MaÃz para las palomas Debo haber tenido siete años cuando me mandaron a la escuela PirulÃ. Este nombre le venÃa por los chupetines que vendÃan en la caramelerÃa vecina. También le llamaban escuela Pirulà porque todos éramos pequeños. En ese establecimiento solamente se cursaba hasta el segundo año y concurrÃamos alumnos de ambos sexos. Pero niños y niñas ya nos mirábamos con recÃproca desconfianza y desdén. Formábamos dos grupos en la clase y en el recreo. Justamente ese año las maestras tuvieron la ocurrencia de sentarnos juntos…
Doblaje En aquella época vivÃa en un pequeño hotel cerca de Charing Cross y pasaba los dÃas pintando y leyendo libros de ocultismo. En realidad, siempre he sido aficionado a las ciencias ocultas, quizás porque mi padre estuvo muchos años en la India y trajo de las orillas del Ganges, aparte de un paludismo feroz, una colección completa de tratados de esoterismo. En uno de estos libros leà una vez una frase que despertó mi curiosidad. No sé si serÃa un proverbio o un aforismo, pero de todos modos era una fórmula cerrada que no …
El inventario -Esta mesa es Chippendale. -¡A ver, muchachos, al camión! Vocea: "¡Una mesa con las patas flojas, una!". -Un cuadro de la escuela de Greuze. -¡Una tela grande rayada, una! -Una consola Louis Philippe. -Oiga, yo creo que estos muebles son del tiempo de don Porfirio, porque mire nomás el polillero. -Dos vitrinas de Wedgewood. -¿Cómo dice usted? -Wedgewood. Voy a deletreárselo. -¡Salen dos vitrinas! ¡Mira ésta no cierra.! ¡Dos sillones con la tapicerÃa percudida, dos…
La puerta par El doctor Edmundo Molina se presentó con nombre y apellido desde la puerta entreabierta de la subcomandancia, pero tuvo que agregar que era el médico a quien quisieron asesinar hacÃa unas horas en el Hotel Anteus para que el comisario levante la vista y se le quede viendo con ese aire de todopoderosidad que adopta la gente uniformada. Le preguntó si venÃa por su declaración. «No», le dijo, lo que querÃa era hablar con el hombre a quien arrestaron frente a su puerta -habitación 36, segundo piso- empuñando un…
Dos Cuentos Breves LA ESPERA Como todos los domingos, mi padre me dijo que irÃa a pescar y regresarÃa al atardecer y yo le creÃ; mi madre me dijo que irÃa a visitar a mi abuela y yo le creÃ; mi hermana habló de una excursión al Tunari con su novio y tampoco dudé. Han pasado cuatro años y empiezo a sospechar que no volverán. Me he quedado sin teléfono y sin electricidad, imagino que por falta de pago, y no me gusta leer. Mis provisiones se han agotado y cada vez me es más difÃcil encontrar ratones o gusanos. Y tampoco p…
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