La Puta Revolucionaria -I- Conocí a Juliette un viernes al atardecer en las Escuelas Profesionales que los Jesuitas tenían en las afueras de la ciudad. En aquellos años, en numerosos países una nueva generación, plantaba cara e iniciaba la contracultura que recorría tierras y océanos, desde la Beat Generation hasta los The Beatles. Pero hablo de España, el último reducto del fascismo en el mundo. Unos días antes de encontrarme con Juliette, la brigada político social había hecho unas redadas de antifa…
El Fiord «El Fiord» es una obra del escritor argentino Osvaldo Lamborghini [n. 1940 – m. 1985] donde el realismo escatológico y obsceno se transparenta en un lenguaje explícito que se propone como única forma viable para llevar adelante un relato que narra las luchas internas del Peronismo de la resistencia. En «El Fiord» se narra el nacimiento traumático y difícil del niño Atilio Tancredo Vacán (cuyas iniciales ATV aluden al nombre del dirigente obrero peronista Augusto Timoteo Vandor), parido por Carla Greta Terón (la CGT —sig…
Capítulo Primero a Jorge Cedrón No había esperanzas: lo dijo mi abuela, mientras comíamos. Mi tío se limitó a mover la cabeza, en un gesto ambiguo, casi torpe. El efecto de esas palabras iba a resucitar recién al rato, en un sollozo de mi tía. intentó disimularlo con otro ruido semejante, que salió de su nariz; hasta usó el pañuelo. Pero fue inútil: yo advertí que luchaba por no llevárselo a los ojos. En ese momento hubiera necesitado saber qué pensaban. En el patio, de pronto, las escenas volvieron, una a una, mientr…
Aquel Peronismo de Juguete Cuando yo era chico Perón era nuestro Rey Mago: el 6 de enero bastaba con ir al correo para que nos dieran un oso de felpa, una pelota o una muñeca para las chicas. Para mi padre eso era una vergüenza: hacer la cola delante de una ventanilla que decía "Perón cumple, Evita dignifica", era confesarse pobre y peronista. Y mi padre, que era empleado público y no tenía la tozudez de Bartleby el escribiente, odiaba a Perón y a su régimen como se aborrecen las peras en compota o ciertos pecados tardí…
Retrato de Familia A partir de hoy viviré definitivamente en paz. Hace más de veinte años que mi padre ha muerto y hasta ayer su memoria había sido ominosamente imborrable para mí. Pero ahora sé la verdad, aunque no explícita, acaso como todas las verdades. De mis cinco hermanos, ya también todos muertos, soy el menor, el hijo no esperado, como siempre oí decir entre murmullos a mis parientes y aun a los criados, algo que nunca comprendí de niño. Pero también dicen que, de todos mis hermanos, soy el que más se parece a mi…
Aparecidas y otros cuentos 1. APARECIDAS A Carlos Fuentes «… siempre tendrás el gesto de ese momento aterrador en que te diste cuenta, amigo mío, de que la silla presidencial, la Silla del Águila, es nada más y nada menos que un asiento en la montaña rusa que llamamos la República Mexicana…» Carlos Fuentes, “La silla del Águila”, 2002.- Las manos del General aparecieron un día de éstos, alrededor de las 15 hs. caminando por la Avenida de Mayo. Como es de suponer, caminaban con sus propios dedos…
© Fotografía 1988 Ricardo Sánchez Anclao en París Cursé todo el secundario en Buenos Aires sin tener un solo amigo. Por diversas razones no podía aceptar lo bueno y lo malo de las personas. Yo quería que fuesen de una sola pieza. Que fueran como yo las imaginaba. Para colmo me equivoqué de carrera. Tendría que haber estudiado psicología en lugar de otorrinolaringología. En los años de bachillerato lo que más me impedía acercarme a las personas era la maldita manía que tenía de asociarlas a los animales. Para mis visiones inter…
Lectura de los dedos Siempre consideró que la frase “no hay nada que festejar” no le decía nada que le impidiera el hacerlo. Había algo y mucho: los colores, la luz, su respiración, los juegos amorosos, sus amplias pestañas indagando sus ojos azul marino más allá de la línea de los pescadores y que existiera la literatura y estar listo para las palabras que musita la vida sin que sean oídas. También se tomaba por alguien honesto pero para probárselo tenía a veces que robar y festejar tanta rectitud. El objeto no tenía importan…
Otorongo a don Ramón Sánchez Era muy de noche cuando llegó una patrulla del ejército a Quebrada Huariacca preguntando por el teniente-gobernador. Sonaban disparos de fusil y el aire de aromas naturales se llenó de olores extraños traídos de otras tierras. Los uniformes de invierno de la tropa se adherían a sus cuerpos despidiendo un vaho acre de sudores de caballo. La selva se puso quieta y silenciosa como esperando la lluvia y hasta el viento se refugió en lo más recóndito de la quebrada. Los colonos, sorprendidos en…
Sensini * La forma en que se desarrolló mi amistad con Sensini sin duda se sale de lo corriente. En aquella época yo tenía veintitantos años y era más pobre que una rata. Vivía en las afueras de Girona, en una casa en ruinas que me habían dejado mi hermana y mi cuñado tras marcharse a México y acababa de perder un trabajo de vigilante nocturno en un cámping de Barcelona, el cual había acentuado mi disposición a no dormir durante las noches. Casi no tenía amigos y lo único que hacía era escribir y dar largos paseos que comenzaban a…
Sombras suele vestir El sueño, autor de representaciones, en su teatro sobre el viento armado, sombras suele vestir de bulto bello . Góngora, Varia imaginación . I —Lo echaré de menos; lo quiero como a un hijo —dijo doña Carmen. Le contestaron: —Sí, usted ha sido muy buena con él. Pero es lo mejor. En los últimos tiempos, cuando iba al inquilinato de la calle Paso, rehuía la mirada de doña Carmen para no turbar esa vaga somnolencia que había llegado a convertirse en su estado de ánimo definitivo. Ho…
Rodolfo J. Walsh en Prensa Latina El viaje circular Debo la idea central de este cuento al ingeniero Emilio Mallol, fallecido en Buenos Aires, en marzo de 1950, a cuya memoria lo dedico. R. J. W. En diciembre de 1926 egresé del Politécnico de Mecánica de Hamburgo y cuatro meses más tarde entré como asistente del ingeniero jefe en las grandes usinas que proveen de energía eléctrica a la ciudad de Bremen. Recuerdo haber comprobado con asombro que mis estudios en la materia no me habían preparado para la visión …
Maíz para las palomas Debo haber tenido siete años cuando me mandaron a la escuela Pirulí. Este nombre le venía por los chupetines que vendían en la caramelería vecina. También le llamaban escuela Pirulí porque todos éramos pequeños. En ese establecimiento solamente se cursaba hasta el segundo año y concurríamos alumnos de ambos sexos. Pero niños y niñas ya nos mirábamos con recíproca desconfianza y desdén. Formábamos dos grupos en la clase y en el recreo. Justamente ese año las maestras tuvieron la ocurrencia de sentarnos juntos…
Doblaje En aquella época vivía en un pequeño hotel cerca de Charing Cross y pasaba los días pintando y leyendo libros de ocultismo. En realidad, siempre he sido aficionado a las ciencias ocultas, quizás porque mi padre estuvo muchos años en la India y trajo de las orillas del Ganges, aparte de un paludismo feroz, una colección completa de tratados de esoterismo. En uno de estos libros leí una vez una frase que despertó mi curiosidad. No sé si sería un proverbio o un aforismo, pero de todos modos era una fórmula cerrada que no …
El inventario -Esta mesa es Chippendale. -¡A ver, muchachos, al camión! Vocea: "¡Una mesa con las patas flojas, una!". -Un cuadro de la escuela de Greuze. -¡Una tela grande rayada, una! -Una consola Louis Philippe. -Oiga, yo creo que estos muebles son del tiempo de don Porfirio, porque mire nomás el polillero. -Dos vitrinas de Wedgewood. -¿Cómo dice usted? -Wedgewood. Voy a deletreárselo. -¡Salen dos vitrinas! ¡Mira ésta no cierra.! ¡Dos sillones con la tapicería percudida, dos…
La puerta par El doctor Edmundo Molina se presentó con nombre y apellido desde la puerta entreabierta de la subcomandancia, pero tuvo que agregar que era el médico a quien quisieron asesinar hacía unas horas en el Hotel Anteus para que el comisario levante la vista y se le quede viendo con ese aire de todopoderosidad que adopta la gente uniformada. Le preguntó si venía por su declaración. «No», le dijo, lo que quería era hablar con el hombre a quien arrestaron frente a su puerta -habitación 36, segundo piso- empuñando un…
Dos Cuentos Breves LA ESPERA Como todos los domingos, mi padre me dijo que iría a pescar y regresaría al atardecer y yo le creí; mi madre me dijo que iría a visitar a mi abuela y yo le creí; mi hermana habló de una excursión al Tunari con su novio y tampoco dudé. Han pasado cuatro años y empiezo a sospechar que no volverán. Me he quedado sin teléfono y sin electricidad, imagino que por falta de pago, y no me gusta leer. Mis provisiones se han agotado y cada vez me es más difícil encontrar ratones o gusanos. Y tampoco p…
Habitación, la brisa [Inédito] Especial para Analecta Literaria © 2014 Carlos Bernatek - Analecta Literaria a J. R. Ahora que ha llegado el silencio a este cuarto de hotel, apenas comienzo a recordar cómo he venido. Es esta ciudad que te abruma, te marea con su siseo perpetuo, el tránsito de gente insomne. Aquí hasta el silencio hace ruido. Pero en un instante milagroso, las cosas parecen al menos quietas, detenidas, como murmurando un impulso para que todo se reinicie ¿A qué he venido? Ya va siendo hora de que empiecen a ol…
El Paseo Repentino (Cáceres, 1956) 1 Quizá por la extrema suavidad de sus voces, aún me impresionó más ese súbito permiso que me otorgaron mis padres. Porque desde ayer poseo un flamante permiso para salir de noche. Ha llegado bastante tarde, pero bienvenido sea. Me lo han dado no porque yo tenga una edad ya más que respetable sino porque posiblemente les angustiaba ver que no duermo nada y estudio tanto. No eligieron, de todos modos, la hora más oportuna para darme ese permiso, pues se avecinaba una tormenta que todos pres…
Estaba por fin ahí, como el rostro de un destino antes descifrable y ahora revelado: un hombre de piedra (el sombrero sobre los ojos, casi palpable la pesada pistola), pero atentísimo a las próximas señales del estrago. Ese hombre ahí significaba que todos los plazos se habían cumplido; que él, Manolo, pronto sería el cadáver de Manuel Cerdeiro, llorado por su mujer, recordado durante un tiempo por alguno de sus paisanos y por sus parroquianos sólo hasta que otro (desde luego gallego, recio, petiso, velloso y cejudo) lo sustit…
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