Alfonso Reyes

Alfonso Reyes y su lectura
de la tradición mexicana

en el contexto del primer
americanismo crítico 1920-1940

Sonia Contardi
Universidad Nacional de Rosario



La invención de Reyes


El reconocimiento y la reivindicación de la autoctonía indígena, así como la misión fundacional adjudicada a la quinta raza por Vasconcelos en su texto La Raza cósmica, la reacción antipositivista de la generación del Ateneo de la juventud en México entre 1909 y 1913 fueron fuerzas que gravitaron y dialogaron con una de las obras más maduras y sólidas escritas en Mexico en el siglo XX. Por cierto, la obra de Alfonso Reyes se inscribe en el clima de ideas del llamado Primer americanismo crítico de 1920 1940 como un componente vital en la articulación de la tradición mexicana con la tradición universal. Compuesta de ensayos históricos, una nutrida correspondencia con intelectuales y políticos del período, artículos periodísticos, críticas bibliográficas la obra de Reyes procura develar la identidad cultural mexicana construida sobre formas europeas e indígenas. Una particular tensión entre el osmopolitismo y el americanismo signaron así sus reflexiones acerca de una literatura indígena "interrumpida" por el proceso de la conquista. En ese sentido sus escritos, al tiempo que buscaron restablecer una identidad, "inventaron" una tradición propia apelando para esto a materiales de la cultura universal.



En su texto La Imagen de América1 Gutierrez Girardot afirma que Alfonso Reyes, al hablar de los creadores y de los testigos de su propia obra ve a éstos formando parte del "pasado inmediato" de México. Esos hombres, dice, son nuestro pasado inmediato y también nuestro presente. Por cierto, al revisar a quienes inauguraron en Hispanoamérica el siglo XX y a quienes con su labor dieron forma peculiar al largo proceso de conformación de la tradición cultural mexicana logra situar en un tiempo peculiar la creación que le es contemporánea. Así, la generación de los llamados escritores de la generación del primer americanismo crítico surgida entre los años 1920 - 1940: González Prada, el uruguayo Vaz Ferreira, Pedro Henríquez Ureña, José C. Mariátegui, José Vasconcelos, Baldomero Sanín Cano, Ezequiel Martínez Estrada, junto a escritores como Miguel Angel Asturias y Alejo Carpentier y el poeta César Vallejo hicieron posible la existencia de una auténtica cultura hispanoamericana. Reyes revisita, por otra parte las raíces mexicanas al sobrevolar la historia en esa suerte de mural pintado que es su ensayo "Visión de Anáhuac" publicado en 1917. En ese texto el mestizaje cobra un valor positivo y la "superposición necesaria" en una tierra en la que se mezclan la "mazorca de Ceres y el plátano paradisíaco" se transformará a través de la labor de los colonos que durante tres civilizaciones trabajaron en la desecación del valle en tres razas de una región de "carácter propio y terrible". Pero mucho más tarde, esta visión será modificada con lucidez ante una literatura azteca "interrumpida" por la conquista en su obra Letras de Nueva España 2 publicada por la Secretaría de Educación Pública de México en 1946. En este texto expresa: "Hay una poesía indígena perdida en mucha parte, como enlazada con una civilización que el conquistador reprimía de caso pensado, confundida con un material religioso que el misionero tenía el encargo de expurgar (...)"3. Por cierto, esta poesía se torna "letra borrosa de un palimpsesto", "reliquia" que pertenece a una "etapa mítica de la mente" según las ideas de Vico. Esta literatura de la "pérdida", podríamos llamarla, unida a los empeños por conocer y dominar las lenguas mexicanas que reconoce en Sigüenza y Góngora serán para Reyes formas de definir la mexicanidad "mezclando en la nueva sustancia de la nación criolla el orgullo de las tradiciones y virtudes prehispánicas". La "mezcla" como resultado de la lucha entre la cultura europea colonial y la cultura indígena se vuelve así un mestizaje cultural cargado de ambigüedades, ligadas al concepto mismo de cultura. En otra obra, Ultima Tule publicada en 1942 volverá sobre el examen del origen mexicano que le permitirá a la nación abrirse al mundo. El largo "viaje" de Alfonso Reyes por la cultura precolombina, pensada como una "fase heroica" hará posible que en su madurez pueda leer el presente de México, en contrapunto y en tensión con la cultura universal en la que cobra singular importancia la revisión de la filosofía y el teatro ateniense. Este movimiento quedará plasmado en su obra Ifigenia cruel. Su particular cosmopolitismo intelectual estará dotado de una búsqueda afanosa por restaurar la mexicanidad en la gran escena de la cultura universal. Si sus pares se preguntaban:"Qué es América?, si reflexionaban sistemáticamente sobre el destino y la identidad hispanoamericana, Reyes responde a esta pregunta a su manera: "América aparece como una realidad geográfica. Y desde ese instante viene a enriquecer el sentido utópico del mundo"4. De este modo se convierte en un utopista que busca restaurar el pasado precolombino para mejorar el destino y el legado cultural de toda la humanidad. Ya no existen antinomias entre la civilización y la barbarie, el gran destino de México está pues determinado para Reyes por su origen, al que tratará de desentrañar en muchos de sus artículos consagrados al estudio de la literatura mexicana. Como en Góngora, poeta solar del barroco histórico español al que le dedica su estudio "Sobre la Estética de Góngora" en Cuestiones de Estética encontrará también en el poeta barroco de Perú, Juan de Espinosa Medrano "un fruto directo y no lejano de la escolástica española", vicioso de agudezas y acertijos. La literatura es en cierto modo definida como una conjunción entre lo culto y lo popular, y al reparar en las vetas populares de Góngora, probablemente en las letrillas y romances del poeta, la percibe además como unidad de lo universal y de lo autóctono. Por cierto, su idea de patria, la noción de espíritu nacional implica una fraternidad con el mundo cultural europeo, en la que se unen la tradición propia y los conciertos de voces continentales a los que ubica en la esperanza utópica de una fuerza unificadora del porvenir.

Al llegar tarde al banquete del futuro, América tendrá, pues, que quemar etapas y lograr una "síntesis de cultura". En esos saltos históricos, el cosmopolitismo es de esta manera "un mejor entendimiento entre los pueblos. Reyes propone así una estrategia de acción política y una "armonía nacional económica, incorporando al repertorio de los saberes humanos a grandes masas de indígenas desposeídos. En este sentido lo vemos expresarse:

Lo autóctono ... es, en Nuestra América un enorme yacimiento de materia prima, de objetos, formas, colores y sonidos, que necesitan ser incorporados y disueltos en el fluido de una cultura, a la que comuniquen su condimento de abigarrada y gustosa espiciería.5

De la reacción antipositivista al Primer americanismo crítico

Si con los modernistas México había consolidado una generación de escritores y de intelectuales que acompañaron al Porfiriato en su proceso de modernización afrancesada que trajo aparejado el arrasamiento de las culturas indígenas, los más jóvenes integrantes del Ateneo serían luego protagonistas del movimiento de ideas americanistas del 20 al 40 que no dejó indiferente a ningún intelectual de ese momento.

De este modo, la inteligencia mexicana proclamaría la importancia de las raíces precolombinas produciéndose de este modo una reacción antipositivista que señalaba enfáticamente los errores del régimen político del Centenario en México: "Sentíamos la opresión intelectual", dirá Pedro Henríquez Ureña. Leímos a los filósofos como Platón que los positivistas condenaban." Con una óptica nacionalista, con visiones hispanofóbicas, progresistas o conservadoras, los americanistas expresaron un síntoma cultural de la época: la necesidad de resolver la contradictoria identidad de los hispanoamericanos. Con Fernando Ortiz en Cuba y sus estudios sobre la transculturación en su obra Contrapunto cubano del tabaco y el azúcar escrito en 1940 o la visión de Reyes acerca de la apertura de la inteligencia americana al mundo, y luego de la etapa bisagra de los llamados posmodernistas se concluía un período en el que había predominado la alienación del propio origen americano, instalada en el prólogo mismo de las Prosas Profanas de Rubén Darío cuando el poeta afirmaba en 1896 pertenecer al mundo de la aristocracia intelectual de Francia, a pesar de las gotas de sangre de indio nagrandano o chorotega que corrían or sus venas. También quedaba atrás la búsqueda estética de la Revista Azul que en tiempos en que Darío iniciaba en Argentina su cruzada afrancesada se había trazado en México una ideología estética acorde con los proyectos de hacer tabula rasa del pasado de las antiguas comunidades llevada adelante por Justo Sierra 6. La aparición de la Revista Savia Moderna (1906) fue el primer aviso de un espíritu renovador pero es en la revista Pegaso (1917) en la que veremos aflorar el incipiente espíritu americano, quizás como consecuencia de la conmoción que concitaron las más grandes "revoluciones que se produjeron en los dos mundos, precisamente en México y en el octubre soviético. Entre los colaboradores más reconocidos de la Revista Pegaso vemos los nombres de José Vasconcelos, Antonio Caso, Max y Pedro Henríquez Ureña. Expresión del post modernismo, la revista publica un artículo de Alfonso Reyes en su número 16 7 consagrado a Chesterton y una crítica bibliográfica a uno de sus libros sobre Motivos de Proteo de Rodó, intelectual que ya con la escritura del Ariel puede considerarse faro de toda la generación de los americanistas. El número 20 exhibe otro artículo de Reyes sobre Valle Inclán, al tiempo que expone las fotos de la gran guerra en Europa y los avatares de la vida cultural mexicana en el pasaje entre la estética afrancesada del modernismo y las nuevas expresiones de las vanguardias artísticas que estallarán después de la posguerra. La gran guerra marca, por cierto, un corte entre las relaciones culturales entre Europa y América Latina. Es precisamente ese momento de "aislamiento" y concentración de la mirada en el propio suelo la que posibilitará la lectura americana de las tradiciones indígenas en consonancia con el estallido de escuelas del surrealismo y las vanguardias pictóricas que invocan formas africanas, de Oceanía y de las comunidades indígenas vencidas por los conquistadores. En ese clima se inserta la publicación de las Cuestiones estéticas y el estudio sobre lo popular en Góngora que evidencia la particular lectura que Reyes tiene del momento histórico, dándole un inflexión singular al americanismo, ya que busca conectarlo con los mejores momentos de la literatura española. Entre 1920 y 1940, cuando los hispanoamericanos se vuelven cada vez más conscientes de su literatura los enfriados lazos durante la guerra se restablecen entre Europa y América Latina. Es el momento en el que Carpentier elabora su teoría sobre lo real maravilloso americano al decir que "vuelve el americano a los suyo" y exige el "recuento" de las cosmogonías propias. También es la hora en la que Miguel Angel Asturias eleva la tradición guatemalteca y el pasado maya a un lugar sobresaliente en la cultura universal al vincularlo en París con el "momento fuerte" del surrealismo y que de modo tan brillante expresan sus Leyendas de Guatemala escritas en 1927. La recepción de las mismas merecieron por parte de Paul Valéry la calificación de "filtro" o brebaje, por la irradiación magnética de sus imágenes oníricas. Pero mucho antes, el mismo poeta Darío había anticipado premonitoriamente esta vuelta de tuerca, el regreso a los orígenes prehispánicos en algunos Cantos de Vida y esperanza en 1905 o en sus anteriores Poemas americanos. La inferioridad de la naturaleza desbordante de América frente a la superioridad de la historia de Europa enfatizada por las lecturas de Hegel o de Spengler se volvía ahora una visión que debía contrarrestarse al reconocer el mestizaje como el verdadero rostro de los Hispanoamericanos. Para emprender la tarea epocal de reconstrucción de la identidad americana, las particularidades de la "diferencia" continental Alfonso Reyes partía, sin embargo, del reconocimiento de la condición dolorosa del ser americano. Así expresaba:

Ser americano es, ya de por sí, algo patético. El solo hecho de existir los dos Continentes (pero aún los "Tres hemisferios" de Lord Dunsany es un hecho doloroso para la consciencia de losAmericanos. Henry James- usted lo sabe muy bien ha podido fundar algunas novelas en este dolor intercontinental.

(....) Yo no sólo soy americano, sino, peor aún, hispanoamericano; y lo que es más grave, mexicano. Y todavía para colmo (¡Oh Fermina Márquez!) nativo de Monterrey- donde fue gobernador mi padre por mucho tiempo, cuando la dictadura de Porfirio Díaz. 8

El "dolor" de ser hispanoamericano lo empuja a esbozar un cuadro interpretativo de España y de la universalidad de la cultura, para luego situar la "consciencia" patética sobre el propio suelo en el mundo. Pero la relectura de España, en la que el poeta Góngora ocupa un lugar central, se inscribirá en el arco de resonancia de Vasconcelos, que enaltecía la vocación ibérica de la mezcla de sangres. El "compás sinfónico" en la formación iberoamericana resultará de la conciliación de las posibilidades geológicas, étnicas, culturales y estéticas del planeta. Contradiciendo de esta forma la lectura hegeliana del "espíritu del pueblo" (volksgeist) y el lugar que le cabe a Hispanoamérica en la división entre viejo y Nuevo mundo, o en el corte geográfico del mundo que "ha salido de las aguas del tiempo de la creación"9. En la misma línea interpretativa comenzada por el Ariel de Rodó (1900) que inspirara el espíritu de la Reforma del 18 en Argentina, y los movimientos juveniles de todo el continente, Reyes continuará, en el espíritu del primer americanismo crítico, el vaticinio de Rubén Darío cuando en su crónica "Calibán en Manhattan" publicada en el diario El Tiempo de Buenos Aires, afirma la reconciliación con la cultura hispánica, a la que Darío denomina raza "sentimental" oponiéndola a la brutal invasión de los sajones del norte. Vasconcelos por otra parte exhalta la Naturaleza americana al expresar:

Una civilización refinada e intensa responderá a los esplendores de una Naturaleza henchida de potencias, generosa de hábitos, luciente de claridades.10

La raza cósmica y la literatura universal

La utopía de la "raza cósmica" soñada por Vasconcelos se complementará en Indología. Una interpretación de la cultura Iberoamericana. Sus ideas imperaron sobre la voluntad anticolonialista de los intelectuales del período del veinte reactualizando de este modo el concepto bolivariano del "universalismo" de la cultura hispanoamericana, tema sobre el cual volverían Alfonso Reyes y escritores como Carpentier y Miguel Angel Asturias.

El mestizaje como "mezcla" de las razas o alambique de fuerzas adquirió así suma importancia en el proyecto de los americanistas. La corriente indigenista fortalecida desde la década del 10 arrasó así con los resabios positivistas. Se rehabilitaba la figura del mestizo, tan combatida por insurrecta en los últimos tiempos de la colonia.11 El negro y el indio comenzaban a ser valorizados y de este modo se echaban por tierra las figuras de Hegel y de Spengler, sus ideas acerca de la decadencia o de la imposibilidad de Hispanoamérica de construir su propia historia: A este propósito afirmará Reyes:

Nosotros, para llegar simplemente al nivel común, para hacernos casi solos, de una educación y una cultura consistentes, para libertarnos de las tremendas inquietudes de nuestra política, llena de sobresaltos y sangre, para hacernos oir - a pesar de la superstición general que nos condena y nos llama bárbaros sin oirnos, tenemos que subir, como desde el centro de la tierra. 12

En su texto Ultima Tule. Tentativas y orientaciones escrito entre 1920 y 1943 Reyes profundiza estas reflexiones y exhibe fundamentalmente sus discusiones con Pedro Henríquez Ureña. Lo que más produce admiración entre sus contemporáneos es el modo en que articula su disciplina estética. Disciplina que se proyecta como una de las tareas centrales de toda su generación y en la cual es prioridad fundamental la educación de los mexicanos. Junto a Vasconcelos impulsa la elaboración de programas para las escuelas, se preocupa por constituirse junto a áquel como guía cultural de los mexicanos si bien lo separa de éste muchas diferencias, sobre todo la toma de partida por el franquismo que asumirá Vasconcelos en su madurez, pero también y desde un principio su disidencia residió en que a Vasconcelos le preocupaba que los pueblos americanos tuviesen una filosofía propia, que sacudieran las influencias de la filosofía europea, mientras que a Reyes lo movilizaba conectar la tradición propia con la cultura universal. Su visión de la literatura fue universal, pensamiento que articula con lucidez en su texto El deslinde El poema es conceptualizado por él como una "cápsula explosiva" unidad artística, quintaesenciada, energía estética concentrada. En realidad el concepto de "explosión" es para Reyes la base de todo proceso creador.

Sus años de máxima labor es el período comprendido entre 1920-1930- esta década constituye un "momento fuerte" en la vida intelectual de Reyes- ocupa diferentes cargos que le permiten viajar a España, Brasil, Argentina y Chile. Participa de comisiones oficiales hasta que regresa a México en 1934. De julio de 1936 a diciembre de 1937 es nuevamente embajador extraordinario y Plenipotenciario de México en la Argentina. Gestiona y obtiene la creación del Colegio de México en 1940 y funda El Colegio Nacional en 1945. En 1947 es catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de México. La etapa que coincide con la difusión de las ideas del primer americanismo crítico corresponde al itinerario de viajes que realiza como embajador plenipotenciario entre Francia e Hispanoamérica entre 1925 y 1938. Llega a París en 1925 y la "Revue de l´Amérique Latine" lo recibe con una cálida reunión de amigos.

La utopía de Reyes fue la de elevar a Hispanoamérica al plano de la cultura universal, pero sin renunciar a los valores humanos fundamentales de su tradición hispánica y latina. El regreso a México en el año 1934 le hace profundizar el estudio de las raíces de su continente nativo. Para Reyes la cultura es obra de la inteligencia Su cosmopolitismo es el esfuerzo por unificar al hombre y se basa en la comunicación en el espacio como un proceso que se vive en el orden horizontal. La tradición, en cambio, tiene que ver con la comunicación entre generaciones y se produce a nivel vertical, en el tiempo. La tradición, como la identidad cultural pueden ser inventadas, de alguna manera Reyes contribuye a ese proceso de invención de un acervo, sobre todo en ensayos como "Visión de Anáhuac" o al reflexionar sobre la literatura precolombina en Letras de Nueva España. Pero fundamentalmente su creación es un esfuerzo de la humanidad por construirse a sí misma. En ese sentido no vislumbra humanidad sin tradición ya que la tradición humaniza. Pero ésta debe ponerse a la altura de las otras tradiciones universales para no anquilosarse. En este punto se encuentra la fuerza del pensamiento utópico de Reyes, en la conexión enriquecedora entre los diferentes mundos culturales.

Reyes como lector de la tradición

"Monterrey" fue un periódico en el que Reyes escribió entre los años 1930-1937, mientras duró su permanencia en Río de Janeiro y Buenos Aires. En ese periódico tiene una sección constante que se llama "Guardián de la pluma" cuyo objeto es estudiar las buenas relaciones entre los intelectuales de uno a otro lado del Atlántico, y servir de intérprete de ambas culturas. En una carta abierta a Max Daireaux - que junto a Francis de Miomandre se constituye como receptor y crítico de muchos escritores hispanoamericanos en París, como por ejemplo Miguel Angel Asturias con sus Leyendas de Guatemala - felicita a este crítico por su panorama de la literatura hispanoamericana pero ofrece algunos reparos a la interpretación que este autor realiza de la cultura mexicana. Daireaux sostenía que la cultura azteca era una cultura encerrada en sí misma, refractaria a toda aportación extranjera, para conservar en su mayor pureza su tradición azteca y española. Reyes replica: ¿"Usted cree en las tradiciones aztecas? O llama así a los monumentos arqueológicos? Porque de aquélla vetusta civilización sólo hemos heredado las piedras, y prosigue "sé que exagero, pero quiero decir que nos falta lo único que puede engendrar tradiciones: la representación moral del mundo. Usted cree que las tradiciones españolas se conservan allá en toda su pureza ? ¿Y los tres siglos de inmensa elaboración y amalgama que han determinado el ser mexicano? "

Al polemizar con Max Daireaux, Reyes propone una idea de tradición revitalizada, tal vez similar a la que vislumbrara José Martí, cuando condenaba la "tradición amurallada" de una España que no había conseguido llevar a la horca a ningún rey, como sí lo había hecho Francia. La idea de tradición va así unida en Reyes a la conmoción constante de sus cimientos. En ese sentido, la "pureza" pierde relevancia, el acervo cultural debe revolucionarse con las obras de los creadores. Esta renovación se encuentra sostenida por la idea de "mezcla" que precisamente demuele esa visión de una cultura azteca encerrada entre las piedras de sus monumentos arqueológicos y que tan sabiamente el poeta Mario de Andrade supo concentrar y que Serge Grusinski nos recuerda en su texto El pensamiento mestizo : "um tupí tangeando um alaúde". El mestizaje supuso la yuxtaposición, el enfrentamiento, la trama y los cruces de culturas. Un instrumento europeo como el laúd, en manos de un indio del Amazonas expresa y convoca todas las mezclas "que se remontan a la historia misma del hombre", para tomar las palabras de Gruzinski. Para Reyes, se trata de un "horno genitor", donde "las energías parecen gastarse con abandonada generosidad, donde nuestro ánimo naufraga en emanaciones embriagadoras, es exaltación de la vida, a la vez que imagen de la anarquía vital: los chorros de verdura por las rampas de la montaña; los nudos ciegos de las lianas; toldos de platanares; sombra engañadora de árboles que adormecen y roban las fuerzas del pensar" En esa lectura de la selva americana en su Visión de Anáhuac se encuentra mejor definida la idea de tradición que sustenta el pensamiento de Reyes. Una tradición viva y anárquica, en continua ebullición, "tónica". Al armonizarse logra vencer las estrecheces de la técnica con una "noción unificadora que abre al mundo los silenciosos monumentos de piedra de la cultura azteca.

Así cobra valor la denostada barbarie de Sarmiento, exaltada en contrapartida por Baudelaire en L´Art romantique. La poesía ´´más prendida al coloquio y menos prendida al alfabeto´´, las estrofas irregulares, los pies rítmicos sin cuenta silábica, salmodiados por los nobles aztecas son parte del encuentro fecundante del indiano nacido en México, que a los veinte estudiaba en Salamanca Juan Ruiz de Alarcón, cuya obra es para Reyes la primera manifestación del espíritu mexicano. Junto a Gutiérrez de Cetina y otros cien literatos en el siglo XVI y la obra de Balbuena, Sigüenza y Góngora y la virtuosa Sor Juana en el siglo XVII la mexicanidad que Reyes se obstinó en definir cobra la forma de una nación criolla mezclada con la sustancia y el orgullo de las tradiciones prehispánicas.


NOTAS

1 Gutiérrez Girardot, La imagen de América, Ed. Insula, Madrid, 1955.
2 Reyes, Alfonso, Letras de la Nueva España, Fondo de Cultura Económica, México, 1948.
3 Ibídem, 10 y 90.
4 Reyes, Alfonso, Capítulos de literatura española, 1era Serie, México, La casa de España en México, 1939.
5 Alfonso Reyes, Tentativas y orientaciones, 8
6 Cfr. Sonia Contardi, "Azul: la construcción de una estética de la Modernidad mexicana", Cuadernos de la Comuna , nº 18, Municip. Puerto Gen. San Martín, 1989.
7 Pegaso, México junio 28 de 1917.
8 Citado por Sylvia Molloy, La difusión de la littérature hispanoaméricaine en France qu XX siecle, Ed Puf, Paris, 1978.
9 J. G. Federico Hegel, Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, tomo I, Rev. De Occidente, Madrid.
10 José Vasconcelos, La raza cósmica. Misión de la raza ibeoroamericana, Madrid, Aguilar, 1966, pág. 62.
11 Acerca de una nueva redefinición del mestizaje y su relación con la cultura Hispanoamericana Cfr. Serge Grusinski, El pensamiento mestizo , Ed. Paidós, Barcelona, 2000.
12 Alfonso Reyes, "La inteligencia americana", en Alfonso Reyes, Obras Completas, Fondo de Cultura económica, 1955, T XI, 82.


BIBLIOGRAFÍA


Sylvia Molloy, La diffusion de la littérature hispanoaméricaine en France au XX siecle, Puf, Paris, 1978

AAAVVV, Historia general de México , El Colegio de México, México, 1976

Leslie Bethell, Ed., Historia de América Latina, Cambridge University Press, Barcelona, 1996.

Alfonso Reyes, Obras Completas, Tomos II y IV, Fondo de cultura Económica, México, 1956.