unidos
como al método original
de las traiciones al país: La asfixia.
Ahora mismo estamos palideciendo asfixiados
admirando
                como si todo fuera poco
en inocente victoria
como nuestros hombres de facón envainado
y de alguna manera libres
son comprados por turbios traficantes
y los hacen sus siervos, aunque puedan
marchar por calles extrañas y adquirir un palacio
vinos y adolescentes.


FRANCISCO RAMÍREZ

Comandante del Arroyo de la China
del que algunos dicen
era achinado y retacón
al que le bastaron tres años
para armarnos de coraje hasta el final
y los gurises que aprendieron a leer
en las escuelas fundadas
                                    por el oscuro montonero
cuando fue Supremo de la república de Entre Ríos.
Bravísimo soldado caudillo
                                        peleó allá
donde el amor se llamó Delfina
y murió con el pecho al aire.

 Carreras armaba “La gaceta federal”
boletín de sumario formato
capaz de contaminar las explosiones
y quienes lo seguían
                              peleaban
por nada al mes y dos metros de tierra
sus nombres
quedaron olvidados mal muertos
la chamarrita apenas
para el gran valiente don Anacleto Medina

(Si viera esto hoy, si fuera posible
si nosotros
si supiera acaso del sargento borracho
de los generales con olor
si leyera largo de rufianes
en busca de la gloria con métodos feroces…)
Pero vino Ibicuy y mayo del dieciocho
y octubre de mil novecientos diecinueve
y vino al fin la batalla de un minuto
a ochenta leguas de Buenos Aires
la pirámide de mayo
                              palenque
para hieráticos pelo duro
símbolo de la molestia de los años.
Fueron a poner la mano ardiendo
sobre las secas ceremonias promulgadas
contra los tristes pobres pueblos su dolor.
La peluca
encontró el método propicio
como hasta hoy
                       las ratas
se hacen solidarias
cuando el piso se les pudre.
Pero cómo pudo usted
cómo pudo creerles, San Francisco Ramírez?


ERNESTO GUEVARA


Los argentinos no han dado señales de vida…
       (del diario del “Ché” en Bolivia)

La pena terca casi sonreía a la fábula.
Se diría que sí
                     parece
frente a las puertas de la luz última
que en los ocho puntos cardinales de América
no le espera la lámpara
rodeada de risas
sino un montón oscuro
de infinitas figuras contraídas.
Dictar un bando revolucionario
disponiendo la reforma agraria
la sociedad convertida
en una gigantesca escuela
como quien trae su fogata incomprendida
al triste sitio de la intensidad de ayer
un horizonte dividido.

Ahora cada quien su cicatriz
sus tangos, el mate
                            sus olvidos
su personal inviolable cigarrillo
una mina si cuadra, el fútbol
y volvé general cuanto valés
pero ché que querés
                               las condiciones.
No sé si el tiempo cerró las perspectivas
pero me pregunto cómo
                             alguien
que ganó el destino
al soplo que lo seguía
cómo pudo esperar
de nosotros
                  viejos discutidores.
Hemos encontrado la fórmula
para las bárbaras justificaciones
cómo entonces
-por la victoria algún día-
como pudo esperarnos
cuando tenemos nuestro cubil
para seguir hablando proponiendo
fumando
             así de interesantes.
Los grandes destinos
Esperarán un poco más.


De: La Vida en general [1974]


LA VIDA EN GENERAL

Los que no merecemos ninguna confianza
los que entramos a la vida
perdiendo dos a cero
esperamos una señal
como quien oye silbar lejos
no las complacencias
ni los escenarios de por ahí.
                                        Ah

la pobreza tiene sus dificultades
(aunque hayamos accedidos a salones
sin tropezar con las alfombras
algo retumbó siempre, algo suena)

Los que no somos dignos de ninguna confianza
somos los hijos de esas soledades

fácil presa de las tardes
y de las traiciones.
Pero qué hacemos aquí entonces
quiénes somos
                     cómo estar
frente a las instituciones de la  descalificación
y el olvido.

Son los días donde la situación
la verdadera límite
                          es lo cotidiano,

allí donde se reúnen
los productos y las necesidades.

Hemos procurado
aislar algunas situaciones

esperado vigilantes el mensajero
                                        pacientemente

entre opiniones sobre la lluvia
                                         el verano

lo que mata es la humedad
                                                    el colmo

está crecido el Paraná
las porciones del sexo a la hora
en que la gente sale del trabajo
entre gerentes, maestros impagos
la gran confusión
                         márgenes de olvido

el cuerpo mutuo de la tarde
donde crecen, no ya los sueños
sino las cosas como son
aunque el tiempo no hable y se disperse.

Nos reunimos en señales de ocultación
bajorrelieves que algún día
nos ahorrarán pedir disculpas.
Permanecerá nuestro íntimo alfabeto
resonantes abrazos
y habrá piedad para los heridos de muerte;
tal vez un poco de su miedo
algunos levantadas alegrías suficientes
decidiéndonos hacia el costado de los días
o las más estridentes
fiestas del corazón agitado
difícil saber si a lo largo o a lo ancho
para seguir confundiendo la patria

con cosas que no se le parecen
que nada tienen que ver
ni con los “descubridores”
que la primera vez
golpearon aquí sus sandalias.

Ah cuántas olvidadas sombras
se nos revelan!

Tratamos

          seguimos tratando

de evitar que el viento se meta
en esa muela picada desde la infancia;
nadie encontrará lo perdido
nada nos reencontrará con el río
los arroyos, las islas
casi todo nos tornará
revolucionarios o resentidos melancólicos
mas nada logrará adscribirnos
a la prevenida transigencia diaria
descuidaremos el lenguaje
tal vez se demore
pero vendrá la disonancia
ella no nos abandona. Imposible
tirar por la borda tanta humillación.

El amor inalterable jura que todo está inalterado
y sabe
que lo que no tiene aún sigue siendo todo lo que tiene.

La contrapartida:

nadie se atreverá a celebrar nuestro desconcierto

somos peligrosos en definitiva
la coherencia suele acarrear tales aflicciones
llega hasta turbar la soledad
la serenidad perderse con torpeza.
Les llegará la imposibilidad de darse vuelta
decir nada sabemos ni queremos
nadie no podrá decidirse
la dócil verdad pedirá cuentas
el robador y el robado no se perderán en la oscuridad
nadie escapará intentando explicaciones
a pesar de las rodillas fácilmente dobladas
no quedarán al margen
se aburrirán sin mediación.


MI PAÍS

Ah mi país
mi nuevo país
mi reciente país
ni pobre ni pequeño
mi contradictorio país
pocas veces vengado
tantas vendido
tantas humillado

tal vez

          ahora

en la mirada
sólo nos pesa el porvenir.

Mas mantengamos
la esperanza
en los días que vienen
en este acecho
en este devenir
lenta disipación
de tantas pesadillas.

Tendidos

          no resignados

frente a las continuas ráfagas
del poder vacuno
esa astuta maraña
hasta convertir en imprevisible
nuestra fragilísima libertad.

Oh mi país

                    el discurso de los años

los anales del descubrimiento
Américo Vespucio que salió
a hacer navegación del occidente
y Solís a  quien sobrevino una tormenta
-justamente comido-
no acertado el puerto conveniente
y Magallanes mortificando al indio
que de puro coraje murió
y Alvar Nuñez
con sus cataratas de heroísmo.

Ahora pretendemos

                    humildemente

acercarnos al trofeo de los homenajes
más allá, todavía,
del nivel de los latidos
como procurando la certeza
de la vibrante empuñadura
capaz de asumir tu defensa
de distinguir al enemigo
de una vez por todas pedirle cuentas
en el minuto del azul
con el blanco del verano
sus frutos estallados.

Se trata de no quemar nuestra sombra
en fogatas extranjeras
oh mi país
pequeños hilos de los ríos
arenitas de mi país
basta de halagar
basta de siervos o inseguros.

Esta vaga aspiración de ser
se une a esos destellos originales
de una memoria y espera
de los que se amaron
desplegando las hebras
de la barbarie y el amor.

Cómo, entonces, ahora
no recurrir a todos los tañidos?

Los años tienen fondo
la federación de las voces lo proclama
el sol agropecuario indica
la aglomeración de las furias

                                                  contra

la puta cosa furtiva que llega
penetra en nuestras localidades
y se hace dueña
contra las criaturas
que gritan, aún, contra el olvido.

Hagamos lo que sea necesario
la paz o la guerra
pero con alegría
aunque palideciendo a la deriva
en ese estado de infancia
la frescura permanente
cierta ingenua humildad
donde Ella accede
y el hombre la encuentra.


DOMINGO DE AGOSTO

Son los tiempos en que la angustia
cambia vestidos y costumbres
aún cuando es exactamente real
como la de los días
en que andaba los primeros años.

Los brujos entretelones del fútbol
dios mío cuando picaba dentro del área
o una bicicleta azul hecha en Italia
o los misterios del amor
que ya vas a ver como estalla.

No hablaré de la sangre
de sus viejos cursos
viajera del silencio
ahora en que los árboles
las calles, éste mi río agua de américa
hasta alguna reja, tienen historia.

Quién hubiera dicho
que todo, todo, después sería
la antesala de septiembre
ascendiendo desde perdurables heridas.

Es la voluntad que remarca
sensibles lejanías
ya es el estremecimiento o la derrota
o los dulces recogimientos
que se alzan para la lucha más firme
para entendernos en nombre de íntimas ausencias
casi nada cuenta la medida
de vulnerables aciertos
generales productos de desajustes
más emocionales que lúcidos.


De: El País de los Arroyos [1979]


SON MEMORIAS

Sin estar lleno de méritos
ahora vuelvo
a estos lugares
en los que, quizá
habité poéticamente.
Alguien me silba
y pide la memoria
como si, acaso, fuera
el primer caído de bruces.
Tantas veces la claridad
                               excesiva
nos precipita a las tinieblas.
Igualmente recuerdo
que el mal
es una estocada
en la mitad de la vida.
Aquí yo tuve un cuerpo
uno
            que tenía
que estar en situación.
Como todo hombre
desplegué distancias
y en esas distancias
llevé mi andar.
Inexorablemente debí
asumir este cuerpo
localizado
                 y descripto.
Es así que, no sin cierta violencia
debí recomponerme.
Y entonces reclamé:
Yo soy el fundamento
de mi propio ser.
Pero no podía ocurrir
en un oscuro velo
que aquí mismo
recordara a mi madre?
A mi padre?
Mis hermanos, no?
Y a mi propia infancia?
La necesidad estaba presente
en este vivir de recuerdos
entre tantos intentos de amor
y tantos intentos errados
donde surcan
ríos y ríos de vidas.
Todo, sin embargo
me viene
desde estas heridas.
Y, créaseme, las quiero.
Porque, de otra forma
qué haría la tristeza?
Qué los forrajes de verde
sino desgarrar lamentos?
Por qué no las gracias
de la información devuelta?

Yo también
quise quemar todo
y arder,
            en los desquites posibles.

La Paz  (Entre Ríos ) – 1977



ARROYO CABAYÚ-CUATIÁ

Nada podrá curarme
del horror del sufrimiento.
Qué, acaso,
podrá quitarme
la humillación y el dolor?
Este arroyo
no bravío, pero prepotente
busca ahora el tiempo
en que lo cruzaba
por el “puente viejo”
rumbo a la escuela
la del “puntero” y la desdicha
la de la desolación
y la injusticia,
enajenándome
para el resentimiento.
Viejas destripadoras
de la infancia
digan por qué
matar así
la imaginación y la caricia?

La Paz  (Entre Ríos)  -  1975


ISLAS DE LAS LECHIGUANAS

Al final fueron nuestras.
Políticamente nuestras.
Pero créaseme, el destino
es mostrarlas
                    repartidas al viento.
Todo luce aquí
como las sedas imposibles
en una paz
que se entiende con el cielo.
Todo está
          para el reclamo amigo
hasta el agua maternal
el blando pecho de los sauces
los humildes cauces,
que ni nombre piden
pero descienden tenues
sobre la verde alfombra.
Es así.
Como el viejo del rancho
como el gurí sin dientes,
también son nuestros.

Ibicuy  (Entre Ríos)  -  1975



ORLANDO FLORENCIO CALGARO, abogado, docente, escritor y poeta, nació en La Paz, provincia de Entre Ríos, el 25 de agosto de 1939. Falleció en  Rosario, provincia de Santa Fe, el 17 de diciembre de 1986.  Llegó a ocupar el estrado como Juez, cargo al que renunció para cumplir funciones como Director de Cultura de la provincia donde residía.  La poesía y la política lo encontraron en “La Ventana”, revista que Calgaro editó con Raúl García Brarda, Luis Pesenti, Juan S. Pegoraro, y el grabador Omar Cavagnin.  “La Ventana” apareció entre 1962 y 1968; fue una revista literaria y de análisis político. Por esa época estimulado por su esposa Graciela se apasionó por la historia argentina, particularmente con la historiografía de José Luis Busaniche, quién, por entonces,  adscribía a la revisión de la historia de los caudillos federales. Por esos años fue que entabló correspondencia con Raúl Gustavo Aguirre, Rodolfo Alonso y Arturo Jauretche.  


OBRA PUBLICADA

1968 Punto de partida
1970 Los métodos
1974 La vida en general
1975 La Constitución Nacional de 1949
1976 FORJA: cuarenta años después
1979 El país de los arroyos
1986 Antología poética
2012 Diálogos azules