Poemas Éditos e Inéditos De: Ajenos al vecindario (Antología) [2009] ATARDECER DE INVIERNO “Me paro en la luz oscura de la calle oscura y miro mi ventana. Yo nací allí.” Gregory Corso Las luces de los modestos talleres de corte y confección ya se habían encendido al costado de un canal de deshielo que por Zonda y Marquesado bajaban del oeste. Las luces de las melosas fábricas de dulce de membrillo ya se habían encendido sobre el vapor de unas ollas enormes con destino de cielo raso y sin paradas intermed…
Lectura de los dedos Siempre consideró que la frase “no hay nada que festejar” no le decía nada que le impidiera el hacerlo. Había algo y mucho: los colores, la luz, su respiración, los juegos amorosos, sus amplias pestañas indagando sus ojos azul marino más allá de la línea de los pescadores y que existiera la literatura y estar listo para las palabras que musita la vida sin que sean oídas. También se tomaba por alguien honesto pero para probárselo tenía a veces que robar y festejar tanta rectitud. El objeto no tenía importan…
Cuatro Poemas Inéditos FUI AQUEL TRAZO Desdibujado espejo Y un tablero de ajedrez Nunca jugado Ausencia de luz Y fui la no esperada Descosidos párpados Lugar equivocado Rostro impreciso Duda constante Y la última muerte EL SILENCIO DEL ÁNGEL Vaciedad de infierno Luz parpadeante De asombro cotidiano Cuando los ojos callan El prisma convexo Tiembla de ausencia Los astros dispersan Luna de miedos Sombra del arcano Constelación absoluta de infinito El silencio del ángel Y dios aúlla su inocencia
Otorongo a don Ramón Sánchez Era muy de noche cuando llegó una patrulla del ejército a Quebrada Huariacca preguntando por el teniente-gobernador. Sonaban disparos de fusil y el aire de aromas naturales se llenó de olores extraños traídos de otras tierras. Los uniformes de invierno de la tropa se adherían a sus cuerpos despidiendo un vaho acre de sudores de caballo. La selva se puso quieta y silenciosa como esperando la lluvia y hasta el viento se refugió en lo más recóndito de la quebrada. Los colonos, sorprendidos en…
Sensini * La forma en que se desarrolló mi amistad con Sensini sin duda se sale de lo corriente. En aquella época yo tenía veintitantos años y era más pobre que una rata. Vivía en las afueras de Girona, en una casa en ruinas que me habían dejado mi hermana y mi cuñado tras marcharse a México y acababa de perder un trabajo de vigilante nocturno en un cámping de Barcelona, el cual había acentuado mi disposición a no dormir durante las noches. Casi no tenía amigos y lo único que hacía era escribir y dar largos paseos que comenzaban a…
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