De: Ballestas contra el miedo [1990]
INVENTARIO
Miré si me quedaba alguna víspera,
un claustro a quien gritarle su silencio,
un retablo con fugas, aire, aire,
un rastro de jardín en mis sentidos,
un oboe llamándome, algo de yesca.
¡Por vida de, había, acontecía!,
así que, ¿con qué gesto derrocarme?
Hube de continuar,
no tuve excusa.
ENVÍAME UNA CARTA
Envíame una carta, aunque se pierda.
Envíame unas velas encendidas, no sé,
un monte, por ejemplo, que me mire desde arriba.
Envíame sonatas, pergaminos,
capiteles corintios que apuntalen
esta luz de la tarde que resbala.
Algo de Brahms, el mar y su epicentro.
Banderas sin mancharse de colores,
que se puedan pintar como se quiera.
Y sobre todo aire, sin cauces, aire suelto.
De momento, la carta, aunque se pierda.
PATÍBULO PARA UN PUEBLO
A un pueblo abandonado camino del Pirineo
Te habitan los fantasmas del invierno
colgando en recias sogas las leyendas.
No quedan hornacinas ni espejo en las alcobas,
pueblo muerto,
no queda ni tu nombre,
huyó de ti tu gente y sus verbos transitivos
sin saber lo que eran.
Pueblo de sol a sol,
de esparto y velas,
entronizado en lágrimas,
celliscas y tasajos.
Hace tiempo hubo fiestas
ardiendo por tus células,
el patrono se ungía
de fustán y milagros,
volaban las campanas
con el viejo mensaje
y tus muertos cambiaban de postura
en la tierra.
¿Y me quieres decir, pueblo mínimo, osario,
qué hago yo con tu muerte
si odio los columbarios, los límites, las cercas?
¿Y me quieres decir que hago yo con tu santo
si esquiva mis preguntas con sus ojos románicos
y mira a las vidrieras?
¿Y me quieres decir, nigromántico pueblo,
dónde estoy, qué me pasa,
por qué sigo mirándote
y no quiero creer que no estás, que te has muerto?
TODO EN ORDEN
Son las siete en Torla.
Cerca del pueblo, sitiado por las nubes,
prepara sus misiles la tormenta.
El cementerio sigue en paz de piedra
y bajo tierra
reparte sus raigones.
Mantillas, chal y horquillas, dos viejecitas,
dos olivas de hueso,
se apoyan en la reja.
Está bien, todo en orden,
la tierra preparada,
una maceta,
el sol con la batuta mano en alto
dirigiendo su hacienda:
pueden dormir tranquilas.
En Torla son las siete.
UNA BUENA PREGUNTA
Después del cuello y hacia abajo era la nada
y la voz imperceptible de la arteria.
Y su collar suave, y sus ramajes altos
con su cetro truncado o sangre mínima.
Generación sin cuerpo
de tristes guantes blancos,
diario escrito comiéndose las uñas,
sin un choque de estrellas en su álbum
ni conjugar sus verbos todavía.
Después del cuello y hacia abajo,
¿a dónde se iba?
De: ¿Quién ha visto un ambleo? [1994]
LOS COMEDIANTES
Llegaban de su mundo de acordeón y farándula.
Desde unas horas antes anunciaban a gritos
con pasodobles de peineta y bucle,
el espectáculo de esa noche en carpa.
Un altavoz con ruido lo contaba.
Y nosotros, puros todavía
sentados en el suelo de la infancia,
con la mirada graduada en la inocencia
haciendo vela, mucho antes de la hora,
bocadillo por cena,
esperábamos la cita con la magia.
Luego llegaban todos y empezaba
¡tararí tarará! y una chiquilla
cercada de volantes y claveles
ponía en libertad sus castañuelas.
Después contaban chistes y no siempre entendíamos,
en cualquier caso nos hacían mucha gracia,
eran cosas de viejos que no nos atañían
en esa edad del gnomo y la merienda.
Nosotros, por si acaso, nos reíamos
con carcajadas de cristal y trenzas.
Luego un hombre muy alto, a la altura del cielo,
sacaba del sombrero conejos asustados
y estrellas y palomas.
Las personas mayores se aburrían un poco.
A nosotros en cambio nos hubiera gustado
dar la vuelta al sombrero,
por si quedara algo entre su forro.
Más tarde el “más difícil todavía”:
se quitaba la capa de púrpura y dragones
y al son de los tambores, el gran titiritero,
giraba en volatines el vientre de la plaza.
En la rifa soñábamos con aquella muñeca
-vestido de moaré, porcelana su piel de niña rica-,
que nunca descubrimos hacia dónde miraba:
tal vez la eternidad tenga ese precio.
O con aquella colcha de brillos ostentosos
que iba envejeciendo, obscena, cada año
para morirse a gusto en cualquier cama.
Siempre había un cretino que se reía de ellos.
Los mismos que hay ahora,
y si no, abrid la jaula cuando pasen al lado
y que vuele un poema
y veréis lo que pasa.
Ciertamente no hay plaza que se precie a sí misma
que no lleve en su sangre vestigios de comedias.
PUENTE DE PIEDRA
Había un puente. No era de piedra.
No guardaba un pasado, ni besos, ni suicidas.
Era vulgar. Un puente de cemento
con su blasfemia a cuestas.
Con el paso de tiempo
no sería una ruina de apellidos arcaicos.
Lo crucé. Tenía que cruzarlo.
Cuántos puentes después de hormigón
me cedieron el paso,
ni uno sólo de piedra.
De piedra sólo ha sido
el puente hacia tu abrazo.
De: Rótulo para unos pasos [1997]
LA LÍNEA RECTA
Dadme una línearecta y os daré la libertad
Mondrian
Como hacerle volver cuando yo quiera
a esa línea que prueba el infinito
como un punto perdido,
estilte feroz, que no dialoga.
escrita a mil palabras por segundo.
No hay fe de erratas en su vida íntegra
aunque cercene al mundo en dos pedazos.
Cómo hacerle volver y que confiese
si esa es la libertad, no equivocarse
—cuerpo de rato en una sola línea,
ni un temblor en su pulso, ni una duda—,
cómo acercarle al punto de partida.
Pero vuela tan lejos
que no escucha.
LA PALABRA Y SU TACTO
Era preciso hablar, rememorar de nuevo el primer balbuceo,
diseccionar el grito,
borrar la singladura del rayo hacia la herida.
Marcamos posiciones
-mas sin perder de vista la escalera de incendios-,
el aire de metal
y los nervios bregando, entrando por urgencias.
Era preciso hablar, reconstruir la vida,
apagar tenebrarios ante un sol como líder,
conocerse a destajo,
usar de las palabras para poder tocarnos.
Y saber que existimos.
AÚN FALTA UNA PÓLIZA
La forma es la expresión exterior
del contenido interior.
WASSILY KANDINSKY
Se pegaron, se hirieron con palabras
—ahora se puede hablar—,
apuntando a los ojos dispararon su ira,
quedó sangre en el suelo.
En medio de la pólvora,
una voz intentaba separarse del ruido
del color de la furia.
Los papeles en regla
su porte muy legal,
una voz a la caza de su última póliza
para ser realidad:
democracia.
LA FLOR DEL MIEDO
No dañaban a nadie con su giro de fuego.
Sus pétalos de vidrio se cerraban herméticos
girando hacia su centro.
No había que temer.
Una viola alisaba las arrugas del aire,
¡todo era tan sencillo!
Hasta que de improviso, contra todas las leyes,
muriéndose de frío,
creció la flor del miedo,
rompiendo en soledad su velada de esgrima:
el miedo de perderte.
YA ES ALGO
¿Esta es la paz y el juicio de la piedra?
Gerardo Diego
enorme piedra torpe desnuda en su pobreza,
no hay nada que le afecte.
Dentro de poco, el sol, comienza su liturgia
de acostarse sin ella.
El agua le posee, más tarde le abandona
Y sigue absorta y lenta
mirándose a sí misma,
sin conocer su nombre tan siquiera.
Hay momentos, sólo son momentos
y sabéis de lo que hablo:
los de la soga al cuello
y en los pies vacilantes la cornisa,
que podrán salpicar el más bello diario,
mas no conseguirán, en su alquimia de muerte,
volvernos como piedras.
Reconforta saberlo.
SIC TRANSIC GLORIA MUNDI
Eran unos zapatos con pretensión de heráldica,
hebilla plateada,
el moho de su ante perdiendo pie en el suelo,
nostalgia de peldaño sus tacones viejísimos
de negro ala de mosca.
Eran unos zapatos por fuerza desahuciados.
Sus arrugas talladas, como el cuerpo de un árbol,
en años transcurridos
y el ritmo de su artrosis quebrada la armonía
rubricaba en el aire una lábil cojera.
Zapatos de salón
valsando sus horas a través de visillos
en su mundo de hadas.
En la última cita de su carné de baile
la bolsa de basura.
Llegó el camión girando su estómago implacable:
final municipal de estruendo y noche.
Y en la fosa común se arreglan como pueden.
UNA GLORIETA PARA TI
Me miras y tus ojos no te informan
que tengo un superávit de impotencia.
Sin embargo, ese pájaro que agranda mi ventana
lee en mi pentagrama sin estudiar solfeo,
¿y qué puedo hacer yo con tu tanto por ciento?
Qué pariente impresentable se quedó con mi glorieta,
qué buen papel haría en tu breve visita.
Cuéntame algo, y que suene un concertino,
y te confesaré que aún conservo aquel charco
donde chapoteaba mi charol.
No te llegan mis cartas, aunque no las envíe.
Robar una carta en esta sociedad de solitarios
debería estar penalizado, ciertamente, como robar caballos
en cine del oeste con paga de domingo.
No ha pasado una hora, no, no hagamos caso, no mires al reloj.
Una elegancia inútil, la del péndulo,
que oscila simplemente por estética.
LA SUELTA
Les abrieron la jaula con sonrisa de cómplice
y los palomos, sucios de pintura de guerra
como un puño metálico
volaban tropezándose,
polucionando el cielo.
Delante, una paloma, atada por su nombre
se deshacía en plumas.
Pero ella lucharía,
el tambor de su pulso redoblaba en el miedo.
Los cómplices, liando un cigarrillo,
resolvieron en chistes la situación creada:
ganaría el más macho
y el dueño del palomo como macho primero.
No hay nada que añadir a esta gesta gloriosa
del testículo ibérico.
De: La mirada del maniquí [2000]
SEUDÓNIMO IMPREVISTO
Quién pudo ametrallar la luz del día.
Domingo, los aperos colgados,
ofician las ovejas su bordado de estío,
sentado está el paisaje ante su puerta.
Quién pudo ametrallar, qué ruin noticia.
Sabemos que la vida ya no habla ante notario
pero, cómo te has ido sin dejar una nota,
qué te hubiera costado, ya ves,
un corto codicilo que mejore tu ausencia.
El sol escribe en mí su ardiente manuscrito
y firma con seudónimo,
¿no será cosa tuya?
MOTÍN A BORDO
Yo creía en mi orden
y adjudicaba un nombre a cada cosa
para que vengan cuando yo les llame.
Había muerto ya.
Ni una sola pregunta se movía en mi aljaba.
Y cuando ya pensé que no quedaba
nada que homologar
se amotinó mi centro, cambiando de postura
todo aquello que yo había ordenado.
Ahora, escribo a lápiz hasta en el pensamiento.
De esta agua estancada que sestea y se aburre
nada puedo esperar,
así que me fabrico mi propia catarata.
Vuelvo a vivir, comienzo desde el prólogo
y hoy no sé qué muñeco saltará de mi muelle atrapado.
Eso quiere decir, que permanezco.
De: Coyunda recia [2005]
SÍNDROME DE ESTOCOLMO
Se acercan unos pasos. Más cibera en el alma.
Pasos sobre las grietas de la noche
que atruenan el pasillo.
Pasos.
Se decora la estancia de golpes y de gritos,
un seísmo en la cara
y ella se refugia en sus luces caídas.
Luego saldrán de nuevo a cenar con amigos,
le quiere, comprobado:
le compró un maquillaje.
Sonrisa apuntalada con sus galas mejores.
Ya no topan los pájaros con redes en el cielo
ni la luz se conforma con andar bajo tierra.
Butrino sin salida.
ACTO DE CONCILIACIÓN
En el atril un libro abandonado
repleto de sí mismo entre sus páginas.
Vadeo los recuerdos, todo en vano.
Porque el insomnio extiende su reinado
y ese avión que se va trazando en morse
su soledad de brillo por el cielo
no hace escala en mis ojos.
Hay un silencio urbano, adulterado
y está un mosquito afincado en mi pared.
Con tu permiso, insomnio del asfalto,
me invitan las palabras
tomo algo con ellas.
Mas esta vez tampoco llegamos a un acuerdo.
TARDE SIN MERIENDA
Un niño de suburbio juega sin guardería
-su sombra derrengada-,
y expira la inocencia de muerte prematura.
Sus manos infantiles tras el rayo de sol.
Consiguen atraparlo. Y un pájaro procede con su hipnosis
a embellecer la tierra.
No puedo regalarle puntillas de mi infancia,
ya no lo admitiría.
La tarde se defiende sin merienda,
baila al aire un chaleco de color dimitido
y un pelotón de luces fusilan al ocaso.
DIFÍCIL ENTUERTO
Al venir de Castilla tráeme el cielo,
aunque sea doblado, para ponerlo aquí.
Y su mirada abierta.
Remediemos de algalias la ruta a don Quijote,
Dulcinea esperándole, señuelos entre zarzas.
Porfían bajo el roble por un yelmo,
¡cuerpo de mí, Sancho!
Diría un bacíyelmo.
Y no damos con él.
REPARTO DE BIENES
Esto acabó, poesía, te cito en el juzgado.
Las sílabas de dicha que me diste
no fueron suficientes.
Monodia insolidaria, luz a solas, pastiche.
Quédate en tu cursiva de cristal,
con tu imagen de firma,
con tus buenos modales.
Que yo quiero vivir sin estilista.
Quédate con tus guantes, tu liturgia,
para ti el violín subiendo a los espacios
y para mí esta tos que lo humaniza.
Quise pactar contigo la búsqueda del grito
y qué jaculatoria tu sonrisa,
poesía conceptual
inmunizada.
VIVIR EN MAQUETA
Un día dejarás que te decore
tu íntimo salón de alta costura.
Dejarás que la puerta de tu traje
se abra para mí, tu cremallera,
ese nudo gordiano que axfisia tu corbata.
Cómo vas a saber lo que es la fantasía,
si no escuchas al pájaro que busca su comida
en ese desahuciado corazón.
Quién te enseñó a morir de esa manera.
Posees un jardín tristemente educado,
con flores licenciadas.
Imposible entender porqué se afana
esa cerilla húmeda pactando con el sol.
Lo sé, tengo un prado a mi nombre
en ese cementerio, donde son muy felices
aquéllos que se callan.
Si llegaste a este mundo para pedir la baja
tu epitafio será: vivió en maqueta.
De: Música de aldaba (2008)
¡TA, TA, TA, CHAN!
Urgían en la puerta de Beethoven cuatro golpes de aldaba,
abriendo su cancela al pentagrama y cuentan
que inició su quinta sinfonía.
Yo golpeo la tuya
entrando en tu rutina y atraco mis palabras
donde no molesten,
no voy a romper nada.
Tú también has sentido en momentos de esparto
la soledad del cero.
Que mi visita sea
como tu libertad alzando
el vuelo, un espacio
sin cercas.
Es tu puerta.
Decide.
LA MIRADA DEL MUNDO
No dejemos que se incline el calendario,
si se inclina pesa demasiado.
Si detesto la roña de los días iguales
es porque tengo prisa y no sé a dónde ir.
¿Quién ronca a ripio limpio?
Al fin ¿qué somos?, ¿un esbozo de qué?
¿Y vamos a luchar por una esquina?
Llega una nueva ola y me soborna
imposible marchar,
amiga luna, te quiero por apátrida,
por reflejar sin bulas la mirada del mundo.
VISITA IRREMEDIABLE
La llave está en la puerta, obviemos protocolos.
Quieres ser un fragmento del paisaje,
prometes no estorbar, estarte quieta,
ser algo que respira,
y sin embargo ya eres necesaria
como un cuarto de estar para vivirnos.
Conoces mi liturgia,
la silla preferida a contraluz
para izar la mirada,
y llegas con un ramo de palabras
como visita antigua que se precie,
mas no hace falta hablar, un solo gesto
y escribes en mi alma.
Así que vuelves, soledad, ¿un vino?
DESCUBRIMIENTO
La vida es un regalo demasiado brutal,
hay que encajarlo.
Perdió el cuadro sinóptico
para verla de golpe,
y ahora vamos por ella
río arriba y sin remos.
Pensaba, que al llegar a su cintura
ella me esperaría de espaldas al abismo,
sin su chusma de perros,
con oficio de amante.
Y la encontré aferrándose a mi sombra,
por toda referencia de sí misma.
BAR CON VENTANA
Proclama el viento
su libertad de cultos en el aire.
Alguien cruza la acera
secuestrado en su nombre.,
¿dónde estás?, ¿qué historia te acompaña?,
y yo sin conocer tu biografía.
Una niña en triciclo
pasa todas las pruebas de mi fe,
porque habla con el pájaro
que juega en la calleja.
Esa pareja, propietaria del banco,
entrena sus caricias
sin faltas de ortografía en sus miradas.
Nace un mechón de hierba en el asfalto
y un pertinaz semáforo mecaniza la tarde.
Puede contarse así.
La ventana de un bar lo testifica.
SECUENCIAS DE ASFALTO
A punto de cumplir su singladura
el metro se refugia en el cansancio.
Último viaje de metal y vías.
Me mira un niño, y le entrego mis armas.
Me mira esa señora como un tapiz colgado
y no puedo entenderla.
Una mujer mendiga a la salida
con contrato blindado en la pobreza;
su mirada de páramo
un agua triste pierde por sus juntas.
Y salto por encima.
La noche me devuelve su dominó de estrellas
y espero su jugada,
pero no están dispuestas a cambiarse de sitio.
De pronto colisiono con tu ausencia.
No se puede vivir viajando por el miedo.
POSIBLES SOLUCIONES
Entra un ego apestando a colonia
y se abanica con sus iniciales.
Así que hay dos opciones:
hacer un curso rápido de palafrén censuario
o vacunarse contra la estulticia.
NO APTO PARA MENORES
Guateque de domingo.
Nosotras esperábamos
-una buena manera de ejercer la paciencia-,
ellos nos elegían como fruta en su punto
y la vida pasaba a veces sin mirarnos.
El tango era un deseo fuera de nuestro alcance,
tan recatadas siempre, por favor, tan estrictas.
Lo nuestro eran los valses de mirada perdida
perdido el corazón
y una vida perdida por miedo a tropezarse.
Y sin embargo había que caerse.
Aprender a vivir es saber levantarse
y fuimos bachilleres cum laude
del analfabetismo de la vida.
Lo mejor del guateque era su víspera.
Trapicheo de blusas y collares.
Nos cambiábamos todo, menos el alma inédita.
Ahora, que ya no hay vísperas
-especie a proteger en un mundo escaldado-,
dejadme la ilusión de naftalina
de las fotografías de este álbum.
DEDUCCIÓN
Disparos de tormenta adulterada. Llueve asfalto,
llueven chimeneas, llueven tiendas, estatuas maquilladas
de grafito,
granizo y amonal a golpe de sirenas.
En el bar de la esquina —de heráldica de plástico—,
tomo un café con ruidos.
Constato que gobierna la intemperie más allá de los
truenos.
Entra un ejecutivo, un maletín engominado y pide otro
café.
Recia, la lluvia, horada la ventana.
Ahora es una mujer la que aparece
buscando exilio fuera de un relámpago,
se miran, ¿eres tú?, cuánto ha pasado,
y la pregunta sale de su sitio:
¿Eres razonablemente feliz?
Se obtura el aire con un silencio quieto.
Sí, le responde, y este cuento termina sin promesas
monárquicas
y sin varitas mágicas, que ya se jubilaron.
Razonablemente feliz.
LUGAR DE INGRAVIDEZ
Antes de que ruede por el suelo la última campana,
ingenua Cenicienta,
legislar el pasado, desde lejos,
para que sólo vuelen los sucesos
que no se pervirtieron.
Mejor recuperar tus documentos
y saber dónde estás, en qué rutina.
Lugar de ingravidez para el recuerdo
y un toque de sorpresa sin abrir.
CURRÍCULO PARA UNA ISLA
Mar con rejas.
Cadena perpetua, mar,
volcanes en tu heráldica.
Madre lava, madre sin hijos,
madre,
negro contra la luz
en pugna abierta.
Pasaje para el viento:
el único que escapa.
Cadena perpetua en tu belleza,
Lanzarote.
BLANCA SARASUA, poeta vasca, nacida en Bilbao en 1939. Ha publicado: Cuando las horas son fuego (1984), El Cerco de los pájaros (1986), Ático para dos (1989), Ballestas contra el miedo (1990), premio Ernestina de Champourcin de la Diputación Foral de Álava, ¿Quién ha visto un ambleo? (1994), Rótulo para unos pasos (1997), La mirada del maniquí (2000), Coyunda recia (2005), Música de Aldaba (2008), Premio Internacional de Poesía San Juan de la Cruz de Ávila; Baciyelmo (2013). Su obra ha sido incluida en antologías como Poesía en Bilbao (1985), Mujeres y café (1995); Bilbao Verso a verso (2001). Además de los galardones ya citados, ha recibido los premios Raimundo Ramírez de Antón de Terrassa (1995), Sarmiento de Valladolid (1998) y Francisco Javier Martín Abril, también de Valladolid (2001).