P ara Teresa Parodi, chamamecera «No me importa y no me importa. Y no quiero seguir hablando del tema». El piojo hablaba solo, parado en la cabeza del ñandú. Daba vueltas, nervioso, mirando para todos lados. Después dio tres saltos grandes y dijo: — ¡Y ahora basta! ¡Se acabó! El coatí, el oso hormiguero, la garza y la cotorrita verde lo fueron rodeando muertos de curiosidad: —A ver chamigo piojo, si nos cuenta eso que le anda pasando —dijo la cotorrita verde. — Nada, nada, ¿no les digo que no me importa nad…
— No, no era un hombre bueno el Capitán Giménez. Una vez mató a un hombre porque le hizo trampas en el juego y otra, tuvo a su asistente estaqueado toda una larga siesta porque le quemó la comida. ¡No! — afirmó Don Cleto — bueno, lo que se dice bueno, no era, aunque esa vez del lobisón... Se interrumpió para beber su vaso de caña, hizo chasquear golosamente la lengua y luego pasó el dorso de la mano para secar los ralos bigotes y continuó: — ¿Usted cree en el lobisón? Bueno, yo tampoco creía porque como usted me he criado e…
Se había generalizado en el pueblo la creencia de que Luis Ramírez estaba loco. Pero no se hubiera podido decir si él sabía la opinión que la gente tenía de su persona. Si lo sabía, no se daba por ofendido ni tal opinión le preocupaba. Por el contrario, miraba a los vecinos, a los conocidos y a cuanta persona encontraba a su paso con una atención que si de algo pecaba, era de una cordialidad excesivamente atenta. Su indumentaria por lo demás llamativa, se centraba en un sombrero de alas pequeñas y tan ajustado, que sólo lograba ha…
LOS QUE SUBIAN Y LOS QUE BAJABAN Todos se equivocaban Cuando intentaban abrirla Como se abrían todas, - ella se abría sola- Y los que ya habían subido Decían que no la cerraran - que ella se cerraba sola- De nada servían los gritos o las señas, seguían gastando su vida intentando abrirla o cerrarla. Ninguno se equivocó cuando bajaba, No había nada más que gastar Habían aprendido que “esa puerta” se abría y cerraba sola Y así, bajaban sin hacer ningún esfuerzo, Liviano…
De: Ballestas contra el miedo [1990] INVENTARIO Miré si me quedaba alguna víspera, un claustro a quien gritarle su silencio, un retablo con fugas, aire, aire, un rastro de jardín en mis sentidos, un oboe llamándome, algo de yesca. ¡Por vida de, había, acontecía!, así que, ¿con qué gesto derrocarme? Hube de continuar, no tuve excusa.
Carta a un amor secreto « Escribo más para mí que para ti. Sólo busco aliviarme» Cartas de amor de la religiosa portuguesa. Al extranjero: Hubo una vez en mi vida un extranjero. Llegó como llegan los que están de paso: cuando menos lo esperaba. Nunca supe con certeza nada de él. Después de cada encuentro, yo suponía o imaginaba su vida. Y él, por su lado, hacía lo mismo conmigo. Hablábamos muy poco, pero a veces, cuando nos g…
* Sabía que seríamos cuatro en el grupo: Renata San Pedro, la empresaria textil, dos profesores universitarios especializados en Comercio Exterior y un abogado especialista en Derecho Internacional. A Renata ya la conocía, porque nos habíamos encontrado en una premiación hacía algunos años. No me reconoció hasta que le dije que era la esposa del ingeniero Ernesto Pérez Matto, uno de los galardonados en aquella ocasión. Ella había sido jurado y le entregó su premio al empresario joven más exitoso del año, o sea, a mi apuesto es…
Esas fiestas de diciembre, cualquier cosa es un pretexto para celebrar. A cierta altura se concentra tanto el insumo eléctrico de miradas y movimientos estratégicos que una querría desaparecer de ahí mágicamente y en un parpadeo privado aparecer metida en su propia cama. Ahorrarse así la parte crucial de la cuestión, es decir, irse. Cómo irse, con quién irse y, lo que es más importante de todo, cuándo irse. Algunos consejos para irse de una fiesta: a. No seas la primera. (La segunda sí, cómo no, con todo gusto.) b. B…
NO ESTUVIMOS ESA NOCHE EN LONDRES No tuvimos una noche en Londres (como debe ser) una noche cualquiera pero en Londres para pulir la torva mascarada del poema la muesca encanecida de un poema gris poema torpe y gris ese gris tropical que desconoce la nevisca un poema lluvioso anquilosado en su pastosidad de no jugarse el todo por el todo. No estuvimos esa noche en Londres (como debió ser) una noche cualquiera pero en Londres sirviendo de amuleto en contra del calor en contra de esta capa peg…
Poemas De: En la orilla derecha del Nilo (2000) DESLÍZATE A LA MAR, BARCA DEVOTA nueva canción de Orfeo para mi hijo. Deslízate a la mar, barca devota, y cruza los paisajes con tu inocencia en estos tiempos en que las naves tienen que ganar. Tú que aún superas para ti el origen de la ciudad pequeña, dulce, desmembrada, hazte a la mar de la memoria y boga, cruza océanos de dudas, noches de réquiem, deshace el mito para volver a ser, no te devuel…
Poemas Escogidos DAR DE BEBER sometidos a tan vasto encubrimiento a tal golpe de suerte un hombre muere una frontera se propaga sosteniendo hasta el fin un día de olas De: Salud o nada (1952-1954) LA VOZ TOMADA Cuando se quiebre la lengua del amor, nos quedará todavía esta palabra ronca. Cuando no pueda decir, volverá todavía a mi garganta el eco de tu cuerpo. De: El músico en la máquina (hacia 1956)
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