Tío Eugenio Esa vez que Gardel vino a Rosario fuimos a verlo con mi amigo el Flaco Octavio, mamá y el tío Eugenio. Al tío hubo que insistirle bastante para convencerlo. Él decía que le gustaba mucho la música, pero siempre había que rogarle para cualquier cosa. Era una de esas personas que se complacían en que le insistieran. Había logrado forjarse, en la familia, una cierta fama de hombre misterioso, retraído, que de tanto en tanto nos concedía la gracia de su presencia. Venía, eso sí, para Navidad y Año Nuevo, y, en esas ocasi…
Noveno Piso * A Pilar González 1972 UNO —Noveno piso —digo al pequeño ascensorista. Tengo la mano derecha metida en el bolsillo del saco. Con la izquierda me aliso innecesariamente la solapa. “Le apuesto que no llega”. ¿Dijo realmente: “le apuesto que no Ilega”? Lo miro a los ojos. Enarco las cejas. —Ya verá —dice, realmente, en voz alta. La sonrisa enigmática del muchacho (¿o es un enano?), me pone nervioso. El sabe algo que yo ignoro. Yo, en cambio, debo saber seguramente muchas cosas que él ignora. —Por ej…
El Hombre y Su Sueño * En algún punto de la ciudad, de esta ciudad demasiado grande para que dos seres que se amen se encuentren si se han perdido de vista alguna vez, un hombre de mi edad vela, mientras todos duermen. Su vigilia no tiene nada de común con la vigilia a la que nos condena la súbita desaparición de nuestra amada, la angustia que precede a un día de decisiones irrevocables o la persistencia de un pensamiento que se resiste a tomar forma. No es tampoco el efecto de una digestión trabajosa, ni del desorde…
Las mujeres deseadas y los ideales, ay, se alcanzan. Adolfo Bioy Casares Gané. Gané la totalidad del pozo en el repechaje final. Todos los jueves, durante un año, había venido respondiendo sobre Vida y obra de James Joyce. Gané y cumplí mi sueño dorado. Mi sueño dorado consistía en abandonar a mi familia, escaparme a Irlanda, comprarme un castillo, leer el Ulises sentado junto al fuego, tener dos perros irlandeses para que me lamiesen las botas mientras leía, emborracharme una vez por mes en la taberna, agarrarme a trompada…
16 Poemas De enriKetta luissi B I S E L A mis dos amantes balbuceo al oído surquen la mar de mercurio sicoterapeutas con ojos tequileros y manuales mágicos aguardan para curarlas del amor que me profesan. Transformo sus circuitos neuronales por estraza. Extraigo de sus pleuras mis fibras exquisitas. Refiero estrías y caligrafía muerta en mi deteriorado Amazonas. Las conmino a hacerse de un camello o un vibrador como mascota y recalco la importancia de ropa térmica bajo las pijamas en las noches de frío. …
Cuando el capitán Ireneo Morris y el doctor Carlos Alberto Servian, médico homeópata, desaparecieron, un 20 de diciembre, de Buenos Aires, los diarios apenas comentaron el hecho. Se dijo que había gente engañada, gente complicada y que una comisión estaba investigando; se dijo también que el escaso radio de acción del aeroplano utilizado por los fugitivos permitía afirmar que éstos no habían ido muy lejos. Yo recibí en esos días una encomienda; contenía: tres volúmenes in quarto (las obras completas del comunista Luis Augusto Bla…
UN NIÑO ESPÍA A EMILY DICKINSON EN SU JARDÍN Que la mirara un pájaro —hostilmente, por supuesto, ¿qué hacía allí, la intrusa?—, no era extraño, de modo que su frente apenas se alteró, e indiferente siguió sus ademanes de reclusa. Ni un pájaro, ni un hombre (ella, en ese caso, lo sabría) la están espiando. Un niño es quién la espía Un niño —la inocencia—, ése es su nombre. Estaba en su jardín, arrodillada sobre una capa roja. La mirada curiosa la seguía entre las flores. ¿Por qué el niño guardó, de los…
Síguenos en las Redes Sociales