a Osvaldo Soriano Era muy gordo: debía pesar cerca de doscientos kilos. Después de tanto tiempo al Sol y al viento la piel se le había puesto como cuero, casi como coraza, y era difícil imaginar que abajo hubiera carne, órganos digestivos. Hacía tanto que estaba junto al mar, sentado, que pocos recordaban la primera vez que lo habían visto a las afueras del balneario, donde terminaba la playa y comenzaban las rocas. Nunca se movía: cuando llovía bajaba un poco la cabeza y las cejas espesas desviaban el agua y la hacían caer en un fi…
1 -¡Mirá, Melitón! -dijo la mujer de semblante enfermizo, tendiendo la mano hacia la ventanilla. Su voz se apagó entre el tantaneo de las ruedas. El hombre que venía dormitando a su lado, con las botas cruzadas sobre el asiento frontero y las manos sobre el vientre, no se movió. El aludo sombrero de fibra estaba volcado sobre la nariz. No se le veía más que la boca entreabierta, los gruesos labios moteados de sudor. Tuvo que repetirle las palabras. -Mirá, Melitón. ¡Parece el acompañamiento del Crucificado! El hombre reflotó pe…
José Carlos Mariátegui ¿Existe un Pensamiento Hispano-Americano?* I Hace cuatro meses, en un artículo sobre la idea de un congreso de intelectuales iberoamericanos, formulé esta interrogación**. La idea del congreso ha hecho, en cuatro meses mucho camino. Aparece ahora como una idea que, vaga pero simultáneamente, latía en varios núcleos intelectuales de la América indo-íbera. Como una idea que germinaba al mismo tiempo en diversos centros nerviosos del continente. Esquemática y embrionaria todavía, empieza hoy a adquirir desar…
...Yo sé que se vuelven tierra los que se comen el sueño... Oírlo decir me dejó apabullado. Yo me comía el sueño. Completamente apabullado. No es necesario explicarlo. Me comía el sueño y me iba sintiendo... ¿Cómo hacer?... ¿Me volvería tierra?... ¿Cómo hacer para dejar de alimentar con mi sueño, despierto entre los míos, cuando todos dormían, mi irrealidad nocturna, que era lo único real de mi existencia? ¡Comerse el sueño... vaya una expresión! El tiempo caluroso me obligó a abrir la ventana que daba a la terraza. El polvo que…
A mi amigo J . Ramón Balmaceda. Marcelo tiene una finca a orillas de uno de los grandes canales del Diamante. — Hombre — decíame, — estoy dispuesto a sembrar zapallos, porotos, maíz y trigo; mucho trigo! Sí, la viña no da más que disgustos. Para hacer vino, de sobra tenemos agua!... El centenar de hectáreas que constituye la finca de Marcelo, ha sido totalmente invadido por la chilca de follaje untuoso, por la plomiza zampa y por la amarga pichana. Marcelo ha llevado peones de confianza y ha dividido el trabajo en tareas…
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