Carolina Zamudio nació en Curuzú Cuatiá, un bellísimo y antiguo pueblo de Corrientes, Argentina, y reside hoy en Puerto Colombia, Atlántico, Colombia. Entre un lugar y otro ha mediado una vida tocada por residencias en Medio Oriente y en Europa; una vida, esa, que en el mundo de un poeta se plasma en valiosa obra de un lirismo que va de lo íntimo y confesional hasta la luz de la experiencia revelada. La poesía de esta autora construye un espacio donde lo cotidiano se enuncia y aspira a lo trascendente. Para que ello suceda, es nec…
BIOGRAFÍA PARA USO DE LOS PÁJAROS Nací en el siglo de la defunción de la rosa cuando el motor ya había ahuyentado a los ángeles. Quito veía andar la última diligencia y a su paso corrían en buen orden los árboles, las cercas y las casas de las nuevas parroquias, en el umbral del campo donde las lentas vacas rumiaban el silencio y el viento espoleaba sus ligeros caballos. Mi madre, revestida de poniente, guardó su juventud en una honda guitarra y sólo algunas tardes la mostraba a sus hijos envue…
SPILL THE WINE Soltó una mano de la bandeja, dejó caer la otra, salpicándose de vino y cristales. Dijo azul, azul alzando en el aire su dedo corazón y dando un portazo salió al fresco de la noche donde la luna hacía grande las pupilas de los gatos. Hacia el Ponto abundante en peces prometió alcanzarlos ese mismo amanecer. Oigo el mar, la verdad que viene a visitarnos . Esto es la espalda de la vida brotando. Sí tiene belleza jugar a los dados, eliminar el humo y la nieve que apunta a los lirios. Estas son las …
EL PRIMER MOMENTO En el primer recodo que es el lugar de donde vengo sentada en una silla estás lejana y tierna esperándome para iniciar el camino de la vida. MERCEDES Doblado el delantal entre las manos, las gruesas venas subiendo por tus piernas, la espuma del leño verde entre las llamas y el olor a pan caliente aferrado a tu cuello. No solo un recuerdo ni una viajera hacia el olvido... Eras un ser vivo en la vida.
LETINO Desde la ventana, Campaci sólo pudo distinguir el cuerpo delgado de un muchacho, como de veinte años o menos, que vagaba por la calle siguiendo el dibujo de las piedras. No era curioso que lo mirara en ese momento (Nora acababa de decir que el depósito del baño perdía agua, y él se había asomado a la ventana, tratando de no oírla), lo verdaderamente curioso era el uniforme; algo que, después de un minuto, hacía aparecer la imagen del muchacho como interpolada entre los edificios, como si hubiera sido el fruto de un eq…
De: Oscura Fotosíntesis del Día (1994) MIGRACIÓN ¿Se puede vivir sin poesía? Tal vez. Tal vez haya quienes siempre aprisionen a sus pájaros. Mas yo no puedo evitar que los míos vayan buscando por la vida y por la muerte los puertos amarillos de Neruda ENTRE LO DICHO Y LO NO DICHO Uno como que inventa los días, cuenta con ellos sin contarlos; los imagina en fila india tras la puerta siempre fieles a cualquier convocatoria. Pero sucede que a veces los días también juegan con uno…
De: La voz mirada (2011) EL RELOJ El reloj se me olvida con frecuencia, pero tú en un gesto de amor me lo recuerdas: El tiempo, se te va el tiempo. EN UNA BAHÍA PERDIDA En una bahía perdida existe una encantada ciudad abstracta de violáceo pavimento, difuminado lugar, volátil sueño, al que puedes entrar cuando quieras, no tiene puertas y está en el cielo. Allí vivo, en un dorado palacio mas f…
De: Días Roturados (1949) LAS PALABRAS NO CUENTAN... Cantar, cantar evocando sucesos Que están oliendo a sangre, a agobio, a escombro; Dar un retrato vivo de jirones terrestres, De angustia prolongada o árbol Desgranando su verde entre estampidos; Tener tantas palabras y no tener ninguna Entre el amor y el odio de los hombres. ¡Tanta edad, tanto tema de exterminio Llegan y forman libros, estantes, librerías; Tanto tema de llanto, de perforada atmósfera, De agujeros amargos...! Cuando habla…
De: Naufragios [1984] LA NIÑA DE LOS MANGOS a Osvaldo González Real Hoy las hojas no son sino la imagen, perdón, sonora de la siesta y de un cántaro a orillas de una sombra. Caen, caen los mangos y se acerca una niña cuyo nombre ya no ignora el ángel de su andar. Mira. Ve los mangos. Desnuda, con sueño, confusa y aturdida va por ellos. Gira. Gira y en sí misma se demora si, cayendo, entre frutas y a la siesta se abandona. Lo sé. ¿Lo sabía? Lo recuerdo a orillas de una sombra y en la siesta de los man…
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