Antonio Arroyo Silva | Veinticinco poemas de una vida (2008-2016)






De: Poemas de Esquina Paradise (2008)


1

Bofetada de luciérnaga para la sed del trino
ciñe tus pasos árbol sin lechuza
piedra Prometeo en los ramales
de tu sombra
donde gorrión profundo pisa laberintos.

Un naufragio quijote en el gozne
te ofreciera Ulises
un naufragio sin nave si bien
timbre del crepúsculo

clava pájaro inverso
a un mismo entrepatio de la noche.


2


Delfín alargándose 
en el cielo del muro
lleva Knosos pintado en la mente
del otro que interpreta
la danza

       el mismo 
que olvida los palacios sin ventanas
al sauce de la esquina Paradise

Allí 
donde la luna encuentra
breve latido de pincel
naufragando en la orilla.


3

Las palabras no vuelven al poema,
el poema regresa a ser incendio.
Y una sed que me inunda tenuemente
como lluvia verbal que ha de partir
lleva sombra de nube en los zapatos
de la aurora fugaz que sueña ríos.

Las palabras respiran mis pulmones
y dan aire al no-ser que me suplanta.
Extranjero del gesto de mi boca,
me descubro en el gesto del lenguaje
y me extraña sentirme cual gorrión
en la jaula atrapado por el canto.

Mas no-ser es el árbol que yo ansío.
Ser la ausencia ilumina el pensamiento:
respirar en el aire de las cosas
es ser yo con la forma y las raíces
de ese árbol sagaz que es horizonte,
de ese árbol mental que me descubre.

Las palabras que engañan al poema,
como al ojo el final del laberinto,
son palabras que llueven de la asfixia
y que apagan la llama que transforma
la mirada en un acto de la mente,
la mirada en el canto que me habita.





De: Poemas de Caballo de la luz (2010)



4


OTRA VEZ EL MAR


Por su pico encendido de gaviota
transparencia de un mar que me respira,
nave sola se aventura por la indemne.
El monólogo incierto del marasmo,

más allá de esta hambre que atraviesa,
en la lluvia de espuma del lenguaje.
No el reflejo del nómada arco iris
que lleva soledad a la escollera,

no la hondura cayendo del eclipse,
sólo un mar capturado, taciturno.
Del velamen que sueña con la isla,

sólo un mar intuyera el desafío
en el viejo noray del soliloquio,
más allá de las rosas de Morales.


5


EL PRINCIPIO


I

¿De dónde viene el hábito mordaz
de morderte la lengua en el instante
del recuerdo? ¿De dónde la escollera
que le sigue al olvido cuando pisas
la evidencia de ser tu propio hálito?

No calles aunque duela decir lluvia.
aunque caves la tumba del lenguaje,
llegará otro lenguaje de otra lluvia.
Y si cavas en ti saldrás tú mismo
a sembrar tu agujero de luciérnagas.

¿De dónde viene el hábito mordaz
de cegar tu mirada con palabras?

II

No mires hacia atrás.
la ventana encendida
ya no espera.

Piérdete en el sendero
y no mires atrás,
que si miras la lluvia
serás la misma lluvia
de un lenguaje vacío.

Escarba un socavón
en tus palabras
donde yazgan mis huesos
de luciérnaga.

III

Te fuiste con la niebla a engañar a tus ojos
buscando otra mirada.

Te fuiste con la luz a cazar mariposas
y cazaste tus ojos.

Felonía del ser: asumir su fulgor.
renegar de su sombra.




De: Poemas de Symphonia (2011)

6

NO ME INVITARON


…pero no me invitaron   causé perplejidad aunque tampoco hubo fiesta ni enigma    tan solo un palimpsesto    eso fue todo
nada había en tal fiesta    palimpsesto debajo   tras la puerta el neófito    se lo bebe impasible al flujo de la aldaba  (a su hora invisible no me invitaron)

en la puerta una aldaba    no me invitaron pero entré por la hendidura pues soy aire    el aire es la materia que repta por las grietas del lenguaje   cómo no por el vano de la puerta cuando el enigma apremia

yo que busco una forma que limite   al Norte con el canto del jilguero   al Sur con la huella perseguida   al Este con la grulla de Poniente   al Oeste con el llanto de los náufragos

no me invitaron pero causé perplejidad    nada había en la fiesta


el hallazgo fui yo para la nada

el desván estaba lleno de objetos sin consistencia ni solidez
un edecán se levanta y se esfuma en una nube de polvo   un río que siempre lleva la misma agua   huérfano de movimiento e inercia   un aire devorador de asfixia   una luz lampadófoga   un fuego que apaga la sed   un poema dedicado a un heterónimo de Li Po   una cucaracha que piensa en el laberinto de Knosos   unas muchachas persas que hablan griego demótico y sánscrito    y se callan el lenguaje cadáver del cordero

es la fiesta del caos a la que no me invitaron   los Guardianes de la Puerta ni los Edecanes de Aldaba

yo que tenía una caja llena de palabras   todas de primera mano   todas sin ver la luz de la primera aurora

y ellos me dijeron respira   transmuta la realidad

y ellos me dijeron  respiración para la mirada del pensamiento   la realidad como objeto pensado por la mente de Wallace

tú que respiras la inmanencia del otro   te quedaste perplejo con mi luz de minotauro

tú que ves la ceguera y la asfixia cuando las palabras llegan del páramo sin tus huellas de leopardo doméstico

tú que dejaste la nave en el escollo   y te fuiste en el bajel a surcar el vacío   que no es vacío sino el nombre de la nada

tú que llenas la oquedad de adorables cadáveres



7

MAR DE NUBES


Habla de aceras y líquenes enquistados
en las baldosas como huellas de indómitas libélulas,
encabritados centauros, formas de insecto con voz metálica.
Blanca desazón de aleteo en el ojo.

Una esquina a la vuelta de otra esquina.
Y detrás el laberinto del habla.
Ese irse por la luz de la mirada.
No más que un temor, un presentimiento:
vacío de pensar llena la habitación.

Siempre un detrás, un afuera un ojo
que acecha en la sombra, una palabra radiante
como la rosa que marchita el crepúsculo.
Y después el desasosiego.
La luz que ya no está
(está dentro de ti pero no está).
El adentro
no tiene estalactitas.
Se acabó la iridiscencia:
Bienvenido al incendio blanco

No hay ojos que llenen la ausencia,
sino presencias que vacían el ojo.


8


QUINTO MOVIMIENTO

I

Hay demasiado abismo en la raíz,
no fulge
la ondulación abajo.
No cruje como el néctar
en la lengua del bosque.

Un ciprés invertido
hacia el dolor del tallo.
La aspersión de la rama
se retuerce hacia adentro.
La redondez del hoyo,
la vigilia del labio.

II

Demasiado temor
la sabina en su carne.
Un almíbar ajado por la acritud del hueco 
se dispersa en los poros de la salvia,
se adhiere
a las manos que hablan
de su desasosiego
de verterse en la sed.

III

La torsión del alisio.
Discurre su aspereza
hacia arriba hacia abajo
en un río de hojas.

Transparencia del verde
sobre las manos frías.
La sabina le habla
al huracán dormido.

IV

Escucha a la sabina
raptando la conciencia
del mirlo allá en la cresta.

Anochece el plumaje
que eriza el desarraigo
en la cálida copa.

La raíz en el pico,
la fuga hacia lo denso.

V

Te dirán la sintaxis
de su respiración,
la negritud del hueco
en su fruto azulado,
la blancura de ser
huérfano del eclipse.

Te dirán las sabinas
su lenguaje de ondas
más allá del silencio.


VI

Hay demasiado abismo,
demasiado temor.
La torsión del alisio
escucha a la sabina.
Transite la corteza
su roja nervadura.

A vaciar la oquedad
de adorables cadáveres.


VII

Mas no la pesadumbre ni la danza fugaz
del viento huracanado.

No el vahído del búho en la pared mojada 
de su desasosiego.

Redondez de sabinas: el hueco más allá 
de la lámpara verde.

Estalactita en la tibia, la espora de los pasos fisgonea el fulgor
del bosque que trasvasa mi saliva de estar
en el vientre del bosque.




De: Poemas de Sísifo Sol (2013)


9

LA BELLEZA


La belleza,
la belleza que duele
cuando deslumbra, el mar de la belleza
que llega a la orilla y se va en la resaca
de una ola a danzarle al vacío. 
Querer emborracharse en oro de belleza, en orujo
transparente de azul, cuando miras el sol,
cuando lo abrazas así con la mirada.
Una mota de polvo, un cisco de cristal,
una galaxia muda…, así el canto del náufrago,
pero no el canto mío ni el tuyo. 

La belleza,
la belleza absoluta: yo no quiero cantarle
a esa belleza, quiero por una vez negarla
y seguir mi camino cuando me la tropiece,
con la misma sospecha que ahora tengo: ¿era
el trozo de cartón que empujaba el viento,
ese brillo detrás de los dientes del tigre?
¿O quizás el instante tan sólo
en que la vida vuelve a sonreírle al único
resquicio en la piel de la belleza
que no arde en el fuego de la enunciación?

Encuentro a la Belleza en la esquina, la pierdo
en los pilares de la luz, la vuelvo a encontrar…
entonces yo me pierdo y ella no me encuentra.

10

Posiblemente un pájaro deje de cantar
después de estas palabras, o puede que un poeta
deje de respirar antes de que un pájaro cante.

Posiblemente el tiempo pase de largo cuando
se tropiece un cadáver tan vacío de muerte
como de vida y sacie la oquedad de su noche
y entonces todo llegue a un punto cero.

No importa hacer que este discurso caiga 
en círculo vicioso, pero
déjame que te mire con el mismo asombro,
déjame entrar de nuevo en ese pensamiento
detrás de tu marasmo, donde no escucho pico
ni garganta de pájaro alguno, como
el trovador Arnaut Daniel —y el loco
Ezra Pound. 


11

Antes que nada, amigo,
escucha el transcurrir de las montañas. Antes
de que tu lengua muestre saliva de decir
y por tanto se olvide mencionar los pájaros
detrás del arco iris, la textura especial
que tienen las mejillas de las flores, el peso
del zumbido de una abeja cuando silban los trenes
de la imaginación en esa cercanía
que se aleja y que vuelve. 

Antes que nada,
ocurra dentro o fuera, en el zaguán del sitio,
entre la luz, la sombra donde los pies se limpian
los que llegan en paz a tu morada.

Antes que nada,
entre lo que has pensado y la tímida dicción
de cada pensamiento y el ardid que supone
guardar la guinda roja para ti y la encuentre
algún día podrida y azul en los pasillos
el ascua mortecina de una luna cualquiera.

Antes que nada, amigo,
mira la gran montaña con los ojos cerrados
y córtale la lengua a ese que se mira
en el espejo blanco de la bruma y pregunta
cuál es la más hermosa de todas las palabras.

12

UNA MANZANA

El pedazo de fruta que le falta al volumen
total de la manzana.
El vacío del trozo y la mancha 
de la oxidación nos dicen que el deseo
y la felicidad se alojaron quién sabe
en qué estómago triste, con qué saliva
al cielo de la boca subió y qué extraña lengua 
la condujo al quicio de otro cielo más azul.

Por eso las manzanas parecen un bostezo 
cuando sobre el mantel reposan esperando
la mordida que el azar les dispara a la boca. 


13

Ocurre cuando escribes sin objeto ninguno
y cuando el que escribe 
no ocurre en las palabras.

Ocurre más de un río y un rayo 
por donde la conciencia es el fin de lo que ocurre 
y el principio de un círculo sin ojos ni metáforas, 
sin centro ni epicentro ni peso ni medida, 
sin mar y sin tornado. 

Ocurre lo vestido. La desnudez no alcanza
a subirse a la luz, pero es la luz y no hallarla
señal es de lo eterno.


14

PEZ

Dentro de un pez quizás quepa una gran botella
con todos los mensajes 
y el náufrago incluido.

Fuera del pez acaso no haya nada 
sino velocidad que se atora y ocupa
el momento más breve
del irse de la vida. 
Pero no cabe el ojo ni el mar: sólo un pez
pequeño para ser compartido.



15

22/01

El dulce techo adonde no llegas esta noche:
no la isla oscura que intuyes en las nubes 
ni una tierra
ignota de la luz. 
Ahí mirándolo te quedas: tan arriba,
y qué fácil subir para no regresar.

(20.00 h)

16

LO IRREVERSIBLE

Lo irreversible es canto que vuelve a la buganvilla.
Se me había perdido entre los recovecos
bajo la enredadera y la humedad del muro
y no sé si al girar escuchó la llamada
del mirlo o la abubilla se lo tragó
como a insignificante lombriz.

Pero lo irreversible es justo lo que viene
ahora por caminos andados, tan incierto
como lo que regresa y nunca nos levanta
de la desolación.

17

EDITH PIAF

En qué momento perdió la paciencia el gorrión,
si no sabe que el trino es un hecho extraordinario
para quien lo descubre en el ensueño,

si el trino es un reclamo           un sonido de vida
como el agua manando desde la cresta       como
la libertad por fuera de esa cárcel.                 No sé 
en qué momento llega la humanidad 
al gorrión ni si entonces 
perderá la paciencia del cernícalo.


De: Poemas de Poética de Esther Hughes (2015)


18

esta costumbre de estar en un grano de arena contemplando las montañas me hace crecer como la flor que recibe una ración de lluvia        detener el oleaje no es la meta sino que todo arrecie hacia ti     que todo vuelva y retroceda y vuelva como las mareas
noticia de naufragios    escollos con sirena desde la hondura regresen al punto del que me lee sabiendo que nunca he existido     sabiendo que soy la voz de los letargos y de los despertadores   la idea del dolor antes de que el añico penetrara  la carne del iris    el pensamiento del placer que es no pensar sino ignorarse vivo pero latiendo en el discurso de la garza sobre el charco de cemento que un  animal ilusorio   vertió en su laguna
oh dioses colibríes esta mudanza en mi costumbre de existir en la página que ahora se desplaza al ojo de tus sentidos   fue la que destejió las azucenas sobre las aguas  de la isla


19

¿por qué marzo   por qué no ese crudo invierno de las mesetas   la nieve de los andes?
¿por qué todas las estaciones han de empezar y terminar en marzo?    no es la lluvia
ni la tristeza  no  mi amigo poeta     algo estabas pensando cuando me creaste debajo de los rayos cuando la  tormenta  algo estaban pensando o algún ADN se coló así de improviso de otras generaciones     ¿sería en marzo doctor frankenstein       sería en marzo cuando me concebiste con trozos de cadáveres  con fragmentos de algo que nunca tuvo vida ni la tendrá?  ¿y dónde Juan Carlos   dónde aquel genio que danzaba bajo la lluvia?    se fue se fue ya lo dices al principio y entonces tú quisiste rescatarme del olvido por si tenía noticias de él      dijiste que la poesía se llamaba Esther Hughes y no sé cuántas boberías más   no estabas en tu sano juicio           o acaso esas fueron las desviaciones que produjeron nuestro encuentro fortuito al cabo de los años aunque sabemos que en el delirio no está la salvación pero tampoco es una pose para escribir poesía ni un ardid del demiurgo ni la jugada del tahúr   el delirio es saber que al final del túnel nada vas a encontrar: ni puerta ni habitación y que la luz que veías era una luciérnaga enquistada en tus párpados
la poesía es mujer dices pero la poesía no es mujer ni hombre o acaso debamos ser mujer-hombre para poder llegar si no a la cima al menos a algún pequeño altozano para seguir cayendo en el abismo
a pesar de todo gracias por traer al mundo mi voz   gracias a ti y al amigo que se fue y aquí estará con nosotros para siempre 
a pesar de todo te quiero y por eso aunque sea por un instante voy a estar contigo desde marzo a marzo con tus nubes tus pájaros y voy a creer desde mi etéreo rincón que soy yo la que escribe y envejece contigo en el poema



De: Poemas de Mis íntimas enemistades (2016)

20

Hasta donde llega la soledad
de un periódico abierto, sin letras; ante
una cara sin rostro que no espera por nadie.

Y en un fondo pintado, mientras ni el silencio
florece en la enramada, la ausencia de los pájaros
pone cruces a un labio. Y la tristeza, 
¿dónde está con su abrigo gris de cretona,
con su lágrima en el botón de su camisa?
¿Dónde está si no ocupa la nada alrededor
del poso de café ni el frío tintineo
del cubierto al mover la noche de este insomnio?


21

Mis íntimas
enemistades vienen todas juntas bajando
una calle del verso. Traen la pipa de la paz.
Pero es un cachivache demasiado raído,
no  suelta el humo blanco 
de la conciliación. Desconozco el motivo
que les hace pensar que soy devoto
de sus benevolencias,
pues miro a otro lado cada vez que ellas vienen.

¿Las odio, no las odio? Quizás las ame pero,
tal vez,  sean cadáveres que tengo en el traspatio. 
A veces se enquistan tanto en mí que me pregunto
si soy yo la más íntima 
enemistad que nunca tuve. 

22

Debiera haber aquí algo más que la luz,
una palabra negra nadando en el reflejo
de lo que viene de repente y se va a cualquier lado
de la sombra del cuerpo que nunca estuvo
y entonces no se irá. Ese imposible estado
debiera ser posible aquí en donde todo es nieve
o ajada margarita sin copos de esplendor. 
Ese pez de ningún mar debiera 
ser inicio de un nuevo milagro de Getsemaní
que aquí se multiplique hasta llenar la ausencia.

Sin embargo,
allí, en donde tú estabas, hay un árbol
sin sombra, sin paisaje; hay una hoguera sin fuego
desplumándose en pájaros. Y una silla sin ti
que ya no piensa.



Poemas inéditos



De: Mi calle Berlín 16 (inédito)

23

UNA SALA DE EXPOSICIONES DE BERNAU BEI BERLIN 

A Rosario Valcárcel

Lo que ves en la sala 
viene de las casitas 
altas del politburó. Pero altos son los robles
y los pinos. Tupida, la selva que rodea
la ciudad medieval. 
Toda la gloria 
era el silencio verde de las estatuas
tras el seto, que ahora ves y elogias.

Una mujer desnuda de arenisca
posa con ese gesto 
de la mujer de Lot cuando miraba atrás.
Mármol negro de niños y bañistas adultos;
la toalla quedó petrificada;
el mohín del atleta, también.

Nada menos que el hígado de la oca
saliendo por el pico
nos apunta tristeza 
en tanta perfección.



24

BRANDEBURGER TOR

Me beberé tus calles, tus palacios,
tus amplias avenidas. Me beberé
el Tiergarten, la Plaza de París,
el zigzag de tus trenes. El abrazo
que tú me das lo beberé 
con tu cerveza, con el trino
de un pájaro sin nombre 
que posado en la Puerta  
de Brandeburgo hace su nido en forma
de cicatriz. Y entonces seré un Spree
que fluye hasta el Atlante y orina más allá
que el dolor de una idea y el mimo del lenguaje
de las altas escorias.



De: Química del error (inédito)


25

No pronuncies mi nombre, no pronuncies mi nombre[...]
Hay tanta soledad en ese oro.
La luna de las noches no es la luna
que vio el primer Adán[...]
Roque Dalton/Borges.

A André Cruchaga


La noche intertextual: de Roque Dalton
a Borges, y de ahí a ser, de nuevo,
esta la noche que vivo a cada instante
—de tinta o de reloj— . Oh, noche, nunca, 

ni gallina ni huevo, fueron antes que tú. 
La noche de las mil y una noches
que no fue un solo día, ni un segundo
del tiempo indiscutible, sino el hambre

de cada pensamiento—el agua y la vasija.
La noche, que abre el labio y reza
por el único dios que esté de pie,

llega sin avisar, por la tangente.
La noche intravenosa del oro y de la mies.
De bajar arco iris a lo cóncavo.




ANTONIO ARROYO SILVA. Nacido en Santa Cruz de La Palma en 1957, es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de la Laguna. Ha sido colaborador de revistas como Artymaña, La Menstrua Alba (de Canarias), Zurgai (de Bilbao), La palabra y el Hombre (Veracruz, México) y de medios digitales como la revista de la Sociedad de Escritores de Chile, Cinosargo, Neotraba, en la prensa local, sobre todo en Diario de Avisos. Ha publicado Poesía: Las metamorfosis (1991), Esquina Paradise (2008), Caballo de la luz (2010), Symphonia (2012), No dejes que el arquero (Brasil, 2012), Sísifo Sol (2013), Subirse a la luz. Antología esencial 1982.2014, español-rumano, (Rumanía 2014, Poética de Esther Hughes. Primera aurora (2015), Mis íntimas enemistades (2016). Las plaquettes Material de nube (Barcelona,2012) y Un paseo bajo los flamboyanes (2012). Ensayo, La palabra devagar (2012). Ha participado en la antología de prosa poética Pincelada de relatos, en Barcelona editada por el grupo Órbita Literaria, Un libro por Haití, editado por Teresa Delgado, en la Antología de Miguel Hernández, con motivo de la celebración del centenario del poeta Miguel Hernández, El grupo de La Palma, 2011. Álbum de Poesía. Mundial 2014 (Brasil), Galaxias, NACE 2013, entre otras.  Ha participado en el Festival Internacional de Poesía Encuentro 3 Orillas (Tenerife 2009), en el Homenaje de Poetas del Mundo a Miguel Hernández (junio de 2010) y en un encuentro de escritores alemanes e hispanohablantes en Berlín, "XX Cita en Berlín 2016". Es miembro de REMES (Red de escritores Mundiales en Español)  y de la Nueva Asociación Canaria para la Edición (NACE).