José Gregorio Vílchez Morán | Poesía 1994-2011







De: Oscura Fotosíntesis del Día (1994)


MIGRACIÓN


¿Se puede vivir sin poesía?
Tal vez.
Tal vez haya quienes siempre aprisionen
 a sus pájaros.
Mas yo no puedo evitar que los míos
vayan buscando por la vida y por la muerte
los puertos amarillos de Neruda



ENTRE LO DICHO Y LO NO DICHO

Uno como que inventa los días,
cuenta con ellos sin contarlos;
los imagina en fila india tras la puerta
siempre fieles a cualquier convocatoria.

Pero sucede que a veces
los días también juegan con uno,
lo cuentan, 
lo imaginan,
lo extienden y destienden
sobre la soledad como a los pájaros
y uno no sabe por qué rayos
el viernes comienza a ser domingo, 
el domingo desierto,
el desierto cansancio,
hasta que irremediablemente,
entre lo dicho y lo no dicho, 
uno descubre que ha caído lejos del remanso,
que precisa de la poesía más cercana,
que tiene sed del corazón de Sonia.

De: Escribir sobre la Púrpura (1994)



Las aguas
dejan algo en el espíritu
-polen o sueño-
huellas antiguas de profetas
génesis y éxodos
cercanos al resurgimiento
de otras pieles y generaciones
con las manos abiertas al cielo
buscando en la inmensidad
la pandereta
de una luna propicia
de un himno a ser cantado
con la invisible cítara del SER.






Uno recorre vidas y caminos
siempre antiguos
siempre nuevos
y puede en cualquier cruce de piedra
o sentimiento
desembocar en la Calle de la Amargura
allí donde ese cuerpo
nos sale al encuentro
inevitable
muro de lamentos
donde sangrar 
claridades imposibles.

De: Antología El lago de los poetas (1994) de Jesús A. Parra y Carlos Ildemar Pérez 


DESVELO


De tanto pesarle la cortedad del día
él, que no tiene alas para seguir al sol y detenerlo,
duerme con desgano algunas noches y se sueña todo aire.

Entonces vuela,
vuela incansablemente sobre las vastas extensiones 
aledañas
sin saber que su brillo me cerca
que me agobian sus preguntas furtivas
que su trémulo verdor encuentra en mí reflejo
que su aliento logra disiparme.
Me levanto y cierro las ventanas
no quiero escuchar su honda queja
no puedo responderle
no sabe que tampoco tengo alas
que también me desangro por dentro
que no puedo sacar al sol de su escondrijo
que lo alto me resulta indescifrable
que yo también duermo y me sueño todo líquido
durmiendo boca arriba sobre un lecho de algas
movedizas.

Pero es testarudo este Lago.
Cuando despierto en altas madrugadas
sigue allí rondando, invisible, exhausto,
puro monte de tanto volar al ras sobre guayabos
y oréganos
lloviendo sin cesar en la ventana.


De:  Hombre de Cielo Intenso (1995)



A LO MÁS APARTADO


Cuántos amores
nubes
como gentes idas.
Nada es definitivo
ni siquiera el alba
que despunta
en gerundios.

Duele la falsedad
aún aquí
     entre hierbas.

Las reses
estamparon sus huellas
   en el barro
pero nada regresa.

El día ha sido un saco
descosido.

Nuestras manos
cal.

Cuántas nubes idas
   amores de una gente
de cardo y chubasco
en cuyo desaparecimiento
nada se ha devuelto,
ni siquiera las espinas.




El Druida desde aquí
Responder verde
aducir con estaciones tropicales
a senda en casi páramo
y allí Dios
       niebla de llama que llama
crea un consuelo forestal
itinerarios
ríos de agua escrita
en temporales sin tiempo
en la lenta ascensión de otros peregrinos
cuando sobreviene la caverna
y aún no cesa nuestra búsqueda
el ala de saberse cuerpo
por siempre intrincado
por siempre cercano
                  tepuy y vuelo.



De: Rosas de Magdala (1998)


todo el eros del sueño
trajo a ti memorias de sedas y cejas besadas
en estaciones impropias
destiempos del alma
donde una porción de adolescencia ajena a los meses
renace en otro tacto
en una extraña manera de fidelidad
incomprensible para quien no haya visitado este jardín
este oasis revuelto y resguardado en gavetas de sábanas
más allá de las dunas y las quejas
hacia el relámpago deseado en la pupila que te sigue
en la extrema rosadez de un mar de nubes



De: Crismas en el piano (2003)




Anunciación
Sonora urdimbre: La voz
cada símil, hipérboles,
hiperbatones,
silenciosidad a ser bordada en amorosa rueca,
hilaje de los trópicos,
seda de Madagascar.

Urdimbre sonora el calor de su manto, 
el sudor feliz que provoca
tuyo y purpúreo
sobre tu ángel aterido en la planicie
desde su afer ventus,
su meditación.



¿Qué?
Qué interpretación daría a estos símbolos,
qué serían para mí los carruseles,
las montañas rusas del pensamiento,
los laberintos borgeanos de la suspicacia,
la cábala de mi similitud con lo morible.

Qué sería de mi fe,
sino te hubiese oído así de dócil
en la extrema delicadeza de la ternura,
alimentando protozoarios y organismos,
que te han llamado ingeniero de quasares
y en años-luz hablaste poesía.



De: De inagotable secreto (2006)



Sea of smiles
Re-querido
de aquel contactar volvíase de un sueño surreal,
desvariando entre la lucidez de la eyaculación,
la consternación incólume ante tanta sensitividad
para verter asimismo lágrimas que ella aprendió a redimir y a lamer.

Ni el semen ni los flujos ni el mar.

La saladez era del alma
que de morir nadaba rediviva.






Manifiesto Gregoriano 
Cómo hacer entender
a los posdoctorados inquisidores del limbo,
a los apóstatas de la Arcadia y traficantes del unicornio azul,
que este Belén que pienso y poseo
no es Hamelin ni Liliput.
Que es verdad para mí supraconstatada,
como que otro de mis nombres es Alonso Quijano Vílchez,
y he llevado mis dedos incrédulos a la fisura de la tinta;
que no me sirven ni seducen todos esos himnos huecos tan tarjetahabientes
ni me intimidan sus conjuros fatuos que increpan:
¡Atrévete a más¡.......¿Vas a arrugar?,
que mi religión va mucho más allá de la insolvencia y la insolencia
que no voy a seguir a las turbas y su caceroleo flautista
que voy a quedarme en esta casa de la página con mi estrella innubilable,
que me sabe a mierda el evangelio de sus males
-perdón, quise decir malls-
que en mi ciudad amada no se habla de reyes que quitar o poner
que jamás ni nunca podrán departamentalizarme el alma
ni de la poesía hacerme saltar la talanquera.




De: El Apacible (2011)


I DE REYES 19:12.

En aquel segundo del trueno más puro
después del temblor
y el fuego contra las rocas de ser,
allí como viéndose,
como golpe de bello vacío,
su sonido:
APACIBLE
en el cruce fugaz de vida y éter
donde alguna vez
pudimos ser tan claros
y, al unísono,
Elías.


VIVIR EN LAS NUBES

Entre estas proporciones y porciones,
definitiva y premeditadamente, no soy un hombre de hoy,
ni pretendo serlo; 
a pesar que estos calendarios huecos 
señalen el séquito que sígueme desde mis gentilicios sesentas.

Mas prosigo aquí, 
pegados mis zapatos a este planeta que  imanta en plena lucidez
y ando derechito a mis moradas moradas,
al núcleo musical de mi espacio (tan supersónico aún)
donde anido
a siete mil millas de trueno,
parado sobre siete mil kilogramos de relámpago, 
caminando tan crísticamente como puedo
sobre siete mil palabras de aguaceros sin cuenta de ceros;
y encima de esto,
arando mis propias explanadas de común y privada propiedad,
de impagable e inapagable regocijo.

Sí, les digo,
les refiero,  refuto,  admito;
tal vez  debería como algunos de ustedes no paladear este cielo, 
estos densos nubarrones
como un altar blanquísimo de merengue y helado para mi festín.

Pero así, soy:
atemporal,
irregular, 
morible y desafiante como las nubes, 
importándome un bledo la revisión del panorama acostumbrado:
Fulanota de tal ganó el  miss universo
El salario ya no aguanta la inflación
Hay indicios de vida y fraude electoral en Marte
El cáncer aceleró y el SIDA secundó,
El Nasdaq bajó y el Dow Jones subió, 
Bill Gates donó setenta mil ositos de peluche a Disneyworld
y dos países y actrices rompieron relaciones.

Definitiva y agradecidamente, no.
No soy un hombre de hoy ni de anteayer ni postmañana.
Siempre tendré la displicencia de no besar los calendarios.

Quédome aquí,
quizás en lo más solo,
en la totalidad de mi albedrío,
entre las mismas proporciones y porciones del poeta.




JOSÉ GREGORIO VÍLCHEZ MORÁN, nació en Maracaibo, Venezuela, en 1965. Es Licenciado en Letras y Magíster en Literatura. Profesor Titular de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia. Ha sido Jefe del Departamento de Literatura de la Escuela de Letras y Coordinador de la Maestría en Literatura de esa Universidad. Su trayectoria en el ámbito de la escritura literaria le ha hecho merecedor de numerosos reconocimientos en Concursos de Literatura a nivel  regional y nacional. Su obra poética publicada comprende hasta el momento los títulos: Escribir sobre la púrpura (1994), Oscura Fotosíntesis del Día (1994), Hombre de cielo intenso (1995), Rosas de Magdala (1998), Los Espejos Plurales (Antología poética 2000),  Crismas en el piano (2003),   De inagotable secreto (Premio del Certamen Mayor de las Artes y las Letras del Ministerio de la Cultura 2004); El Perro y la Rana, (2006), Las Urdimbres Sonoras (Ensayos) (2007) y El Apacible Poemas para leer bajo el nublado (2011). Constante colaborador en Revistas literarias especializadas, ha sido incluido en algunas Antologías recientes de Poesía Venezolana. Ha dictado talleres para la Casa Nacional de las Letras “Andrés Bello” en 2013 y 2014. Ha participado como Invitado en el Festival Mundial de Poesía de Venezuela en 2015 y 2016.