Poemas de Oscar Portela | Nota Biobibliográfica y Selección de Textos Luis Alberto Vittor



OSCAR PORTELA, poeta, critico de arte y pensador argentino. Ha sido señalado por sus propios colegas y la crítica literaria especializada como uno de los poetas más notables e importantes de la actualidad. El poeta y crítico Luis Benítez ha dicho del universo poético de Portela: «La poesía porteliana es, por definición, la forma en palabras de un cosmos que le pertenece, un cosmos que contiene sus propias claves y sus muy personales objetivos. Lo que, desde luego, no es poca cosa frente a las vacilaciones, los cambios imprevistos de rumbo y las caídas en el vacío, más o menos evidentes, que señalan los intentos de otros autores». Por su parte, Abel Posse sostiene: «Por sus temas, por su fuerza expresiva y por su despliegue de lenguaje, Oscar Portela se instalaba en una dimensión distinta a las de las tradiciones de la poética de su tiempo». En tanto que Graciela Maturo señala: «Oscar Portela, con el talento y la creatividad profunda que viene desplegando en su obra, recobra órficamente el valor genesíaco de la tiniebla, no para gozarse en un universo sígnico despojado de realidad, sino para incorporar plenamente a su visión, el polo negativo». Mientras que Alfredo Veiravé escribe: «La poesía de Oscar Portela es torrencial y al mismo tiempo bulle en sus zonas interiores guiada más por la cacería de la visión intuitiva que la sostiene que por mecanismos de intelección veraz. En cada poema suyo es posible verificar el proceso de constitución de un Verbo hímnico, celebrante y caótico en la superficie del lenguaje poético, que lo prepara hacia un lanzamiento continuo, no de la experiencia histórica, sino del hallazgo impersonal».

Sirvan estos juicios críticos sobre su obra, a cargo de importantes escritores argentinos, para situar y dimensionar la verdadera magnitud del universo poético de este magnífico poeta de nuestro interior. Oscar Portela nació en Corrientes Capital en 13 de Mayo de 1950. Reside hasta los 12 años en pueblo de Loreto. Se traslada a los 12 años a Corrientes Capital lugar en el que termina de cursar sus estudios primarios en la Escuela “Del Centenario”. Es Bachiller Especializado en Letras por el Colegio Provincial "Manuel Vicente Figuerero". Ha ejercido diversos cargos oficiales. Ha sido Director del Departamento de Letras de la Subsecretaría de Cultura de la Provincia; Asesor de Cultura de la Dirección Municipal de Cultura; Asesor de Cultura de la Presidencia de la Honorable Cámara de Diputados; Delegado del Fondo Nacional de las Artes en la Provincia de Corrientes. También ejerció diversos cargos privados. Fue Presidente del "Circulo Literario Correntino" (1968); Presidente del Cine Club Corrientes (1969-70); Director Taller Literario de la Revista Literaria "Signos" (1970); Director Fundador Revista Literaria "Signos". 6 números. 1972-73; Director Fundador del Semanario Acción Federal y del Semanario "La Noticia". A la par que su obra poética merece ser señalada su obra ensayística, en la que se ocupa preferentemente del pensamiento filosófico contemporáneo. También es un profundo estudioso de la historia del cine y letrista musical. Ha publicado en Argentina, Brasil, México, Venezuela, Paraguay y España. Su última obra, una antología titulada Claroscuro, fue publicada en versión digital en el verano del 2005.




LIBROS PUBLICADOS POESÍA

Senderos en el Bosque, Torres Agüero Editor.
Los Nuevos Asilos, Botella al Mar, Buenos Aires
Recepciones Diurnas, Celebraciones Nocturnas, Crisol, Corrientes
Auto de Fe, Municipalidad de Corrientes.
Había una vez, Botella al Mar, Buenos Aires
Memorial de Corrientes, Editorial Tiempo, Corrientes.
Estuario, Publicado por la Comisión del Cuarto Centenario de Corrientes.
Golpe de Gracia, Marymar Ediciones, Buenos Aires
Selección Poética —Selection Poetics—. (Edición bilingüe). Ediciones del Correo Latino, Buenos Aires.
La Memoria de Láquesis, Editorial Universidad Nacional del Nordeste (UNNE)
Fresas Salvajes, Editorial Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), —primera edición—. Dunken, Buenos Aires, —segunda edición—.
El Maldito Asombroso, declarado de Interés Legislativo y Senatorial. Editorial Tiempo.

ENSAYO

Nietzsche, sonámbulo del día, Editorial Tiempo. Con el agregado de "Nietzsche Hoy". Corrientes, abril de 1997.





POEMAS ESCOGIDOS



1. DESEO

Pasa junto a la noche centellante deseo.
En ti admiro la profusa
Inocencia de la aurora.
Como el belfo sediento
Tiemblas desnudo, así
Las migraciones de la vida
Junto al foz de tu divina marejada
Aislado por tus corrientes
Temo por mi lacerado
De cintura desnuda, golfo donde se quiebran
Tus olas más agudas.

Tú, deseo, tiñes la muerte de azul.
Irrevocable es tu vocación
Como el parloteo del mirlo.
Tiempos hay
En que no escucho
El oscuro fluir de tus cisternas,
Pero como la aurora
Tú vuelves, y tiemblo como él
Acantilado del golfo donde abismas
Tus diademas salvajes.
Pasa junto a éste turbado, centauro de ojos agudos como el crepúsculo.
Fosco mar donde ocultan las ostras
Sus parpadeos de ciego.
Pasa junto a mí, centellante.
A pesar de todo
Conturbado el vuelo del abejorro
En el Estío,
Siento como los dioses
Acuden a mi ayuda.


2. ADÓNDE
A José Ganora


Si he de morir, haz que me pierda
entre alguazales de oro
y hoscas talas o pajonales altivos
peinados en las lomas por el fuego de enero.
Desbordadas están ahora las imágenes.
A escuadra el mediodía
sobre la vaga sombra
de lejanas palmeras.
Evocado está el todo,
bañado en el silencio,
y en un leve declive canta insomne
el origen. Hoy como ayer espero.
Amarillos limones, sumo frío y perfecto.
Surcos que recogen las lenguas del deseo.
Abre las puertas ya, las márgenes radiantes
y haz que sea tu noche
el retorno a los montes
que abandoné de niño.
Huye ahora el deseo.
Como la garza en vuelo,
protégelo Señor.


3. DE LILAS
A Francisco Madariaga


En la clausura de la melancolía
del nombre que es sólo muerte,
a la lumbre del nombre
de la fugáz aparición
la campana mortuoria de la
memoria del nombre, tú,
horror del vértigo de la ausencia
que calcinas mis sueños
abandonados a la
intemperie donde cantan las
sombras de una promesa
clausurada en el
nombre y no será
cumplida. Arde la mano sola,
crucificada por los sueños
alza vuelo y se apaga.


4. ELEGÍA
A Alicia Dujovne Ortíz, en la lejana Francia


Toma de mí lo que va a desaparecer,
tómame, vigílame como desapareciendo,
fiel vacío de un perfume extinguido,
pura ausencia abismada en lo innombrable,
oh vacilante sombra en el crepúsculo,
vacíame en la memoria de mí,
en el abismo de mi propia locura.
Toma de mí lo que se dicta,
la profecía de un pasado que viene
de lo no acontecido y llama con la fuerza
del fuego, su pabilo entre ruinas,
los simulacros y fantasmas grabados
en lo profundo
de mi llagada lengua. Toma mi voz para
dejarme, los nombres que me dicto,
tu sombra enturbiándose entre
sombras, toma otra vez mi voz, mi cuerpo,
la fría mortaja de la memoria,
y levanta el líquido de las horas
para escanciarla en tu cansada boca,
luego olvídame, vacíame, escándeme.
Yo hice tu alma a imagen de mis dudas,
alma mortal, poesía.


5. LLAMA
A Dora Vidal y Marita Saiach


Esta explosión de rosas de aire esta flama de rosas
como labios abiertos en el aire que no dicen nada
con sólo lenguaje del rosa embriagándose
en la pura sucesión del rosa
que cae y se levanta femenino y viril sin más sexo
que el murmullo secreto amándose
a sí mismo admirado del gallo de la siesta
de la alondra invisible que canta en el bosque del
puro azur.
¡Aquí estoy quemándome en fuego celeste
estremecido en los murmullos de las islas
donde dioses ocultos pulen las arterias del día!

¿Vendrá a buscarme el rosa?
¿Arderé nuevamente en la ternura sedienta del árbol
cuando el deseo haya lustrado mis párpados mi
boca?.
¿¡Mi cuerpo salmodiará todavía cuando tu cuerpo
cante en Orfeo esta explosión de rosas en el Aire!?


6. TIERRA


La tierra ebria sobre mí y yo en un carruaje azul
bajo las aguas. La tierra inmóvil como un amante
que duerme el sueño estremecido de las victorias
absolutas y yo en una volanta azul bajo las aguas
poseído por el temblor de las especies bebiendo
con el oído de las aguas el lamento del sexo del
viento que también quiere ser poseído
por tus temblores tierra.
¡Al fin el sueño antiguo sopor de la caída!
La bella en el crepúsculo dorándose y cayendo
hacia el más sueño de los viajes sin retorno,
doncella convulsa en sus mareas queriendo
despertar desnuda pero vencida por los ahogos
del amor.
¡Déjame así dormir sobre tus muslos
el sueño antiguo y poderoso! ¡Obsedido de música
y de mar ardo en deseo! ¡Este es mi ropaje!
¡Me estremezco de amor! ¡Este es mi aire!


7. VASO

En vaso de Dolor la arcilla del Amor cobra su forma.
Con Amor somos aún en la Indigencia. Imágenes y
memorias surgen de aquí.
Porque sólo así se instaura lo permanente y es el
recuerdo un Ala.
Más allá el viento de la Nada sólo sopla.


8. AUSENCIA


Día sabreme en que estaré ya muerto ignorante del Odio
del Relámpago.
El día salvaje no lustrará mis párpados y la tierra no
criará nostalgias sobre mi boca.
¡Ah, ese día, en que oiré crecer las Lilas desde lo Hondo!
Entonces Señora, habré comenzado como comienzan los
Ausentes
Y me abriré como Tú, Oh solitaria Rosa, que inadvertidamente está
Sólo visible para el corazón rapaz en la proximidad del
Verano.
Y aún así, yo sentiré cantar las rías y presente en la más grande
Ausencia
Percibiré como aman los cuerpos jóvenes poseídos por
el ansia de posesión.
En la total carencia del Amor, por quién se lauda la
nostalgia del hombre.


9. EL GÓLGOTA


El azul que ayer poblaba
mis ojos y el infinito del azul del mar y el viento
la arena mezclada al roce del deseo
las lágrimas y los secretos demonios
que mantenían mi corazón en vilo y la danza coral
en la estación del aura primigenia,la inocente infancia
que se negaba a abandonarme y los dioses
con sus huellas dibujadas en mi sudorosa piel
todo ahora sucumbido y mirado con los ojos del cíclope
el desfiladero de la locura la pesadilla del vampiro,
el pavor de las sombras el insomnio que acecha
como un tigre agazapado tras las leyes inexorables de
la fragilidad humana el tiempo irredento las fuerzas
de los Daimones de la poesía que me mantenían despierto
la sueñera de mi alma el Gólgota amaneciendo frente a mí,
la cruz negada y afirmada cien veces cien antes del canto
del gallo y la gota de sangre cayendo sobre mi frente
cayendo sobre mi frente...


10. CANTO DE ORFEO


Y el canto, el canto, oh Dioses, que religaba
al hombre con la tierra: la dulce y beatífica
que penetrará en tus huesos y abrirá tu esqueleto
a la luz de los cielos, al viento de las sierras,
al mar, al mar, sus infinitas olas y todas las estrellas
que marca el destino de dioses y mortales,
el canto humano y celestial, demoníaco o santo,
El que ha huido del mundo
dejando tras de sí el desierto que crece,
la gran voz de los muertos,
las cenizas de la memoria que nada nombra
sino el precipicio que se adelanta de la nada:
Pronto Caronte, pon a tus remos alas
y que mi sombra y yo fulminados
seamos por el rayo que animó el canto
y es hoy sólo negra mortaja,
sólo hiedra ya seca sobre el muro que cierra
el desierto que crece, aquí en mi corazón
y en la voz de las zarzas hablaron a Moisés.


11. BODAS CON LA LUZ


Un día temprano, súbitamente florecí con la luz
ese día la luz nació y se hizo carne, se hizo voz,
se hizo huella y amaneció noctámbula dormida
entre mis brazos como abeja sin madre.
Más tarde me desperté con ella y descubrí
en mi abrazo sus terribles abismos: fui su esposo,
su esclavo, su mutilado mártir, y en los naufragios
reinaba como la voz del miedo y la sombra
acudía a su encuentro, con la cruz invertida
de los vastos naufragios y las esquirlas que la noche
puso en su casto cuerpo de doncella indomable.
Fue la luz primigenia del día primero de gracia
donado al desterrado príncipe sin corona ni mirtos,
el rapsoda voraz que canta ahora los crepúsculos
y el reino no conquistado de la luz vulnerada,
—destrozado por los litigios del día y de la noche—,
azotado por las llagas de la melancolía y de la
cuadratura del sol del mediodía, que escande,
llaga, y exilia a sal y amarga hiel de la melancolía,
y el abismo de aquella luz tornándose toda ocre.
Así, me perdí tristemente en el abismo de la razón,
en las blancas salinas y los desiertos páramos
del que no tiene patria, ni boca para nombrar
cenizas de palabras, señales de muertes innombrables
de aquella virgen del Estío primero, entre palmas
y abras solitarias, donde se filtran los fragmentos,
entre huellas de sangre y presagios —aún presagios—,
de mensajes de abriles que recuerdan
el día en que llamé a la luz, —encanallada ahora,
harapienta, arrepentida de sus delirios y los míos—,
buscando el nombre único, el exacto compás
y la tibieza exacta de una larga promesa.
Pobre niña, pobre patria expatriada,
pobre deseo inerme entre cruces y llagas—,
cuando ya nadie busca ser Dios, acariciado
por el viento del Éter más azul y más claro:
luego se aleja pensativa, dócil quizá, entregada
al escarnio de los días que pasan,
y marchitadas flores por corona—, alrededor
de túmulos se arrodilla ligera, para en silencio
buscar al vástago del día en que llamé a su puerta
y vino a mí sin preguntar por qué.

Corrientes, Argentina, 2003


12. EDGAR BAYLEY 

Sobre mi corazón la grafía de un nombre,
resguardo o intemperie. Desde mañana sueña
y vive aquello que no tiene pasado.
El presente es un duelo y el rito de un instante.
¿Como podríamos prometernos luego unos a otros
el signo de una marca y la latencia de un
presente infinito? En el corazón sin luto,
la figura del duelo y el vértigo del olvido
donde nadan solísimos nombres como testigos.


13. ESCOMBROS

El mas inhóspito de los huéspedes
habita ahora mi corazón;
escombros y más escombros
sobre el norte de la soledad
donde se incuba el huevo de la
serpiente que engendró fuera de
tiempo mi alma. ¿Mas que hacer?
Horror es todo que llenó de infantil
alegría el pobre que ven ahora
mis ojos. Vacié el amor que llenaba
las horas que se hicieron
presas del vampiro de los sueños.
Ay! Vivir eternamente para ver
la estéril repetición de las horas
y la degradación inútil de las formas.
Dormir, dormir
bajo el peso de la soledad y los
escombros del tiempo,
el veneno que la vil espada
pone en el corazón ya sin asombro
de traiciones y humillaciones
maldecidas. Demasiada soledad
sobre mi soledad, demasiados espectros
sobre los espectros, demasiados duelos
sobre los duelos, demasiada intemperie,
sobre la intemperie,
que allá en Elzingor
fue un tiempo el azur y la alucema.
Sobre el horror lo informe.
Dormir, dormir, rodeado de serpientes
cuando el mundo no es ya mundo
sino silueta fulminada
de quien no ha salido todavía
de la caverna. No me digáis más adiós.
Demasiada soledad sobre mi soledad,
demasiados espectros sobre mis espectros,
demasiados escombros sobre los escombros
que no hacen sino derrumbar escombros.


14. CANTO A MÍ MISMO
A María Del Carmen Suárez
(La hermana que Dionisos me dio y fue promesa suya)


Me celebro y me canto a mí mismo cuando
la muerte me busca ya desde el pasado
para esparcir mis huesos hacia los broncos
vientos del futuro y entregado a mi Dios, oh Dionisos,
me celebre y le cante a los huesos y las cenizas que llevarán
las lluvias del estío hacia el dios Paraná que es nuestro río.

Nada rescataría el acto de haber nacido demasiado tarde para
los dioses y temprano para el “ser” que yo estoy siendo
esto que estoy soñando:

Estoy desnudo ahora. Desnudo soy solo carne y cuerpo…
Finitud y hambre de eternidad y celo eterno.

No otra cosa soy y no me moriré en Paris con aguacero
pues ya nada recuerdo y en esta “nada” un sol se abre para
mí como amapola del cuerpo tuyo aquel al que yo
consagré la eternidad de todo devenir y todo tiempo
que es sólo fábula para que con mis carnes aun en primavera
coronadas y olvidadas del canto que a mis húmeros
dispersos en el viento por los grises caminos
que la vida lanzó como áurea estela te saciaras el hambre
de dios y amante- que los rayos de luna- nunca jamás
tejidos por la araña de la repetición eterna hacia aquel renacer
del áureo beso que hacen uno del otro al mismo tiempo.

Todo permite entonces que a mí mismo me cante
y celebre al espectro que soy y al fuego que aún arde
en mis tobillos, al pabilo que alumbra tus bellos genitales
oh dios que todo lo procreas, aún la nada, esta que ahora soy
y auque me cante y me solace en esta soledad
- la séptima del día- dejarás en mi vientre
tu semilla de luz y la simiente del verbo donde engendré
la nada deste amor tan estéril como la vida misma
con que ahora corono mi camino, este canto a mí mismo,
este poema, mientras grises cenizas y húmeros macizos
se dispersan en el finito cetro de tu reino.


15. ERASE 


Érase que se era: así comienza el cuento.
Allá en la paz poblana los pantalones cortos
Y la escarcha tendida sobre las tiernas hojas
Del lapachal en verde. Érase que se era un niño
Sin mochilas ni bolígrafos nuevos más con
El alma llena de miel morena y cánticos
De patria llenándole el contento de ser vigía
Y húsar de una nación que espera. “Alta en el cielo”...
Y las piernas temblando por el frío de invierno
O los pulmones broncos de la noche terrena,
La mirada de madre y el puntero de Cesar,
Y los himnos cantados con la pasión
A cuestas: ¡Ay patria bendecida!, y el agradecimiento
A quienes nos brindaran tantas ganas de hacerla.
En el pendón flamea la intocada bandera
Que un santo sin brocatos nos marcara el sendero.
Manuel Belgrano el bueno. Érase que se era
Y aún los ojos brillan y se llenan de lágrimas
Recordando esos días vírgenes de contento: Érase que se era
Así comienza el cuento renovado por siempre,
Cada vez que buscamos la verdad y el contento.


16. EL ABANDONO
a Graciela Maturo

El cuerpo me abandona lentamente.
Los ardores de fragua del verano.
El tortuoso invierno. La recelosa cobra
Del deseo oculta en madriguera.
Los colores minados por la ausencia
De la piel renovada en staccato de cada primavera.

El oro en las arenas y el sueño, el sueño
De quien entra a la presencia como a un bosque de
Símbolos donde no estabas tú. No es un arca mi cuerpo.

No es chalupa siquiera: siniestrado por las tormentas
Y huracanes, siempre en desiertos, ¿como podría
Salvar algo de lo queda en la memoria de aquel
Pajaro Azul que ayer cantaba en mis ventanas?

Ah, llévame contigo hacia el poniente donde nada
Se pone, traspone el horizonte, piérdete entre las nubes
Más lejanas, atisba entre las cifras donde tal vez
Los ángeles arrullen el silencio de Dios.

¿Volverás a la tierra? Tal vez el pino enhiesto en la colina
Te espere como el rayo y el amor que te abandona ahora
O que nuca tuviste encuentre asilo entre sus ramas

Cuando lo yermo cede y en tus ojos vuelve el lapacho
A florecer serenamente.


17. EL DESIERTO DE LOS TARTAROS


A pasado el tiempo, la sucesión, y nada a sucedido.
Aquí estoy más expuesto que nunca a los demonios
Y a la intemperie de la acumulación, que los espectros
Han dibujado en soledad para mis sueños: las brevas
ha tiempo están para caer y desde ahí reclamar
A los vivos lo que no fue cumplido. Olvidar fue la tarea
Que me impuse a mi mismo, mas poderosos hados impidieron
Que en paz, los fantasmas hablaran con los vivos.
Deste modo nada ha sido olvidado. Todo permanece
de igual modo, aunque
Fluyan la sucesión, y los deseos, o la imaginación, lean ya solo
Los nombres inscriptos en las lápidas. Madre, padre,
Amantes, amigos, volaron como huyen cornejas en
Invierno, Patria que soñé cuando niño y ahora,
En andrajos, pide mendrugos en las esquinas más siniestras.
A veces en silencio, veo un cielo infinito alumbrado
De titilantes astros, y escucho en madrugadas claras
Como el agua que vierten las montañas, el grito de los
Monos en los montes de infinitas praderas.
En verdad me digo, han pasado ya siglos y el que
Ahora reclama, silencio y paz, amortajado está por
La impudicia que los mortales trajeron a las viñas:
Descansaré algún día? Como canes los demonios
Se ensañarán conmigo? O el milagro que aquí,
Sin que lo vea, y en mis últimas horas deparará
Ternuras, nunca vistas, sentidas, sobre la piel añosa
Deste árbol ya muerto, resucitado entonces?
No hay respuestas. Ominoso silencio a la pregunta
Y sangra el corazón del hombre niño. Donde está el
Sembradío, donde las rizas que en el jardín florecen,
Y el inocente juego del tiempo, que el niño Dios contiene
Entre sus manos? Que esperar ya sino el invierno
Torbo que se acerca sugiloso a nuestras puertas?. Pequeño,
Pequeño, el corazón del hombre languidece en la tarde
Mientras Bastiano espera la llegada de Huno,
Que alguna vez, con su flecha mortal, inspiró a los guerreros.
Pequeño es el horror de la línea de sombra
En que la nada crece, junto al desierto de los tartaros.
Aquí estoy, entre ruinas, esperando, lo que no debía ser.


18. MADRE


Madre: ¿es que respondo a tu deseo
cuando en sueños quiere salírseme
del cuerpo el alma que me diste?

¡Que poderoso el hálito, las fuerzas
que hablan en mis sueños y me llaman
en tu nombre, quizá en el de mi desolado
amor desterrado y sonámbulo
en esta tierra de nadie!

Sordos están los que un día escucharon maravillados
unos de otros, y así poblaron el espacio
con voces y con risas, pero del tiempo
aquél sólo me quedan llantos y penas.

¿Es que respondo a tu deseo, al mío,
cuando fuera de mi, dando a las fuerzas
puras sueños y aguas, alas me crecen
y en pos del Orco voy consuelo
de mi pobre orfandad en estos días?

¡No habrá más luces y trinos
o deseos que donde te vea a ti toda
brazos que velen mis oscuros responsos!

Así veías en mí la pesadilla de no ser
sino canto, furor y noche, tormenta y lejanía,
y así me consolabas consolándote,
otro creyéndome y llamándome otro,
dulces mentiras hoy dormidas o muertas.


19. LETANÍAS
a Ana Emilia Lahitte


Miserable es el dolor, sucede y tenebrosa
es su diestra. Como lo que carece de fondo
su lengua es abismal, pero como el relámpago
todo lo alumbra y nada oculta tras de la puerta,
ni en los espejos o pequeños refugios
donde buscábamos antaño el amparo seguro.
Inconmensurable es para todo tiempo el dolor,
salobre lágrima sobre oscuro pétalo
en jardines flotantes. El dolor va y viene,
nos abandona insomnes, desposeídos,
sin más aroma que el vértigo, escrutado
más acá, donde repite todo. Imposible
sería cobijarte en el nombre, tan sin medida
es lo que acaece, tan sin palabra el dolor
quebrando trinos o calcinando voces
sobre las alas del espanto. Y súbitamente
ya no estás. Mientras haces en mi hondos
túneles, revelaciones para las que faltan
imágenes y cantas
el oscuro espejo de mi boca abismada
y el dolor de mi aliento mojado ahora
en la memoria votiva de la saliva de tu boca.


20. NOCHE


Noche oscura del alma: no hay duelos aquí.
Abruptamente el caminante de detiene
En la quietud profunda del movimiento
Que yace espectral frente a un abismo.

Ningún soplo de brisa o hilo de la luz
Que baja de la oscura simiente de la Nada:
No abrir los ojos al devenir.

Adentrarse en el reposo
De las sombras densas y no oír sino el siseo
Del silencio. ¿Dónde estoy?

Disuelto el yo en la noche oscura del alma
Solo quedan los vientos ardientes
Que aupan las plegarias que conducen de
Las Sombras del Parpado a la infinita
Quietud del ser, sin duelos, ni movimiento alguno.


21. JUAN RULFO


Cómala, vivos y muertos en tus ojos
Juan, vidente y ciego, muerto para
Los vivos, vivo para Los Muertos:
He aquí la Aldaba del sepulcro que
Guardan aún tus manos, abriendo lápidas
Sin pronunciar los nombres del
Espectro que dialoga entre sombras
Contigo y tu vara de Fuego: Nada
Reclaman, Nada, están en paz, Almas
Muertas, siluetas, pálidos crepúsculos,
Álamos barridos por un viento tenaz,
Esta vez mi comarca es también tu
Cómala, Juan y yo no busco ahora
Las aguas de Castalia entre arroyos azules,
Ni trinos invisibles: He entrado a tu
Desierto y me quedo sin habla, Juan,
Naufrago entre tus ojos hasta perderme
En ellos,y no saber quien soy, y no saber
Quien soy, entre paredes, y árboles añosos,
Estas litografías que me saludan, Juan,
Desde algún Cementerio de una Cómala Triste.


22. EL ÁNGEL Y LA CARNE


Ponle señor – dijo el ángel
carne a mis soplos-
sombra a mis cánticos
para que así descienda
hermoso entre los hombres.

Dame sombra, señor
permítele al seráfico
ser bienvenido entre mortales
todos y Dios, presto a deseos,

puso al incorpóreo coro
espinas a sus alas y dardos
a sus tiernas miradas.

Y el descenso a la tierra
tornose furia y lava.