Graciela Maturo


Palabras de la autora
en la presentación del libro
Los trabajos de Orfeo1


Graciela Maturo
Centro De Estudios Filosóficos Eugenio Pucciarelli
Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires




Este es para mí un momento de gran felicidad, a pesar de encontrarme en una situación de dolor por la gravedad del estado de una hermana mía. Decidí no suspender este acto - solamente retirarme del brindis que debía coronarlo - y hacer de esta conjunción de dolor y felicidad el núcleo de mi reflexión.2

Aunque ciertos momentos lo hacen evidente, esa felicidad traspasada de dolor se revela como la única de que somos capaces. .Creo que mi libro , generosamente presentado por amigos y maestros tan estimables como Roberto Walton, Julia Iribarne y Hugo Bauzá, muestra a través de múltiples ejemplos la persistencia de ese nudo trágico que se halla en la esencia del acto poetizante. Podemos verlo con nitidez en los versos de Rainer María Rilke, traducidos y glosados por el Padre Mandrioni, cuando dice:

Adelántate a toda despedida…



Sólo es sabio este vivir lúcido, consciente de la finitud de la vida, y al mismo tiempo es heroica la posibilidad de celebrar la vida en los umbrales de la muerte. El poetizar, situado entre la filosofía y la música, no ostenta a mi ver el carácter de actividad pura - postulada por el poeta Paul Valéry, que intentó convertirla en un álgebra simbólica - sino el de un testimonio pleno en que se imbrican el pensamiento, y la experiencia individual, tensionados hacia la expresión y la comunicación. No cualquier expresión, y no cualquier comunicación. La vida singular intransferible es trocada en imágenes de belleza y preparada para entablar un diálogo en niveles especialísimos, no alcanzables por otro medio.

De ahí que estas páginas, generosamente tratadas por mis colegas, asuman sin tapujos el carácter de una "defensa de la poesía",continuando un género cultivado desde la Antigüedad y retomado en América a través del ensayo y de la poesía misma. Bernardo de Balbuena acompañó su Grandeza Mexicana de un Elogio de la Poesía, asegurando que la Nueva España era grande precisamente por el ejercicio de la Poesía. Unos siglos más tarde Andrés Bello pedía a esa misteriosa dama, la Poesía, que dejara ya a la vieja Europa y se trasladara al Nuevo Mundo. Y en efecto, éste es un continente de poetas, donde la conciencia poetizante, núcleo viviente de la cultura, todavía asegura su supervivencia en medio de la destrucción. En coincidencia con tal convicción hemos presentado un proyecto a la Universidad de San Martín para la creación de una cátedra de Poética, y lo venimos proponiendo en otros ámbitos de América Latina.

Sólo quiero expresar mi gratitud, nuevamente a René Gotthelf y su equipo por la pulcra edición de esta obra, al Dr. Walton y el Centro de Estudios Filosóficos por haber acogido desde hace más de quince años mis trabajos y haberme proporcionado un ámbito de encuentro y enriquecimiento, a los presentadores por su comprensión y prodigalidad, a los asistentes por su leal compañía, y a los que me escribieron por su delicadeza.

Creo que un libro sólo se completa en la lectura, y más aún, en el comentario. Por eso es éste un momento de plenitud para el largo esfuerzo de quien asumiendo su doble condición de poeta y escucha de la palabra poética, llama a otros a compartir esa escucha respetuosa. Sigo pensando, sin incurrir en excesos, que en la palabra poética es posible hallar gérmenes de humanidad y conversión para los tiempos oscuros.



1. N. de la R.: publicado por EDIUNC, Mendoza, 2008

2. N. de la R.: La Dra. Graciela Maturo escribió estas palabras con motivo de la presentación de su libro Los Trabajos de Orfeo. El texto fue escrito cuando la escritora tenía noticias respecto al estado delicado de la salud de su hermana menor, pero con la esperanza de una recuperación deseada, decidió seguir adelante con el acto programado. La hermana de la Dra. Maturo falleció sobre la misma víspera de la presentación que iba a realizarse el Jueves 4 de diciembre a las 18 horas. Naturalmente, dada las especiales circunstancias que lo rodearon, el acto fue suspendido y finalmente estas palabras nunca fueron leídas. Analecta Literaria las reproduce aquí, con permiso de la autora, pues, más allá que el acto no se haya realizado, estas palabras guardan cierta vigencia sobre el sentir y el pensar de la escritora, a quien agradecemos el texto que ahora queremos compartir con todos nuestros lectores, entre los que se encuentran, nos consta, varios amigos, admiradores, discípulos y epígonos de la insigne intelectual argentina.