LAS ÚLTIMAS ALEGRÍAS «¡Tú y tu miserable maquinita de escribir! ¡Tú y tus miserables cheques enanos! ¡Mi abuela gana más dinero que tú!» Charles Bukowski Me disponía a comenzar las labores del día cuando de pronto se abrió la puerta y entró la esposa de don Hiparco. La luz mortecina que se asomaba por la ventana la hacía ver más luminosa que cientos de bombillos de magnesio. El día de por sí era bastante lluvioso como para que doña Julietta entrara a mi oficina a pintarse los labios. —Dent…
ALIMENTOS Yo miraba a la gente cuando comía: Alzaba la mano con escasa ceremonia y con ella alzaba el brazo que iba hacia alguna parte del mundo, un mundo familiar habitual y plagado de sus propios olores, y después la llevaba hacia su boca. El mundo cambiaba y su boca también. Y luego continuaba la misma rutina. La boca, el brazo, el movimiento de los maxilares. El resultado de todo esto era un vientre hinchado, una boca y dos manos quietas. Así, poco a poco, la gente se devoraba el mundo mientras el mundo se dejaba devo…
1. LA ABANDONADA Ahí mesmo me despedí / de mi infeliz compañera. / Me voy -le dije-, aunque me agarre el gobierno, / pues infierno por infierno, / prefiero el de la frontera. JOSE HERNANDEZ Hubo una vez o había una vez o es un eterno, miserable presente en el que marchan, marcharon o marcharán por el desierto (si es que eso es un desierto), ambos a caballo (si es que eso es un caballo), él, los ojos cortados a tijera de escritorio, colocados a golpes de maza sobre el cráneo chato, ojos donde bailan los …
Especial para Analecta Literaria © 2011 1. TOMA, TOMÁS, TOMA... DESDE ESTAS ALTURAS , la gente se le antoja hormiguitas a Tomás, a quien ahora, con las manos escaldadas e inservibles de los callos y las ampollas reventadas, le coge con imaginar y ver y perseguir a la Isaura engañando a Gustavo con Anselmo, y al Anselmo, enfundado y ajustado en su ropa de matón y buscapleitos donde Nuna, manoseando y desnudando a todas las muchachas; y La China, ay, La China, con su lunar que casi le muerde el labio superior, rondando t…
De Manzanitas Verdes Al Desayuno (2009) 1. LOS COLORES DE LA PATRIA A don Mario, el librero del trópico. En el primer carguero que atracó en el muelle me fui para Samaria a buscar a Haroldo, mi amigo de andanzas y perrerías. No digo que el viaje fuera fácil porque tenía que trapear la cubierta, calafatear el casco, hacer de centinela nocturno cuando era el caso, pero yo me diferenciaba de los demás marineros porque cada vez que me ponía nostálgico destapaba una botella de ron y con entonado acento me ponía …
© 2010 Analecta Literaria 1. AURA EN EL SUBTE Estoy leyendo Aura , de Carlos Fuentes. Y el viaje se hace lento, en el verano el viaje es largo y pegajoso. Ahora la señora Llorente dice que no hay jardín en la casa -¿Cuál jardín, señor Montero?-, sólo un patio oscuro donde se cultivan plantas de sombra. Pero el joven historiador desde el tragaluz observó cinco, seis, hasta siete gatos incendiados, y desde ese sitio oyó sus aullidos, en soledad; los vio encadenados, uno al otro, chamuscados por el fuego. Pero no hay j…
ANA MARIA SHUA nació en Buenos Aires en 1951. Estudió en la Universidad de Buenos Aires, donde recibió una Maestría en Artes y Literatura. Se ha desarrollado profesionalmente en literatura, periodismo, publicidad y cine. Ha publicado más de una veintena de libros, recibiendo numerosos premios y distinciones por su producción infantil-juvenil. Sus cuentos figuran en antologías editadas en diversos países del mundo. Algunas de sus novelas han sido publicadas en Brasil, España, Italia, Alemania y los Estados Unidos. Entre otros diarios y …
Como mi abuelo estaba convencido de que nadie en esta vida puede vivir sin, por lo menos, una pasión, le sugirió a mi abuela que empezaran a jugar a la escoba de quince. Mi abuela dijo "sí" a regañadientes. Era un sí que estaba a medio camino entre la negación y el condicional. Y ahí quedó el asunto. Al día siguiente mi abuelo salió a comprar el mazo de cartas. Las sacó de la caja y las dejó con provocación sobre el mantel de hule en el que mi abuela ya había puesto la mesa para comer. El dibujo del mantel era cuadrillé y …
Lloviznaba empecinadamente en la ciudad de Salta. Yo había escuchado historias de tigres. Tigres de la Malasia. Tigres de papel. El tigre dientes de sable. El blanco de la Siberia. Los proverbiales tigres de la China, de rayas negras y amarillas. Y porqué no recordar también a los tigres de Mompracem, de Emilio Salgari, que no eran propiamente tigres, sino piratas. Pero nunca había escuchado la historia de un tigre como éste, desafortunadamente aburguesado. En la ciudad la tarde había sido propiamente de perros. La llovizna se empeci…
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