Para Teresa Parodi, chamamecera
«No me importa y no me importa. Y no quiero seguir hablando del tema».
El piojo hablaba solo, parado en la cabeza del ñandú. Daba vueltas, nervioso, mirando para todos lados. Después dio tres saltos grandes y dijo:
— ¡Y ahora basta! ¡Se acabó!
El coatí, el oso hormiguero, la garza y la cotorrita verde lo fueron rodeando muertos de curiosidad:
—A ver chamigo piojo, si nos cuenta eso que le anda pasando —dijo la cotorrita verde.
— Nada, nada, ¿no les digo que no me importa nada?
— Sí, ¿pero qué es eso que no le importa?
— ¡Ni vale la pena seguir hablando!
— Amigo piojo —dijo la paloma— hace cuatro o cinco días que lo veo preocupado, dando vueltas…
— ¿Cuatro o cinco días? Está equivocada, son siete días y tres horas y catorce minutos. Pero no me importa.
— Ahora que me acuerdo —dijo la iguana— hace siete días, tres horas y catorce minutos vi pasar por aquí una piojita muy buenamoza.
— Usted la vio, doña Iguana?
— Sí, sí, era una hermosa piojita. ¿A usted también le gustó?
— No, no, si yo ni siquiera la vi. Bueno, si la vi un poquito, pero no le di importancia.
Y ahí nomás el piojo, de puro nervioso, lo picó tres veces al ñandú.
— ¡Epa chamigo! —gritó el ñandú corcoveando— ¡No se entusiasme tanto!
— Disculpe don ñandú, pero estamos hablando de un tema que no me interesa, pero ya que estamos ¿a usted no le pareció que era muy pero muy linda?
— Ya lo creo. Es más, diría que es la pioja más linda que… Bueno, no vale la pena seguir hablando si a usted no le interesa…
— No, no, por mi no se preocupe… Siga contando qué le pareció esa piojita.
— Bueno, como bonita era bonita, pero la verdad, creo que debe ser medio pavota.
— ¡No diga tonteras don ñandú! ¡Usted que se ha pensado! ¡No le voy a permitir! ¿No se da cuenta de que está hablando macanas? ¡Un animal serio, caramba! ¡Esto no puede quedar así! ¡Si quiere me bajo y peleamos!
— ¡Eh, chamigo piojo, no se enoje!
— ¡No me enojo, pero no puede ser que diga esas cosas de la piojita más simpática, linda, inteligente, dulce, educada, amable y elegante que haya pasado por estos pagos! ¡Ya mismo me bajo y peleamos!
— ¡No, don piojo, no se baje!
— ¡Entonces suba usted! ¡Suba aquí arriba de su cabeza y peleamos a muerte!
Como la mano venía medio pesada, el oso hormiguero, el coatí y la cotorrita verde decidieron intervenir. Pero la solución se les vino solita. Ahí por la picada, se oyó una guarania que salía de entre los pastos.
Una música como para que el viento deje de soplar, como para que el río detenga su camino, como para que los pájaros paren su vuelo y las flores se pongan a perfumar con alegría.
Primero se escuchó una estrofa:
«Ando cantando y buscando
Por la orilla del bermejo
Un piojo chamamecero
Que sepa jugar al tejo».
Y entonces las flores del jacarandá, se pusieron a brillar con más ganas, los ceibos se pusieron más rojos y los yuchanes hicieron volar copos de algodón para todos lados, mientras la voz decía:
«De todo color hay ríos
Pero uno solo es marrón
Sería lindo navegarlo
Regalando el corazón».
La música llenaba el aire y las mariposas volaban locas de alegría.
— ¡Qué hermosa voz! — dijo el ñandú.
Al piojo se le aflojaron las piernas. Se le acabó toda la rabia que tenía y dijo medio tartamudo:
— Amigo ñandú, ¿no le parece que es la voz más dulce del mundo? ¿No le parece que canta más lindo que la Teresa Parodi?
— Sí, sí, nunca había escuchado una voz que me hiciera emocionar tanto.
— Los que tenemos patas largas —dijo el piojo desde la pluma más alta de la cabeza del ñandú— siempre nos emocionamos con una linda canción.
— Buenas, buenas —se oyó un saludo desde la punta de un pastito—. Soy una pioja cantora, y me dijeron que por aquí anda un piojo que baila el chamamé. Me gustaría conocerlo.
— ¡Hola piojita! —dijeron la iguana, el coatí, el oso hormiguero y la cotorrita verde—. Ya sabemos que sos cantora, te estuvimos escuchando.
— Sí, sí, —dijo el piojo—, y nos pareció la voz más linda del mundo.
— ¡Ay, gracias —dijo la piojita poniéndose colorada.
— Y ahora que te veo, veo que también sos la piojita más linda del mundo.
— Salga, salga ¡a cuantas le habrá dicho lo mismo! ¡Seguro que se lo dijo a esa Teresa Parodi que ni siquiera es chaqueña!
— Y bueno —dijo el ñandú—, algún defecto tenía que tener.
— Juro que nunca le dije nada. Y este piojo chamamecero habla con el corazón en la mano.
— ¡Ay joven, no me diga que le gusta bailar el chamamé!
Al piojo le temblaron las rodillas, el corazón se le hizo un ruido como de chamamé zapateado, se puso primero verde, después azul y al final todo rojo. Y ahí nomás aprovechó y se inspiró para decirle a la piojita:
«Para bailar el chamamé
Nadie mejor que este piojo
Que lo baila en tres colores
En verde, en azul y en rojo».
— ¡Ay joven, no me diga que también le gusta andar en canoa!
— Bailar el chamamé y andar en canoa son las cosas que más me gustan. Con decirle que yo fui amigo del Pedro Canoero.
— ¡Otra vez con las canciones de esa Teresa! ¡Seguro que usted le dijo que era la más linda!
— No perdamos tiempo —dijo la cotorrita verde—. Aquí hay un pastito de hoja ancha mejor que una pista de baile.
El piojo pegó un salto y se paró en la hoja verde. La piojita no se hizo de rogar. Y la cotorrita verde silbó un «Kilómetro 11» que ni te cuento.
Se hamacaron de aquí para allá y de allá para aquí. Al final la pista le fue quedando chica y pasaron a otra hoja y a otra y a otra, y al compás de la música se fueron hacia ese río de aguas marrones que la piojita tenía tantas ganas de navegar.
Volvieron tres días después, tomaditos de la mano, contentos, enamorados a más no poder.
— ¡Los estábamos esperando! —dijo la cotorrita verde.
— ¡Qué parejita más linda! —dijo la garza.
— Amigo ñandú —dijo el piojo— con su permiso, ahora vamos a ser dos arriba de su cabeza.
Pero no fueron dos. Desde un poco después, por donde pasa el ñandú se oyen hermosísimas canciones que cantan y silban un montón de piojitas y piojitos, todos chamameceros.
* El cuento «El piojito chamamecero» de Gustavo Roldán fue tomado de la excelente revista que dirigiera Mempo Giardinelli, Puro Cuento, N° 4, Mayo-Junio de 1987, pp. 20-21. Analecta Literaria agradece a Andrea P. Carabajal la transcripción del texto.
GUSTAVO ROLDÁN, narrador, traductor y profesor universitario argentino, nacido el 16 de agosto de 1935 en Sáenz Peña, provincia de Chaco. Licenciado en Letras Modernas de la Universidad de Córdoba. Ejerció la docencia terciaria y universitaria en la ciudad de Córdoba hasta 1976. En 1984, alentado por sus hijos para que reuniera en un libro los cuentos que él les había contado en su infancia y que estaban inspirados en los relatos que Roldán había escuchado en su propia niñez, publicó El monte era una fiesta, su primer libro de cuentos para niños en Ediciones Colihue. En Colihue fue Director de la colección «Libros del Malabarista» y co-director de colecciones de libros para niños junto con su esposa la escritora Laura Devetach. Publicó cerca de sesenta títulos. Falleció el 3 de abril de 2012 en Buenos Aires.
OBRA PUBLICADA
1982 – El día de las tortugas
1984 – Animal de patas largas
1984 – El monte era una fiesta
1984 - El traje del emperador
1984 - Historia de Pajarito Remendado
1984 - Un pájaro de papel
1984 - Zorro y medio. Versión libre de cuentos populares.
1985 - Pedro Urdemales y el árbol de plata. Versión libre de cuentos populares.
1985 - Como si el ruido pudiera molestar.
1986 - Cuentos de Pedro Urdemales
1986 - Cuentos del zorro
1986 - El carnaval de los sapos
1987 - El diablo en la botella
1987 - La leyenda del Bicho Colorado
1988 - Prohibido el elefante
1989 - El trompo de palo santo
1989 - Sapo en Buenos Aires
1990 - El hombre que pisó su sombra
1990 - Juego de sombras
1990 - La canción de las pulgas
1990 - Penas de amor y de mar
1990 - ¿Quién levanta esta piedra? Versión libre del cuento de Ion Creanga.
1991 - Mi animalito
1991 - Payada sobre sapos y piojos
1991 - Todos los juegos el juego
1991 - Un largo roce de alas
1992 - El enmascarado no se rinde. Cuentos callejeros.
1993 - Cuentos con pájaros
1993 - La venganza de la hormiga. Cuentos callejeros.
1993 - Payada del Bicho Colorado
1993 - Tiempo de mentirosos
1994 - Cuentos crueles. Versión libre de cuentos de Saki.
1994 - Las pulgas no andan por las ramas
1994 - Los siete viajes de Simbad el marino. Versión libre de cuentos de Las mil y una noches.
1995 - Todos los juegos el juego.
1995 - El carnaval de los sapos
1995 - La dama o el tigre. Versión libre de cuentos fantásticos.
1995 - La marca del Zorro. Chistes callejeros.
1995 - La noche del elefante
1996 - Crimen en el arca
1996 - El ahijado de la muerte
1996 - Juegos del cielo y del infierno
1996 - Las aventuras de Pinocho. Versión libre de la novela de Carlo Collodi (en colaboración con Laura Devetach).
1997 - Dragón
1997 - El último dragón
1997 - Pactos con el diablo
1998 - Aladino y la lámpara maravillosa. (Versión libre)
1998 - Historias del piojo
1998 - La leyenda del bicho colorado
1998 - Una lluvia de pájaros
1999 - Cuentos que cuentan los indios
1999 - Como si el ruido pudiera molestar
2000 - Cuentos del zorro
2000 - Animal de patas largas
2000 - Cuentos de Pedro Urdemales
2000 - Las pulgas no vuelan
2002 - El viaje más largo del mundo
2003 - Un largo roce de alas
2004 - El camino de la hormiga
2004 - Pájaro de nueve colores
2004 - Cuentos con plumas y sin plumas
2004 - El pájaro más pequeño
2006 - El vuelo del sapo
2006 - Cuando el río suena
2006 - La pulga preguntona
2006 - Las pulgas no andan por las ramas
2007 - Y entonces llegó el lobo
2007 - Historia del dragón y la princesa
2010 - Carnavales eran los de antes
2011 - El último dragón
2011 - Piojo caminador..."
PREMIOS
1969 - Primer Premio Concurso Nacional de Cuentos - Cosquín, Córdoba
1970 - Primer Premio Concurso Internacional de cuentos para niños.
1980 - Premio Periquillo - México
1989 - Premio Casa de las Américas, Cuba.
1992 - Tercer Premio Nacional de Literatura - Rubro Literatura infantil por Como si el ruido pudiera molestar.
1994 - Premio Konex - Diploma al Mérito otorgado por la Fundación Konex (1994 y 2004).
1995 - Segundo Premio Nacional de Literatura - Rubro Literatura Infantil por Todos los juegos el juego.
1995 - Premio Fondo Nacional de las Artes.