A veces pienso en mi viejo. O es un barco que parte o esa gente vagabunda que trae el verano o simplemente una luz en el río. Entonces me siento en la costa y pienso en mi viejo. Para todos, para mí mismo, la historia comienza el día que hizo volar en pedazos al Raquelita, en el 28. Era una chata de once metros con un motor Regal. El viejo tenía la maldita costumbre de mojar un papel retorcido en el carburador, luego quitaba el cable de una de las bujías, lo arrimaba al block y con la chispa encendía el papel y con el papel uno …
Primer momento: El cuidador de una plantita. Él acaba por convencerse de que su sentimentalidad, aptitud de simpatía, que viene desde tiempo luchando por recuperar, está agotada, y en los sufrimientos de este descubrimiento cavila y halla por fin que quizá el cuidado de una plantita endeble, de una mínima vida, de lo más necesitado de cariño, debiera ser el comienzo de la reeducación de su sentimentalidad. Ocurre que pocos días después de esta meditación y proyectos en suspenso, Ella, sin sospechar tales cavilaciones pero movid…
Adelanto de Libros Gardel, Carlos Gardel, si vú plé . Así exigió el hombre de la capucha luego de aporrear la puerta y lanzar guiños cómplices a los murciélagos, dueños nocturnos del barrio. Era el portador del Mensaje, el emisario de lo remoto; el sayal gris: percudido por siglos y travesías. De pronto el embozo fue echado hacia atrás, con lo cual la portera -que siempre se alarmaba ante aquella aparición- pudo entrever los cabellos amarillentos y largos hasta los hombros aunque anudados en un extremo, a modo de coleta…
ALIMENTOS Yo miraba a la gente cuando comía: Alzaba la mano con escasa ceremonia y con ella alzaba el brazo que iba hacia alguna parte del mundo, un mundo familiar habitual y plagado de sus propios olores, y después la llevaba hacia su boca. El mundo cambiaba y su boca también. Y luego continuaba la misma rutina. La boca, el brazo, el movimiento de los maxilares. El resultado de todo esto era un vientre hinchado, una boca y dos manos quietas. Así, poco a poco, la gente se devoraba el mundo mientras el mundo se dejaba devo…
1. LA ABANDONADA Ahí mesmo me despedí / de mi infeliz compañera. / Me voy -le dije-, aunque me agarre el gobierno, / pues infierno por infierno, / prefiero el de la frontera. JOSE HERNANDEZ Hubo una vez o había una vez o es un eterno, miserable presente en el que marchan, marcharon o marcharán por el desierto (si es que eso es un desierto), ambos a caballo (si es que eso es un caballo), él, los ojos cortados a tijera de escritorio, colocados a golpes de maza sobre el cráneo chato, ojos donde bailan los …
© 2010 Analecta Literaria 1. AURA EN EL SUBTE Estoy leyendo Aura , de Carlos Fuentes. Y el viaje se hace lento, en el verano el viaje es largo y pegajoso. Ahora la señora Llorente dice que no hay jardín en la casa -¿Cuál jardín, señor Montero?-, sólo un patio oscuro donde se cultivan plantas de sombra. Pero el joven historiador desde el tragaluz observó cinco, seis, hasta siete gatos incendiados, y desde ese sitio oyó sus aullidos, en soledad; los vio encadenados, uno al otro, chamuscados por el fuego. Pero no hay j…
ANA MARIA SHUA nació en Buenos Aires en 1951. Estudió en la Universidad de Buenos Aires, donde recibió una Maestría en Artes y Literatura. Se ha desarrollado profesionalmente en literatura, periodismo, publicidad y cine. Ha publicado más de una veintena de libros, recibiendo numerosos premios y distinciones por su producción infantil-juvenil. Sus cuentos figuran en antologías editadas en diversos países del mundo. Algunas de sus novelas han sido publicadas en Brasil, España, Italia, Alemania y los Estados Unidos. Entre otros diarios y …
Como mi abuelo estaba convencido de que nadie en esta vida puede vivir sin, por lo menos, una pasión, le sugirió a mi abuela que empezaran a jugar a la escoba de quince. Mi abuela dijo "sí" a regañadientes. Era un sí que estaba a medio camino entre la negación y el condicional. Y ahí quedó el asunto. Al día siguiente mi abuelo salió a comprar el mazo de cartas. Las sacó de la caja y las dejó con provocación sobre el mantel de hule en el que mi abuela ya había puesto la mesa para comer. El dibujo del mantel era cuadrillé y …
Lloviznaba empecinadamente en la ciudad de Salta. Yo había escuchado historias de tigres. Tigres de la Malasia. Tigres de papel. El tigre dientes de sable. El blanco de la Siberia. Los proverbiales tigres de la China, de rayas negras y amarillas. Y porqué no recordar también a los tigres de Mompracem, de Emilio Salgari, que no eran propiamente tigres, sino piratas. Pero nunca había escuchado la historia de un tigre como éste, desafortunadamente aburguesado. En la ciudad la tarde había sido propiamente de perros. La llovizna se empeci…
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