Luis Benítez



Luis Benítez
8 Poemas Inéditos
De su nuevo libro
Las Imaginaciones





1. COMO ROUSSEAU EL ADUANERO


El mundo sólo se queda quieto los domingos:
Como un perro cansado de correr detrás de los autobuses
Reclina sobre sus patas la cabeza
Y dormita y por ese conjuro efímero
Unas horas vuelve a nosotros
La gente que de veras somos.
Hay quien se aterra
Porque lo que vuelve es un monstruo;
Hay quien mansamente se deja hacer
Porque no hay más remedio,
Y hay quien toma los pinceles
Y hay quien abre cajas y cajas
De viejas fotografías y recuerda.

Y un perro ladra lejos
Porque hay una casa a donde ha vuelto Ulises.

2. LOS BAMBÚES

Un domingo vacío tú y yo compramos
Los tiestos de bambú: tres flacas cañas
Clavadas como lanzas en una tierra
Nuestra y negra y para ellas extranjera.

Las largas exiliadas seguían en nuestro balcón
Curvándose acompasadamente bajo el viento de la India:
Hubo un simún, una madrugada quieta en Buenos Aires,
Y sólo nuestras cañas comprendieron qué pasaba
Derrumbando chozas y espantando a los engrillados elefantes.

Lejanamente, un arrugado rinoceronte
Bramó en la noche y huyeron por nuestra calle
Aterrorizadas las gacelas.

Al día siguiente, mientras regaba los bambúes
Y acariciaba inclinado sobre ellos
La tierra fofa del trasplante,
Entreví unos ojos amarillos, un cuerpo potente
Detrás de esas flacas cañas y luego el clamor
Desatado por el semáforo de la avenida
Espantó enseguida la pesada presencia:
Vi alejarse bufando y volviendo hacia mí la resentida cabeza
Lo imperial escondido entre las cañas: todo eso y el tigre.


3. DESDE BUENOS AIRES VEO AL KIWI,

Salir de su guarida entre las hojas,
Bola de cerdas que nunca llegaron a ser plumas,
Patas delgadas de bailarina de treinta centímetros,
Un pollo prehistórico bajo la luna llena de Nueva Zelanda.

Es un tipito que antes se escondió de los dinosaurios,
Asustado entre helechos gigantes que ya no existen
Y tiene el contemporáneo aire arrogante de un peatón
Que cruza distraído entre los árboles gigantes,
Derecho hacia su negocio del día: una hormiga
Mareada por el húmedo calor, como la oportunidad
De trampear al fisco o una oferta engañosa del mercado.

Nadie registró antes la edad que puede alcanzar un kiwi;
Tan insignificante al lado de la gigantesca ave moa y el pájaro elefante,
Hoy extintos como el individuo considerado por Adam Smith
Y otras rarezas de museo que aún respiran,
Empañando las vitrinas con la placa de bronce y su descriptivo latín
Y sus derechos. El kiwi de Zelanda aún no sabe
Que tendría que estar muerto bajo sus pasos de alambre entre las hojas.

Detrás de tantas hormigas vio a los yankees ir hacia Guadalcanal
A tirotear japoneses y antes de ellos a los gritones maoríes
Buscando polinesios; ser un kiwi, amigos, da unas evidentes ventajas
Superiores al cartesiano exterminio de la historia.

Concentrado en su hormiga, en el sinuoso olor de su hormiga
Entre las hojas, no vio desaparecer al wombat gigante ni al lobo tilacino
Entre campos arrasados por el fuego; no comprendió la contaminación
Del arrecife donde 12 millones de años fueron mordidos día a día
Por desechos de baterías, plástico y cigarrillos arrojados al agua
Por surfistas felices, por madres de cuatro niños, por turistas
Que pagaron por orinar en el agua. El hotel de la playa
Puede ser un termitero, o el esqueleto de un monstruo
Bien vaciado en cemento. El kiwi es y será invulnerable:
Para eso tiene su conciencia firmemente establecida
entre el reptil y los pájaros.

4. DIARIO DE VIAJE

Como los billetes y monedas que van de mano en mano
Y representan diferentes sueños según quien compra o vende;
Como todos los que somos en esa galería de espejos
Rodando a través del día, según quien nos trata o nos confunde
Con sus mismos equívocos, así como nosotros hacemos con cuantos conocemos:
Ser uno para el vecino dormido a medias en el saludo del ascensor,
Otro para el portero que riega y lava distraído las puertas que dejamos,
otro para el conductor del autobús, otro para el que se baja a tiempo para sentarnos;
y así entre sucesivos fantasmas ser otro espectro apenas entrevisto un segundo
por el mapa de miedos, deseos y carencias de repetidos niños
que apenas, apenas, han envejecido.
En la noria del día pertenecer siempre a lo desconocido,
Como una hoja que circula libremente entre las piedras lamidas por el agua.
Deslizarnos distraídos como un globo flotando en el mar de la mente,
Y ser sólo una imagen distante -una esfera un segundo, apenas, colorida-
En el horizonte del océano de los otros: ellos son piezas de un naufragio
En el mar de nosotros y nosotros un palo, una prenda perdida,
Un retazo de algo que la marea aproxima, que examinan pensando
En otro tema lejano y que deja caer a las olas o que arrugan con fiasco.
Lo que digamos es espuma que no afecta su rumbo.
En nuestros bordes
sus palabras son agua
que pronto se evapora.


5. CONTRA EL COLECCIONISMO,

Muestra sus mejores razones la dispersión en el mundo
De cuanto es vano atesorar en vitrinas, fortalezas,
Cajas fuertes, bunkers bajo tierra.
¿Acaso no es una lesión en contra del mejor estilo,
La vida entera de ese avaro que cuelga una pintura sobre su chimenea favorita?
¿No es una ofensa esconder colores, volúmenes y formas,
Sumar las gracias inútiles de antiguas cajas de fósforos,
Las viñetas arrancadas todavía vivas de los libros miniados,
Aun coleccionar cucharas, tazas de porcelana, alfombras de Bokhara?
Algo de niño asustado hay en esas gentes que creen poder refrenar
El caudaloso intercambio producido por el encuentro repetido
Del codicioso tiempo y la prodigalidad del espacio,
Dos viejos empeñados en robarse mutuamente.
Las cosas, todas las cosas, son como ese billete de a 50
Que aparece en mi mano cada tanto y luego se va,
Trasformándose una y otra vez en partes de una casa, en cinturones,
Viajes, aperitivos, sin que nada pueda detener sus costumbres proteicas,
Como una hierba que deviene en bistec y luego en la energía de un día
Y luego se trasforma en inmundicia y vuelve a ser la hierba.
Humana como pocas la costumbre malsana, el ansia de coleccionismo:
Querer detener una porción del mundo en un rincón del living,
En aparadores minuciosamente detallados, con su nombre en latín,
Con las firmas atribuidas a sus fabricantes, y no entender
Que el mismo que rotula, clasifica y colecciona
Es otra pieza rodante, otro billete de a 50
De las miles de sumas que pagan cada segundo el alquiler
De un instante a la potente dueña, esa turbulenta y mutante
Anciana, no menos codiciosa por esconderse bajo el nombre
Que en la fichas de los policías del significado quiere decir eternidad.


6. ¿POR QUÉ NO SOY COMUNISTA,

Vieja esperanza del día, ensueño de la mejor Otredad?
Porque antes tendría que ser humanista
Y yo detesto a los míos, a los que frotaron madera dura
Y madera blanda, para inventar el primer fuego artificial.
Viejo sueño (también inventado por el hombre),
Te protege un dorado Alzheimer de ver cuánto, cuántas veces,
Ardió en sus llamas azules, cuántas piernas y brazos,
Cuántas veces iluminó la antorcha del fanático que arrasó
En nombre de Amón, de Cristo y de José Stalin,
-De la sutileza explicada por espadas admirablemente trabajadas-
Lo mejor que nuestros propios artificios alzaron de las sombras.
Ah, qué bella idea morir por una idea, pero ya sabemos
Que todas las ideas del hombre han sido bellas, como una mujer cuando es joven.
Sucede que las ideas se hacen maduras y ciertas cuando las manos del hombre
Las soban y modelan, cuando las convierten en leyes y las envejecen
Haciéndolas imperar en prohibiciones, en tabúes y reglas;
Entonces las ideas dejan ver sus caras de brujas, sus garras y sus dientes,
Lo único que vemos de una idea cuando baja férreamente
Unida del brazo de los hombres a la tierra.
Comprendes que has dormido una larga noche en brazos de un esqueleto,
Entonces, como en los cuentos japoneses de fantasmas,
Y que la naturaleza muy seguidamente se equivoca.
Así hace vivir a seres a los que le faltan o sobran partes,
Como el ornitorrinco, a mitad de camino entre la nutria y el ganso,
O el hombre mismo, un mono que nace loco y muere idiota.


7. LA TORRE DE LIPUVÔVIQ

Behold, from the land of the fathers suns
I returned.
…………………………………………
He aquí que de la tierra de los soles más distantes
Yo volví.
Stephen Crane, The Black Riders


Torre muda como el amor
Y como los muertos muda.

Torre no cristiana,
Que no corona una cruz
Y tampoco la media luna,
Signo alguno creado por el hombre
Fulgura sobre tu cabeza,
Sólo un fuego fatuo de tanto en tanto
En la tiniebla enciende un breve fósforo
Que nadie advierte desde la llanura pelada.

Erguida se diría que para los pájaros
Que entretienen el hambre y el sueño
Sobre tu corto cabello de tejas erizado.
Levantada parece, solamente, para el odio del granizo,
Los lavajes furiosos de la lluvia,
Y el pesado vuelo, casi horizontal,
De toda la nieve caída sobre el mundo.
No te extienden los alrededores su vinagre,
Pero tampoco parece que el tiempo se decida
A hundir lanza alguna en tu costado.

Torre de Lipuvôviq, hasta tus fantasmas han muerto
Esa, su segunda muerte,
O se han marchado hace ya mucho,
Agobiados por el peso de tu sombra infinita:
Eres como la culpa, que gota a gota
Inunda los sinuosos y alargados corredores del tiempo,
Y eres como el hombre que enloquece al encontrarse
De súbito en un recodo ante sí mismo.

Tu sombra, en la cuadrícula de simétricas desgracias,
Recorre uno tras otro los casilleros de las horas
Marcados sobre el perímetro de la llanura desierta;
Tú, eje que elige el mediodía ensimismado,
Conoces las desdichas y los crímenes
De cuantos no han nacido todavía,
de todos los hombres y mujeres por venir.

Torre de Lipuvôviq donde la muerte
Apoya su guadaña y se distrae paseando la mirada
Por el páramo y se adormece y sonríe, cariadamente
Cerca de quien lee estos versos.

Torre que sólo hasta la mitad
Sigues siendo de este mundo,
Como si eternamente te viésemos de noche,
En aquella otra vida sumergida.
El viento no se acerca a las seguidas liras rotas de tus almenas,
Y si equivoca el rumbo hasta chocar con las filosas piedras
Nada te arranca, ni una palabra.

Torre muda como el amor
Y como los muertos muda.


8. EL DESPARPAJO

Nada pone tan a prueba como su ejercicio,
Si como en Creta saltar sobre los cuernos del Toro
Era cuestión de sincera opinión,
O de estúpida exhibición ante los cretinos que abundaban entre el público,
La cara o la ceca del gesto define cuál ha de ser nuestra caminata por el mundo.
Ser el délfico sacerdote de las Cosas Eternas,
Un dios hinchado de gases en el que nadie ya cree
Y ello es con razón,
O uno de esos payasos que aprovechan la distracción del criterio,
La crédula bobería que admira cuanto de estrafalario
Se exhibe en los mercados de la lengua.
No puede ser esa la caminata, sino la otra,
La que se pierde entre las sombras,
Porque reluce mejor la umbría senda cuando la pisa alguien, todavía.
El desparpajo es una espada filosa:
Puede cortar el rumbo de los distraídos
Antes de que su confusión ignore el abismo que los llama,
Si se ejerce con tiento y con oportuna astucia,
Con humana perspicacia; si es sólo para relumbrar qué pena,
Perder así la oportunidad de mostrar la gracia.
Desparpajo: eres una bomba atómica que debe de estar siempre
Escondida y atenta allí en la manga.
Otro uso es la paradoja peligrosa que te niega
El pan y el origen y la causa.





Los datos biobibliográficos de Luis Benítez puede consultarlos el lector interesado en nuestro post del día martes 12 de agosto de 2008.