Don Tomás era un sanjuanino corpulento, de rostro barbado, muy alegre, muy jovial, que tenía una tropa de carros. Había pasado todo aquel día sofocante, caluroso, terrible, en un mísero rancho perdido en el inmenso desierto de su provincia natal, aguardando la fresca hora del crepúsculo, para emprender de nuevo la interrumpida marcha. ¿Qué hizo don Tomás durante tan largas horas? En compañía de don Silverio, el dueño de casa, tallar el naipe, beber sendos vasos de vino y contar imposibles hazañas de troperos. A don Tomás, le agradab…
A mi amigo J . Ramón Balmaceda. Marcelo tiene una finca a orillas de uno de los grandes canales del Diamante. — Hombre — decíame, — estoy dispuesto a sembrar zapallos, porotos, maíz y trigo; mucho trigo! Sí, la viña no da más que disgustos. Para hacer vino, de sobra tenemos agua!... El centenar de hectáreas que constituye la finca de Marcelo, ha sido totalmente invadido por la chilca de follaje untuoso, por la plomiza zampa y por la amarga pichana. Marcelo ha llevado peones de confianza y ha dividido el trabajo en tareas…
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