Sara Vanégas Coveña


Poemas



MEDIO DÍA

tu sombra que sangra en los arrecifes
chorro de crudas amapolas
mancha estos signos
inútiles
este silencio
me vuelve

roja estrella en tu costado oscuro



AL ÁNGELUS

se recogen los pájaros
en la tarde transparente
(mi corazón es un ave más
arrodillada)


EL MURO

el muro avanza vertical contra un cielo sin nubes
almenas / luz opaca de la luna
ventanas clausuradas

y un aroma a jacintos que tiñe de púrpura estas líneas





EXILIO

vienes del otro lado de las aguas tras
la huella pavorosa
de un adolescente muerto
para amar su ceniza
vienes, hermano mío, a refugiarte
en el antiguo misterio de la tarde
y el bosque en llamas te devuelve una vez
más su rota cabellera



BAÑO

lentamente se desnuda

entra en las aguas
infames
se mece sobre las olas
y sus carnes brotan rosas oscuras
que contrastan con la palidez de la noche



ATERRIZAJE

una nube solitaria —ángel extraviado del
verano—
entre los altos riscos
más allá
la mancha de una ciudad/ descendemos
tierra roja la tierra castellana:
Madrid se riega ante mis ojos



RETORNO

los pájaros han vuelto a mi ventana
oscuros libres ajenos
queman el aire cantan

pero no anidan

cruzan el desierto de mi nombre
beben de mi sed
los pájaros tardíos

mi casa es un enjambre de alas que se fueron



POEMA 7

escupo tu nombre en el agua
mientras la noche lanza sus escorpiones sobre mi corazón
averiado y cobarde
la luna cada vez más alta
el aire en llamas
y el agua...
el agua que envenena mis labios



INÚTIL

inútil la espera y la esperanza
inútil la carcajada roja
de la tarde
demasiado tarde para recuperar el anillo
plateado de su risa
la gaviota sin cuerpo
que cruzó mi espalda a la mañana
y se perdió por siempre
en la arruga impiadosa de los días





POEMA

te hamacas a media tarde sobre mi mirada amante
me sonríes
y hay un río de miel entre tus labios ávidos
convoco las campanas los tréboles los
mares
y voy hacia ti cantando
pero la tarde hace un paréntesis maldito
y me lanza de bruces a la realidad:
este solo poema





como en los viejos tiempos:
tu corazón será enterrado en medio del
desierto para que los pájaros recuerden su
ruta más allá del mar






brisa melancólica que arrastra historias
perdidas de antiguos oasis. rostros velados
y lunas en los balcones
(la gloria de unos ojos de miel que aún
me persiguen en el temblor ausente de
una palmera eterna
desde hace ya tanta arena)




DESTINO

¿y si un día amanecieran las calles todas con candado?

¿y si los árboles no cesaran de crecer contra un cielo verde?

¿y si mi corazón se mudara al pecho de un canario?





LA CIUDAD

la ciudad entera amaneció entre gris y pájaros
asomó sus visiones por todos los corredores
y se desplomó en el charco

¿quién rescatará del agua tu retrato?







esferas encendidas ruedan a mi paso

me recuerdan las voces de los pájaros
su peso de lágrima furtiva







sé que en el fondo de mí aletea cierta música
inexplicable y buena.
sé que alguien por ella me reconoce y me llama

desde antes de mí







LA ESPERA

y te he esperado sin rastro
y sin prisa
sobre los puentes y las cúpulas azuladas del verano
a través de los túneles interminables de la noche
en todos los andenes
lejos del mar y sus sirenas
te he esperado en esta ciudad
y en todas las ciudades
mientras la sombra crece sobre mis manos y el viento
es un mensaje ronco sin ventanas
te he esperado de cara contra las vitrinas
en el eco intermitente del teléfono
en los cuadros del Prado
y en las calles
pero más te esperé en las paredes repetidas del Cristal
y puedes creerme:
solo asomó tu silueta tras una de ellas
en el momento exacto en que yo partía










alguien sobre el pico más alto del mundo
toca una trompeta:
las criaturas más bellas y las más infames
acuden al llamado

todas se miran en el agua y olvidan su
rostro







son criaturas de hielo. hielo y sombra. su
canto cubre de agua toda la ciudad. como
un diluvio de soledad. tristísimo.
dicen que quien lo escucha enloquece.
y no para hasta encontrar el mar ...








la sombra del mar contra un espejo sin
nubes y sin cielo. voces milenarias sostienen
en vilo fantasmas de todo un universo
sumergido. sus sueños oxidados y sus
naves








mar que me bebes gota a gota
      noche a noche
mar que me sorbes
      desde tu eternidad amarga
   
   
   




voces que reclaman tu garganta. voces
oscuras. voces que se enredan en tu lengua
y en tus manos. voces que te atrapan
y te encadenan al mar








ángeles insomnes arrastran mortajas de luz
entre los dientes
cavan fosas en la mar. esparcen
mis escombros
contra todos los vientos

y el sueño no llega








crean las voces las estatuas, en las faldas
herméticas de las montañas. en el fondo
del mar

un día te crearon en mi garganta






muerde el pez del insomnio el blando
velo de la luna. esa luna que tocas con los
dedos y extrañas. quizá el mar tiembla
también de frío. por todos sus cadáveres
y sus canciones rotas. tal vez tu amigo
olvidó calzarse en el sueño y pisa serpientes
heladas al fondo de su tristeza.
quizá tú enciendes una luz para conjurar
tanta oscuridad y tanto frío ... y me busques
cerca del mar

quizá llegues por el camino del insomnio
a atarme esa luna a las manos. y a olvidarme






tu ausencia hace un ruido como de naves
      sumergidas

y sólo son mis ojos
parpadeantes

más allá de todos los naufragios









las voces del mar tornan a morir
en mi garganta

voces que un día te crearon

hace ya tanta agua









para entonces: sólo un canto amargo te
despertará
por la noche y te llevará mi nombre

... ya podrida astilla de naufragio







tu voz ya es una con las roncas voces del océano
lejos muy lejos lo que fue tu agonía y tu placer
te vas. firme y voluptuosa y leve. ya otra
ya tú misma. ya sólo deseo y agua
divina sombra:
ya olvido






el faro es una mancha en la noche
la noche

cicatriz en el océano







el recuerdo es ave
migrante

entre mi corazón y la nada








a veces
la soledad es una flor morada

en el espejo






tu niñez:
ese barco en la mirada

que un día partió sin despedirse







cuando los pájaros se fueron
quedaron huecos oscuros

en el viento







Ecuador:
beso el solar amargo de tu nombre

siete espinas de miel en el corazón




SARA VANÉGAS COVEÑA, Poeta y ensayista, nacida en Cuenca, Ecuador, el 19 de Octubre de 1950. Embajadora Universal de la Paz (Ginebra). Ph. D en Filólogía Germánica (Múnich). Magíster en Docencia Universitaria (Cuenca). Profesora de Lengua y Literatura Española (Madrid). Ex docente en las universidades de Múnich y Bielefeld. Docente investigadora en la Universidad del Azuay. Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade, 2000 y 2004. Diploma de Excelencia, Asociación Prometeo de Poesía, Madrid, 2010. Premio Hoja de Encina, Madrid, 2001. Mención Especial, Pegaso, Rosario, 2000. Mención del jurado, Concurso internacional de poesía El Mundo lleva Alas, 2009. Mención de Honor, Primer Concurso de Poesía El Fausto, 2006. Seleccionada, Certamen Internacional Literatura Fugaz, 2006. Directora de la revista internacional de literatura y arte Francachela, en Ecuador. Presidió el I Encuentro Internacional de Literatura, Cuenca 2007. Ha publicado poemarios, antologías, una novelita para niños  y un diccionario de autores ecuatorianos. Entre sus poemarios publicados se cuentan: Luciérnaga y otros textos, Entrelíneas, Indicios, PoeMAR, Más allá del agua, Antología Personal, La poesía junta; también antologías críticas: Escena literaria en Latinoamérica, Poesía y cuento ecuatoriano. Antología temática, Lirica española contemporánea. Poetas de los 70, Antología de literatura infantil, Yo soy Chica, dos libros sobre el uso del español. Coautora en antologías literarias internacionales, poemas traducidos al inglés, alemán, italiano, portugués y francés. En 2007, la Casa de la Cultura Ecuatoriana editó una antología de su obra en la colección Poesía Junta, dedicada «a los autores vivos más destacados del país». Poemas traducidos  Su libro más reciente, De la muerte y otros amores, acaba de ser editado en 2014, en edición bilingüe, español-inglés. Su nombre consta en la Enciclopedia Mundial ENCARTA.