Carlos Barbarito | A T. S. Eliot



© Analecta Literaria





And we shall play a game of chess, 
Pressing lidless eyes and waiting for a knock upon the door. 





I


Se agrisa el lado cierto de la Tierra.
Allí, Jesús y su perro, bajo estratos.
Llovizna: hay otro aspecto de la vida,
imprevisto, desconocido, ominoso.
Se cierne sobre la sombra descalza.
Se cierne sobre el cuerpo con pelaje.
Dirán es la conclusión pero queda algo todavía:
una madeja dentro de otra madeja,
una rata que no se cansa de morderla,
una tela rota, un género sin costura,
una marina abandonada en lo oscuro…
Dirán: dame un nombre de ciudad.
Una sustancia desgajada de una porción angélica.
Una ruta a través del incendio- dirán.



II


Habrá otro verano – el consuelo-.
Pero el mundo se angosta y aplana
y cada ser y cada cosa se precipitan,
sin otro destino ni apelación posibles,
en lo indiferenciado. ¿Habrá
otro verano? –sin consuelo-:
el otro niega su mano
y la otra, su caricia y su beso;
aquello que ayer, hace un momento, viste ahora desviste
y el perro  que se echaba delante de la puerta
se dejó llevar, sin resistencia, por el viento.
¿Dónde está ahora, mercader, tu fortuna?
¿Dónde se fue, poeta, el sustantivo?
¿En qué junio u octubre esperar
el pan celeste, en qué enero o diciembre
abrir la puerta del horno donde se cuece el pan terreno?
Lejano y acaso último relámpago, sin propósito ni gracia.



III


La helada, y el viajero sin refugio,
sin el abrigo necesario;
cae sobre los árboles, las terrazas,
lo único que resiste el frío es el tiempo,
no se detiene, avanza, no se detiene.
Es invierno, no es momento de pie sin zapato,
tiene un límite inapelable el abrazo en la intemperie,
nadie espera en los dársenas, en los andenes
y cada cual entrega su lengua al silencio,
su mente al más completo de los olvidos,
se vuelve ajeno a toda epifanía, a todo advenimiento.
¿Quién nacerá ahora y gritará luego del golpe en el glúteo?
¿Quién morirá ahora, de una muerte sencilla,
la última mirada dirigida hacia los leños apilados
cuando todavía el sol le calentaba la espalda, las manos?




IV

Finale: sólo una copia al carbónico
y la falaz razón de lo oblicuo;
el sombrero vuela, llevado por el viento,
lejos de la cabeza.
Y la cabeza regresa por regresar
a un pretendido Reino de Nubes
o a una incendiada Babilonia.
Nada que salvar.
Nada para salvar.
Dirán: dame un nombre de ciudad.
Una sustancia desgajada de una porción angélica.
Una ruta a través del incendio- dirán.






Mayo, 12 y 13, 2015.