FotografÃa de Ileana Andrea Gómez Gavinoser 10 Poemas Inéditos Meditaciones al pie de una escalera A Ana Becciú I Aquà habita lo por nacer. Más cerca del aire que del agua. Muy lejos de la tierra. ¿Cuándo habrá un principio para esta materia que sólo sueña, para esta espera en lo invisible que el fuego no quema y aguarda en el fuego, alguna vez, quemarse? No es serpiente, un ojo junto al otro a lo largo del cuerpo; no es planta segura del sol del que otras plantas desconfÃan; no es hambre de tiempo que el t…
ESTABA TENDIDO en el suelo, sobre una cama de pellejos. Un cuero de vaca colgaba de uno de los maderos del techo. Por la única ventana que tenÃa la habitación, cerca del mojinete, entraba la luz grande del sol; daba contra el cuero y su sombra caÃa a un lado de la cama del bailarÃn. La otra sombra, la del resto de la habitación, era uniforme. No podÃa afirmarse que fuera oscuridad; era posible distinguir las ollas, los sacos de papas, los copos de lana; los cuyes, cuando salÃan algo espantados de sus huecos y exploraban en el silen…
Poemas De: Todo (2006) T i e m p o Tiempo, cuanto deseamos para completar los instantes. Fracción, proporción de un momento inquieto. Cruzaste el eje, partiendo, crujiendo el centro; Tiempo. Oquedad sonora, que empuja... escuchamos su concierto. Tiempo; aliado, amigo y compañero, amante de la vida en la que vives, tiempo. Tiempo, aún quedas dentro hasta el último exhalo de aliento. Ven despacio, lento… muy lento…tiempo, estimado, a congraciarnos en la simpleza de escucharte, tiempo. …
Poemas * Selección de Textos de Mauro Morgan CONFORMIDAD ¡Cuánto, Señor, te debo por todos los momentos en que pudiste hacerme sufrir y no lo hiciste! Las horas del dolor suman tiempos tan lentos que más que por la edad se enveceje por triste.
Poemas Éditos e Inéditos De: El rumor del patio (2003) La mano pequeña se alza sin lápiz, en el arroyo nadie encuentra su huella ¡es tan pequeña!, o acaso cruza con pasos de viento. No sabe de la leche, ni en el polvo de las sobras pudo soñar. De los cinco dedos de sus pies, ninguno nos podrá hablar de rozaduras, ¡viven cautivos!, en el vientre del frÃo. Aquella esquina sucia, con olor a colas me está contando historias. En la mesa arrugada de vacÃos el poeta no habla, el hambre le perdió l…
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