Una mujer me tiene maniatada mientras otra salpica su sangre en mis vasijas. La una es una perra de hortelano, la otra una puta de juzgados. A ninguna la conozco frente a frente pero han sabido exasperar a los demonios que pululan en las sombras de la mente. Las dos amasijo de execrables decisiones, estampida de satanes, pariendo un hijo bastardo cada día. Ambas dos piedras en el monte oscuro, dos flechas incrustadas en la carne, dos brujas con grilletes bailando en aquelarre.
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