© 2016 Analecta Literaria VINIENDO DE AQUEL LARGO VIAJE A NUESTROS ORÍGENES Pudo ser el principio de un largo y sinuoso encuentro, aunque fue un desiderátum, un eclipse lunar. Como ahora sabemos, la sonrisa de los penitentes es el cuerpo excesivo, la búsqueda de la evanescencia y desde la paz el miedo vuelve cada primavera como una nueva adolescencia hambrienta. Entonces teníamos, con el infierno de frente, ternura sórdida y oculta bajo el horizonte. Era la puerta por donde huíamos de viejas alcobas con cerrojos, s…
De: La tañedora , (1984) A UNA CIUDAD QUE SE LLEVA EN LA SOMBRA Hay muertos en la calle desierta hay muertos en el puente y en el bar hay muertos con una sola mano en la lenta esquina de la noche hay muertos en la gran hoja del cielo y en el rocío sujetan la luna morada de los días los niños vuelven de las plazas con una niebla de caballos en los ojos de los muertos los insectos devoran el agrio vestido de la hierba hay muertos que cantan una canción de ramas hay muertos que andan descalzos por un jardín roto y no…
De: Nuevo Mundo Orinoco (1959) BOLÍVAR Entre los agostadores los que mantienen abiertos los ojos del cuchillo, entre los crueles, los monstruos del relámpago, entre los animales humanos de la guerra, entre las patas, heridas, llamas, alaridos, brotando de la sangre, despunta al fin Bolívar. Más joven que su muerte andante y próxima tan joven para los años que le esperan tan lleno de furor puro, de esperanzas, tocado por el crimen, como todos, ebrio de un fuego por vencer la muerte pero también capaz de detene…
QUIZÁS PENSABA …el soliloquio obsesivo, el aforismo. En otro plano, la avanzada del agua: contra el azul del cielo, la leve nube gris que asoma en el cuadro y pasa. Los ojos que la miran habrán también envejecido como los de todas las chicas de la isla, más tenues que el aroma del aire, figura y móvil luz en el dialecto que nos resulta extraño pero dice: para mí el soplo del Céfiro , todavía
II Ardo despacio y puedo contemplar mi llama. Mis manos de rara estirpe que entrelazan las flores y dibujan las cifras. Mi exacta piel, mis ojos que recogen la luz para inventar las formas. Ardo despacio lumbre de amor de sangre de misterio. Éste es mi valle nocturno. La jaula de hechizos desde donde creo que alguien sueña por mí. IV Los signos me acompañan mis extraños amigos fieles a una desconocida arquitectura a la que estoy uncida desde el hueso. Me miran rostros, pájaros, ramajes, altas c…
De: Lo abstracto y lo concreto (1973) SÍMBOLOS Un extranjero recorre las calles de una ciudad desconocida. El misterio se encierra en los extraños laberintos. Los hombres pasan unos junto a otros, sólo los viejos conocidos se saludan con las ceremonias de costumbre. Nos entendemos pobremente, apenas delineamos los contornos del gesto articulando símbolos heroicos para superar el desamparo. MEDIOCRIDAD La natural mediocridad a todos nos concierne, nos acompaña en las extrañas actitudes c…
LUZBÉLLICA [1984-1991] GUERRA Te he escrito un poema de desvelos El pobre aguanta frío porque duerme desnudo en la recámara de mi fusil Cerca de Ayagualo, diciembre de 1988 TRAIDOR Serás el mayordomo de los cementerios el cancerbero de los grandes festines emperador de la tierra baldía la única rosa en el jardín del oprobio las mujeres te amarán en silencio tus amigos se cortarán las manos tu madre sólo recordará tus juegos infantiles pero jamás podrás trepar a un conacaste en tus manos las sogas s…
ESTE AMOR, EL OTRO (1975) Cuando tú me tocas, por ejemplo no veo constelaciones, y en mis sueños, cuando tus manos buscan mi espalda y mis cabellos, es imposible saber si sueñas con un ratón o con Alicia en el país de las maravillas. Tú me repites frases que me abochornarían a luz del día, nunca me has escrito cartas a las cuatro de la madrugada desde aeropuertos extraños o la plataforma de un tranvía. Cuando hacemos el amor, fingimos que la emoción es justa. Hoy he estado regando tus plantas mientr…
TRAJEADOS, LOS AMIGOS Anoche visité amigos muertos: descansan (quién diría) todo su no-tiempo en jardines cuyos ramos cobijan poemas y citrus de ignota acidez. Estaban trajeados y alegres, tanto que me hallé confesando: —No hubiera jamás creído Edgar, Francisco, Antonio, jamás pensé Gianni, Joaquín, Enrique, Alberto, Horacio, Celia, hallarlos tan contentos como si fuese un suspirito vuestro transcurrir. Conversamos sobre bares y dragones, y amores frutecidos en remotos hoteles y parques con nudillos de niebla. …
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