Juan Liscano | El animal que somos. Textos seleccionados y organizados por César Seco







De: Nuevo Mundo Orinoco (1959)


BOLÍVAR

Entre los agostadores
los que mantienen abiertos los ojos del cuchillo,
entre los crueles, los monstruos del relámpago,
entre los animales humanos de la guerra,
entre las patas, heridas, llamas, alaridos,
brotando de la sangre, despunta al fin Bolívar.

Más joven que su muerte andante y próxima
tan joven para los años que le esperan
tan lleno de furor puro, de esperanzas,
tocado por el crimen, como todos,
ebrio de un fuego por vencer la muerte
pero también capaz de detenerse
para aspirar la flor gratuita, vana,
para soñar algún sueño en que se mira
con los pies en el lodo, con la frente en la estrella.

Bolívar peleaba por su pan de Independencia
con frenéticas hambres de iluminado
caía al fondo de sus iras
ensuciaba sus alas juveniles
se arrastraba sobre esponjas de barro
lleno de costras, de escamas, de hojarasca,
sacaba su garfio, su zarpa, su hocico de hombre de guerra
tatuado tenía el cuerpo de presidiario de la muerte
de matador de canarios y españoles
de gran sembrador ensangrentado.

Rachas de pánico le cruzaron
cuando quiso contener las crecientes, el diluvio,
las tribus retemblantes de los hombres caballos..
Nadó entre corrientes fragorosas
entre torbellinos de rebaños acuáticos
alcanzó alguna orilla batida por las olas
se derrumbaban las montañas del trueno
llovía un crepúsculo, un ejército en derrota
caía ceniza funeraria de las fugas, de los éxodos,
subía el nivel del agua de la muerte.

Clarea sobre el mundo a pesar de la guerra
amanece a pesar de la derrota
un ave con alas de palmera real
vuela en la aurora a pesar del exilio.
Entonces Bolívar se levantó de su sueño
lo despertó, profundamente, a la mañana en ciernes
lo soñó, por primera vez, lúcido y despierto
atravesó su cristal sin quebrarlo
fue traspasado por el rayo de imágenes.
Visión y visionario fueron un mismo hombre
compartiendo un mismo desayuno frugal
en ese primer día insular del destierro
en esa jornada de juntar los pasos,
de pisar firme sin aplastar la nube,
de recorrer lo andado hacia el futuro.

Boves en Urica se quebró como una lanza.
Bolívar saltará la bocado sus palabras sueltas
las arrojará al voleo sobre las turbas revueltas
cabalgará los enlutados caballos solares
ganará un ejército de vástagos verdes,
de raíces viudas, de h humus, de libertos en armas.
Mudará  de piel en el tórrido verano guerrero
dejará entre los helechos su casaca mantuana
su capa quebradiza y seca, su uniforme vacío
le vestirá  una luz matinal de victorias.
Bajarán lentamente las aguas tenebrosas
aflorarán las cimas lucientes y chorreantes
como lentas tortugas marinas,
aún no habrá cruzado la paloma ni crecido el arco iris.
Su voluntad de fundación le irá quemando.
Sufrirá por sí mismo y por los otros
por el presente ciego y el porvenir herido
por su visión de paz y su verdad de guerra;
llorará alguna vez sobre una piedra,
creerá haber arado un mar de lágrimas pétreas
pero las fieras regresarán a su guarida
se ocultarán en su espesura de libertador
se amansarán un tiempo al influjo de su canto
empezará a verdecer el yermo, a ser de todos la esperanza
resplandecerán los territorios emergidos
y entre las ramazones de la guerra
en la extremidad de sus disparos
surgirá un firmamento de yemas delicadas.

¡Bolívar, ay, Bolívar tan mentido!
En este tiempo de prisiones
de ejércitos voraces salidos de su cauce
-revueltos espadones, creciente agostadora-
nadie labora tus campos estelares
nadie vela tu insomnio que palpita
de viento a viento como una llamarada
nadie oye crujir tu impaciencia
en las maderas nocturnas, en los bosques
nadie bebe tus palabras sangradas
en tu exilio, en tu isla y en tu asfixia
cuando pensaste con peso de huerto de agonía
de planeta de plomo tenebroso
y hablaste de una imposible mano abierta
de un pueblo sonreído
de un tiempo de estatua consagrado
de un ala de laurel constante
de un rayo de aire libre.

Acabó tu violencia amando sin remedio.
Repartiste entre todos la victoria
y un sueño de países tomados de la mano.
Quisiste armar la paz con letras, libros
quemar la guerra con su propio fuego;
quisiste hacernos hombres
                                          ¡no soldados!

¡Bolívar, ay Bolívar! ¿Quién te cumple?
¡Cuánta historia rebotando de eco en sombra!
¡Cuánto nombre arrojado a los cerdos!
¡Cuánto Bolívar invocado en vano!

                            *

De la guerra brotará un cielo de verdura
que se convertirá en guerra
de la que brotará un nuevo cielo verde
que agostará la guerra
hasta que reine un día el verde eterno.

Ahondando en la bruma, en el vacío, en el fuego
bajaron a la muerte los soturnos caciques
los conquistadores tiznados por hogueras auríferas
los reyes negros con los ojos en blanco
y en su sitio terreno, bajo el sol clamoroso,
quedaron los hijos repitiendo sus gestos,
los hijos que bajaron también a la muerte
ahondando en el vacío, los incendios, la niebla
y dejando en su sitio terreno, repitiendo sus gestos
a los hijos, a sus hijos mortales
que bajaron también a la muerte dejando a sus hijos
quienes siguieron cavando las minas de la muerte
mientras sus hijos cambiaban granos y monedas
alzaban torres, hollaban los caminos
y bajaban a la muerte dejando a sus hijos
bajo el sol clamoroso, repitiendo sus gestos...

Los hijos de todas las razas
de todos los metales y materias terrenas
tejen los hilos  de un bordado inacabable
de una indetenible danza de cintas
ensartan un collar de rostros y de calaveras
se extienden, de hijo en hijo, los dominios de la muerte
las comarcas de grutas, cascadas y estrellas pétreas
las galerías de sales y de fuegos fríos
el imperio de los resurgimientos y de las fuentes,
hasta el día perfecto de la eternidad.



De: Carmenes (1966)



TESTIMONIO (LAUSANNE)

Esta ciudad de casas que se empinan
sobre el quieto animal de agua de su lago
y las obscuras frondas de algas sumergidas
que en el verano huelen a costra y a mariscos
y el cco de montñas que la cubre
con un sereno clima de nieves y glaciares
y el orden clásico y el tiempo mítico
fundado por terrazas y filas de viñedos
y los cisnes inmóviles
en la luz que en redor en ellos estalla
y los tiernos venados domésticos del parque
y las risas de jóvenes por muelles floridos
y la imagen sin sombras de mi adolescencia
rodeada por vuelos de gaviotas
y la mañana abierta en mis ventanasa
y los cielos de plata azul que enfrían
a los ocasos cálidos de oros desangrados
y la penumbra lunada de esa alcoba
donde tú y yo juntamos tantas veces
el fuego con el mar
la noche con la aurora
las piedras con las nubes navegantes
la raiz más profunda con la flor que ya vuela
y mi pena colmada de montes y rebaños
y todo lo que puede despertarme de pronto
cual si volviera abrirse una herida
y todo lo que grita callando en mi silencio
en mi desvelo ardido
en mi nostalgia
y todo lo que espero del futuro presente
del hoy y el ya y el porvenir cumplido
de ahora mismo ya que está pasando
del mismo instante en que te pienso ahora
ciego
clarividente
dichoso
desgraciado
tienen tu olor a planta femenina
tu piel lisa y tu voz de cobre ronco
tu pelo de oscurísimos destellos
la luna llena y tibia de tu vientre
la flor de sal y espumas de tu sexo
y tu verdad humana
tu nombre que los vientos diseminan
tu resplandor sufrindo en tus heridas
lo que sangraste y diste y repartiste
entre las noches claras y las grandes caidas
entre los días negros y la dicha inocente



ELOGIO


Alta, degada, gracil
palmera de sol hembra:
fina, agitada, flexible,
cabellera de aire tibio;
y a veces colmada de soledades,
señora de palabras nunca oídas,
de silencios estrellados,
de ecos que la persiguen,
de voces que se perdieron.

¡Sí! Tiene liana y enredadera,
tiene cuellos, vástagos, aromas
tiene fuentes para la sed,
sombras para el verano,
cauces para las lluvias;
tiene quietas serranías
y sabanas en que me pierdo
y salinas en que me enciendo;
tiene espumas y salitre,
puede botar corales
o derramarse en floras,
mar vegetal
o campiña que rompe en olas.

Reverdece o se enceniza
según la dicha o la pena
vayan sonando las horas.
Recorre sus edades
pasa, despierta, en un instante,
de la esperanza a nunca más,
de entonces al porvenir,
de ahora, al espinar de ayer.

Y al desnudarse, mentras espero,
mientras la penumbra echa sus redes
y se ahonda el lecho
y espumean las sabanas
¡qué golpe de luna y lirio!
¡qué tajo blando!
¡qué relámpago su cintura!



PAREJA SIN HISTORIA


Se acarician. Se bastan.
Están colmados por ellos mismos
colmados por la sed sensual del otro.

Se conocieron ayer;
llevan siglos de parecerse
de abrazarse en las parejas siempre únicas
de reconocerse en todos los lugares
donde el sueño esconde su tesosoro
donde la dicha deja a la nostalgia
donde nunca estuvieron
                                       donde están.
Aroma de ramajes, íntima penumbra
labios
que besan por la heridas
rostro asomado al secreto del rostro que lo refleja
palabras que se derriten por los dedos
semejanzas descubiertas con delicia
apetencias de olvido y de sabores no probados
mientras inventan paraísos sin castigo
y se cuentan a tientas el alma
mientras asumen el destino de las frutas
y la vida fulgura en ellos
con sus “siempre” y sus “nunca” efímeros
con sus “primera vez” repetido hasta el final
con sus partes confundidas cual miembros que el amor enlaza.

Hasta ellos no alcanza el rumor de la urbe
o será más bien que no lo oyen
que lo cubre el susurro con que se aman
que lo dispersa el soplo que se dan.

Se hueles se gustan se desean.
La libertad que encuentran los deslumbra.
Ascienden a una isla espacial entre los astros.

Pareja sin historia
                            pareja constelada.
Se miran a sí mismos en el otro.
Ella aparece abierta impúdica ojerosa tremulante
él inhiesto obsceno avizor posesivo
ella contráctil húmeda gimiente umbría
él herido llameante solar fulminado,
¡Cuánto abandono momentáneo! ¡Cuánto triunfo!
Pueden equivocarse gozosamente
confundir las i
mágenes del deseo espejado
fundir los sabores de sus bocas
perderse juntos en el placer del otro
fluir de manantiales en arroyos
de arroyos en raudales de raudales en ríos
hasta el mar hasta volcarse en la unidad del origen
en el espacio pletórico y vibrante
donde cada movimiento se transmite de polo a polo
donde flotaran donde están flotando
como dos hipocampos entregados al rito nupcial.
Aflojan las redes y los nudos milenarios
arrojan de sí el pasado las cascaras los trapos
viento propicio borra las huellas mezcla arenas y estrellas
le dan la espalda a la memoria hueca
para ser cresta de una ola
para ser cresta de una ola
para ser presencia diluvio sortilegio
cielo de mar espacio palpitante que rompe en sales
y en la cresta de esa ola de caballos tornasoles
que recorre de punta a punta el tiempo como una playa
me arrojo contigo!
¡la corro contigo hasta el final del día!
!sobre su filo tú y yo somos jabalina y destello!
¡vivan este esfuerzo estos besos esta presencia única!
!viva el júbilodel mar los cuerpos aparejados!
!nuestro almzcle que huele a marisco y a gato montés!
!el relámpago en que nos dormimos junos¡


MAREA VIVA


Como la ola pero no como la mar inacabable
como la ola solamente que nace y se derrumba
como la ola que muere de su propio impulso
que se expande rugiente y se estrella espumea destella
hasta abolirse en la ribera o regresar a su origen
como la ola que es un temblor del tiempo
tú y yo sobre la playa
                                frente a las olas
en el tiempo que nos destruye y nos repite.

Más tarde
                después
                              cuando no estemos
¿verán otros ojo este mismo movimiento
con los ojos de quienes lo contemplamos ahora?
¿podremos asomarnos a aquella mirada?
¿tendrá la nostalgia en otros labios
                                                      sabor a salitre
como ahora la tiene en tus labios?
¿Despedirán las aguas descendentes
este profundo macerado olor sulfuroso
levemente carnal y carnívoro
que evoca despojos de líquenes de algas de mariscos?
si así fuese: ¿los sabrán nuestros polvos
                                                            lo sabrá nuestra muerte?

Desde lo profundo del otoño marino
te invito a subir hacia el día futuro clarísimo
en que alguna pareja enlazada
                                                semejante a la nuestra
al contemplar las olas que rompen destellan espumean se abolen
pensará en la muerte uniforme general
pensará en la suya y en quienes más tarde
podrán perpetuar la mirada con que se aman ahora
la mirada con que también ven moverse las olas
en el tiempo sien duración que las repite y las destruye.

Acaso sientan ellos entonces vivir su eternidad.
Acaso la sentirán como si fuera el firmamente
acaso empiecen a ascender hacia su nebulosa
como las aguas vivas del mar en tiempos de equinoccio.



De:  Los nuevos días (1971)


HUNDIMIENTOS DE LA COSTUMBRE


Hundimientos de la costumbre.
Brotes. El viento construye ciudades
(quien las ve no las ha visto).
Silencio: súbita elocuencia.
Y una luz inmediata
que no deja tomar aliento.

                     *

No es el tiempo el que corre
somos nosotros quienes pasamos
iluminados por un lado o en sombras
ahogados o clamorosos.
Somos la referencia del tiempo
la irremediable certidumbre de destrucción
las ruinas por venir las contingencias
y la memoria que de pronto cesa
se expanden la ausencia el vacío
palpita el recuerdo entre los que nos miran morir
empiezan el despojo
las liturgias del luto
los vestigios devorados día a día por el olvido
las descomposiciones activas
                                        el polvo
el pasaje desconocido hacia el enigma.

                                  *

Debe haber algún lugar en nosotros mismos
donde cesa el combate de los contrarios
y no se juega más a cara o cruz
donde las cosas brillan con propia lumbre
y la mirada resplandece en el silencio
dominios de doble blanco
donde se unen el agua y el fuego sin violencia
y nieva en el trópico sin cambiar de clima
y los hielos eternos calientan el cuerpo
y podemos vernos nacer y morir
en un movimiento de duna que se desliza
o viajar en constantes de años-luz
hacia ayer para corregir las desgracias
o hacia mañana para anticipar los trabajos
detener los vencimientos
antes de hundirnos en algún núcleo
en algún hervor en alguna inmanencia
sustraídos al tiempo
máscara de la eternidad.


De: Animalancia (1976)


ORIGEN


Remolinos de vacíos
precediendo trombas brumas
fuegos diluviales
                      hielos derretidos
Hierve el barro de larvas y renacuajos
Peces mutando en reptiles
se asoman temerosos
en un trepar y regresar al agua
que dura milenios
hasta que empiezan las escamas
las colas las patas
y las orillas del charco inmemorial
se pueblan entre yerbas y rocas
con estos vencedores del tiempo
en quienes saludo a mis ancestros


CUENTO


Si una golondrina no hace verano, puede
provocar un relámpago de setenta mil voltios
que destruya una estación electrica. Puede
tender el puente de un cortocircuito
esplendoroso dejando caer sobre un aislador
la ramita de su viaje que llevaba en el pico.
Avecilla del apagón en una ciudad. Mensajera
del campo abierto. Ramita no de olivo con la
que insurgió un pájaro vengador, en el aire
de Texas, en el mes de agosto de un año
bisiesto*

*Sucedió en Weslaco, Texas, en agosto de 1968


De: El Viaje (1978)


RESCATE (Fragmento)

Escribir es sacar a los muertos de sus tumbas
         representar las interminables tramas del olvido del
amor y del recuerdo
revolver la memoria en procura de fragmentos y restos
de civilizaciones  extintas
de momentos pasados y situaciones vividas en
duermevela
es andar entre ruinas recogiendo pedazos de lo que
otros destruyeron
en esas oleadas de furor periódico que preparan una
paz efímera
es padecer el desgaste del tiempo que nos lima y pule y
la corrosión del polvo y del viento
es meter ciudades enteras en una alcoba y apagar
las luces para dormir
soñando que uno está en una garita verde puesta en
una plaza de vidrio y de niebla
es navegar en los lechos donde otro cuerpo nos
nos devuelve a nosotros mismos
a través de cuyos espasmos de goce logramos tocarnos
con avidez
y vernos al fin magníficados libres de
vuelos el animal que somos
pupila voraz con que miramos las fermentaciones de la
carne
un ardimiento silencioso y real



De: Fundaciones (1978-1979)


XVII

Onda de agua dulce
                               trajo una planta
en la orilla
                      En la orilla
la planta grávida
                            echó un vástago
el vástago repitió la planta
en la orilla
                   Una planta traída
por el agua dulce
                          que alzó una onda
grávida de una planta
                      grávida de un vástago
en la orilla



De: Rayo que al alcanzarme (1979)




CRESTA

Cuando mueren
                        por un instante
las palabras
que tanta muerte dan siempre a la vida
cuando descubrimos el actor que somos
y lo exponemos
despojado de sus trajes crepusculares
cuando nos despierta el sueño de soñar
o arrancados del sueño
despertamos atónitos
como extraño celeste caído
cuando se quiebran los espejos
al soplo de una necesidad desconocida
cuando vaciadas quedan las odres
y sea aquieta la fiera de la sed
cuando se acepta el desierto por jardín
brota del resplandeciente vacío
una repentina cresta
y el levante impera en ella
filo puro neto
neutro
que se abate
y nos degüella.


50

¿No estaremos dando vueltas
             sobre nosotros mismos
como peces en acuario?

¿Quién nos compro?
             ¿para quienes nadamos?
¿Quién nos eligió antes de habernos
             escogido ella y yo?

¿Quién nos colocó en la pecera
              de un desconocido lugar
para unos ojos ajenos?

Y yo
      en un mínimo paisaje subacuático
creyéndome escualo
      y apenas pescadito coludo de China.

No estamos
      sino para quienes
nos ven nadar.



De: Domicilios (1986)


DURACIÓN

La memoria sorprende en la blancura
de corredores enfilados
y es un salto la sombra;
precisa, ahondando los lugares,
en esta mansión tan diurna,
tan joven y ya ausente.

No hay ruido
y el pasar de la doncella única,
dura, todo se agita, las palmas,
el agua de la pila, los destellos en el piso,
la luz en las vidrieras,
las cortinas de paño leve.
Ella sigue pasando inmóvil,
no asienta los pies, se desvanece,
avanza, mientras el silencio de los relojes
confunde o apaga las horas.

                                  —Fue ayer.
                                  —No fue nunca.
                                  —Sigue siendo.



EN EL FONDO



Las fachadas con ventanones cerrados
afirman lo confiable, la protección
de una era de orden
                                 Las cosas están puestas
con firmeza, en sitios insustituibles.
Los mayores lo saben todo.
Guardan las llaves y los secretos.
Pisan fuerte. Consultan sibilinamente
los quehaceres y los relojes domésticos.

Son oraculares.
                        Y las casas en hilera,
frente a frente en la calle estrecha,
se van hacia adentro con la carrera
del regreso de la escuela, se ahondan
de zaguán en patios, de patios en corredores,
hacia los corrales agrestes entre los muros.

             -¿Qué escribes?
             -La historia de las casas.
             -Hubo tres ciudades de casas en el valle.
Personajes de ayer que eran casas.
Casas que eran personajes de ayer.

Las aldabas, las molduras, las romanillas.
La hamaca de sus tempestades naúticas
y de los abordajes desde esas proas chirriantes
de cuerdas amarradas a las egras alcayatas;
las guarimbas alcanzada y magicamente protectoras:
¿dónde estarán?; el efluvio de manos y cuerpos
transmitido en las cosas,
en el impensado y activo trato con ellas?
Afluye y persiste, es alma.

               -¿Contarás el recuerdo, el que no daría yo?
               -Ya no hay afuera sino adentro.
               -¿Contarás las residencias abolidas?
               -Hubo siete Troyas y ninguna queda.

Honduras de las moradas vacías
mientras se pasa del habla al silencio,
del silencio a la escritura,
de la escritura al vacío.

En el fondo. Allí en la penumbra
del lento zozobrar,
en la sala de cortinajes cerrados
y muebles fantasmales, donde se agazapa


la invención del estallido de una fiesta,

                en la frontera entre el cemento y las matas,
                en las despensas, cuevas dc piratas,
                en las alcobas sin huesped
                y en los rincones olvidados,
                         cuando las palabras fallecen sobre el papel,
                         signos de la memoria, hitos en el futuro,
                         allí, en el fondo

                           somos casa.
Ser no es sino estar en el fondo.



INSTANTÁNEA


                        —Lo que pasa volando permanece.
                        —Porque se oculta.
                        —Y se vuelve a pasar, volando.

En la habitación vacía,
descuidada,
                cruzó la ráfaga de alguien.

En el cuarto abandonado
de la casa ruinosa
la luz encarnó en alguien que pasa.

Eternidad del instante ahondado,
escena fijada y sin tiempo.

                        —Pasa sin pisar, sin cuerpo cierto.
                        —Sale del vacío, vuelve a él.
                        —Y en el tránsito, la luz lo asume.

Aparición de lo impreciso:
ser, relámpago, ficción, reflejo,
emanaciones de lo invisible.

Nada y todo, movimiento efímero
de la vida.

El sol alumbró de pronto
de lo que se desvanece,
lo que ya no es.


CANCEL

Estaba allí, exacto, sin hora,
a toda hora, en el sitio asignado,
existiendo en la existencia pasajera.

¿Dónde está ahora, cuando vencido
el tiempo de tocar corriendo,
deslumbrado por el sol del juego,
acosa el tiempo de escribir su nombre?

          —Nombres y cosas pertenecen a países diferentes.
          —Nacieron en distintas edades.
          —Las cosas fueron primero.
          —Hay cosas creadas después.

¿Era la casa tan grande, tan desconocida,
que en ella, al recordar, se perdían
las palabras que estuvieron ligadas a las cosas?
¿Y las cosas permanecían, sin nombre,
manifiestas, persistentes
en la memoria?

Cosas y nombres, sueltos, nublados.
Damos vuelta en la memoria
a términos inmateriales, a formas innominadas,
dueños de un espacio que nos abarca
y nos oculta.


De: Vencimientos, (1986)


PIEDRA


Azul
       magnética
                        celeste
atraída por una fuerza
de gravedad funesta
la piedra arrojada
desde una trampa del tiempo
estrelló el rostro
de quien trabajaba su soledad
sestrelló su frente pensativa
volvió añicos el propósito
el desapego
el lento ascenso
a la lejanía prcurada
estrelló el tiempo de aquel hombre.


REFLEXIÓN

Detrás de la máscara
de rey de las piraterías
está el espejo
y también está detrás de la máscara
del seductor
que añeja su adolescencia
y tras de las abigarradas máscaras
rutinarias
                las del héroe
la víctima
                el estoico
el justo

Entonces
              aparece a la intemperie
la seca reflexión de su cara
en el espejo de su sombra.



De: Resurgencias (1995)



DECLIVES

Hábito: dudar de la esperanza
      y sentirla como carencia.
Agonía sin crisis, declive, desgaste,
lento derrumbe por trozos,
memoria, ruinas, vestigios.
Cuando impere el desasimiento
¿Advendrá la resurgencia?


CARENCIA

Buda se equivocó.
La causa del dolor no es el deseo
sino la carencia que motiva el deseo.

JUAN EDUARDO CIRLOT

¡Sí! es necesidad, por eso tan real,
surtiendo adentro,
recreando lo creado,
persistencia indefinible juntando
expectación y carencia,
algo abstracto, fuera de consumo,
inconsumible, llamada confundida
con la costumbre de respirar.
Tan sólo cuando un hecho en bruto
altera la perfecta maquinaria del soplo
se oye, de pronto, la respuesta.



NIÑO
A Reinaldo Pérez Só

Inmóviles mujeres vegetales
en torno al lecho
mueven sus grandes abanicos.
El niño mira el mapa
del muro empapelado,
cuenta una y otra vez las vigas
hasta confundirse,
hasta perderse y quedarse dormido
entre las húmedas sábanas de su fiebre.
Hojas flabeladas, laciniadas.
Seis palmeras para el juego
y las enfermedades
suscitan presencias
de vainas caídas, canoas
para las aventuras marítimas;
esbeltos talles anillados,
altas serpientes
erguidas en la selva.
Oleaje del patio bajo las palmas,
mar de baldosas hasta donde llega
el olor de fiera y hormiguero
de las selvas nubladas.
La desaparecida casa resurge, entera,
en cualquier parte del recuerdo.



De: Edad Obscura, (1999)



CUALQUIER AÑO

A Isabel

Recuerdo aquella frase de Arreola:  
         «Como un prestidigitador
         saca cosas horribles
         de los objetos más inocentes...»

Así empezó el año
mal presagiado bajo un signo de aborto.
El Día de Reyes
la vi salir de una casa desvencijada
como un pófugo medio desnudo
tenía el cuerpo tatuado:
bellos marinos disparaban sobra prostitutas
y daban en el blanco con delicia.

No era asunto de desgracias
ni de muertes naturales
ni de fallecimientos líricos
por culpa de una espina envenenada
o del fuego celeste
ni de pestes ni de cánceres

Se sabe que de muerte está hecha la vida
y que tan sólo varía el modo de acabarla.

Llovía en fín aves croantes
y cada quin en su cueva
se protegía de la inclemencia
y pensaba en algún regreso
en algún viaje asegurado
en el lujo de un lenguaje nuevo
en gestos de poseción irresistibles
en permanecer dentro del deseo
y en llenar el vacío hasta derramarlo.

Pero el año olía a sangre
a cuero cabelludo arrancado
a materias podridas
y había ganas de anticipar la muerte
una voluntad desconocida de caer
de ser el blanco
de volver del revés lo que se asiena
de probar la ruleta rusa
los acercamientos prohibidos
de entrar en la alcoba de los degollados
para ser presa del ogro secular.

Se notaba un hombre de demoliciones
un joven deseo de jugar con la muerte
de acelerar para pasarse a uno mismo
de atravesar los muros sin romperlos
de irrumpir al otro lado
y hundirse en los vórtices legendarios
en los grandes torbellinos donde termina el mar.

Los adolescentes andaban por el filo del abismo
pescaban estrellas móviles
flores de susancias plásticas
que abrían y cerraban sus párpados como muñecas
pelucas
             cejas postizas
                                    miembros ortopédicos
iris de contacto para cambiar el color de los ojos
senos hinchados de parafina
sexos como portamonedas o como hongos
vibradores para señoras solitarias
y ojos terceros psicodélicos.

El pensamiento de la muerte
fijo como el horizonte
se bastaba a sí mismo y los asumía
mientras las ruinas cotidianas
cambiaban de apariencia y de color
según las horas del día
y un insecto electrónico guiado desde tierra
vagaba en el espacio curvo y negro
iluminado por un lado como una estrella.
¿Podrá rebasar la muerte
el joven deseo que este año la persigue?



CIVILIZACIÓN AUDIOVISUAL

Un ojo voraz
la gente terminó siendo un ojo voraz
insomne abierto en todas partes
escondido en el ojo de la cerradura
en los enchufes
                        en el auricular del teléfono
en los interruptores de la luz
en los faroles de los vehículos
en las esquinas de las paredes
en los senos en la frente en el sexo
un ojo ombligo y un ojo nasal
y hacia el ojo corrían los ríos
las marejadas del crepúsculo
                                              las autopistas
la gente en búqueda de sus ojos
de un ojo de tres grados
o de un ojo simplemene espejo
de un ojo potencial
o de un ojo pornográfico
de un ojo para mirar el mundo
o de un ojo para ver una mujer desnuda.

Este ojo planetario se mueve lentamente
recorre como un reflector el horizonte
tiene millones de otros ojillos prendidos en sus tentáculos
en las salas de baño
                               detrás de las cortinas
bajo las sábanas
                         en los confesionarios
por donde la gente ciega pasa
e viste o desviste
                            acaricia o golpea
reza y se arrepiente a medias.

Llegado es el tiempo del ojo
para ver lo que antes se leía
lo que antes se pensaba o se soñaba
en medio del silencio interior
para ver más y msangre que mana bajo los ojosás
contar cada vello de un pubis
los lunares y las caídas
para ver a los asesinados en la guerra o en la calle
fiesta de sangre para los ojos
esan i se entrematan
y van después a zoologico a ver al tigre
película en colores
roja sangre que mana bajo los ojos
y adorna los rincones y la piel de los humanos
que se besan o se entrematan
y van después al zooologico a ver el tigre
y van después al boxeo o a la corrida de toros
para comparar sangre con sangre,
y de ese modo saciar la angustia de vacíos
dormir quietamente
con el sueño lleno de ojos y pestañas
mientras las ciudades parpadean en la noche
y un niño despierto juega a los comics
vaciando el ojo de su amiguito.
Es un ojo vestido de hippie
barbudo y melenudoscon collares y con cruces gamadas
pero tambiés se dizfraza de Frankenstein
y hasta se rapa la cabeza
como si fuera monje budista
y tiene oreja para oir tenazmente
los disparos los gemidos los estertores
los aullidos de los cantantes de guitarra eléctrica
los parlamentos obscenos
los novelones de la televisión
y los anuncios declamados

con voz estentórea e insinuante
según se venda cerveza o cigarrillos.
Este organo nuevo creado por la ciencia
este ojo que oye
                          esta oreja que ve
está en todas partes de un modo simultáneo
viendo y oyendo salir y ponerse el sol
despertar y dormirse a la gente
que bajo su vigilancia mundial
se afana en mirar como el ojo
en oir como la oreja
se asoma a aquel ojo materno
a aquel oído central
y oye y ve descomponerse la ciudad en alvéolos
donde cada quien al mismo tiempo está en lo suyo
unos comiendo y eructando
otros abrazándose con ansia antropológica
algunos empuntados con su soledades
aquél, robando o bien lavándose los dientes
éstos, laborando como ciegos sordos
y lo más tratando de olvidarse
o de sorprender la vida del vecino
ávidos
          jadeantes
                         codiciosos
vueltos todos ojos de mirada indiscreta
oído celador y celestino
o bien vacío
                    niebla de olvido
                                              cosa inanimada.
Guerra de los ojos
                 portaojos zarparon
hacia objetivos secretos
cohetes visualizan al adversario
micrófonos espían sus palabras
estaciones satélites captan al enemigo
lo proyectan sobre pantallas magnéticas
donde un estornudo se vuelve bombardeo
un alzamiento de hombros tromba marina
el rascarse sin premura
largo estremecimiento de la corteza terrerestre
El ojo-oído amplifica las acciones
las dota de un poder de agresión acrecentado
es como vidrio de aumento
gracias al cual crece la proporción del crimen
de la violencia
y se incita a hundirse en éstos
a comer de éstos
a la masticación frenética
al relámpago que saca tajos
a los sudores de sangre
al beso de judas
a ls convites caníbales
al suplicio de los inocentes
a fin de estar en paz consigo mismo.

Mientras los seres se acechan
en torno a la mesa familiares
dispuestos a disparar contra el otro
en cuanto sea propicia la circunstancia
mientras una voz ahuecada o chirriante
anuncia que hay que ser ojo-oído y nada más
mientras se preparan la fiesta de la sangre derramada
y los cruceros de turismo por las antillas y el pacífico
mientras se celebra las últimas cenas
aquí está el ojo múltiple que ve y no piensa
la oreja que escucha pasivamente
y frente a este triunfante organismo
la boca abierta el labio gafo la mano muerta
del público de las pantallas.



SOLSTICIO HIEMAL (fragmento)

III

Lo humano y el cosmos son incertidumbres
Nadie sabe el principio
                                     e inventa el final.
A qué preguntar salvo la hora de la cita,
del trabajo, de la función, del partido.
Sé simple, simple, goza con destapar
tu lata de Coca-Cola, con ir a Mcdonald,
con presentar tu rostro a la moda
moño y no afeitado, si eres varón,
de instruir todas tus formas juveniles
si muchacha sin prejuicio, lista, dispuesta.
Acepta tus programaciones electrónicas,
canta los millardos y millardos de cosas
para surtir tus gustos
                                   previamente dictados
por los altoparlantes pedagógicos.

No preguntas por el pasado, no existe,
se abre el telón del espectáculo contínuo
de la novedad, el progreso, el desarrollo
digital, ciber, internet, www. Yo robot,
héroe de la virtualidad
nada se le escapa a las máquinas
             ojeadoras y disciplinarias
hasta el azar obedece, de instante en instante
de siglo en siglo,
de año luz en año luz...





JUAN LISCANO VELUTINI,  nació en Caracas, Venezuela, el 7 de julio de 1915. Su obra poética es una de las más intensas, extensas y representativas del panorama literario latinoamericano. Poeta, ensayista, crítico, folclorista, periodista y etnomusicólogo venezolano. Fue fundador de la prestigiosa revista literaria Zona Franca, así como también director de otros importantes medios de difusión de la cultura venezolana. Colaborador permanente de numerosas publicaciones periódicas extranjeras entre ottas: Cuadernos Americanos de México; Sur de Buenos Aires; las revistas francesas Les Temps Modernes, Les Letres Nouvelles, L'Ages Nouveau; Les Hommes San Epaules,; Temas de la Asunción; Le Journal Des Poetes de Belgica, entre otras. Escritor inquieto y laborioso que expresa en su obra poética una constante evolución sostenida en ejes temáticios y obsesiones recurrentes como lo americano, lo erótico, lo cósmico,lo trascendente y lo apocalíptico-ecológico. Toda ella va a alcanzar también altas cotas de lucidez crítica en su obra ensayistica. Son títulos fundamentales de su obra: Tierra muerta de sed (1954), Nuevo mundo Orinoco (1959); Rito de sombras (1961); Carmenes (1966);, Nombrar contra el tiempo (1968); Edad oscura (1969); Rayo que al alcanzarme (1979); Fundaciones (1981); y Domicilios (1986). Escribió importantes trabajos de crítica como Panorama de la literatura venezolana contemporánea (1973); Lectura de poetas y poesía (1965); Espiritualidad y literatura: una relación tormentosa (1976) y Horror por la historia (1981); entre otros. Falleció en Caracas, Venezuela, el 17 de febrero de 2001.