Roberto Arlt | Carta inédita a Ricardo Guiraldes




PresentaciĂ³n



Una carta manuscrita inĂ©dita dirigida por el joven Roberto Arlt al ya consagrado Ricardo GĂ¼iraldes ha sido revelada en Lima por el Dr. Jorge Zevallos Quiñones, distinguido investigador peruano, antiguo catedrĂ¡tico de la Universidad CatĂ³lica de Lima y de la Universidad Nacional de Trujillo. La carta fue dada a conocer en un artĂ­culo publicado en el suplemento cultural El Dominical del diario limeño El Comercio. Como buen conocedor de los archivos nacionales y experto profesor de fuentes histĂ³ricas, el Dr. Zevallos Quiñones indicĂ³ que su apariciĂ³n en Lima «resulta un extraordinario hallazgo», ya que otras 16 cartas y 14 manuscritos de Arlt fueron donados al Instituto Iberoamericano de BerlĂ­n por la hija del autor, Mirta. El descubridor de la carta ha señalado que la misiva permanece en la LibrerĂ­a Anticuaria «Sur» de Lima. En la misiva, el autor de Los lanzallamas y Aguafuertes porteñas se dirige con un tono de admiraciĂ³n y afecto a GĂ¼iraldes para agradecerle el envĂ­o de su novela Don Segundo Sombra. En el momento de escribir la carta que aquĂ­ se reproduce, Arlt estaba por cumplir veinticinco años, hacĂ­a tres años que se habĂ­a casado con Carmen Antinucci, dos que habĂ­a nacido su Ăºnica hija Electra Mirta y menos que se habĂ­a mudado al barrio de Villa del Parque. Roberto Arlt, inscripto como Roberto Godofredo Christophersen Arlt, naciĂ³ en Buenos Aires el 7 de abril de 1900, aunque en su partida de bautismo y en la de nacimiento expedida por el Registro Civil consta como fecha de nacimiento el 26 de abril de 1900. Se sabe que tanto Arlt como su madre tomaban esta Ăºltima fecha como la de su nacimiento por el dĂ­a en que fue anotado en el Registro Civil de la ciudad. Fueron sus padres Karl Arlt, oriundo de Posen, norte de Prusia, hoy provincia de Posnania, Polonia, oficial del ejĂ©rcito de Bismarck, de ahĂ­ su carĂ¡cter autoritario y tirĂ¡nico; y de la austro-hĂºngara Ekatherine Iostraibitzer, natural de la regiĂ³n italiana de Trieste, de extracciĂ³n campesina, y quien inculcĂ³ en Arlt el amor por la literatura junto con el gusto por el espiritismo. Arlt creciĂ³ en el popular barrio de Flores, entonces un suburbio bonaerense, entre la extrema pobreza y la resistencia a un despĂ³tico padre, en estrecha relaciĂ³n con una dura y hostil realidad social que lo seguirĂ¡ hasta su muerte de un ataque cardĂ­aco en Buenos Aires el 26 de julio de 1942. Jorge Luis Borges dijo en una entrevista que Roberto Arlt pronunciaba el español con un fuerte acento germano o prusiano heredado del padre. AsĂ­, mientras su padre hablaba alemĂ¡n y su madre, italiano, Arlt balbuceaba el español, pero dominaba el lunfardo, la jerga porteña mezcla de gallego, italiano, alemĂ¡n y demĂ¡s aportes coloquiales del habla inmigrante, vinculado con los trabajadores del puerto, el tango, el hampa y los bajos fondos.Al mismo tiempo que ensalza la obra de GĂ¼iraldes, Arlt le relata una serie de «terribles padecimientos familiares». En esta carta a GĂ¼iraldes, Arlt reconoce que es en el ambiente portuario donde su escritura se ha nutrido: «he aprendido el oficio de periodista y el de apuntador de descarga en el puerto». AsĂ­,  La carta a GĂ¼iraldes es un desgarrador  documento donde un Arlt humillado y resignado traduce claramente la fatalidad de un destino que le parece irreversible. Confiesa su pesimista estado de Ă¡nimo y la  situaciĂ³n «cada dĂ­a mĂ¡s triste y mĂ¡s sufrida» de su mujer, enferma de tuberculosis, de la que, sin embargo, dice que «un buen dĂ­a» morirĂ¡ y Ă©l estarĂ¡ «tranquilo». La ediciĂ³n que ofrecemos en Analecta Literaria es una transcripciĂ³n literal realizada por un colaborador peruano a partir de la carta autĂ³grafa, de 3 pĂ¡ginas, enviada a Ricardo Guiraldes aproximadamente en el año 1926, el mismo año en que Arlt publicĂ³ su cĂ©lebre novela El juguete rabioso. Sabido es que a Roberto Arlt nunca le interesĂ³ mantenerse dentro del «buen gusto», la «desprolijidad» de su escritura, los «errores ortogrĂ¡ficos» que se le imputaban en los originales de sus libros, quedan tambiĂ©n evidenciados en su carta a GĂ¼iraldes y hemos respetado los errores ortogrĂ¡ficos y la sintaxis deficiente del documento original, sin corregirlos.



Luis Alberto Vittor













Carta inĂ©dita de Roberto Arlt 
a Ricardo GĂ¼iraldes



Estimado amigo Ricardo.


Recibí su libro y no se imagina con qué alegría, pues había visto Don Segundo en las vidrieras y creía que Ud. se había ya olvidado de Arlt.

De su libro pueden decirse ya tantas cosas hermosas, que lo mĂ¡s fĂ¡cil y espontĂ¡neo es agradecerle a Ud. que haya tenido la bondad y el talento de darnos tanta belleza cristalina, sencilla y noble. Un libro como el suyo es un don, aquel que lo lea se sentirĂ¡ inclinado a amarle y a retribuirle a Ud. de una forma u otra, con palabras o con hechos, el placer cristalino, diĂ¡fano y sencillo.

¡CuĂ¡nto hablamos de su libro! Y ahora quĂ© difĂ­cil es hacerlo pues las palabras no tienen medidas discretas para enaltecer la virtud de lo realizado. Suerte que Ud. mejor que nadie sabe todo lo que ha hecho... nosotros ya no podemos elogiarle, su libro es un favor y una virtud. Es todo hermoso. No tiene altos ni bajos, mas si de la llanura una uniformidad serena, con olor de yuyos y en el cielo que lo cubre una claridad tan tersa que todo se vuelve transparente allĂ­.

Pero todas estas son palabras para la gran luz de amor que hay en su libro. Yo me miro y me causo a mi mismo el ridĂ­culo efecto de un tĂ­o que se acercara a un hĂ©roe para enseñarle la psicologĂ­a del coraje. Y despuĂ©s hablaremos mucho mĂ¡s de Ud. o Ud. hablarĂ¡ de su libro, y eso serĂ¡ lo agradable.

De todas formas Ud. bien se merecĂ­a esta alegrĂ­a.

Respecto a mĂ­, pocas noticias tengo que darle. En este internado he aprendido el oficio de periodista y el de apuntador de descarga en el puerto. Con los dos oficios juntos puedo aspirar a morirme de cualquier cosa. Por otra parte y para mayor gloria de Dios, las cosas me van peor que nunca.

1° Mi hermana tiene que volver al sanatorio de tuberculosos.

2° La casa donde trabajaba mi padre ha quebrado

3° Posiblemente en estos dĂ­as vengan a vivir a mi casa

4° Mi señora tambiĂ©n estĂ¡ tuberculosa, si las cosas no mejoran tiene el proyecto de ponerse a trabajar de sirvienta o mucama. Ella sabe como se hace eso porque en su casa tenĂ­an cocinera, sirvienta y mucama.

5° Y yo... yo no sĂ© hasta donde me voy a undir.

A momentos tengo la sensaciĂ³n de que estoy descendiendo por un pozo. El disco de luz del brocal se hace cada vez mĂ¡s pequeño y las tinieblas mĂ¡s espesas. Y yo bajo y bajo… y estoy tranquilo... veo a mi mujer cada dĂ­a mĂ¡s triste y mĂ¡s sufrida y estoy tranquilo. Eso sĂ­ de vez en cuando se me sube a la boca una putiada, pero como eso es de mal gusto... bajo, bajo y estoy tranquilo. Un buen dĂ­a se me morirĂ¡ mi mujer y yo estarĂ© tranquilo... y sabrĂ© sin embargo que he sido yo el que la matĂ³ a privaciones.

¡Ah! Santo Dios... quisiera putiar no se a quiĂ©n tanta basura que tengo atravesada en la garganta. Pero la vida es asĂ­... hay que sufrir... sufrir hasta que el corazĂ³n a uno le estalle como una bomba.

Le he escrito un telegrama de 130 palabras al doctor Sagarna. Veremos si ese me contesta. Me han dado una recomendaciĂ³n para el coronel Mosconi, director de los yacimientos petrolĂ­feros de Santa Cruz. Yo me voy a cualquier parte. Estoy arto... tan arto que hasta siento en mi cuerpo la inchazĂ³n del alma. Nunca me sentĂ­ tan desdichado como ahora, tan pobre hombre. Solo me sostiene el interĂ©s de saber hasta donde voy a bajar. Y estoy tranquilo. Preveo todo lo que me va a suceder con una lucidez increĂ­ble. Mi hermana al sanatorio de Santa MarĂ­a, mi mujer sirvienta o al sanatorio, pero eso despuĂ©s que se haya despulmonado y yo? Querido Ricardo, yo no le visitarĂ© a Ud. Si Ud. Quisiere verme vaya a mi casa, no podrĂ­a irlo a ver a su casa. Cuando uno es tan infeliz adquiere el derecho de no visitar a nadie.

Saludos a su esposa.

Reciba un abrazo de

Roberto.