ANA MARIA SHUA nació en Buenos Aires en 1951. Estudió en la Universidad de Buenos Aires, donde recibió una MaestrÃa en Artes y Literatura. Se ha desarrollado profesionalmente en literatura, periodismo, publicidad y cine. Ha publicado más de una veintena de libros, recibiendo numerosos premios y distinciones por su producción infantil-juvenil. Sus cuentos figuran en antologÃas editadas en diversos paÃses del mundo. Algunas de sus novelas han sido publicadas en Brasil, España, Italia, Alemania y los Estados Unidos. Entre otros diarios y …
Como mi abuelo estaba convencido de que nadie en esta vida puede vivir sin, por lo menos, una pasión, le sugirió a mi abuela que empezaran a jugar a la escoba de quince. Mi abuela dijo "sÃ" a regañadientes. Era un sà que estaba a medio camino entre la negación y el condicional. Y ahà quedó el asunto. Al dÃa siguiente mi abuelo salió a comprar el mazo de cartas. Las sacó de la caja y las dejó con provocación sobre el mantel de hule en el que mi abuela ya habÃa puesto la mesa para comer. El dibujo del mantel era cuadrillé y …
Lloviznaba empecinadamente en la ciudad de Salta. Yo habÃa escuchado historias de tigres. Tigres de la Malasia. Tigres de papel. El tigre dientes de sable. El blanco de la Siberia. Los proverbiales tigres de la China, de rayas negras y amarillas. Y porqué no recordar también a los tigres de Mompracem, de Emilio Salgari, que no eran propiamente tigres, sino piratas. Pero nunca habÃa escuchado la historia de un tigre como éste, desafortunadamente aburguesado. En la ciudad la tarde habÃa sido propiamente de perros. La llovizna se empeci…
EL PUENTE Bastó una palabra y toda la luz de tu paisaje se encendió dentro de mi sueño. Vi tus cerros de verdor incomparable trepando la amplitud del cielo, vi tus rÃos de aguas transparentes y musicales invadiendo las piedras de la memoria, vi los rostros y las manos infantiles que dibujaban un adiós en el patio de la vida, vi los abismos del vértigo en los bordes del camino por donde iba nuestra felicidad sonriendo entre los dos. Todo eso vi en un tiempo que luego fue un instante, y un olvido. Ahora no basta tu silencio para romper…
a Osvaldo Soriano Era muy gordo: debÃa pesar cerca de doscientos kilos. Después de tanto tiempo al Sol y al viento la piel se le habÃa puesto como cuero, casi como coraza, y era difÃcil imaginar que abajo hubiera carne, órganos digestivos. HacÃa tanto que estaba junto al mar, sentado, que pocos recordaban la primera vez que lo habÃan visto a las afueras del balneario, donde terminaba la playa y comenzaban las rocas. Nunca se movÃa: cuando llovÃa bajaba un poco la cabeza y las cejas espesas desviaban el agua y la hacÃan caer en un fi…
A mi amigo J . Ramón Balmaceda. Marcelo tiene una finca a orillas de uno de los grandes canales del Diamante. — Hombre — decÃame, — estoy dispuesto a sembrar zapallos, porotos, maÃz y trigo; mucho trigo! SÃ, la viña no da más que disgustos. Para hacer vino, de sobra tenemos agua!... El centenar de hectáreas que constituye la finca de Marcelo, ha sido totalmente invadido por la chilca de follaje untuoso, por la plomiza zampa y por la amarga pichana. Marcelo ha llevado peones de confianza y ha dividido el trabajo en tareas…
Si oyera que alguien preguntara por el hombre más cabal y de razón de que tuviera noticia yo responderÃa: -Se llama Juan Huakinchay. -¿Juan Huakinchay? -Ésta es su historia. Nació a la sombra del Padre Ande, en las Lagunas de Huanacache, las hoyadas que atesoraban las aguas cerreras y la pasión de Cuyo. Su padre murió en edad temprana, en la travesÃa a San Luis y dejó sola en el terrible mundo a una joven viuda con dos tiernos hijitos. A padecer incontables pobrezas quedaron la madre y los dos frutos de su vientre; asÃ, en diario lucha…
Especial para Analecta Literaria Un escandaloso golpe de luz, fue el inicio del dÃa. Para Prudencio, la jornada habÃa comenzado dos horas antes. Ahora iba pisando el paisaje, rumbo al surco, su destino diario de trabajo. El verde profundo de los árboles, el alegre trinar de los pájaros, el murmullo infinito de los arroyos, le otorgan una paz silenciosa y plena. Era como un reloj que caminaba, inventándose el tiempo de la siembra. Prudencio asumÃa de este modo todos los dÃas frente a la vida. Resulta que un sobrino poderoso, dueño de…
"Un instante después, Mike sintió la mirada, clavada en su propia nuca. Giró súbitamente y, al encontrar los ojos de ella, más azules que nunca, encendidos como los potentes reflectores de un Lincoln ocho cilindros en medio de una tormenta, esbozó su más irresistible sonrisa. Sheilah se puso de pie, sin dejar de mirarlo, y con ambas manos se alisó el vestido, que crujió como una papa frita en el momento de ser masticadas lo que hizo resaltar sus perfectos senos túrgidos y las lÃneas que delimitaban su excelente figura, de cadera…
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